Con la predicación de monseñor Barrio de la novena de la Virgen de Montemayor en Moguer, Huelva, culmina un mes de agosto de intensa agenda

El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, predicó este lunes día 31 de agosto el primer día de la novena de la Virgen de Montemayor en la parroquia de Nuestra Señora de la Granada en Moguer (Huelva), un acto que forma parte de las celebraciones en honor de María con ocasión del 550 aniversario de la aparición de la Virgen de Montemayor. El papa Francisco concedió un jubileo por este aniversario, que dio comienzo el 15 de junio, aniversario de la coronación canónica de la Virgen, y que terminará el próximo de octubre.

Este tiempo jubilar dedicado a la patrona de Moguer permitirá a los fieles y devotos de la Virgen acceder a la indulgencia plenaria concedida por decreto de la penitenciaría apostólica, cumpliendo con las condiciones comunes a todo jubileo, es decir, confesión y comunión sacramentales, oración por las intenciones del Romano Pontífice y oración ante la imagen de la Virgen concluyendo con la profesión de fe y la oración dominical.

Con la participación de Don Julián en esta novena a la Virgen en Huelva culmina un mes de agosto de diversos actos presididos por el arzobispo compostelano. Esta dilatada agenda se iniciaba el día 9 con la presencia de monseñor Barrio en Pontevedra  para la Virgen Peregrina y tenía como etapas la concelebración en la Iglesia de Santa María de La Bañeza en el 75 aniversario de la Consagración del templo, la solemnidad de la Asunción en la Catedral, así como la celebración de San Roque en Santiago.

En la agenda del arzobispo figuró también una Eucaristía en la Casa Sacerdotal en la despedida de las Religiosas Discípulas de Jesús Eucaristía, además de la Santa Misa en el homenaje al Rvdo. D. José María Naveira Vázquez y la Eucaristía en la parroquia de Santa María de Figueiras con motivo de la fiesta del Santísimo.

El acto de la Casa Sacerdotal tuvo lugar el día 28 de agosto de 2020. Allí monseñor Julián Barrio celebró una misa de Acción de gracias y de despedida de las religiosas Discípulas de Jesús que dejan la labor con sacerdotes de Santiago, en la que llevaban muchos años. Estaban en la capilla  unos 25 sacerdotes de la casa, que concelebraron con el señor arzobispo y mostraron así su agradecimiento a los cuidados de estas religiosas. Don Julián en su homilía dijo, entre otras cosas, que es más fácil la bienvenida que la despedida y que daba gracias por la magnífica colaboración de estas religiosas en tantos años. “Han hecho mucho”, dijo monseñor, pero los tiempos de Dios tienen su ritmo y  “pedimos que Él nos mande lo que quiera”. Pidió que siguiera bendiciendo a las Discípulas. Además, invitó a los sacerdotes a velar en la esperanza, aunque sea de noche.

Al final de la Misa la Superiora general se dirigió a todos dando también las gracias y se despidió como decía su fundador: nos veremos en el Cielo.

Al día siguiente, sábado 29 de agosto de 2020, a la hora del café, fue la despedida que los sacerdotes de la Casa Sacerdotal hicieron a las religiosas Discípulas de Jesús. Primero se le hizo un pequeño y simbólico regalo a las dos hermanas que los cuidaron durante años, la hermana Nieves y la hermana Carmen. Luego se le entregó una imagen de madera, de la Virgen con el Niño, con una dedicatoria, a la superiora general.

Correspondió esta ceremonia al mayor de la casa en este momento, que es D. Jaime López Ramón. Se la entregó diciéndoles  a todos los comensales presentes, que la Virgen es causa de nuestra alegría y que a ella hemos de recurrir en todo momento. Cuando la Superiora general la descubrió,  hubo un aplauso de cariño de todos los presentes.

A continuación fue el director de la Casa,  D. Ricardo Viqueira, quien hizo un poco de historia de la presencia de la hermanas en Santiago, les dio las gracias por las muchas atenciones a los sacerdotes sin escatimar tiempo ni horarios, en especial, para el que más lo necesitaba por su situación de enfermo. Por último la superiora general dijo unas palabras de agradecimiento y luego fue mesa por mesa enseñando la imagen desde cerca, que la besaron o acariciaron los sacerdotes y al mismo tiempo pudieron leer la breve dedicatoria escrita en una pequeña placa de plata.

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