Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

CITA

Cuanto menos es uno, más se encarga Él de todo”.

Madre Maravillas de Jesús

Marco Tulio Cicerón Cuando aspiras a alcanzar el puesto más alto, recuerda que es honorable la segunda, o tercera posición.

San Agustín Si hay que escoger una palabra para designar la

vida espiritual sería el amor; si dos, sería el amor y la humildad.

San Bernardo “Una virtud por la que un hombre, conociéndose a sí mismo como realmente es, se rebaja”

Quiercy “no hay, ni hubo ni habrá hombre alguno por quien no haya padecido Cristo” (Cc en el año 853: DS 624).

San Andrés de Creta «Venid subamos juntos al monte de los Olivos y salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve hoy desde Betania, y que se encamina por su propia voluntad hacia aquella venerable y bienaventurada Pasión, para llevar a término el misterio de nuestra salvación. Viene, en efecto, voluntariamente hacia Jerusalén, el mismo que, por amor a nosotros, bajó del Cielo para exaltarnos con Él, como dice la Escritura, por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de todo ser que exista, a nosotros que yacíamos postrados. Él viene, pero no como quien toma posesión de su gloria, con fasto y ostentación. No gritará —dice la Escritura—, no clamará, no voceará por las calles, sino que será manso y humilde, con apariencia insignificante, aunque le ha sido preparada una entrada suntuosa. Corramos, pues, con Él que se dirige con presteza a la Pasión, e imitemos a los que salían a su encuentro».

San Beda «No se dice que el Salvador sea rey que viene a exigir tributos, ni a armar ejércitos con el acero, ni a pelear visiblemente contra los enemigos; sino que viene a dirigir las mentes para llevar a los que crean, esperen y amen, al Reino de los Cielos; y que quisiera ser rey de Israel es un indicio de su misericordia y no para aumentar su poder».

«Una vez crucificado el Señor, como callaron sus conocidos por el temor que tenían, las piedras y las rocas le alabaron, porque, cuando expiró, la tierra tembló, las piedras se rompieron entre sí y los sepulcros se abrieron».

San Ambrosio «Y no es extraño que las piedras, contra su naturaleza, publiquen las alabanzas del Señor, siendo así que se confiesan más duros que las piedras los que lo habían crucificado; esto es, la turba que poco después había de crucificarle, negando en su corazón al Dios que confesó con sus palabras. Además, como habían enmudecido los judíos después de la pasión del Salvador, las piedras vivas, como dice San Pedro, lo celebraron».

«Como las multitudes ya conocían al Señor, le llaman rey, repiten las palabras de las profecías, y dicen que ha venido el hijo de David, según la carne, tanto tiempo esperado».

San Gregorio de Nisa, El que asciende no deja nunca de ir de comienzo en comienzo, mediante comienzos que no tienen fin. Jamás el que asciende deja de desear lo que ya conoce (hom. in Cat. 8

Cirilo de Alejandría Realmente su pasión saludable abatió a los principados y triunfó sobre los dominadores del mundo y de este siglo, liberó a todos de la tiranía del diablo y nos recondujo a Dios. Lib 4, or 4: PG 70, 1066-1067

Cipriano de Cartago La voluntad de Dios es la que Cristo enseñó y cumplió: humildad en la conducta, firmeza en la fe, reserva en las palabras, rectitud en los hechos, misericordia en las obras, orden en las costumbres, no hacer ofensa a nadie y saber tolerar las que se le hacen, guardar paz con los hermanos, amar a Dios de todo corazón, amarle porque es Padre, temerle porque es Dios; no anteponer nada a Cristo, porque tampoco él antepuso nada a nosotros; unirse inseparablemente a su amor, abrazarse a su cruz con fortaleza y confianza; si se ventila su nombre y honor, mostrar en las palabras la firmeza con la que le confesamos; en los tormentos, la confianza con que luchamos; en la muerte, la paciencia por la que somos coronados. Esto es querer ser coherederos de Cristo, esto es cumplir el precepto de Dios, esto es cumplir la voluntad del Padre. Sobre la Oración del Señor (Padre Nuestro): Lo que Tú quieras

Isaac de Nínive, «Cuando en ti el amor por Cristo no es tan fuerte como para hacerte, por el gozo en Él, impasible a todas las aflicciones, has de saber que en ti el mundo vive más que Cristo.

Cuando la enfermedad, las necesidades, el tormento del cuerpo o el miedo que brota de sus penalidades, turban tu pensamiento, alejándolo del gozo de tu esperanza y de la clara meditación de nuestro Señor, has de saber que lo que en ti vive es el cuerpo y no Cristo.

Lo que vive en ti es aquello cuyo amor tiene sobre ti un poder más grande». (El don de la humildad)

Simone Weil “El Reino de Dios significa la eliminación de toda forma de violencia entre los individuos y las naciones”.

San Josemaría Escrivá “Jesús… callado. ‘Iesus autem tacebat’ ¿Por qué hablas tú, para consolarte o para sincerarte? Calla. Busca la alegría en los desprecios: siempre te harán menos de lo que mereces. ¿Puedes tú acaso, preguntar: ‘quid enim mali feci’ ¿Qué mal he hecho?” (Camino 671).

s. Juan Pablo II Quien cree en Jesús crucificado y resucitado lleva la cruz en triunfo, como prueba indudable de que Dios es amor. (Homilía domingo 24 de marzo de 2002)

Benedicto XVI Es un camino hacia la altura de la Cruz, hacia el momento del amor que se entrega. El fin último de su peregrinación es la altura de Dios mismo, a la cual él quiere elevar al ser humano.

Subimos con el Señor en peregrinación. Buscamos el corazón puro y las manos inocentes, buscamos la verdad, buscamos el rostro de Dios. Manifestemos al Señor nuestro deseo de llegar a ser justos y le pedimos: ¡Llévanos Tú hacia lo alto! ¡Haznos puros! Haz que nos sirva la Palabra que cantamos con el Salmo procesional, es decir que podamos pertenecer a la generación que busca a Dios, “que busca tu rostro, Dios de Jacob” (Sal 23, 6). Amén. (Homilía del Papa en la Plaza de San Pedro el domingo 17 de abril de 2011)

Soren Kierkegaard- “Nuestro tiempo morirá, no por el pecado, sino por la falta de pasión”

Pagola «No te bajes de la cruz. No nos dejes solos en nuestra aflicción. ¿De qué nos serviría un Dios que no conociera nuestros sufrimientos? ¿Quién nos podría entender?».

Pascal: «Cristo está en agonía, en el huerto de los olivos, hasta el fin del mundo. No hay que dejarle solo en todo este tiempo».

Sta. Rosa de Lima, Fuera de la Cruz no hay otra escala por donde subir al cielo (vida)

José Jiménez Lozano, Yo no es que sea humilde, señores; es que no soy nada, sólo un profeta muy pequeño que sólo quiere el anonimato, no vaya a ser que mi nombre sea más grande que mis profecías y resuene como vanidad en una caverna hueca. («El viaje de Jonás», p. 45)

C.S.Lewis «¿Te crees sabio? Entonces hay un burro dentro de tu chaleco» ()

Fco. Fdez. Carvajal, «El humilde evita los juicios negativos sobre los demás, es agradecido, sabe disculpar los posibles fallos de sus hermanos los hombres, no se justifica, no necesita alabanzas y elogios en su tarea y, cuando llegan, los endereza a Dios. En el Señor tiene puesta su esperanza, y Él es, de modo real y verdadero, la fuente de su felicidad: es Él quien da sentido a todo lo que hace». («Para llegar a puerto», p. 269)

Pseudomacario, «Cuando fatigues y canses tu cuerpo, acuérdate del Cuerpo del Señor, cómo fue golpeado por Pilatos y se fatigaba en los caminos».

«Cuando camines, acuérdate que los pies del Señor estaban llenos de polvo en el tiempo que pasó sobre la tierra».

«Cuando llenes tus ojos con lágrimas, acuérdate que el Señor lloró tu caída, orando ante el Padre con fuerte grito y muchas lágrimas, para que fueras arrancado de la muerte».

«Cuando los hombres se burlen de ti, presta atención a sus bofetadas y a sus golpes, y soporta en tu humildad».(Homilía VI, 4.2)

Miguel de Cervantes “…digo que tú sabes que la humildad es la base y fundamento de todas las virtudes, y sin ella no hay alguna que lo sea. Ella allana inconveniencias, vence dificultades, y es un medio que siempre a gloriosos fines nos conduce; de los enemigos hace amigos, templa la cólera de los airados y menoscaba la arrogancia de los soberbios; es madre de la modestia y hermana de la templanza; en fin, con ella no pueden atravesar triunfo que les sea de provecho los vicios, porque en su blandura y mansedumbre se embotan y despuntan las flechas de los pecados”. (“El coloquio de los perros”)

Santo Tomás Moro Nada hay tan eficaz para la salvación y para la siembra de todas las virtudes en un corazón cristiano, como la contemplación piadosa y afectiva de cada uno de los sucesos de la Pasión de Cristo ().

Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301)

¿Cómo ir a tu encuentro Señor?

El santo día de Ramos (…), Gertrudis dijo al Señor: (…) “Usted Señor Dios, mi bien-amado, por mi salvación camina hacia su pasión, ¿cómo podría ir yo a su encuentro de una manera digna de honorarlo?” El Señor respondió: “Dame una montura para sentarme, una multitud yendo alegre delante de mí, una multitud que me siga cantando alabanzas y una multitud para acompañarme y servirme.

“Dame una montura” se explica con la contrición de corazón, confesando que con frecuencia has descuidado seguir la razón y no prestaste más atención que un animal a las cosas que en mi bondad hice por ti sin cesar, en vista de tu salvación. (…) Segundo, dame “una multitud yendo alegre delante de mí”, cuando me recibirás con sentimiento de afecto por todo el universo, en unión al amor que me lleva hoy a Jerusalén por la salvación del mundo, a mí, el Creador y Salvador de todos. (…) Tercero, dame “una multitud que me siga cantando alabanzas”: confiesa que nunca has hecho un esfuerzo suficiente para imitar el ejemplo de mi vida perfecta. Ofréceme una voluntad tan amante, que, si pudieras incitar los hombres a imitar perfectamente los ejemplos de mi vida y pasión, lo harías, usando todas tus fuerzas para mi gloria. Ardiendo de deseo, pide recibir la gracia de imitarme, tanto como es posible al hombre, particularmente por una auténtica humildad, paciencia y caridad, virtudes que practiqué aún más durante mi pasión. Cuarto, dame “una multitud para acompañarme y servirme”: confiesa que jamás estuviste junto a mí con la fidelidad requerida, cuando era necesario defender la verdad y la justicia.

Agregó el Señor: “Si alguien, en nombre del universo, se da a mí en esas cuatro formas, sin ninguna duda yo vendré a él con tanta condescendencia que recibirá el fruto de salvación eterna”. El Heraldo, IV (SC 255, Œuvres spirituelles, Cerf, 1978), trad.sc©evangelizo.org

Karl Rahner: «Creo que ser cristiano es la tarea más sencilla, la más simple y, a la vez, aquella pesada “carga ligera” de que habla el evangelio. Cuando uno carga con ella, ella carga con uno, y cuanto más tiempo viva uno, tanto más pesada y más ligera llegará a ser. Al final solo queda el misterio. Pero es el misterio de Jesús».

HUMILDAD

Cuando percibas los aplausos del triunfo, que suenen también en tus oídos las risas que provocaste con tus fracasos. San Josemaría Escrivá de Balaguer

Cuando somos grandes en humildad, estamos más cerca de lo grande. Rabindranath Tagore

Cuánto más alto estemos situados, más humildes debemos ser. Marco Tulio Cicerón

“Cuando más vacíos estamos de la hinchazón de la soberbia más llenos estamos del amor” San Agustín

Humildad es andar en la verdad. Santa Teresa de Avila

Humildad es recibir la alabanza y pasarla a Dios sin tocarla. Autor desconocido

“la gracia de la humillación, el verdadero poder del servicio de la Iglesia”. SS. Francisco

“La humildad es el gesto de una continua muerte interior para que Cristo viva en nosotros”. P. Bernhard Häring C.Ss.R.

La humildad es algo muy extraño. En el momento mismo en el que creemos tenerla ya la hemos perdido. San Agustín de Hipona 

«La humildad es el camino de la verdad» San Bernardo de Claraval.

La humildad es el hilo con el que se encadena la gloria. Proverbio árabe

La humildad es la etiqueta que exige el ceremonial para las audiencias con Dios. P.  Alfonso Milagro

La humildad es la llave de la sabiduría. San Beda

La humildad hace al hombre capaz de Dios. Santo Tomás de Aquino

La humildad no consiste en pensar que eres poca cosa, sino en no pensar en ti. Andrew Murray

La humildad es otro buen camino para llegar a la paz interior. -“El” lo ha dicho: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón… y encontraréis paz para vuestras almas”. San Josemaria Escriva de Balaguer. Camino, 607

“La virtud de la humildad”, consiste en mantenerse dentro de los propios límites sometiéndose a la autoridad superior sin intentar alcanzar aquello que está por encima de uno” Santo Tomás

Mira qué humilde es nuestro Jesús: ¡un borrico fue su trono en Jerusalén!… San Josemaría Escrivá de Balaguer

No eres humilde cuando te humillas, sino cuando te humillan y lo llevas por Cristo. San Josemaría Escrivá de Balaguer

Para hacerse grande hay que comenzar por hacerse pequeño. San Agustín

CONTO

SIN ÉL ERES SÓLO UN ASNO

El asno todavía se sentía envuelto en el resplandor del día más glorioso de su vida. Nunca hasta entonces había experimentado tanta excitación y había sentido tanto orgullo.

A la mañana siguiente salió del establo y se dirigió a la ciudad. Junto al pozo encontró un grupo de personas y pensó: ahora me voy a exhibir delante de estas gentes. Nadie le prestó la menor atención y siguieron llenando sus cántaros.

“Echen sus túnicas y sus capas”, les dijo enfadado. ¿No saben quién soy?

Le miraron entre carcajadas, le dieron unos azotes y lo mandaron a paseo.

“Paganos miserables”, dijo para sus adentros.

“Iré al mercado donde hay buena gente, seguro que me recordarán”. Pero nadie le hizo caso y siguió caminando.

“Los ramos de olivo. ¿Dónde están los ramos de olivo?”, gritó.

“Ayer me aclamaban con ramos de olivo”.

Herido y decepcionado, el asno volvió al establo, a casa, junto a su madre.

“Tonto”, le dijo su madre con ternura.

¿No te das cuenta de que sin ÉL, tú no eres más que un asno cualquiera? Sin ÉL eres sólo un asno.

Tomado de P. Félix Jiménez

ALGUIEN TE HIZO DAÑO?

“Nos cuesta más perdonar cuando sabemos que tenemos la razón y que el otro es el que está actuando mal. Pero: todos hemos pecado contra Dios infinitamente más de lo que nadie podría jamás pecar contra nosotros”.

Un buen día Pedrito llegó de la escuela que echaba fuego. Entró a su casa dando patadas en el suelo, gritando y vociferando.

Su papá le pregunta qué le pasa. Pedrito, muy irritado, le dice: “¡Papá, te juro que tengo mucha rabia! Raulín no debió hacerme lo que me hizo. ¡Por mí, que se muera! ¡Le deseo todo el mal del mundo! ¡Es más, tengo ganas de matarlo!” Y conste, Pedrito estaba hablando del que hasta poco antes había sido su mejor amigo.

El papá, hombre sencillo y sabio, escuchaba con calma a su hijo, quien continuaba lanzando improperios. “¡Imagínate que el burro de Raulín me humilló delante de todo el mundo! ¡Eso no se lo acepto! ¡Ojalá se enferme y no pueda ir más nunca a la escuela!”

Así las cosas, el padre se fue al patio, cogió un saco de carbón y le dijo a su hijo: “Ves esa camisa blanca que está en el tendedero? Hazte de cuenta que esa camisa es Raulín, y que cada uno de estos pedazos de carbón son esas cosas malas que le deseas a tu amigo. Tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el último pedazo. Yo vuelvo luego”.

Pedrito lo tomó como un juego y comenzó a lanzar carbones, pero como la tendedera estaba lejos, pocos acertaron la camisa. Una hora después, el padre regresó: “Qué tal te sientes?”

“Cansado pero contento. Logré que algunos pedazos dieran en el blanco”.

El papá tomó al hijo de la mano y le dice: “Vamos a mi cuarto, quiero enseñarte algo”.

Ahí lo pone frente a un espejo de cuerpo entero. Pedrito se llevó tremendo susto. Estaba totalmente negro.

Solamente se le veían los dientes y los ojos.

“Hijo mío, la camisa en el tendedero apenas quedó un poco sucia, pero ni remotamente comparable a lo sucio que tú quedaste. Así es el mal que deseamos a otros, se nos devuelve y se nos multiplica en nosotros mismos.

“Por más que queremos o podamos perturbar la vida de alguien con nuestros malos deseos, la suciedad siempre queda en nosotros mismos”.

¡Cuántos de nosotros lanzamos improperios contra otras personas, sin saber que esos mismos improperios nos dañan mucho más a nosotros mismos! La Sagrada Escritura nos dice que la ira lleva a la injusticia: “El hombre violento provoca querellas, el hombre airado multiplica los delitos” (Prov 29, 22). Más aún, la ira mina la salud: “Envidia y malhumor los días acortan, las preocupaciones traen la vejez antes de tiempo” (Eclo 30, 24). La ira impide la misericordia divina y atrae el juicio de Dios.

Tomado de MSC

ANÉCDOTA

¡SI NO OYES, TE INCLINAS!

Siendo obispo auxiliar a principios de los años sesenta, durante una de las visitas pastorales a un pueblo de la diócesis de Cracovia, un niño le saludó dándole un pequeño discurso de bienvenida, como era costumbre.

Wojtyła le dijo que hablara un poco más alto pues no le oía, y el chaval le espetó gritándole a viva voz:

-¡Pues si no oyes, te inclinas!

Hubo consternación entre los asistentes. Wojtyła se inclinó y escuchó con atención lo que le decía y después durante la homilía comentó:

-Uno de los más pequeños de vuestra comunidad parroquial ya al principio de nuestro encuentro me ha recordado que debo inclinarme para escuchar lo que quiere decirme. Sí, yo ahora en mi servicio pastoral me inclino ante vosotros…

(“Dos Papas santos. Juan XXIII-Juan Pablo II”. Darío Chimeno y José María Navalpotro. Ed. Palabra)

SEGUIR A CRISTO

Antes del cristianismo no aparece esta virtud en el catálogo de las virtudes; es una virtud nueva, la virtud del seguimiento de Cristo. Pensemos en la Carta a los Filipenses, en el capítulo dos: Cristo, siendo de condición divina, se humilló, aceptando la condición de esclavo y haciéndose obediente hasta la cruz (cf. Flp 2, 6-8). Este es el camino de la humildad del Hijo que debemos imitar. Seguir a Cristo quiere decir entrar en este camino de la humildad.

(Benedicto XVI, Encuentro clero de Roma 23/2/2012)

¿Y TÚ, QUÉ LUGAR OCUPAS?

Le preguntó un sacerdote a un chaval: ¿Cuántos hermanos sois?

-Cuatro.

¿Y tú, qué lugar ocupas?

– Ninguno.

Tomado de anecdonet

TRES FIESTAS DE PASCUA

El Evangelio de Juan refiere que Jesús celebró tres fiestas de Pascua durante el tiempo de su vida pública: una primera en relación con la purificación del templo (2,13-25); otra con ocasión de la multiplicación de los panes (6,4); y, finalmente, la Pascua de la muerte y resurrección (p.ej. 12,1; 13,1), que se ha convertido en “su” gran Pascua, en la cual se funda la fiesta cristiana, la Pascua de los cristianos. Los Sinópticos han transmitido información solamente de una Pascua: la de la cruz y la resurrección; para Lucas, el camino de Jesús se describe casi como un único subir en peregrinación desde Galilea hasta Jerusalén.

Es ante todo una “subida” en sentido geográfico: el Mar de Galilea está aproximadamente a200 metros bajo el nivel del mar, mientras que la altura media de Jerusalén es de 760 metros sobre el nivel del mar. Como peldaños de esta subida, cada uno de los Sinópticos nos ha transmitido tres profecías de Jesús sobre su Pasión, aludiendo con ello también a la subida interior, que se va desarrollando a lo largo del camino exterior: el ir caminando hacia el templo como el lugar donde Dios quiso “establecer” su nombre, como se describe en el Libro del Deuteronomio (12,11; 14,23)

La exclamación: ” ¡Hosanna!”. Originalmente, ésta era una expresión de súplica, como: ” ¡Ayúdanos!”.En el séptimo día de la fiesta de las Tiendas, los sacerdotes, dando siete vueltas en torno al altar del incienso, la repetían monótonamente para implorar la lluvia. Pero, así como la fiesta de las Tiendas se transformó de fiesta de súplica en una fiesta de alegría, la súplica se convirtió cada vez más en una exclamación de júbilo (cf. Lohse, ThWNT, IX,p. 682).

La palabra había probablemente asumido también un sentido mesiánico ya en los tiempos de Jesús. Así, podemos reconocer en la exclamación “¡Hosanna!” una expresión de múltiples sentimientos, tanto de los peregrinos que venían con Jesús como de sus discípulos: una alabanza jubilosa a Dios en el momento de aquella entrada; la esperanza de que hubiera llegado la hora del Mesías, y al mismo tiempo la petición de que fuera instaurado de nuevo el reino de David y, con ello, el reinado de Dios sobre Israel.

(RATZINGER, J. – BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret, Segunda Parte, Ediciones Encuentro, Madrid, 2011, p. 11 – 22)

CHISTE

Cuando me hacen un cumplido, tengo necesidad de compararme con el jumento que llevaba a Cristo el día de ramos. Y me digo: ¡Cómo se habrían reído del burro si, al escuchar los aplausos de la muchedumbre, se hubiese ensoberbecido y hubiese comenzado -asno como era- a dar las gracias a diestra y siniestra…! ¡No vayas tú a hacer un ridículo semejante…!

(Juan Pablo I, «Ilustrísimos Señores», p. 59)

POEMA

Ni en coche,

porque no los había;

ni a caballo,

que es lo que se creía y quería;

ni en camello,

tan apto para mercancías y comercio;

ni en carroza,

que es sólo para sus señorías;

ni a pie,

porque no hubiera merecido reseña…

Fue en pollino prestado,

Para mostrar quién era

y para que lo recordara la historia.

Y la gente se concentró:

gritó, cantó, bailó,

sacó lo mejor de sí  misma;

de eso se trataba y Dios así lo quería.

Alfombraron el camino

con sus mantos peregrinos;

cortaron palmas, flores,

y ramas de laurel y olivo;

aplaudieron con ganas

al que los había reunido;

sus gritos se oyeron en el cielo,

en el único templo del pueblo

y en los palacios de los señores dueños.

Y temblaron los cimientos de la tierra

mientras Dios reía.

Y tan mal les sentó

que el pueblo despertara de su sueño

e hiciera manifestación,

que decidieron matar,

en nombre de Dios, de la paz y del bienestar,

al hombre que traía la esperanza y la osadía

a los parias de toda la historia.

Desde entonces,

todos los años hay intentos y escaramuzas

al llegar la primavera

y terminarse la cuaresma,

o cuando los pueblos reciben una sacudida

o aparece un profeta

en el reverso de la historia.

Pero todavía ninguna procesión

ha logrado ser como aquella manifestación,

aunque se haga con palmas benditas

y cantando cantos de Iglesia.

¡Bendito seas, Jesús de Nazaret,

nuestro hermano y Mesías!

Florentino Ulibarri

Un día me miraste como miraste a Pedro.

No te vieron mis ojos,

pero sentí que el cielo bajaba hasta mis manos.

¡Qué lucha de silencios libraron en la noche

tu amor y mi deseo!

Un día me miraste y todavía siento la huella de ese llanto

que me abrasó por dentro.

Aún voy por los caminos soñando aquel encuentro.

Un día me miraste como miraste a Pedro.

(Ernestina de Champourcín)

ORACIÓN

«Ibas como va el sol a un ocaso de gloria/

cantaban ya tu muerte al cantar tu victoria./

Pero Tú eres el Rey, Señor, el Dios fuerte/

la Vida que renace del fondo de la muerte».

(Del Himno de la Procesión de Ramos)

TU MANO APRETADA

No pida yo nunca estar libre de peligros,

sino denuedo para afrontarlos.

No quiera yo que se apaguen mis dolores,

sino que sepa dominarlos mi corazón.

No busque yo amigos

por el campo de batalla de la vida

sino más fuerza en mí.

No anhele yo,

con afán temeroso, ser salvado

sino esperanza de conquistar,

paciente, mi libertad.

¡No sea yo tan cobarde, Señor,

que quiera tu misericordia en mi triunfo,

sino tu mano apretada en mi fracaso!

Rabindranath Tagore

¡TRES VECES SANTO, MI SEÑOR!

Promesa mesiánica felizmente cumplida

Lo que otros esperaron durante siglos,

lo vimos y adoramos, pequeño en Belén,

hombre y Dios

Dios y niño….

y, hoy lo aclamamos de nuevo como Rey

¡TRES VECES SANTO, MI SEÑOR!

Glorificamos tu santo nombre,

meditamos tus Palabras, acogemos tus gestos

seguimos tus senderos y los alfombramos

de ramos, y palmas con vítores siempre nuevos.

Pero ¿qué nos espera, Señor, en Jerusalén?

¿Días de vida o de muerte?

¿Dios derrotado o Señor que ha triunfado?

¿Horas de sufrimiento o de gozo?

¿Victoria o esclavitud?

¿Comprensión o traiciones?

¿Por qué te presentas montado en un asno

cuando, como Dios que eres, podrías

haber venido en brillante desfile real?

¡TRES VECES SANTO, MI SEÑOR!

Porque no haces alarde de tu divinidad

Porque disimulas tu gran majestad

Porque sabes que, a la vuelta de la esquina,

se esconderán las palmas y los ramos

y los cánticos, por cobardía, enmudecerán

¡TRES VECES SANTO, MI SEÑOR!

Porque, humildemente, entraste en el mundo

en la noche más silenciosa en Belén

y, humildemente, quieres salvar al mundo

entrando, pobre y sorprendentemente, en Jerusalén

Porque, una mula te dio aliento

en la noche más fría de tu nacimiento

y de nuevo, un asno, te sirve como apoyo

compañero y amigo en tus horas grandes y amargas.

¡TRES VECES SANTO, MI SEÑOR!

Javier Leoz

MEDITACIÓN

FRACASO:

FRACASO NO SIGNIFICA QUE SOMOS UNOS FRACASADOS.

Significa que todavía no hemos tenido buen éxito.

FRACASO NO SIGNIFICA QUE NO HEMOS LOGRADO NADA Significa que hemos aprendido algo.

FRACASO NO SIGNIFICA QUE HEMOS ACTUADO COMO NECIOS Significa que hemos tenido mucha fe.

FRACASO NO SIGNIFICA QUE HEMOS SUFRIDO EL DESCRÉDITO Significa que estuvimos dispuestos a probar.

FRACASO NO SIGNIFICA FALTA DE CAPACIDAD

Significa que debemos hacer las cosas de distinta manera.

FRACASO NO SIGNIFICA QUE SOMOS INFERIORES

Significa que no somos perfectos.

FRACASO NO SIGNIFICA QUE HEMOS PERDIDO NUESTRA VIDA Significa que tenemos buenas razones para empezar de nuevo.

FRACASO NO SIGNIFICA QUE DEBEMOS ECHARNOS ATRÁS Significa que tenemos que luchar con mayor ahínco.

FRACASO NO SIGNIFICA QUE JAMÁS LOGRAREMOS NUESTRAS METAS Significa que tardaremos un poco más en alcanzarlas.

FRACASO NO SIGNIFICA QUE DIOS NOS HA ABANDONADO

¡Significa que DIOS tiene una idea mejor!

Alejandro Illescas, Los cuentos de mis homilías

Jesús cae bajo la cruz… Aquí tenéis al hombre (Jn 19, 5) caído.

Dos palabras: pequeño y pecados.

Se hizo pequeño por nuestros pecados.

Nuestros pecados le hicieron pequeño.

Se cayó. Inmediatamente después de la ola de fuerza, después de la energía que le venía desde muy hondo: ya no, ya no es más que un hombre caído.

Vosotros que pasáis por el camino, mirad, fijaos bien si hay dolor parecido al dolor que me atormenta, con el que Yahvé me castigó el día de su ardiente cólera. (Lam 1,12)

¿Sería cierto? ¿Dios se encolerizó de verdad? ¿Cómo puede ser? ¡Es su Hijo querido!

Desde lo alto ha lanzado un fuego que se ha metido en mis huesos. Ante mis pies han tendido una red, y me ha hecho retroceder. (Lam 1, 13)

Ante sus pies he tendido una red, mi resistencia contra Dios y contra el hombre le hizo caer.

Sobre mi cuello su yugo doblega mi vigor. El Señor me ha dejado a merced de ellos, ¡ya no me puedo tener! (Lam 1,14)

El yugo le inclina hacia el barro.

Desde el suelo mira al mundo alrededor.

Siendo de condición divina, no codició el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo. (Flp 2, 6-7)

Se hizo igual a los hombres, sobre todo igual a las víctimas, sobre todo a los más invisibles en el lugar más visible de la sociedad: en la acera, en el metro y a mi puerta…

Pidiendo permiso para vivir.

La encarnación le llevó muy bajo en la sociedad:

en la planta baja, allí donde nos rebajan, degradan, menosprecian, humillan.

Son más que los pelos de mi cabeza los que me odian sin motivo; son poderosos los que me destruyen, los que me hostigan sin razón. ¿Tengo que devolver lo que no he robado? (Sal 69,5)

No quiso mirar al mundo desde arriba -como Pilato-

para vigilar, controlar, manipular, dominar y oprimir,

sino que se despojó de sí mismo

para contemplar, descubrir, recibir e incluir,

para acoger, abrazar, absorber, adoptar y albergar al mundo

desde la altura de los mendigos, ancianos, pobres y niños.

Empequeñecido muestra la divina grandeza del ser humano,

la última capacidad humana para vencer.

Inclinado revela las divinas entrañas del ser humano,

la última capacidad humana para amar.

Arrodillado muestra la divina majestad del ser humano:

este es el lugar humilde, hermoso y gracioso del auténtico Rey…

El Grande sabe hacerse pequeño sobre todo enfrentado con el pecado

que se irrita y se hincha hasta hacerse ridículo.

Cuando nosotros nos enfrentamos con el pecado que se hincha reaccionamos casi de inmediato con igual ridiculez, para vencer, convencer y parecer que somos más ilustres de lo que en realidad somos.

El Grande nos muestra un camino de grandeza en lo pequeño.

Siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de enriqueceros con su pobreza. (2 Cor 8,9)

Arrodillado como en el Huerto de los Olivos, abandonado por todos.

A su nombre, todas las rodillas se doblarán:

Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos. (Flp 2,10)

Pero ahora solo sus rodillas se doblan. Solo Él parece conocer el valor de arrodillarse delante de tanta misericordia divina.

Solo Él parece conocer el valor de arrodillarse delante de tanta miseria humana.

Ponerse a la misma altura para servir y sanar desde el corazón.

Arrodillado como en el lavatorio de los pies.

Dios nos viene desde abajo.

Así se revela.

Así alza su vista hacia nosotros.

Así nos derriba todas nuestras expectativas magnánimas.

Solo tal mirada puede sanarme desde dentro, llenarme, transformarme, formarme en quien soy, y quien quiero y puedo ser: imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26)

La mirada divina cura, crea, purifica, llena, transforma y recrea.

Sus manos, sus pies, su rostro: todo nos está hablando.

Nos está hablando de Dios.

De quién es Dios.

Dios mete sus manos en el barro para crear y recrear a la humanidad.

De nuevo mete la mano en el barro

para levantarse y levantar con él la humanidad entera, caída.

Con la otra abraza su cruz, su carga, su yugo.

Toma otra vez su cruz como el pastor su oveja perdida, como la madre su angelito: así toma sobre sí el peso de nuestro mundo,

así el Cordero quita los pecados del mundo.

Está listo.

Está dispuesto.

Aquí tenéis no solamente al hombre.

Aquí tenéis también a Dios, que se agota sin cansarse.

Dios se revela en este rostro, en este silencio, en esta mano, en esta pasión, en esta actitud, en esta actividad del Siervo sufriente.

El que me ha visto a mi a visto al Padre. (Jn 14,9)

Padre, en tus manos pongo mi espíritu. (Lc 23,46)

Todo está en las manos del Padre.

Bert Daelemans, S.J.

¿SOY YO COMO UNO DE ELLOS?

Judas. Treinta monedas. ¿Yo soy como Judas? Hemos escuchado otros nombres: los discípulos que no entendían nada, que se durmieron mientras el Señor sufría. Mi vida, ¿está adormecida? ¿O soy como los discípulos, que no entendían lo que significaba traicionar a Jesús? ¿O como aquel otro discípulo que quería resolverlo todo con la espada? ¿Soy yo como ellos? ¿Soy yo como Judas, que finge amar y besa al Maestro para entregarlo, para traicionarlo? ¿Soy yo, un traidor? ¿Soy como aquellos dirigentes que organizan a toda prisa un tribunal y buscan falsos testigos? ¿Soy como ellos? Y cuando hago esto, si lo hago, ¿creo que de este modo salvo al pueblo?

¿Soy yo como Pilato? Cuando veo que la situación se pone difícil, ¿me lavo las manos y no sé asumir mi responsabilidad, dejando que condenen – o condenando yo mismo – a las personas?

¿Soy yo como aquel gentío que no sabía bien si se trataba de una reunión religiosa, de un juicio o de un circo, y que elige a Barrabás? Para ellos da igual: era más divertido, para humillar a Jesús.

¿Soy como los soldados que golpean al Señor, le escupen, lo insultan, se divierten humillando al Señor?

¿Soy como el Cireneo, que volvía del trabajo, cansado, pero que tuvo la buena voluntad de ayudar al Señor a llevar la cruz?

¿Soy como aquellos que pasaban ante la cruz y se burlaban de Jesús : «¡Él era tan valiente!… Que baje de la cruz y creeremos en él»? Mofarse de Jesús…

¿Soy yo como aquellas mujeres valientes, y como la Madre de Jesús, que estaban allí y sufrían en silencio?

¿Soy como José, el discípulo escondido, que lleva el cuerpo de Jesús con amor para enterrarlo?

¿Soy como las dos Marías que permanecen ante el sepulcro llorando y rezando?

¿Soy como aquellos jefes que al día siguiente fueron a Pilato para decirle: «Mira que éste ha dicho que resucitaría. Que no haya otro engaño», y bloquean la vida, bloquean el sepulcro para defender la doctrina, para que no salte fuera la vida?

¿Dónde está mi corazón? ¿A cuál de estas personas me parezco? Que esta pregunta nos acompañe durante toda la semana.

PAPA FRANCISCO

(XXIX Jornada Mundial de la Juventud, Domingo 13 de abril de 2014)

CANTO

Juanlu de Castro – Domingo de Ramos

VIDEO

Arriba nuestros ramos

Delegación para el Clero de Santiago de Compostela