Ángelus del Papa: bautiza bebés en la Capilla Sixtina y habla de la justicia de Dios con los hombres

Este domingo, en la fiesta del Bautismo del Señor, el Papa Francisco, después de bautizar unos niños en la Capilla Sixtina, como es tradición de los últimos Pontífices, se asomo a la ventana del Palacio Apostólico para saludar a los peregrinos y fieles y dirigir el rezo del Ángelus. En este rezo predicó unas palabras sobre la justicia de Dios, que es distinta a lo que muchos esperarían con criterios meramente humanos.

Lo que Jesús dijo a Juan Bautista

El Papa Francisco recordó las palabras que Jesús dirigió a Juan Bautista para conseguir que le bautizara en el Jordán como a tantos otros:  “Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos toda justicia”. El Papa planteó una pregunta: ¿a qué se refiere Jesús con ‘cumplir toda justicia’?”

“Haciendo que Juan le bautice, Jesús nos desvela la justicia de Dios, que Él ha venido a traer al mundo”, afirmó el Pontífice.

Muchas veces tenemos una idea limitada de la justicia, y pensamos que significa: el que se equivoca, paga, y así repara el mal que ha hecho. Pero la justicia de Dios, como enseña la Escritura, es mucho más grande: no tiene como fin la condena del culpable, sino su salvación y su regeneración, el hacerlo justo”, detalló.

El Santo Padre destacó, además, que “es una justicia que proviene del amor, de esas entrañas de compasión y misericordia que son el corazón mismo de Dios, Padre que se conmueve cuando estamos oprimidos por el mal y caemos bajo el peso de los pecados y de las fragilidades”.

Así, con ese gesto en el Jordán, Jesús enseña que “Él ha venido para llevar a cabo la justicia divina, que es salvar a los pecadores; ha venido para tomar sobre sus hombros el pecado del mundo y descender a las aguas del abismo, de la muerte, con el fin de recuperarnos e impedir que nos ahoguemos”.

Después, el Papa acudió a una homilía de Benedicto XVI del 13 de enero de 2008 sobre el tema: “Dios ha querido salvarnos yendo Él mismo hasta el fondo del abismo de la muerte, con el fin de que todo hombre, incluso el que ha caído tan bajo que ya no ve el cielo, pueda encontrar la mano de Dios a la cual asirse a fin de subir desde las tinieblas y volver a ver la luz para la que ha sido creado”, citó de su predecesor.

Luego Francisco añadió que “nosotros, discípulos de Jesús, estamos llamados a ejercitar así la justicia en las relaciones con los demás, en la Iglesia, en la sociedad”. Es decir, “no con la dureza de quien juzga y condena dividiendo las personas en buenas y malas, sino con la misericordia de quien acoge compartiendo las heridas y las fragilidades de las hermanas y de los hermanos para levantarlos”.

“Quisiera decirlo así: no dividiendo, sino compartiendo. Hagamos como Jesús: compartamos, llevemos los pesos los unos de los otros, mirémonos con compasión, ayudémonos mutuamente”. Para concluir, el Santo Padre animó a preguntarse: “¿yo soy una persona que divide o que comparte? No caigamos en el chisme que daña, que mata a la sociedad, que mata la fraternidad”.

“Y ahora recemos a la Virgen, que dio a la luz a Jesús sumergiéndolo en nuestra fragilidad para que recuperásemos la vida”, añadió para iniciar el rezo del Ángelus.

Bautizo de 13 niños en la Capilla Sixtina

Como solían hacer también Juan Pablo II y Benedicto XVI en esta fecha del Bautismo de Jesús, el Papa bautizó personalmente a un grupo de niños en el marco espectacular que es la Capilla Sixtina y sus frescos. Estos niños suelen ser hijos de trabajadores del Vaticano, aunque a menudo se incluye también a familias atendidas por la Limosnería vaticana, conocidos de cardenales de la Curia o representantes de alguna realidad social.

En este caso, fueron 13 bebés, y sus nombres son: Santiago, Gabriele Levi, Ludovica, Damiano Vittorio, Diletta, Matilde María Pía, Amalia, Livia Sofía, Francesca, Olimpia Beatrice, Damiano, Matilde María y Lorenzo.

Dirigiéndose a los padres y padrinos, el Papa les dijo: “Gracias por traer aquí a sus hijos para hacerlos entrar en la Iglesia. Esto es bueno, porque no olvidamos cuando fuimos bautizados. Es como un cumpleaños, porque el Bautismo nos hace renacer a la vida cristiana”.

Como en años anteriores y en muchas otras ocasiones, el Papa animó a las familias a que enseñen a sus hijos su fecha de bautismo y a recordarla y celebrarla como un cumpleaños, “que todos los años lo recuerden y agradezcan a Dios por esta gracia de haberse convertido en cristianos”.

También pidió a padres y padrinos que enseñen a rezar a los niños desde pequeños. Explicó que la oración “les dará fuerza durante toda la vida: en momentos buenos para agradecer a Dios y en momentos malos para encontrar la fuerza”. Especialmente, propuso “rezar también a la Virgen, que es la Madre, nuestra Madre. Se dice que cuando alguno está molesto con el Señor, o se ha alejado, la Virgen siempre está cerca para abrir el camino”.

Como en otros años, recordó que las mamás podían amamantar a los bebés incluso en ese marco solemne del Vaticano, y que el bautismo es “la fiesta del inicio de un hermoso camino cristiano en el que ustedes ayudarán a sus hijos a salir adelante”.

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