Boletín Nº 100

«¡Sed hombres de lo sagrado y no os dejéis llevar por la mundanidad!»

https://www.dropbox.com/s/8q11xnsafuankft/Presbiterio_100.pdf?dl=0

«El Señor se definió a sí mismo como la Vida. Por eso dice que quien guarda mis palabras no sabrá lo que es morir para siempre. Quien cree en mí vivirá para siempre. Su filiación divina es el fundamento que hace de su Pasión y Muerte en la Cruz “un misterio de sabiduría, de justicia, de santificación y de redención entre Dios y los hombres” (1Cor 1,30). ¡No banalicemos el misterio! La clave de la eternidad nos ayuda a interpretar la temporalidad de nuestra existencia.


Queridos candidatos al lectorado, Carlos y Javier, asumís hoy el compromiso de anunciar la Alegría del Evangelio que “llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por él son librados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento”. “Mira que he puesto mis palabras en tu boca” (Jr 1,9). El conocimiento de Jesucristo es la fuente de la que dimana la comprensión de toda la sagrada Escritura. “La Iglesia no vive de sí misma sino del Evangelio, y en el Evangelio se encuentra siempre de nuevo orientación para el camino… Sólo quien se pone primero a la escucha de la Palabra, puede convertirse después en su heraldo” (Verbum Domini, 51). La Palabra de Dios hay que comprenderla y expresarla con sencillez y gratuidad. Se trata de ver las cosas como Dios las ve, para sentir como El siente y vivir en comunión con Él, pudiendo decir con el salmista: “Tu luz, Señor, nos hace ver la luz”. La Palabra de Dios es corazón de toda actividad eclesial. “Escuchada y celebrada, sobre todo en la Eucaristía, alimenta y refuerza interiormente a los cristianos y los vuelve capaces de un auténtico testimonio evangélico en la vida cotidiana”.


Queridos candidatos al acolitado, Eduardo, Rubén y Santiago, sois llamados a servir al altar, convirtiéndoos en hombres de la Eucaristía, signo de la presencia real de Cristo, de esta presencia que la Iglesia ha ido descubriendo en toda su hondura a través de los siglos y a la que profesa una profunda devoción. Es el sacramento de nuestra fe. ¡Sed hombres de lo sagrado y manifestadlo siempre con vuestra actitud contemplativa y adoradora! Nos cuesta aceptar el camino de la totalidad en la entrega, pues no acabamos de aprender que cuanto más sabemos de nuestra pequeñez, cuanto mayor es el reconocimiento de nuestra limitación, estamos más capacitados para recibir el poder de Dios.


Jesús que “se despojó de si mismo, tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres excepto en el pecado, se humilló a si mismo, obediente hasta la muerte y una muerte de cruz” (Fil 2,7-8). Tratemos de conocerle profundamente, amarle sinceramente, seguirle vitalmente e imitarle realmente para que sea la razón misma de nuestra existencia. ¡No os dejéis llevar por la mundanidad!
».
(MONS. JULIÁN BARRIO, Homilía en la Misa en la que fueron instituidos dos lectores y tres acólitos, Seminario Mayor de Santiago de Compostela, 22-3- 2018).

Boletín de la Delegación para el clero
del Arzobispado de Santiago de Compostela

Marzo 2018– 

Descárgatelo en Pdf aquí