«Convertirse en hombres y mujeres adultos significa llegar a vivir la actitud conyugal y paternal»

Durante la Audiencia General de los miércoles el Papa Francisco ha proseguido con sus catequesis sobre los mandamientos. Esta semana ha hablado sobre el sexto, “no cometerás adulterio”


El amor fiel de Cristo es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana.
Por más que es un mandamiento referido a los esposos, su llamada a la
fidelidad está destinada a todos”, afirmó el Papa a los fieles
presentes.


Francisco indicó que la dimensión afectiva es una llamada al amor,
que se manifiesta en la fidelidad, la acogida y la misericordia. “No hay
que olvidar, sin embargo que este mandamiento se refiere explícitamente
a la fidelidad matrimonial, por lo que es bueno reflexionar más a fondo
sobre su significado nupcial. ¡Este pasaje de la Escritura, este pasaje
de la Carta de San Pablo, es revolucionario! Pensar, con la
antropología de la época, que el marido debe amar a su mujer como Cristo
ama a la Iglesia: ¡pero es una revolución! Tal vez, en ese momento, fue
lo más revolucionario que se dijo sobre el matrimonio. Siempre en el
camino del amor. Podemos preguntarnos: este mandamiento de fidelidad,
¿a quién va dirigido? ¿Sólo a los esposos? En realidad, este
mandamiento es para todos
, es una Palabra paterna de Dios dirigida a todo hombre y mujer”, explicó durante la catequesis.


La madurez humana: es el camino del amor


Según recoge Vatican News,
el Papa quiso resaltar que el camino de la madurez humana es el camino
mismo del amor que va del recibir cuidados a la capacidad de ofrecer
cuidados, de recibir vida a la capacidad de dar vida. “Convertirse en hombres y mujeres adultos – subraya el Obispo de Roma – significa llegar a vivir la actitud conyugal y paternal,
que se manifiesta en diversas situaciones de la vida como la capacidad
de tomar sobre sí el peso de otro y amarlo sin ambigüedades. Es, por
tanto, una actitud global de la persona que sabe asumir la realidad y
sabe entrar en una relación profunda con los demás”.


En este sentido, Francisco se preguntó: ¿Quién es el adúltero, el
lujurioso, el infiel? “Es una persona inmadura, que mantiene su vida
para sí mismo e interpreta las situaciones de acuerdo a su propio
bienestar y satisfacción. Así que, ¡para casarse, no basta con celebrar
la boda! – advierte el Santo Padre – es necesario hacer un camino del yo
al nosotros, de pensar solo a pensar en ambos, de vivir solo a vivir en
dos: es un camino hermoso. Cuando llegamos a descentrarnos, es
entonces que cada acto es conyugal: trabajamos, hablamos, decidimos, nos
encontramos con los demás con una actitud acogedora y oblativa”.


Toda vocación cristiana, es nupcial


Es por ello que, toda vocación cristiana, en este sentido, es
nupcial, porque se vive con esta actitud acogedora y oblativa. “El
sacerdocio lo es porque es la llamada, en Cristo y en la Iglesia, a
servir a la comunidad con todo el afecto, el cuidado concreto y la
sabiduría que el Señor da. La Iglesia no necesita aspirantes al papel
de sacerdotes, sino hombres a los que el Espíritu Santo toca el corazón
con un amor sin reservas por la Esposa de Cristo
. En el sacerdocio
se ama al pueblo de Dios con toda la paternidad, la ternura y la fuerza
de un esposo y de un padre. De la misma manera, la virginidad consagrada
en Cristo se vive con fidelidad y alegría como una relación nupcial y
fecunda de maternidad y paternidad”.


Por ello, agregó que “toda vocación cristiana es nupcial, porque es fruto del vínculo de amor en el que todos somos regenerados,
el vínculo de amor con Cristo. A partir de su fidelidad, de su ternura,
de su generosidad, miramos con fe al matrimonio y a toda vocación, y
comprendemos el sentido pleno de la sexualidad”.


Antes de concluir su catequesis, el Papa Francisco dijo que, la
creatura humana, en su inseparable unidad de espíritu y cuerpo, y en su
polaridad masculina y femenina, es una realidad muy buena, destinada a
amar y ser amada. “El cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra vocación al amor, y en el amor auténtico
– subraya el Pontífice – no hay lugar para la lujuria y para su
superficialidad. ¡Los hombres y las mujeres merecen algo mejor! Por eso,
la Palabra ‘No cometas adulterio’, aunque sea en forma negativa, nos
orienta a nuestra llamada originaria, es decir, al amor nupcial pleno y
fiel, que Jesucristo nos ha revelado y donado”.

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