El mundo, en la Plaza de San Pedro

© Alberto PIZZOLI / AFP

Al final de la celebración de la Misa de inauguración del pontificado en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco volvió a la basílica, y tras quitarse los ornamentos litúrgicos, recibió a los jefes de las 132 delegaciones extranjeras venidas a Roma para representar a sus países.

Ningún Estado o gobierno ha sido invitado oficialmente, había precisado el día antes el portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi. En estos casos la Santa Sede se limita a anunciar el acontecimiento, y cada país decide si acude y con qué delegación. “Todos son bienvenidos – aclaraba Lombardi – no se rechaza a nadie”.

La primera en saludar fue la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que ya había sido recibida el lunes de forma privada por el Papa, y que se encuentra en Roma con una delegación de 19 representantes de las más altas instancias del Estado.

También la delegación italiana era “consistente” tanto en número como en “peso” institucional: además del presidente Giorgio Napolitano con su esposa, había 16 representantes institucionales, entre ellos el presidente del Consejo de Ministros, Mario Monti, y los nuevos presidentes de la Cámara y del Senado.

Acudieron también seis soberanos reinantes, entre ellos Alberto de Bélgica y Alberto de Mónaco con sus esposas, y tres príncipes herederos: Sheik Abdullah bin Haman Isa Alkhalifa de Bahrein, Felipe de España y Guillermo de Holanda, acompañados también por sus esposas.

Treinta y dos jefes de Estado de otras tantas naciones del mundo, sobre todo sudamericanos, llegados a Roma “en masa” para saludar al primer pontífice sudamericano de la historia: Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, Honduras, México, Panamá y Paraguay.

Doce los jefes de gobierno, entre ellos el español, Mariano Rajoy, la canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro francés Jean-Marc Ayrault. También estuvieron presentes el vicepresidente de Estados Unidos, Biden, y el de Cuba, Diaz-Canel Bermudez.

La Unión Europea estuvo representada al máximo nivel, con el presidente del Parlamento Schulz, el del Consejo van Rompuy, y el de la Comisión, Barroso.

Por la Federación rusa estuvo presente el presidente del Parlamento, Sergey Evgenyevich Naryshkin, pero no hubo una delegación de la República popular china. Con todo, el embajador chino de Italia, Ding Wei, en una rueda de prensa afirmó que “el augurio de China es que las virtudes personales del Papa Francisco, en su gestión, se conviertan en virtudes de la Iglesia”, y que Pekín pretende “mejorar las relaciones bilaterales con la Santa Sede sobre la base del respeto mutuo”.

Recordando que China no tiene relaciones diplomáticas con la Santa Sede, el embajador subrayó que el Vaticano “no debe interferir en las cuestiones internas chinas y que, sobre esto, Pekín no puede ceder”, pero expresando sus felicitaciones por la elección y apreció el modo “muy fluido” con que fue elegido el Papa Francisco.

En la Plaza de San Pedro estaban presentes también las delegaciones oficiales de varios organismos internacionales como la ONU, la Liga Árabe, la FAO – representada por su director, José Graziano da Silva, la UNESCO con el subsecretario para la cultura Francesco Bandarin y el Alto Comisariado para los Refugiados.

El miércoles a las 11 de la mañana, en la sala Clementina, Francisco saludará a las 33 delegaciones de Iglesias cristianas no católicas que estuvieron en la inauguración del pontificado, así como a los numerosos representantes del mundo judío, islámico, budista, hinduista, jainista y sij.

Publicado en Aleteia

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