«El beso de Dios» en cines, la misa explicada desde la Palabra y la grandiosidad de la naturaleza

Un documental con Verástegui, Fittipaldi, Cantalamessa, Scott Hahn, Manglano, Ralph Martin…

El beso de Dios es una película peculiar, un documental poético sobre la misa, con imágenes de gran belleza y abundancia de citas bíblicas. Escenas de la naturaleza -glaciares, volcanes, ballenas bajo el agua, campos- se combinan con alusiones poéticas (la novia, la cueva, el ermitaño) y declaraciones de teólogos y personas de a pie, enamoradas de Dios.   

El montaje sigue la estructura de la misa, con una eucaristía celebrada por el padre José Pedro Manglano al amanecer, en la espectacular playa de As Catedrais, en Galicia, muy cerca de Asturias. Excepto alguna cueva de ermitaño, la película huye de los espacios cerrados. Hay que aproximarse a ella con actitud poética y contemplativa, como si fuera un Terence Malick de Biblia y liturgia, con mucho texto.

El tema de la película, al fin y al cabo, es la misa, que es lo mismo que decir que trata de la relación entre Dios y el hombre. Es la historia de un cortejo, de un enamoramiento, con sus rituales.

“Mucha gente piensa que la misa es algo rígido y aburrido porque no ven la Persona viva detrás”, dice a ReL Arturo Sancho, el productor. “Muchos no entienden que ahí está Jesús”, señala su director, Pietro Ditano. Ese es el reto al que quieren responder.

Un proceso intuitivo y de oración

“La película fue saliendo como un proceso intuitivo de oración. Jesús dijo: ‘Si siendo malos, dais cosas buenas, mucho más dará Dios el Espíritu Santo a quien lo pida’. Creo que el Espíritu Santo está ahí, empapando el guion, el montaje, la fotografía… Está en las oportunidades e ideas, como grabar en los glaciares de Islandia, que fue idea de Arturo”, señala Ditano.

En el documental aparecen teólogos y testimonios. El padre Manglano fue quien propuso acudir al cardenal Raniero Cantalamessa, el capuchino predicador de la casa pontificia, y a Scott Hahn, biblista converso y gran divulgador.

“Era importante mostrar también esos testimonios de jóvenes, de Hakuna, que acercan la misa al público joven. Eduardo Verástegui, como narrador, fue idea mía”, explica Ditano. “A Fittipaldi, el conductor brasileño, lo pusimos por su gran amor a la Palabra, que es importante en el documental. A la hermana Briege Mckenna yo la vi en una eucaristía en 2013 y la quería en este documental. ¡Ella merecería su propio documental!”

El equipo se emocionó especialmente rodando en Matera, en Italia, con Sarubbi, el actor que interpretó a Barrabás en la Pasión de Mel Gibson y que se convirtió a raíz de esta experiencia. Con él, los cineastas cantaron uno de los Salmos de la Pascua hebrea que escuchamos en la película.

Simbologías: la novia, la grandiosidad…

Una de las simbologías más hermosas de la película es la de la novia. “Nos basamos mucho en Ezequiel, 16: una niña abandonada en la cuneta, pero Dios la recoge, la cuida, crece, la engalana, la viste de joyas… Es la relación de amor de Dios con Israel, pero también con el alma humana”.

La película acude mucho a la naturaleza y su grandiosidad. “A veces, queremos minimizar o reducir lo espiritual a tamaños humanos, que pierda las dimensiones verdaderas, cuando en realidad es algo muy grande. Manglano cita a Benedicto XVI que nos recuerda que toda la liturgia es cósmica. También la Caída del pecado fue cósmica, cambió el mundo, el trato con los animales, con la naturaleza. Con Jesús empieza a retomarse la armonía, cuando cada uno se ofrece como una piedra viviente para edificar un templo de santidad”, explica Ditano.

A veces, la grandiosidad esta en lo pequeño, en la gota que cae en el deshielo o el plumaje del papagayo. “Buscamos cosas más poéticas, evocar mucho con poco… Si el libro de Éxodo habla de los colores de las túnicas sacerdotales, lo evocamos con las plumas del papagayo. ¡Dios es el mejor creativo!

Ayudar a abrir corazones al toque de Dios

Arturo Sancho cree que esta película puede ayudar a muchos que son católicos, pero que no van a misa, a entender que tienen un gran tesoro pero olvidado y lleno de polvo en el desván. “Con esta película, quizá se animen a desempolvar ese tesoro, sacarlo y disfrutarlo”, espera.

Pietro señala que incluso las personas con fe y práctica religiosa, con los años, pueden sentir que su corazón se endurece, también en la misa y la liturgia. Espera que la película ayude a que corazones así se abran y reciban “el consuelo y las caricias que Dios quiere darnos”.

De la gran pantalla al formato pastoral y educativo

Ahora mismo, en los cines de toda España se ofrece una experiencia larga y en gran pantalla, con imágenes de enorme belleza y gran abundancia de textos bíblicos. Pero esta película dentro de un año puede dar vida a otras experiencias en el mundo pastoral.

Arturo explica que “a nivel de catequesis de parroquia puede ser bastante útil, porque muestra que la eucaristía es el centro de la vida comunitaria. Y en colegios también. Por eso estamos preparando una versión de TV de 50 minutos. Pero también una versión extendida para los que quieran un nivel más elevado. La verdad es que tiene densidad y contenido”.

Pietro Ditano explica que como cineastas buscan ofrecer al público “cosas ungidas de Dios, con varios formatos, lo que sea útil para ayudar a que llegue a más gente”.

Pietro y Arturo son el núcleo de un equipo que trabaja bien, con comunión y amistad entre ellos. Surgen así más ideas y proyectos. “Vemos que mucha gente está muy enganchada a las series en plataformas, hay personas que no saben hablar de otra cosa. Se nos ha ocurrido que podemos hacer biopics, o series de documentales biográficos, sobre personas del mundo de la cultura que en cierto momento son transformadas por Dios, que ahora ayuda a construir bien y belleza para Él. Dar a eso un formato para plataformas. En eso estamos pensando ahora”, explican.

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