El arzobispo preside la Vigilia de la Inmaculada

Recuerda a los jóvenes que son “el presente” y que la Diócesis “quiere seguir escuchándoos”

El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, presidió este lunes la Vigilia de la Inmaculada que, a nivel diocesano, organizó la Delegación de Infancia e Xuventude. La Eucaristía tuvo lugar en la Catedral compostelana y en ella estuvo presente también el obispo auxiliar, monseñor Francisco J. Prieto. Tras muchos meses sin poder desarrollar actividades para niños, adolescentes o jóvenes, la Vigilia de la Inmaculada volvió a ser presencial y unos cuatrocientos jóvenes se dieron cita en las distintas actividades de esta Jornada Diocesana de Jóvenes.

La jornada se inició a las 11:00 de la mañana, con un acto de acogida en el Colegio La Salle para, a continuación, realizarse diversos talleres en distintos puntos de la ciudad. Tras la comida, los adolescentes y jóvenes pudieron disfrutar de juegos y asistir a un Concierto-Magazine. Antes de peregrinar hasta la Catedral, se desarrolló la Fiesta del Perdón.

En su homilía, monseñor Barrio dijo a los jóvenes que “en la selfie vemos nuestra mirada por nuestra propia mirada. ¡Cuánto puede revelarnos mirar nuestra propia mirada! Esta tarde oramos con confianza, deseando encontrarnos con Dios. Miramos a María Inmaculada y nos dejamos mirar por ella para salir de nuestra tierra y juntos caminar al encuentro de Cristo “sol que nace de lo alto” (Lc 1,78), fortaleciendo nuestra esperanza”.

En esta gran fiesta mariana dentro del Adviento, el arzobispo indicó que, tal y como señala el papa Francisco, María es “la ‘influencer’ de Dios”. “Era una joven de Nazaret, no salía en las redes sociales de la época, y no era una ‘influencer’, pero sin quererlo ni buscarlo se volvió la mujer que más influyó en la historia”. En su tuiter nos dejó pensamientos nobles y orientadores en nuestro peregrinar hacia Dios: “Hágase en mí, según tu Palabra”, “Haced lo que Él os diga”, el canto del Magnificat en que resume su fe”.

El arzobispo recordó, además, que en el  “sí” de María a Dios, “descubrimos el don de Dios, no como “una salvación colgada ‘en la nube’ esperando ser descargada”, ni como una aplicación nueva o un ejercicio mental de auto-superación, “sino como una invitación a ser parte de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias”. A veces pensamos que no tenemos nada que aportar en este nuevo mundo que se está gestando. Esto hipoteca nuestra vida. Tenemos mucho que decir y sobre todo qué hacer”.

En su homilía, monseñor Barrio dijo a los jóvenes que “es fácil criticaros cuando os veis privados de oportunidades laborales, educativas y comunitarias donde echar pie y en un mundo que no os está dando cimientos para soñar el futuro”. Pero, a la vez, les pidió que no se dejasen “adormecer por el opio de la pasividad. Preguntad y preguntaros. La Iglesia diocesana quiere seguir escuchándoos”.

“Queridos jóvenes, sois el presente. Debéis pelear por vuestro espacio hoy, porque la vida es hoy, nadie os puede prometer un día del mañana, vuestra vida hoy es hoy”. Sólo el Señor nos lleva al mañana. “Ser joven no es sinónimo de sala de espera de quien aguarda el turno de su hora”, advirtió Francisco. El alma joven ignora la indiferencia paralizante, ese triste privilegio de no sentirnos emocionados ni conquistados por nada”, añadió el arzobispo compostelano.

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