Doctor Cabrera: «El poder no quiere que se hable del bien o del mal, prefiere ciudadanos maleables»

El televisivo psiquiatra asegura que «cuando te vas a morir, solo queda la fe»

José Cabrera, más conocido como “el doctor Cabrera”, es uno de los psiquiatras más populares de la televisión en España. Con sus vastos conocimientos, y esa forma amena de participar en los programas, reúne a un ejército de seguidores. El pasado mes de abril sufrió una de las mayores tragedias de su vida. Su mujer murió atragantada en un restaurante.

Para hablar de su dilatada experiencia analizando la mente humana, del sufrimiento de los jóvenes que se suicidan actualmente y, sobre todo, del valor de la fe para vivir y, también, para morir, ha concedido una entrevista al canal de YouTube Refugio Zavala TV

La época de la nada

“Yo he sido católico toda la vida. No tengo una fe total. Soy un hombre de poca fe, pero la poca que tengo, que me la dio mi madre, la voy a defender“, explica el psiquiatra forense. Para Cabrera, creer es lo más importante. “Es lo único que tengo a lo que agarrarme. Cuando uno va a morir no queda otra película. No valen otras historias. Que si la materia… que si el Universo…, la casualidad…, todo eso son paparruchas”, asegura. 

El doctor afirma en la entrevista que la falta de fe es uno de los principales problemas de esta época. “Decía Chesterton que cuando no se cree en Dios, se acaba creyendo en cualquier cosa. Ese es el problema actual, es la época de la nada. Como no creen en nada, pues no hay nada. ¿La nada qué es? Es el vacío, el caos… A mí, la nada, no me llena. Si a alguien le llena, que lo explique”, comenta.  

Para Cabrera, además, la fe trae consigo la felicidad. “Yo creo que la felicidad es la paz con uno mismo, aquello que se tiene cuando uno se va a morir… esa paz que hay en los monasterios. Ese tipo de paz va unida a una creencia trascendente, aunque lo cierto es que hay gente que no tiene creencias, o dicen no creer tenerlas, y viven aceptablemente felices”, señala. 

La fe no se demuestra

Y, añade, que el amor también es una pieza fundamental de la fe. “Las cosas se quedan, mientras nosotros nos vamos. Lo que llena es el sentimiento, la emoción, y eso no lo tienes porque tengas un coche mejor. Te emocionas porque tienes una mujer que te quiere o un vecino que se lleva bien contigo. La emoción la veo siempre ligada a lo que no se puede comprar con dinero”, apunta Cabrera.

Para el psiquiatra forense, la sociedad actual vive en “la época de la nada”. 

El doctor asegura que para creer no se necesitan explicaciones científicas. “La fe no hay que demostrarla, lo que hay que demostrar es si el átomo existe. La fe no tengo que demostrársela a nadie, tengo que sentirla“, explica. En este punto habla sobre la importancia de la fe cuando llegan los últimos momentos. “Mi madre suspiró creyendo, y eso es brutal. Aunque sea algo cínico, si la religión fuera un invento, solo por confortarte en el momento de la muerte, ya merecería la pena“, relata. 

Para Cabrera, la fe, en ocasiones, se escribe en minúsculas. “Nos pasamos el día entero haciendo actos de fe. Crees en tu marido, en tu mujer, crees que vas a cruzar la calle y no te van a atropellar… la vida es fe en minúsculas, y, también, en mayúsculas”, apunta. 

Ciudadanos maleables

El psiquiatra da las claves de por qué el cristianismo suele ser atacado. “Molesta que los cristianos tengan los valores nucleares para luchar contra la injusticia. El poder político lo único que tiene es poder, pero, un poder sobre las cosas. Al político de turno le molesta que haya una religión que diga: ‘Aquí está el bien, y aquí el mal’. Si al ciudadano no le dejas ver dónde está el bien y el mal, tendrás un ciudadano maleable, ideal para votar”, explica.

En este sentido, la familia es otra de las mayores “amenazas” para el Estado. “La familia es un peligro para el poder político, si la familia está fuerte, el poder político se diluye. Los políticos lo saben y dicen vamos a cargarnos a la familia. Nadie quiere la responsabilidad, y el amor es responsabilidad. El hombre es libre en la medida en la que ama, y es esclavo en la medida en la que dependa de lo que no puede amar”, relata Cabrera.

“Si la familia está fuerte, el poder político se diluye”, comenta el doctor Cabrera.

El doctor añade que solo el cristianismo puede liberar al hombre de sus ataduras. “¿Qué religión hay en el mundo en la que su propio Dios llegue y se crucifique? El amor nos hace libres, y no interesa que la gente sea libre. Si no amamos, viviremos cogidos a nuestras cadenas”, asegura el psiquiatra.

El virus de la desesperanza

El experto en la mente humana también se refiere a uno de los peores males que aqueja actualmente a la sociedad. “La segunda causa de muerte de los adolescentes es el suicidio, en los países occidentales, porque en Somalia se suicida muy poca gente. En los países desarrollados tenemos todo y no tenemos nada. Al joven le gusta mucho chulearse con su cochecito… Hay una falta de ilusión que va ligada a no creer en nada”, apunta. 

En este punto, asegura que su experiencia le demuestra que la causa de este fenómeno es la desesperanza. “La gente se piensa que cuando alguien se suicida es que está enferma, pero no es así, es por desesperanza. No hay luz, no hay camino, y, entonces, ¿qué me queda?, ¿vivir solo para las cosas? Sin ilusión no se puede vivir”, explica.

Para el doctor, la clave de todo es conocer el por qué se vive. “El sentido de la vida es lo que da la chispa a la persona. Sin sentido de la vida se sobrevive, en un Mercedes, pero sobrevive. Vivir es otra historia, y lo puede hacer gente sencilla, sin dinero, que juega al dominó por las tardes”, comenta.

Aquí puedes ver la charla completa con el doctor Cabrera. 

Para concluir, el doctor Cabrera hace mención a otro de los principales males de la sociedad. “La droga es el disolvente universal. Disuelve a la persona, a la pareja, a la familia y a la sociedad. Los hombres se drogan y los Estados se fortalecen. Es mejor una persona drogada, que no sabe ni lo que va a votar, que el tío que tiene cabeza y sabe lo que hay que hacer”, asegura el psiquiatra. 

ReligiónenLibertad