El Papa centró su mensaje de este domingo, previo al rezo del Ángelus, en el viaje de los discípulos a Jerusalén, pensando que Jesús sería entronizado como un rey. “Los discípulos, llenos de un entusiasmo todavía demasiado mundano, sueñan que el Maestro está en camino hacia el triunfo; Jesús, en cambio, sabe que en Jerusalén le esperan el rechazo y la muerte“, explicó Francisco ante los peregrinos.
Para el Papa, es importante conocer la seriedad que conlleva ser cristiano. “Jesús sabe que tendrá que sufrir mucho, y esto requiere una decisión firme. Es la misma decisión que debemos tomar nosotros si queremos ser sus discípulos”, explicó el Santo Padre.
Para ello, Francisco advirtió que no se tomara el ejemplo de algunos de los discípulos. “Santiago y Juan, indignados, sugieren a Jesús que castigue a esa gente haciendo bajar fuego del cielo. Jesús no sólo no acepta la propuesta, sino que reprende a los dos hermanos. Quieren involucrarlo en su deseo de venganza y Él no está de acuerdo“, apuntó.
“Santiago y Juan, en cambio, se dejaron vencer por la ira. Esto también nos sucede a nosotros, cuando, aunque hagamos el bien, quizás con sacrificio, en lugar de acogida encontramos una puerta cerrada. Entonces surge la ira: incluso intentamos involucrar a Dios mismo, amenazando con castigos celestiales”, comentó Francisco.
“El camino de la firmeza”
Pero, para el Papa, la actitud de Jesus es siempre otra. “Él, en cambio, recorre otro camino, el de la firmeza, que, lejos de traducirse en dureza, implica calma, paciencia, longanimidad, sin por ello aflojar lo más mínimo en nuestro empeño por hacer el bien”, resaltó Francisco. “Esta forma de ser no denota debilidad, sino, por el contrario, una gran fuerza interior”, añadió el Papa.
Para Francisco la clave está en Jesús. “Dejarse vencer por la ira en la adversidad es fácil, es instintivo. Lo difícil, en cambio, es dominarse a sí mismo, haciendo como Jesús“, comentó. “Ante los desacuerdos, los malentendidos, ¿nos dirigimos al Señor, le pedimos su constancia para hacer el bien? ¿O buscamos la confirmación en los aplausos y acabamos amargados y resentidos cuando no los escuchamos?“, se preguntó el Pontífice.
Francisco terminó sus palabras sobre el Evangelio advirtiendo sobre los peligros del orgullo. “Nosotros no hacemos el bien por aplausos, sino por el servicio. A veces creemos que nuestro fervor se debe a un sentimiento de rectitud por una buena causa, pero en realidad la mayoría de las veces no es más que orgullo, combinado con debilidad, susceptibilidad e impaciencia”, explicó.
Un recuerdo a los países que sufren
“Sigo con preocupación lo que está sucediendo en Ecuador. Me siento cerca de este pueblo, y animo a todas las partes a abandonar la violencia y las posiciones extremas. Solo con el diálogo se podrá alcanzar la paz social“, comentó el Papa desde el balcón. Francisco ha tenido unas palabras de consuelo para el país sudamericano, que vive un clima de tensión social y política desde algunas semanas.
El conflicto que viven los ucranianos en estos momentos también estuvo presente en las palabras del Papa. “Allí continúan bombardeos, que causan muerte y destrucción a la población. Por favor, no nos olvidemos de este pueblo afligido en la guerra. No nos olvidemos de ellos, en nuestro corazón y nuestras oraciones“, señaló el Pontífice
Por último el Santo Padre mostró su cercanía a los familiares de sor Lucía, hermana de Foucauld, asesinada recientemente en Puerto Príncipe. “Desde hacía 20 años estaba entregada al servicio de los niños de la calle. Encomiendo a Dios su alma, y rezo por el pueblo haitiano, especialmente por los pequeños, para que puedan tener un futuro (…). Sor Lucía hizo de su vida un don para los demás hasta el martirio”, concluyó el Papa.