
Ayer, viernes, Cambados se vistió de gratitud para rendir homenaje a don José Aldao, su párroco de siempre, que celebró sus bodas de diamante sacerdotales. Hace exactamente 60 años, aquel joven sacerdote de 23 años llegó desde Lendo a esta villa marinera sin imaginar que el mar y su gente acabarían convirtiéndose en su casa y su familia.
La celebración, sencilla y emotiva, reunió en la parroquia a numerosos vecinos, sacerdotes y autoridades locales, entre ellos el alcalde de Cambados. Durante más de dos horas, oraciones, lecturas y canciones tejieron un hilo de recuerdos y afectos en torno a quien, con su palabra cercana y su espíritu joven, ha acompañado a generaciones enteras.
Los grupos parroquiales quisieron agradecerle con regalos cargados de cariño, entre ellos un retrato que recoge su mirada serena y amable. En los discursos se recordó a un sacerdote creativo, entusiasta y profundamente humano, capaz de hablar con frescura sin que el tiempo se le note en la voz.
Don José fue pionero en organizar excursiones intergeneracionales cuando aún no existía el Imserso, llevando a niños, jóvenes y mayores a conocer España, Francia o Italia. También fue un amante de la música y un impulsor incansable de la Pascua Joven, donde supo acercar la fe a muchos corazones.
Sesenta años después de su llegada, Cambados no puede entenderse sin don José Aldao. En cada misa, en cada consejo, en cada gesto de escucha, ha dejado la huella de un pastor que supo caminar al paso de su pueblo. Y ayer, entre oraciones y abrazos, el sacerdote que un día llegó joven volvió a recordar que la fe, cuando se entrega, se queda para siempre.
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