Básílica de la Resurrección

¿Cuál es el secreto mejor guardado de la Iglesia?

¿Por qué es tan importante descubrirlo? Te sorprenderá el conocerlo

Básílica de la Resurrección

El secreto mejor guardado de la Iglesia no corresponde al Santo Grial, ni siquiera a la Sábana Santa. Es algo que muchos conocen pero que muy pocos de los que somos católicos concebimos como una riqueza o un tesoro: la doctrina social de la Iglesia (DSI).

Así lo refiere en un reciente artículo suyo, publicado en la revista Angelus el arzobispo de Los Ángeles, California, y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, José H. Gómez.

El arzobispo Gómez ha dicho esto tras reflexionar sobre el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz de este año y sobre los desafíos que enfrentamos al salir de la pandemia.

Desde luego, las amenazas que se presentan en el horizonte no solamente son económicas o de salud pública; también tienen que ver con condiciones sociales preocupantes, injusticias y amenazas en contra de la paz.

Como católicos, dice el prelado estadounidense, debemos tener un entendimiento correcto y un abordaje ante estos desafíos y amenazas. Y el Papa nos aconseja buscar la respuesta en las “seguras pautas de la doctrina social de la Iglesia”.

El Papa tiene toda la razón.

“La enseñanza social católica puede ser el secreto mejor guardado de la Iglesia. Me sorprende la frecuencia con la que me encuentro con personas, incluso con muchos buenos católicos, que no saben que la Iglesia tiene sus propias enseñanzas sobre lo que constituye una buena sociedad”, escribe el arzobispo Gómez.

En resumidas cuentas, la DSI incluye un análisis moral del objetivo que tienen los gobiernos y las economías, una visión sobre quién es la persona humana y sobre qué contribuye a la felicidad humana.

Además, en el Catecismo y en el Manual de DSI se incluye algo fundamental: “la exigencia de que todos los creyentes trabajen, no solo por la salvación de las almas de su prójimo, sino también por un mundo que proteja sus derechos y su dignidad”.

Quien encabeza la arquidiócesis con mayor número de católicos en Estados Unidos refiere que las enseñanzas de la DSI no son algo “extra”, ni siquiera un “agregado” a las creencias católicas sobre la Trinidad, la encarnación, la resurrección y nuestra redención en Cristo.

Profesar y vivir el catolicismo

“Lo que profesamos en el Credo lleva a una concepción de la vida que abarca el bienestar de toda la persona, entendida como una criatura formada de cuerpo y alma, creada como hombre o mujer, nacida en la tierra, pero destinada al cielo”, dice Gómez en su artículo.

Para el arzobispo de Los Ángeles, la enseñanza social fluye de la verdad básica de que el Padre amó tanto al mundo que envió a su único Hijo a vivir en la tierra bajo una forma humana y por el poder del Espíritu Santo.

Es a partir de esa gran verdad como entendemos que la persona humana es amada por Dios y creada a su imagen y que está llamada a un destino celestial, a vivir en comunión con la Santísima Trinidad.

La salvación en la que creemos es personal. Pero, como dice el Catecismo, “concierne también al conjunto de la comunidad humana”. Queda claro, desde esta perspectiva, que la doctrina social católica es parte de la misión que Jesús le encomendó a su Iglesia.

Un antídoto contra la indiferencia

“Al llamar a los creyentes a seguirlo, Jesús nos llama a amar a los demás como Él los ama y a expresar ese amor mediante obras prácticas de misericordia, de sanación y de liberación de los demás del sufrimiento y el mal”, reflexiona el arzobispo Gómez.

Más adelante señala que en términos prácticos, el llamado que nos hace Jesús significa que nadie que dice amar a Dios puede permanecer indiferente cuando uno de los hijos de Dios está sufriendo.

Ése fue el mensaje de la famosa parábola del Buen Samaritano de Jesús y también de su parábola sobre cómo Dios nos juzgará al final de nuestras vidas. Nuestro amor a Dios nos dice, se medirá por el amor que le hayamos mostrado a nuestro prójimo, especialmente a los más vulnerables, a los pobres, a los prisioneros, a los enfermos, a los extranjeros.

Hay que recordar que el arzobispo Gómez ha sido uno de los principales luchadores en Estados Unidos por una reforma migratoria integral y por el respeto irrestricto a los derechos humanos de los migrantes, sin descuidar la seguridad de las fronteras de esa nación a la que pertenece.

La Iglesia no es un partido político

Con respecto al tan traído y llevado tema de la esfera de acción particular de la Iglesia y la esfera de acción de la política, monseñor Gómez es muy claro al repetir que la Iglesia Católica no pretende tener un programa económico ni una agenda doméstica ni tampoco una política exterior.

“Lo que tenemos es una perspectiva del mundo como Dios quiere que sea y un deber que Jesús nos da de trabajar para realizar la voluntad de Dios en la Tierra. Eso significa que nunca podremos tolerar condiciones sociales que degraden o deshumanizan a las personas”, afirma con contundencia.

La época actual está marcada, culturalmente, por una urgencia: la preocupación por la justicia social. En ese sentido, la DSI puede aportar muchas cosas a estas conversaciones y debates. La verdadera contribución que hacemos como católicos es “sencillamente la de ser católicos, la de ser fieles seguidores de Jesucristo”.

Y concluye: “Tenemos que ayudar a nuestro prójimo a ver la perspectiva más elevada del evangelio, a reconocer la gloriosa verdad de la persona humana y a trabajar por un mundo en el que cada uno de nosotros pueda vivir como nuestro Creador nos llama a vivir”.

Aleteia / Jaime Septién