El arzobispo de Santiago ordenó al nuevo obispo de Tui-Vigo, mons. Antonio Valín

Esta mañana tuvo lugar en la Catedral de Tui la ordenación episcopal del nuevo obispo de esta diócesis, mons. Antonio Valín, a la que asistieron, entre otros, además del arzobispo ordenante mons. Francisco Prieto, el cardenal Blázquez, el nuncio de su Santidad, los obispos de las Diócesis gallegas y las cercanas de Braga, Oporto y León. También acudieron las autoridades principales de la Xunta de Galicia, los ayuntamientos de la Diócesis, particularmente de Tui, y de Ribadeo —de donde procede el nuevo obispo—, así como autoridades civiles y militares que tienen jurisdicción y presencia en el territorio diocesano.

Mons. Luis Quinteiro, ahora obispo emérito de la diócesis de Tui-Vigo, expresó, al comienzo de la ceremonia, que la persona y el ministerio de D. Antonio «son para nosotros la señal de la predilección de Dios. El Señor nos hablará a través de sus palabras, de sus gestos y de todo su ministerio episcopal». Además, agradeció, infinitamente, la ayuda recibida durante su episcopado, así como la fidelidad al Evangelio, subrayando que «con todos vosotros y en comunión con el nuevo pastor, D. Antonio, seguiremos juntos en el servicio gozoso del Pueblo de Dios que da vida y aliento a esta diócesis de Tui-Vigo».

Por su parte, el arzobispo compostelano, mons. Francisco Prieto, expresó que «somos chamados, vocacionados, a camiñar xuntos, guiados polo Espírito». Así, compartió un deseo a modo de empeño pastoral: «procuremos deixar atrás os refuxios das rutinas que nos acomodan ou os fundamentalismos de calquera signo que nos atrincheiran e cégannos. Non deas, non demos espazo ao momento das queixas, ou dos resentimentos, senón, máis ben, a preguntarnos se estamos dispostos a mirar o futuro en clave de Evanxeo». En esta línea, insistió en que «temos unha tarefa común coa sociedade na que habitamos: construír xuntos espazos de convivencia e humanidade».

Antes de dar por concluida la celebración, mons. Antonio Valín, ya obispo de Tui-Vigo, expresó que «só a urxencia da caridade é a que crea a civilización do amor, a que nos fai vivir na alegría, recuperar a esperanza e facernos medrar na ilusión. Necesito que soñedes comigo deste xeito, necesítovos a todos e todas neste empeño, e que nunca nos cansemos de soñar. Así faremos mellor camiño xuntos, apoiándonos, alentándonos». También, agradeció la asistencia de todos los presentes —autoridades civiles, militares y eclesiásticas, medios de comunicación, así como fieles de las diócesis tudense y mindoniense—, que «fala de comuñón, de fraternidade, de ilusión. Vendo isto, xa me sinto na casa, en familia», subrayó el prelado.

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