Sacerdotes

“Dios sigue llamando, lo que ocurre es que hay una crisis en la respuesta a la vocación”

Don Carlos, ¿conocemos los compostelanos el tesoro que alberga San Martín Pinario, la segunda construcción religiosa más grande de España tras El Escorial?

Sacerdotes

Con sus 30.000 m2 se trata, como bien dice, del segundo edificio religioso urbano más grande de España después del Monasterio de El Escorial. Sorprendentemente para muchos de nosotros era desconocido este tesoro inmenso, el edificio de San Martín Pinario. Pero afortunadamente, cada vez son más los que lo conocen y valoran, de manera que en los últimos años ha ganado mucho en visibilidad tanto a nivel local, nacional e internacional, como lo demuestran las visitas que se organizan en el Espacio Cultural del conjunto de nuestro antiguo Monasterio.

¿Por qué es el gran desconocido? ¿Por alguna razón se ha mantenido ‘oculto’?

Durante algún tiempo el edificio, que alberga distintas instituciones, no solo el Seminario Mayor, sino también el Instituto Teológico Compostelano, la Escuela Superior de Trabajo Social, el Archivo Histórico Diocesano, la Vicaría de Enseñanza y, desde hace algunos años, la Hospedería San Martín Pinario, permanecía totalmente cerrado al público en general. Es de justicia dar a conocer y promover esta gran construcción para que cada vez sean más los que se hallan con ella y descubran un retazo más de nuestro fantástico patrimonio, de nuestra historia y, en definitiva, de nuestra cultura.

Entonces, ¿qué maravillas permanecen en San Martín Pinario, declarado Ben de Interese Cultural el pasado diciembre?

San Martín destaca tanto por su imponente iglesia, donde podemos contemplar, entre otras maravillas, los preciosos retablos de San Benito y de la Virgen Inglesa, el baldaquino del altar mayor, el coro lígneo o la capilla de la Virgen del Socorro, como por la serenidad de sus claustros, la belleza de la escalera pétrea y de la bóveda que la remata, o la reciedumbre de sus gruesos muros. Junto a todo ello, las piezas de orfebrería y joyería, su sala de pinacoteca o la colección de taxidermia que podemos encontrar en la zona del museo contribuyen a enriquecer el ya de por sí admirable patrimonio cultural y artístico de San Martín Pinario.

Y si pudiera ir a conocerlo, ¿qué me encontraría, D. Carlos?

El espacio cultural de San Martín Pinario ofrece multitud de posibilidades. Todos los que estamos implicados en él tratamos de conservar, en primer lugar, su carácter de lugar sagrado y de culto, y por eso en la iglesia se sigue celebrando la Santa Misa así como otras celebraciones litúrgicas acordes a la finalidad esencial y fundamental de este espacio. Además, su multitud de espacios nos permite organizar tanto conciertos de música jazz y folk, como otros de estilo más clásico y, por supuesto, de música sacra, hasta albergar exposiciones, algunas temporales y otras permanentes, en sus distintas salas. Pero, sobre todo, lo que encontrará el que visite San Martín Pinario es una casa, no de piedras muertas, sino muy viva, ya que aquí se siguen formando para ser sacerdotes algunos jóvenes de nuestra archidiócesis. Ser la sede del Seminario Mayor es la gran riqueza de San Martín.

¿Alguna serie o producción cinematográfica se ha interesado por el monasterio?

Sí, en San Martín Pinario se han grabado escenas para alguna serie, dado que el marco arquitectónico nos brinda un escenario incomparable.

Antes de la pandemia, ¿cómo era un día normal para usted como director del Seminario?

Cada día doy gracias a Dios porque, dentro de toda esta situación tan dolorosa que estamos viviendo, y a pesar de la pandemia, los formadores y los seminaristas podemos seguir llevando a cabo las distintas actividades del proceso de formación, desde celebrar diariamente la Santa Misa, tener nuestros momentos de oración, hasta atender y acompañar las distintas situaciones del día a día. La tarea fundamental y esencial de esta casa, hoy como ayer, es la de formar futuros sacerdotes que sean de verdad santos y sabios. Este día a día, tanto antes de la pandemia como ahora, lo marca el estar con los seminaristas, ayudarlos, escucharlos, acompañarlos. Y los formadores intentamos estar siempre disponibles para ellos, porque el proceso vocacional como un camino de seguimiento de Jesucristo no entiende de horarios ni de rutinas aunque, por supuesto, dentro de un horario y de un orden como en cualquier otra casa.

Dígame, don Carlos. ¿Qué papel desempeña el almirante Drake en todo esto? ¿Y los restos del Apóstol?

San Martín Pinario nace asociado al culto jacobeo. Los monjes benedictinos, junto a los monjes de San Félix de Solovio y de San Pelayo de Antealtares, hoy en día habitado por una comunidad de monjas benedictinas, siempre tuvieron como principal función la de velar y guardar el sepulcro apostólico. Vinculada en un primer momento a la actual parroquia de la Corticela, ahora incluida en el conjunto de la Catedral, la comunidad de monjes creció y fue necesario fundar aquí, en el lugar donde hoy se levanta el Monasterio de San Martín, manteniendo siempre esa cercanía a la tumba del Apóstol. A ello hacen referencia las conchas representadas en el escudo del monasterio.

A finales del s. XVI hay constancia en las fuentes del Archivo Catedral de la amenaza que suponía el pirata Drake contra los restos de Santiago Apóstol. Por esta razón, el Cabildo decidió ocultarlos, hasta que fueron de nuevo descubiertos y repuestos a la veneración pública en la segunda mitad del s. XIX. Para proteger el entorno de la Catedral de cualquier posible ataque, el arzobispo de aquel entonces, Juan de San Clemente, ideó la construcción de un sistema de murallas para defender la ciudad. En este contexto, en 1590 el arquitecto Mateo López proyecta las obras de la actual iglesia y la ampliación del Monasterio de San Martín Pinario que dan lugar al conjunto monumental que hoy contemplamos.

¿La desamortización de Mendizábal afectó positiva o negativamente al contenido del edificio?

Por desgracia, las consecutivas desamortizaciones pero, sobre todo, la de Mendizábal, supusieron para San Martín no solo la exclaustración de los monjes, sino también una pérdida importante tanto por el destrozo del patrimonio como por el deterioro progresivo de las instalaciones como consecuencia del abandono y de la falta de mantenimiento. El edificio albergó desde viviendas militares hasta juzgados de primera instancia. Sin embargo, providencialmente, el conjunto monástico volvió a las manos de la Iglesia y, por eso, el cardenal García Cuesta decide en 1868 el traslado del Seminario desde el Colegio San Clemente –hoy Instituto Rosalía de Castro– al edificio de San Martín Pinario.

Llevamos años escuchando que hay una crisis vocacional, pero esto no es de ahora… Y es que, D. Carlos, no debe de ser nada fácil desempeñar su trabajo. Lo queremos todo y renunciar a un estilo de vida global es hoy más que nunca una opción que está solo al alcance de unos pocos. ¿Qué piensa al respecto?

Cuando hablamos de crisis vocacional debemos tener en cuenta que Dios sigue llamando, lo que ocurre es que hay una crisis en la respuesta a la vocación. Muchas veces, los valores que imperan en nuestra sociedad actual no son los que nuestros padres han tratado de inculcarnos. Sin embargo, no hay que ver esta situación con pesimismo. No en todas las épocas hubo un Seminario de quinientos seminaristas como a mediados del siglo pasado. En las estadísticas podemos observar cómo ya hace setenta u ochenta años se hablaba de escasez de vocaciones, porque en la archidiócesis había sacerdotes al frente de tres o cuatro parroquias. Así como hubo cursos numerosos, otros no lo fueron. Por tanto, no es nada nuevo.

Este curso se están formando en Santiago dieciocho seminaristas, que es un número muy bueno y, viéndolo con sentido sobrenatural, son los que Dios quiere que estén. Tenemos que seguir rezando por el aumento y perseverancia de las vocaciones al sacerdocio; es una responsabilidad de todos si queremos tener muchos y santos pastores.

Con su forma de ser, me atrevería a decir que es un excelente representante de la iglesia, en general, y de San Martín Pinario, en particular. No vive anclado en el pasado, cerrado a la sociedad, todo lo contrario. De hecho, no conozco a nadie que hable mal de su persona. Es más, dicen que tendrían que existir más sacerdotes como usted. De hecho, si tuviera que describirse, ¿qué diría?

Simplemente, procuro hacer la voluntad de Dios cada día y obedecer a lo que me piden mis superiores. Dice el Santo Evangelio: “Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que teníamos que hacer”.

Don Carlos, ¿puede darnos algún consejo cuando las fuerzas flaqueen?

Decía Santa Teresa de Jesús, que más allá de su experiencia de lo sobrenatural era una mujer con mucho sentido común, que “en tiempos recios, amigos fuertes de Dios”. Volviendo una vez más al Evangelio, cuando nosotros estamos de verdad arraigados y afianzados en Cristo, nada debemos temer. Si nuestra vida está edificada sobre roca, ya podrán venir vientos y tempestades que nada nos podrá derribar. Tenemos que confiar en Dios y estar bien edificados sobre la Roca, que es Cristo. Como este edificio de San Martín, que tiene buenos cimientos, está construido sobre roca o sobre una peña –de ahí posiblemente el nombre de Pinario–, y por eso se mantiene en pie, al igual que la Catedral y el conjunto monumental de esta Ciudad del Apóstol, tantos siglos después.

Cercano y afable

Al terminar COU y Selectividad entró en el Seminario y se formó durante seis años. Y el 19 de septiembre de 1987 se ordenó sacerdote. En principio fue párroco en parroquias rurales de la zona de Ponte Caldelas y Monteporreiro, en Pontevedra. Luego estuvo aquí en Santiago de Compostela en el Seminario Menor desde el año 1996, y como formador unos años en el Seminario Mayor”, donde ya lleva doce como rector.

Y añado que don Carlos es cercano, afable, culto, optimista y vitalista. Su ánimo y actitud son verdaderamente contagiosos. Solamente tiene un pecado inconfesable: fuma. Un poco de historia

ESTÁ ENCLAVADO el monasterio en pleno centro de Santiago, justo al lado de la Catedral, frente a la fachada catedralicia de Azabachería. Esta monumental edificación, desde sus orígenes estuvo vinculada al culto al Apóstol Santiago, desde la época del Obispo Sisnando I (880-920). Uno de los cometidos fundamentales de la comunidad benedictina que residía en San Martin Pinario era la custodia del sepulcro del Apóstol, misión que compartía con las congregaciones monásticas de San Pelayo de Antealtares y San Félix de Solovio.

Las primeras pruebas documentales de su existencia se remontan a los inicios del siglo X. Los privilegios del rey Ordoño (912) y del Obispo Sisnando I (913) certifican algunas de las primeras donaciones concedidas a los monjes benedictinos, como la casa de los hermanos Besutro, actual emplazamiento de la Iglesia, entre otras. A través de estos documentos se les confirma la posesión de la Iglesia de la Corticela.

El progresivo crecimiento de la comunidad monástica obliga ya en el siglo XI a plantearse una edificación mayor que los albergase. El nuevo templo de estilo románico comienza a construirse en 1050 por decisión del Abad Adulfo y su sucesor Leovigildo rematará las obras en 1112, año en que la iglesia es consagrada por el obispo compostelano Don Diego Gelmírez y por el obispo de Ourense Don Diego. Fuente: María Almóvar | El Correo Gallego

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