El hermano de un fallecido al término del funeral: “Os pido,
por favor que, cuando hayamos rezado el responso por mi hermano y el
sacerdote dé la bendición, os vayáis a tomar un café con los vuestros.
Lo hemos cuidado en vida, le hemos llorado; hemos rezado y lo seguiremos
haciendo por su eterno descanso… la vida sigue”.
En estos momentos, es posible que estés experimentando una gran
variedad de emociones (tristeza, rabia, culpa, impotencia), incluso que
sientas que esto no va contigo y que no está ocurriendo, generando un
estado de confusión e incredulidad. Algunas personas refieren sentirse
agotadas física y psicológicamente por la situación especial que estamos
viviendo y por todo el tiempo de cuidados. La frustración, el enfado y
la culpa son emociones que pueden estar muy presentes estos días y tal
vez durante algún tiempo. A la pérdida de tu familiar, hay que añadirle
las circunstancias especiales de su muerte: no poder cuidarle,
acompañarle y despedirle como te hubiera gustado en sus últimos
momentos, hace que experimentes síntomas de desregulación física y
psicológica asociada a esta situación traumática (taquicardias,
palpitaciones, sensación de opresión en el pecho, sensación de nudo en
la garganta o en el estómago, cefaleas, sequedad en la boca, sensación
de mareo, irritabilidad, cambios de humor, impaciencia, dificultad para
concentrarse, disminución del rendimiento, aumento de consumo de tabaco,
alcohol, etc). Es normal que estés enfadado/a con el mundo y sobre todo
tengas muchas preguntas (¿por qué?) y suposiciones de lo ocurrido (Y si
hubiera…)
– ¿Por qué ha aparecido este virus?
– ¿Se podría haber evitado con medidas más drásticas?
– Cómo no me di cuenta antes de lo que pasaba…
– Y si le hubiéramos traído a casa estos días
– Habrá sufrido…
Es normal que tengas todas estas preguntas y muchas más, ten en
cuenta que todos veíamos China muy lejos y nunca pensamos que pudiera
llegar a España, es por eso que aún estamos procesando que el virus es
real, que es una pandemia mundial y estamos en estado de alarma. No seas
tan duro/a contigo mismo/a, las circunstancias actuales escapan al
control de todos, analiza esta situación desde tu corazón, con compasión
y comprensión, no necesitas añadir más dolor a tu dolor. A veces, no
son las respuestas a estas preguntas las que dan la calma necesaria para
sostenerlo, sino el aceptar que, aunque es una realidad dolorosa y
traumática, sólo a través del camino paciente y constante hacia la
aceptación, nuestro corazón dolorido encuentre consuelo y salga
fortalecido. Sabemos que ahora es difícil poder ver y sentir esto, por
eso te proponemos comenzar con algunas pautas de autocuidado que puedan
ayudarte en los primeros pasos de tu camino de duelo.
Fuente: Guía para las personas que sufren una pérdida en tiempos del coronavirus
pastoralsantiago.es
Foto: Miguel Castaño