XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario. SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

CITA

«Dios reinó desde el madero» (regnavit a ligno Deus)

San Agustín: “¿Dónde puede haber algo malo con Él, y sin Él donde puede haber algo bueno?”.

San Agustín recuerda que los evangelios “no dicen que su Reino no está en este mundo, sino no es de este mundo. No dice que su Reino no está aquí, sino no es de aquí”.

San Ambrosio: “Este rogaba que el Señor se acordara de él cuando llegara a su reino, pero el Señor le respondió: “En verdad, en verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”. La vida es estar con Cristo, porque donde está Cristo allí está el Reino” (Exposición sobre el evangelio según san Lucas 10, 121).

Orígenes “En el alma perfecta está presente el Padre, y Cristo reina en ella, junto con el Padre, de acuerdo con aquellas palabras del Evangelio: Vendremos a él y haremos morada en él.si queremos que Dios reine en nosotros, procuremos que de ningún modo el pecado siga dominando nuestro cuerpo mortal, antes bien, mortifiquemos todo lo terreno que hay en nosotros y fructifiquemos por el Espíritu; Sobre la Oración: Venga a nosotros tu reino Cap. 25: PG 11, 495-499

Juan Crisóstomo Igual que cuando brilla el relámpago no es necesario preguntar si se ha producido o no, así también en la venida de Cristo: no será necesario indagar si Cristo ha venido o no ha venido. Sobre la cruz y el ladrón, Hom. 1, 3-4: PG 49, 403-404

Pío XI: “Cuando los fieles todos comprendan que deben militar con valor y siempre bajo la bandera de Cristo Rey, se dedicarán con ardor apostólico a llevar a Dios de nuevo a los rebeldes e ignorantes y se esforzarán en mantener incólumes los derechos de Dios mismo”.

Santa Teresa de Ávila “Tu deseo sea de ver a Dios; tu temor, si le has de perder; tu dolor, que no le gozas, y tu gozo, de lo que te puede llevar allá, y vivirás con gran paz.”

Tomás de Kempis “Pues ¿sobre qué puedo esperar, o en quien debo confiar, sino solamente en la gran misericordia de Dios, y en la esperanza de la gracia celestial? Pues, aunque esté cercado de hombres buenos, o de hermanos devotos, o de amigos fieles, o de libros santos o tratados lindos, o de cantos suaves e himnos, todo aprovecha poco y tiene poco sabor, cuando soy desamparado de la gracia, y dejado en mi propia pobreza. Entonces no hay mejor remedio que la paciencia, y negándome a mí mismo, ponerme en la voluntad de Dios.”

San Basilio Magno, «Por el Espíritu Santo se nos concede de nuevo la entrada en el paraíso, la posesión del reino de los cielos, la recuperación de la adopción de hijos: se nos da la confianza de invocar a Dios como Padre, la participación de la gracia de Cristo, el podernos llamar hijos de la luz, el compartir la gloria eterna» (Liber de Spiritu Sancto, 15, 36: PG 32, 132).

Santa Rosa de Lima, «Esta es la única verdadera escala del paraíso, fuera de la Cruz no hay otra por donde subir al cielo» (cf. P. Hansen, Vita mirabilis, Lovaina, 1668)

Credo del Pueblo de Dios, “Creemos que la multitud de aquellas almas que con Jesús y María se congregan en el paraíso, forma la Iglesia celestial, donde ellas, gozando de la bienaventuranza eterna, ven a Dios como Él es, y participan también, ciertamente en grado y modo diverso, juntamente con los santos ángeles, en el gobierno divino de las cosas, que ejerce Cristo glorificado, como quiera que interceden por nosotros y con su fraterna solicitud ayudan grandemente a nuestra flaqueza” (nº 29).

CIC., 680 “Cristo, el Señor, reina ya por la Iglesia, pero todavía no le están sometidas todas las cosas de este mundo. El triunfo del Reino de Cristo no tendrá lugar sin un último asalto de las fuerzas del mal”.

681 “El día del Juicio, al fin del mundo, Cristo vendrá en la gloria para llevar a cabo el triunfo definitivo del bien sobre el mal que, como el trigo y la cizaña, habrán crecido juntos en el curso de la historia”.

682 “Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia”

S. Juan Pablo II “Se trata pues de un perdón integral: él que había cometido crímenes y robos… se convierte en santo en el último momento de su vida”.

“Se diría que en ese texto de Lucas está documentada la primera canonización de la historia, realizada por Jesús en favor de un malhechor que se dirige a Él en aquel momento dramático”.

“Un momento de conversión auténtica, un “momento de gracia”, que podemos decir con Santo Tomás, “vale más que todo el universo” (I-II 113,9, ad 2), puede pues saldar las deudas de toda una vida, puede realizar en el hombre, en cualquier hombre, lo que Jesús asegura a su compañero de suplicio: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Audiencia General (16-11-1988)

“Aquel ladrón nos representa a todos”. Meditación a la 11ª estación. Vía Crucis, presidido por Juan Pablo II, Viernes Santo 2002

Benedicto XVI “¿Cómo no experimentar un intenso entusiasmo, lleno de gratitud, por haber sido admitidos a contemplar el esplendor de esta revelación? ¿Cómo no sentir al mismo tiempo la alegría y la responsabilidad de servir a este Rey, de testimoniar con la vida y con la palabra su señorío?” Cristo, el único Señor, ante el cual todos somos hermanos

«meta de nuestro camino terreno»

“A menudo nos da miedo hablar de la vida eterna. Hablamos de las cosas que son útiles para el mundo, mostramos que el cristianismo también ayuda a mejorarlo, pero no nos atrevemos a decir que su meta es la vida eterna y que de dicha meta parten los criterios de la vida… Tenemos que tener el valor, la alegría, la gran esperanza de que existe la vida eterna, es la verdadera vida”. Introducción a Pippo Corigliano, Prefiero el Paraíso. La vida eterna, cómo es y cómo llegar a ella (Mondadori, pág. 154)

Pippo Corigliano, “Dios nos mimará y encontraremos en Él todas las cosas que nos gustan. La primera es el encanto del amor”.

“Cuando uno, en la vida, experimenta un grande amor, es un momento de redención”.

“cuando estamos enamorados vivimos un momento de felicidad particular, los esfuerzos no nos pesan, nuestros ojos brillan, vivimos siempre en relación – incluso desde lejos- con la persona amada, nos volvemos más bellos. Es un estado de gracia”. Por esto, la felicidad del paraíso “será la del enamorado que, por definición, no se cansa. ¿Hemos visto alguna vez un enamorado bostezar ante la persona amada? Si bosteza no está enamorado. Si está enamorado incluso una eternidad le parecerá un momento”.

“estaremos encantados, con un gusto que engloba todos los gustos. En la cara de Dios, que es la persona que más nos ama, veremos la cara de nuestros seres queridos” Prefiero el Paraíso. La vida eterna, cómo es y cómo llegar a ella

Papa Francisco: «El amor confía, deja en libertad, renuncia a controlarlo todo, a poseer, a domina r » Amoris Laetitia

Ernestina de Champourcin “Muerte victoriosa la tuya. Pero el triunfo derramado en tus venas se ocultaba celosamente, y para los que te vieron eras sólo un despojo humano, unos restos inútiles… Dios sin vida para hacernos vivir. Dejaste de alentar para infundirnos aliento. Te sometiste al abandono, a la traición, al desamparo, para que cifremos nuestra dicha en sentirnos abandonados, traicionados, desvalidos. Y nuestra desconfianza es tan grande que todavía nos obstinamos en temer, estremeciéndonos ante la posibilidad de morir. No olvidemos que, en tu muerte, nos abriste las puertas de Ti mismo y la mansión de tu amor” ().

San Josemaría Escrivá “Al Señor hay que darle el corazón entero. Jesús no se conforma con medios corazones. Ved si en vuestro corazón hay algún rincón que no es de Dios, y echad de allí lo que estorbe” ()

“Todo se arregla, menos la muerte… Y la muerte lo arregla todo”. Surco, 878.

“Cara a la muerte, ¡sereno! Así te quiero. No con el estoicismo frío del pagano; sino con el fervor del hijo de Dios, que sabe que la vida se muda, no se quita. ¿Morir?… ¡Vivir!” Surco, 876.

“¡No me hagas de la muerte una tragedia!, porque no lo es. Sólo a los hijos desamorados no les entusiasma el encuentro con sus padres”. Surco, 885.

“El verdadero cristiano está siempre dispuesto a comparecer ante Dios. Porque, en cada instante —si lucha para vivir como hombre de Cristo—, se encuentra preparado para cumplir su deber”. Surco, 875.

“Me hizo gracia que hable usted de la ‘cuenta’ que le pedirá Nuestro Señor. No, para ustedes no será Juez —en el sentido austero de la palabra— sino simplemente Jesús”. —Esta frase, escrita por un Obispo santo, que ha consolado más de un corazón atribulado, bien puede consolar el tuyo. Camino, 168.

“Mienten los hombres cuando dicen “para siempre” en cosas temporales. Sólo es verdad, con una verdad total, el “para siempre” de la eternidad. —Y así has de vivir tú, con una fe que te haga sentir sabores de miel, dulzuras de cielo, al pensar en esa eternidad, ¡que sí es para siempre!” Forja, 999.

“Piensa qué grato es a Dios Nuestro Señor el incienso que en su honor se quema; piensa también en lo poco que valen las cosas de la tierra, que apenas empiezan ya se acaban… En cambio, un gran Amor te espera en el Cielo: sin traiciones, sin engaños: ¡todo el amor, toda la belleza, toda la grandeza, toda la ciencia…! Y sin empalago: te saciará sin saciar”. Forja, 995.

“Si transformamos los proyectos temporales en metas absolutas, cancelando del horizonte la morada eterna y el fin para el que hemos sido creados —amar y alabar al Señor, y poseerle después en el Cielo—, los más brillantes intentos se tornan en traiciones, e incluso en vehículo para envilecer a las criaturas. Recordad la sincera y famosa exclamación de San Agustín, que había experimentado tantas amarguras mientras desconocía a Dios, y buscaba fuera de El la felicidad: ¡nos creaste, Señor, para ser tuyos, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en Ti!” Amigos de Dios, 208

“En la vida espiritual, muchas veces hay que saber perder, cara a la tierra, para ganar en el Cielo. —Así se gana siempre”. Forja, 998.

“Cuando pienses en la muerte, a pesar de tus pecados, no tengas miedo… Porque Él ya sabe que le amas…, y de qué pasta estás hecho. Si tú le buscas, te acogerá como el padre al hijo pródigo: ¡pero has de buscarle!” Surco, 880.

Película: El Rey León “Mira las estrellas; los grandes reyes del pasado nos miran desde las estrellas, así que, cuando te sientas solo, recuerda que esos reyes siempre estarán ahí para guiarte… Y yo también” ()

Laín Entralgo hablaba de esa «esperanza genuina» que habita a la persona ante la muerte, y que se da incluso en quien no profesa religión alguna. Una esperanza oculta que no se orienta hacia este mundo ni hacia las cosas de esta vida, sino que tiende hacia algo indeterminado y apunta a la vida como aspiración firme y segura del ser humano.

Nietzsche escribió: «Al oír los domingos el repicar de las campanas preguntamos: ¿pero es posible? ¡Todo esto por un judío crucificado hace cerca de dos mil años, que afirmó ser Hijo de Dios!».

“¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no. Son despreciadores de la vida, son moribundos y están, ellos también, envenenados, la tierra está cansada de ellos: ¡ojalá desaparezcan!”

Chesterton «Jesús no eligió como piedra fundamental al místico Juan, sino a un pillastre, un fanfarrón, un cobarde. Todos los imperios y los reinos han perecido a causa de su debilidad inherente y continua, a pesar de haber sido fundados sobre hombres fuertes y sobre hombros vigorosos. Sólo la Iglesia fue fundada sobre un hombre débil y por esta razón es indestructible».

Rainiero Cantalamessa “el paraíso prometido es “la paz de la conciencia, el mirarse al espejo sin tener que despreciarse”.

“Ninguno asiste vivo al aniversario de su muerte. Cristo sí porque ha resucitado” homilía “¡Que excelente teólogo el buen ladrón!”

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo “El buen ladrón es una paradoja: muchos saben quién es, pero pocos le rezan. Y, sin embargo, fue el único santo canonizado por el mismo Cristo, y el primero en poner un pie en el cielo. Y todo eso, sin merecerlo”- Alfa y Omega 25 de Marzo de 2021

Cordelia de Castellane, traductora del libro El buen ladrón, misterio de misericordia «San Dimas tenía todas las papeletas para ir al infierno inmediatamente. No había nadie que diera nada por él, y sin embargo con solo mirar a Jesús y pronunciar una única frase, entró directo en el Paraíso, antes incluso que la mismísima Virgen María»,

ARREPENTIMIENTO

“Arrepentimiento no quiere decir llorar por los pecados, arrepentimiento significa mirar todo de una manera nueva”.
P. Anthony de Mello S.J.

El arrepentimiento es el remordimiento aceptado. Lucio Anneo Séneca

El arrepentimiento no es tanto el pesar por el mal que hemos hecho como el temor al mal que puede sobrevenirnos como consecuencia. La Rochefoucauld

Un buen arrepentimiento es la mejor medicina que tienen las enfermedades del alma. Miguel de Cervantes Saavedra

BUENO

Cuando veas a un hombre bueno piensa en emularlo, cuando veas a un hombre malo examina tu corazón. Kung FuTse, Confucio

Cuanto mejor es el bueno, tanto más molesto es para el malo. San Agustín

Donde puedo decir lo bueno, lo digo; donde podría decir lo malo, me callo. San Juan Bosco

El ruido no hace bien; el bien no hace ruido. San Vicente de Paúl

El ser humano es bueno cuando hace mejores a los otros. Proverbio ruso

En todo hombre bueno habita Dios. Lucio Anneo Séneca

Los hombres son crueles, pero el hombre es bueno. Rabindranath Tagore

Más que los actos de los malos, me horroriza la indiferencia de los buenos. Mohandas Karamchand Gandhi

Más joven se levanta cada mañana el hombre bueno. José Martí

No saber mostrarse bueno con los malos es una prueba de que no es uno bueno del todo. San Francisco de Sales

No todos los hombres pueden ser grandes, pero pueden ser buenos. Kung FuTse, Confucio

Recuerda que eres tan bueno como lo mejor que hayas hecho en tu vida. Billy Wilder

Sed bueno y dejad el resto al cielo. Combe

CONTO

COMO PAJARITOS ENJAULADOS…

El pastor de un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra llegó a su iglesia un domingo cargando una mohosa jaula de pájaros, doblada y vieja, y la colocó sobre el púlpito. Se fruncieron varios ceños y, a manera de contestación, el pastor comenzó a hablar.

“Estaba caminando por el pueblo ayer, cuando vi un joven caminando hacia mí meciendo esta jaula de pájaros. Dentro de ella había tres pajarillos silvestres, temblando de frío y de miedo. Detuve al muchacho y le pregunté, ‘¿Qué llevas ahí, hijo?'”

“Son tan solo unos pajarracos,” fue la respuesta.

“¿Y qué vas a hacer con ellos?” le pregunté.

“Los voy a llevar a casa y me voy a divertir con ellos,” me contestó. “Voy a molestarles, a sacarles las plumas y hacerles pelear. Esa será mi diversión por hoy con mis amigos.”

“Pero te vas a cansar de esos pajarillos tarde o temprano. ¿Qué harás con ellos entonces?”

“Tengo unos gatos,” dijo el muchacho. “Les gustan los pájaros. Se los daré de postre y se pondrán contentos.”

Me quedé sin palabras. Por fin le dije. “¿Cuánto quieres por esos pájaros, hijo?”

“¿¡Eh!? ¿Para que los quiere? Son unos simples pájaros viejos del campo. No cantan. ¡Ni siquiera son bonitos!

“¿Cuánto?”, insistí. El muchacho me miró como si estuviera loco y me dijo, “$10?”

Busque en mi bolsillo y puse en sus manos un billete de diez dólares.

En un segundo el joven desapareció. Yo recogí aquella jaula y la llevé al final del callejón, donde había un árbol y césped. Poniendo la caja en el piso, abrí la puerta y, golpeando suavemente los barrotes, convencí a los pajaritos a que salieran a la libertad.

Bueno, esa es la historia de la jaula vacía sobre el púlpito. La traje porque me recordó de otra historia infinitamente mas gloriosa. Se trata de nuestra historia.

Un día Satanás y Jesús estaban conversando. Satanás acababa de venir del Jardín del Edén y estaba jactándose. “Acabo de capturar al mundo lleno de gente allí abajo. Me hice una trampa, utilicé carnada que sabía que ellos no podían resistir. ¡Los agarré a todos!”

“¿Qué vas a hacer con ellos?” preguntó Jesús.

Satanás respondió, “¡Me voy a divertir! Voy a incitarles toda clase de fantasías. Se creerán poderosos y sabios. Terminarán peleándose entre ellos mismo. Hasta las parejas se divorciarán. Las mismas cosas buenas has creado les dominarán: el sexo, el dinero. Esos hombres que tanto amas serán borrachos y drogadictos. Les voy a enseñar como inventar armas y destruirán entre ellos mismos… ¡Me voy a divertir en grande!

“¿Y qué harás con ellos cuando termines?” preguntó Jesús.

“Oh, los mataré”, exclamó Satanás con una risa sarcástica.

“¿Cuánto quieres por ellos?” preguntó Jesús.

“Oh, tú no quieres a esa gentuza. No valen nada. Se reirán de ti en tu cara ¡Te escupirán, te maldecirán y te matarán de la manera más salvaje! ¡Tú no quieres a esa gente!”.

“¿Cuánto?” insistió Jesús.

Satanás miró a Jesús y, mofándose, dijo… “¿Cuanto? Nada menos que tu propia vida, hasta la última gota de tu sangre.”

“¡HECHO!” dijo Jesús.

El pastor levantó la jaula, abrió la puerta, y se fue del púlpito.

Desconocemos el autor. Traducción y adaptación del original en inglés:

Padre Jordi Rivero

¿CUANTO VALES?

Alfredo, con el rostro abatido de pesar, se reúne con su amigo José a tomar un café. Deprimido, descargó en el sus angustias … que el trabajo, que el dinero, que la relación con su pareja, que su vocación … todo parecía estar mal en su vida.

José sacó entonces de su bolsillo un billete de 100 dólares y le dijo: -“Alfredo, ¿quieres este billete?”

Alfredo, un poco confundido, le dijo: -“Claro … son 100 dólares, ¿quién no los querría?” Entonces José tomó el billete, lo apretujó entre sus puños, lo arrugó hasta hacerlo un pequeño bulto de papel. Mostrando la estrujada pelotita verde a Alfredo, volvió a preguntarle: -“Y ahora igual lo quieres?”

-“No sé qué pretendes con esto”, dijo Alfredo, “pero siguen siendo 100 dólares, claro que los tomaré si me lo entregas.”

Entonces José desdobló el arrugado billete, lo tiró al piso y lo restregó con su pie en el suelo, levantándolo luego sucio y marcado. -“¿Lo sigues queriendo?”

-“Mira José, sigo sin entender que pretendes, pero ese es un billete de 100 dólares y mientras no lo rompas conserva su valor…”

-“Entonces, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, SIGUES siendo tan valioso como siempre lo has sido. Lo importante es saber cuanto vales y eso ya Jesucristo te lo demostró muriendo por ti en la cruz. El crucifijo nos lo recuerda: tu vales el precio de Su Sangre derramada para salvarte. Así nos amó.

Entonces, lo que importa es saber CUANTO VALES y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado”.

Alfredo se quedó mirando a José sin atinar con palabra alguna mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro. José puso el arrugado billete en la mesa cerca de Alfredo y con una sonrisa cómplice agregó: -“Toma, guárdalo para que te recuerdes de esto cuando te sientas mal … ¡pero me debes un billete nuevo de 100 dólares para poder usarlo con el próximo amigo que lo necesite!”

Alfredo volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó en su billetera y dotado de una renovada esperanza llamó al mesero para pagar la cuenta.

-Autor anónimo, adaptado por el Padre Jordi Rivero

Tomado de corazones.org

EL AMIGO QUE NUNCA FALLA

El mayor se llamaba Frank y tenía veinte años. Y el pequeño era Ted y tenía dieciocho. Estaban siempre juntos y eran muy amigos desde los primeros años del Colegio. Juntos decidieron enrolarse como voluntarios en el ejército. Y al marchar prometieron ante sus padres que se cuidarían y apoyarían el uno al otro. Tuvieron suerte y los dos fueron destinados al mismo cuartel y al mismo batallón. Aquel batallón fue destinado a la guerra. Una guerra terrible entre las arenas ardientes del desierto.

Al principio y durante unas semanas Frank y Ted se quedaron acampados en la retaguardia y protegidos de los bombardeos. Pero una tarde llegó la orden de avanzar en el territorio enemigo. Los soldados avanzaron durante toda la noche, amenazados por un fuego infernal. Al amanecer el batallón se replegó en una aldea. Pero Ted no estaba. Frank lo buscó por todas partes, entre los heridos, entre los muertos.

Al final encontró su nombre entre los desaparecidos. Se presentó al comandante:

– Vengo a solicitarle permiso para ir a buscar a mi amigo-, le dijo.

– Es demasiado peligroso-, respondió el comandante. Hemos perdido ya a tu amigo. Te perderíamos también a ti. Afuera siguen disparando.

Frank, sin embargo, partió. Tras una hora de búsqueda angustiosa, encontró a Ted herido mortalmente. Agonizaba. Lo cargó sobre sus hombros. Pero un cascote de metralla lo alcanzó. Siguió arrastrándose hasta el campamento.

– ¿Crees que valía la pena arriesgarse a morir para salvar a un muerto?-, le gritó el comandante.

– Sí-, murmuró,- porque antes de morir Ted me dijo: “Frank, sabía que vendrías”.

EL PRECIO DE LA SALVACIÓN

Un párroco muy querido presento a su feligresía un señor, explicando que era su amigo más querido de la infancia y que deseaba darle unos minutos para que les saludara y compartiera con ellos lo que él sintiera que fuese apropiado. 

El señor miró con cariño a todos y comenzó: “Un padre, su hijo, y un amigo del hijo navegaban en el Pacífico, cuando una tormenta los sorprendió haciendo imposible todos los intentos de regresar a la costa. Las olas eran tan altas que, aunque el padre era un navegante experimentado, no pudo dominar el velero y los tres fueron arrastrados mar adentro.”

El invitado titubeó por un momento, haciendo contacto de ojo con dos jóvenes, que por primera vez desde que el servicio comenzó, empezaron a lucir un poco más interesados en su historia.  Continuó con su historia: “Después de unas 4 horas de intensa lucha por mantenerse a flote, una gigantesca ola barrió la cubierta con una fuerza brutal. Los dos jóvenes fueron echados al mar. El padre, agarrando la soga de rescate, tuvo que hacer la decisión más difícil de su vida: A cuál de los dos muchachos le iba a tirar la soga. Tenía nada más unos segundos para hacer su decisión. El padre sabía que su hijo era cristiano y que su amigo no. La agonía de su decisión era mayor que el ímpetu de las olas. El padre le gritó a su hijo, ‘te amo, ¡hijo mío!’, y le tiró la soga de rescate al amigo. Cuando volvió por su hijo, este había desaparecido bajo las olas en la noche oscura. Por más que lo buscaron, nunca apareció. Ni siquiera se encontró jamás su cuerpo.” 

Mientras los jóvenes sentados derechitos en el banco, estaban ansiosamente esperando las próximas palabras. “El padre,” continuó, “sabía que su hijo iba a estar en la eternidad con Jesús, pero temía por el destino del otro joven que no conocía a Jesucristo. Es por eso que decidió entregar a su hijo para salvar la vida del amigo de su hijo. ¡Qué grande es el amor de Dios que hizo lo mismo por nosotros! Nuestro Padre Celestial sacrificó su Hijo único para nuestra salvación. Yo les suplico que acepten la oferta de rescate y agarren la soga de vida que Él les está ofreciendo en este mismo momento.” 

La Iglesia quedó en profundo silencio. A la salida, los dos jóvenes se acercaron al anciano y uno le dijo: “Fue una bonita historia, comprendo que ayuda a entender el amor de Dios al entregar a Su único Hijo por cada uno de nosotros.  Pero no creo que fue muy realista, que un padre entregase la vida de su hijo con la esperanza que el otro se convirtiera al cristianismo.” 

“Bueno, comprendo lo que dices”, replicó el anciano. Quedó entonces en silencio mientras de su mejilla corría una lágrima. “No parece muy realista”, continuó diciendo. Miró entonces serenamente a los jóvenes, su rostro al mismo tiempo reflejaba dolor y un gran gozo.  “De verdad que no fue muy realista, ¿cierto?” pero tengo algo más que decirles. Queridos amigos, yo soy ese padre, y vuestro párroco era el amigo de mi hijo. 

-Autor anónimo, adaptado por el Padre Jordi Rivero

Tomado de corazones.org

CABALLERO OXIDADO

Érase una vez un terrateniente que deseaba convertirse en caballero.

Quería servir a su rey y ser el más noble y más leal caballero que jamás hubiera existido. El día de su investidura, abrumado por el honor, hizo un voto solemne. Prometió no arrodilla rse ni levantar sus brazos en homenaje para nadie más que su rey.

Y se le encomendó la guardia de una ciudad en la frontera del reino. Cada día vigilaba la entrada enfundada en su armadura.

Pasaron los años. Un día, desde su puesto de guardia vio pasar por delante una campesina con su carro lleno de verduras y frutas. Éste volcó y todo se derramó por el suelo.

Nuestro caballero, para no romper su voto, no se movió.

Otro día pasaba un señor que tenía sólo una pierna y su muleta se rompió. “Buen caballero, ayúdeme a levantarme”. Pero el caballero no dobló las rodillas ni levantó las manos para ayudarle.

Pasaron los años y nuestro caballero ya anciano recibió la visita de su nieto que le dijo: “Abuelo cógeme en tus brazos y llévame a la feria”. Pero no se agachó para no quebrantar su voto.

Finalmente, el rey vino a inspeccionar la ciudad y visitó al caballero que estaba rígido guardando la entrada. El rey lo inspeccionó y observó que estaba llorando.

Eres uno de mis más nobles caballeros, ¿por qué lloras?

Majestad, hice voto de no inclinarme ni levantar mis brazos en homenaje más que para usted, pero ahora soy incapaz de cumplir mi voto. El paso de los años ha producido su efecto y hasta las junturas de la armadura se han oxidado. Ya no puedo levantar los brazos ni doblar las rodillas.

El rey, como un buen padre, le dijo: “Si te hubieras arrodillado para ayudar a todos los que pasaban y hubieras levantado tus brazos para abrazar a todos que acudían a ti, hoy, podrías haber cumplido tu voto dándome el homenaje que juraste no rendir más que a tu rey.

Tomado de P. Félix Jiménez

EL MENDIGO QUE QUERÍA VER AL REY

Un mendigo vivía cerca del palacio del Rey. Este iba a dar un gran banquete a todos los que se presentaran con ropas regias.

El mendigo miró sus harapos y suspiró desanimado. Pero el deseo de asistir era tan grande que puso audacia en su corazón y le llevó hasta las puertas del palacio y le dijo al centinela: “Vengo a ver al Rey”.

Cuando, después de muchas horas de espera, fue introducido ante el Rey éste le dijo: “¿Querías verme? ¿Qué puedo hacer por ti?”

“Majestad, sólo tengo un deseo, asistir a su banquete, pero no tengo las ropas regias exigidas”.

El rey le dijo: “Has sido muy sabio al acudir a mí”. Y llamó a su hijo, el príncipe, y le dijo: “Viste a este hombre con algunas de tus ropas regias”.

Mientras el mendigo, sorprendido y guapísimo, se miraba en el espejo el príncipe le dijo: “Ahora ya puedes asistir al banquete del Rey, pero recuerda que ya no necesitarás otras ropas. Estas duran para siempre.

El mendigo cayó de rodillas y le dio las gracias al Rey.

Cuando se marchaba miró al montón de sus ropas viejas y sucias y pensó: ¿Y si el príncipe se equivoca? ¿Y si vuelvo a necesitarlas? Y las recogió.

El banquete fue fantástico, algo que sólo un rey puede ofrecer, pero el mendigo no lo disfrutó del todo porque apegado a sus viejas ropas las llevaba siempre consigo.

La gente le llamaba el mendigo de las ropas viejas.

A punto de morir, el Rey le visitó y se entristeció al ver las ropas viejas junto a la cama.

El mendigo recordó las palabras del príncipe y cayó en la cuenta de que su apego a su viejo hatillo le había impedido vivir una vida verdaderamente regia.

Lloró y el Rey lloró con él.

Tomado de P. Félix Jiménez

EL HIJO, EL HIJO, ¿QUIÉN SE LLEVA AL HIJO?

Un hombre rico y su hijo tenían gran pasión por el arte. Tenían de todo en su colección, desde Picasso hasta Rafael. Muy a menudo, padre e hijo se sentaban juntos a admirar las grandes obras de arte.

Cuando el conflicto de Vietnam surgió, el hijo fue a la guerra. Fue muy valiente y murió en batalla mientras rescataba a otro soldado. El padre recibió la noticia y sufrió profundamente la muerte de su único hijo. Un mes más tarde, justo antes de la Navidad, alguien tocó a la puerta. Un joven con un gran paquete en sus manos le dijo al padre: “Señor, usted no me conoce, pero yo soy el soldado por quien su hijo dio la vida. El salvó muchas vidas ese día, y me estaba llevando a un lugar seguro cuando una bala le atravesó el pecho, muriendo así instantáneamente. El hablaba muy a menudo de usted y de su amor por el arte.”

El muchacho extendió el paquete: “Yo se que esto no es mucho. Yo no soy un gran artista, pero creo que a su hijo le hubiera gustado que usted recibiera esto.”

El padre abrió el paquete. Era un retrato de su hijo pintado por el joven soldado. El contempló con profunda admiración la manera en que el soldado había capturado la personalidad de su hijo en la pintura. El padre estaba tan atraído por la expresión de los ojos de su hijo que los suyos propios se inundaron de lágrimas. Le agradeció al joven soldado y ofreció pagarle por el cuadro.

“ Oh no señor, yo nunca podría pagarle lo que su hijo hizo por mí. Es un regalo.”

El padre colgó el retrato arriba de la repisa de su chimenea. Cada vez que los visitantes e invitados llegaban a su casa, les mostraba el retrato de su hijo antes de mostrar su famosa galería.

El hombre murió unos meses más tarde y se anunció una subasta para todas las pinturas que poseía. Mucha gente importante y de influencia acudió con grandes expectativas de hacerse con un famoso cuadro de la colección.

Sobre la plataforma estaba el retrato del hijo. El subastador golpeó su mazo para dar inicio a la subasta. “Empezaremos los remates con este retrato titulado “El Hijo”. ¿Quién ofrece por este retrato?” Hubo un gran silencio. Entonces una voz del fondo de la habitación gritó: “¡Queremos ver las pinturas famosas! ¡Olvídese de ésta!” Sin embargo el subastador persistió: ¿Alguien ofrece algo por esta pintura?, ¿$100.00 dólares?, ¿$200.00 dólares?”.

Otra voz gritó con enojo: “¡No venimos por ésta pintura! Venimos a ver los Van Goghs, los Rembrants. ¡Vamos a las ofertas de verdad!”

Pero aun así el subastador continuaba su labor: “¡El Hijo!, ¡El Hijo! ¡¿Quién se lleva “El Hijo”?!

Finalmente, una voz se oyó desde muy atrás del cuarto: “¡Yo doy diez dólares por la pintura!” Era el viejo jardinero que por muchos años había servido en la casa con el padre y el hijo. Siendo muy pobre, no podía ofrecer más.

“¡Tenemos $10 dólares!, ¡¿Quién da $20?!” gritó el subastador.

“¡Dásela por $10! ¡Muéstranos de una vez las obras maestras!”, dijo otro exasperado.”

“¡$10 dólares es la oferta! ¡¿Dará alguien $20?! ¿Alguien da $20?”

La multitud se estaba poniendo bien enojada. Nadie mas quería aquella pintura, “El Hijo”. Querían las que representaban una valiosa inversión para sus propias colecciones. El subastador golpeó por fin el mazo: “Va una, van dos, ¡VENDIDA por $10 dólares!”

Un hombre que estaba sentado en segunda fila gritó feliz: “¡Ahora empecemos con la colección!”

El subastador soltó su mazo y dijo: “Lo siento mucho damas y caballeros, pero la subasta llegó a su final.”

“Pero, ¿qué de las pinturas?”

“Lo siento. Cuando me llamaron para conducir esta subasta, se me informó de un secreto estipulado en el testamento del dueño. Yo no tenía permitido revelar esta estipulación hasta este preciso momento. Solamente la pintura de “EL HIJO” sería subastada. Aquel que la comprara heredaría absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo las famosas pinturas. ¡El hombre que compró EL HIJO se queda con todo!

Reflexión:

Dios nos ha entregado a su Hijo Jesús que murió para salvarnos. Así, como el subastador, su mensaje hoy es: “¡EL HIJO, EL HIJO, ¿QUIÉN SE LLEVA EL HIJO?” Quien ama al Hijo lo tiene todo.

Mateo 6:33 “Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.”

Tomado de corazones.org

ANÉCDOTA

¿CÓMO ES EL CIELO? UNOS SANTOS TE LO CUENTAN

SANTA FAUSTINA KOWALSKA

Escribió extensamente sobre sus viajes espirituales tanto al paraíso como al lugar de perdición en sus diarios, que han sido considerados por la Iglesia como revelaciones aprobadas.

Después de que Faustina quedara traumatizada por sus visiones del infierno, se le dio la oración a la Divina Misericordia para compartirla con el mundo como un arma en la guerra por la salvación de las almas.

Tuvo unas alentadoras visiones del paraíso, sobre las que escribió:

«Hoy fui al cielo, en el espíritu, y vi sus inconcebibles bellezas y la felicidad que nos espera después de la muerte. Vi cómo las criaturas dan sin cesar alabanza y gloria a Dios. Vi cuán grande es la felicidad en Dios, que se difunde a todas sus criaturas, haciéndolas felices; y así toda la gloria y la alabanza que brota de su felicidad vuelven a su fuente; y entran en las profundidades de Dios, contemplando la vida interior de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, a quien nunca podrán comprender o abarcar. Esta fuente de la felicidad es inmutable en su esencia, pero siempre es nueva, brotando felicidad para todas las criaturas».

SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

Contó una historia que compartió con él un superior de la orden jesuita quien se le apareció después de morir y le dio un informe detallado sobre qué trato la gente puede esperar en el cielo.

Según el difunto, las recompensas del cielo no son iguales para todos los que entran, pero todos los que entran quedan igualmente satisfechos:

«Ahora estoy en el cielo, Felipe II rey de España está en el cielo también. Los dos disfrutamos de la recompensa eterna del paraíso, pero es diferente para cada uno de nosotros.

Mi felicidad es mucho mayor que la suya, pues no es como cuando estábamos aún en la tierra, donde él era de la realeza y yo era una persona corriente.

Estábamos tan lejos como la tierra del cielo, pero ahora es al revés: lo humilde que yo era comparado con el rey en la tierra, así le sobrepaso en gloria en el cielo. Con todo, ambos somos felices, y nuestros corazones están completamente satisfechos”.

EL PAPA SAN GREGORIO MAGNO

Habló de la unidad sobrenatural entre la comunión total de los santos en el cielo, y su aparentemente infinito conocimiento:

«Además de todo esto, una gracia más maravillosa se otorga a los santos en el cielo, porque conocen no sólo a aquellos con los que estaban familiarizados en este mundo, sino también a los que antes nunca vieron, y conversan con ellos de una forma tan familiar como si en tiempos pasados se hubieran visto y conocido: y por lo tanto, cuando ven a los antepasados en ese lugar de felicidad perpetua, luego los conocerán de vista, aquellos de cuya vida oyeron hablar. Pues ver lo que hacen en ese lugar con un brillo indescriptible, igual a todos, contemplando a Dios, ¿qué es lo que no saben, si conocen al que lo sabe todo?”.

SANTA TERESA DE LISIEUX

El cielo es un lugar maravilloso, y todos deben esforzarse para llegar allí. Pero quizás la cita «celestial» más alentadora de todas viene de santa Teresa de Lisieux, la «Pequeña Flor», quien señaló que tan gloriosa como el cielo, Dios encuentra la presencia de sus hijos infinitamente más deseable:

«Nuestro Señor no desciende del cielo todos los días para estar en un copón de oro. Se trata de encontrar otro cielo que es infinitamente más querido para Él, el cielo de nuestras almas, creado a su imagen, los templos vivos de la adorable Trinidad”.

Tomado de Aleteia

Santa Teresa de Lisieux experimentó que el hombre no se salva por sus buenas obras, sino por el amor de Cristo y encontró en Dimas un ejemplo paradigmático.

Ella, que oró con tanta intensidad por algunos grandes pecadores de su época, encontró en la escena del «buen ladrón» un motivo para seguir esperando. Incluso escribió una recreación piadosa en la que Dimas es la excusa para exponer sus ideas. En ella afirma:

«Esos que amas ofenderán al Dios que les ha colmado de beneficios; sin embargo, ten confianza en la misericordia infinita de Dios; ella es lo suficientemente grande para borrar los más grandes crímenes […]. Jesús morirá para dar la vida a Dimas y este entrará el mismo día que el Hijo de Dios en su reino celestial».

Tomado de blogdelpadreeduardo

“¡VIVA, CRISTO REY!”

Es un amanecer desapacible. El sol no se atreve a aparecer entre las nubes. En el patio de la cárcel un hombre con los ojos vendados y los brazos en cruz, después de haber perdonado a sus perseguidores grita un “¡Viva, Cristo Rey!” que se confunde con los disparos del pelotón. No ha sido un grito de combate. Tras unos momentos de silencio se oye un nuevo disparo. El tiro de gracia. Era el 23 de noviembre de 1927. El hombre que ofrendaba su vida a Cristo era el Padre Pro. El sitio, la ciudad de México. Años después, unos nueve o Dios, en España, y en muchos lugares, otros hombres morían ante los pelotones de fusilamiento gritando: “¡Viva, Cristo Rey”! Y perdonaban a los que les mataban. Muchos años después, unos setenta, esos hombres eran convertidos en beatos como ejemplo pacífico para las generaciones futuras.

José María Maruri, SJ

EL MUNDO CON PIO XI

Cuando Achille Ratti fue elegido Papa en febrero de 1922 y tomó el nombre de Pío XI, tenía la experiencia reciente de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución rusa. Pocos meses después, en octubre, Mussolini organizaba la marcha sobre Roma, que llevaría al triunfo del fascismo. Un año más tarde (8 de noviembre de 1923) Hitler intenta un golpe de estado en Múnich. Pío XI, alarmado por las tensiones crecientes en Europa y en todo el mundo, piensa que la única y verdadera solución a los problemas de tipo social, político, económico, es atenerse al mensaje del evangelio. Si Cristo fuese el rey de este mundo, muy distintas serían las cosas. Entonces instituyó esta fiesta, aprovechando que en 1925 se cumplían mil seiscientos años del concilio de Nicea, que proclamó la realeza de Cristo al añadir al credo apostólico las palabras: “y su reino no tendrán fin”.

Tomado de José Luis Sicre

LA SOLEMNIDAD DE CRISTO REY, en cuanto a su institución, es bastante reciente. La estableció el Papa Pío XI en 1925 en respuesta a los regímenes políticos ateos y totalitarios que negaban los derechos de Dios y de la Iglesia. El clima del que nació la solemnidad es, por ejemplo, el de la revolución mexicana, cuando muchos cristianos afrontaron la muerte gritando hasta el último aliento: «Viva Cristo Rey». Pero si la institución de la fiesta es reciente, no así su contenido y su idea central, que es en cambio antiquísima y nace, se puede decir, con el cristianismo. La frase «Cristo reina» tiene su equivalente en la profesión de fe: «Jesús es el Señor», que ocupa un puesto central en la predicación de los apóstoles.

Tomado de Rainiero Cantalamessa

Estadísticas realizadas en diversos países de Europa muestran que sólo un cuarenta por ciento de las personas creen hoy en la vida eterna y que, además, para muchas de ellas esta fe ya no tiene fuerza o significado alguno en su vida diaria.

El ateo «cree» que no hay nada después de la muerte, pero no tiene pruebas científicas para demostrarlo. El creyente «cree» que nos espera una vida eterna, pero tampoco tiene prueba científica alguna. Ante el misterio de la muerte, todos somos seres radicalmente ignorantes e impotentes. La esperanza de los cristianos brota de la confianza total en el Dios de Jesucristo.

En las gradas del Nou Camp vi esta pancarta referente a un jugador del Barca: «Ronaldiño es dios».

Tomado de P. Juan Jáuregui Castelo

Jesús dijo al buen ladrón durante la crucifixión que antes de que acabara el día, estaría con él en el Paraíso, por lo que se convirtió en el primer santo de la historia, San Dimas, canonizado directamente por Jesús. Su festividad se celebra el 25 de marzo.

Para Santa Teresita del Niño Jesús, “la doctora de la misericordia”, el Buen Ladrón fue la imagen de la “misericordia de Dios” y, por ello, tuvo una gran devoción por él. “Ella comprendió muy bien que el hombre se salva no por sus obras buenas sino por el amor de Cristo y ella, que había experimentado este amor tan fuerte en su vida, buscaba en los Evangelios figuras que hubieran descubierto ese amor como ella”

Durante siglos, los Padres de la Iglesia, la liturgia y el pueblo celebraron a San Dimas, pero su devoción disminuyó. Ahora renace como imagen de la misericordia de Dios y de esas “periferias existenciales” de las que habla el Papa Francisco pues es el criminal rescatado por Dios en el último minuto.

– https://www.libertaddigital.com/cultura/libros/2014-04-12/la-historia-de-el-buen-ladron-el-primer-santo-de-la-historia-canonizado-por-jesus-1276515756/

CHISTE

Se trata de un hombre que llega al cielo, cuando este está por entrar al paraíso había dos carteles, uno decía: “Paraíso común” y otro decía: “Paraíso especial”.

El hombre va al especial, al entrar lo detiene un ángel y surge la siguiente conversación:

¡Aaaaalto! Dice el ángel.

¿Por qué? Responde el hombre.

Usted no puede entrar acá.

¿Por qué?

Porque acá solo entran las personas que en su vida, hicieron algo importante.

Pero yo sí hice algo importante, contesta el hombre.

¿Qué hizo usted?

Yo soy arbitro de fútbol, partido 1 a 1 empataban River y Boca por el campeonato mundial, yo cobré penalti para River en el último minuto. Gol de River y éste sale campeón del mundo.

¿Y, cuándo fue eso? Pregunta el ángel.

Y hará 20 minutos, contestó el arbitro.

Tomado de chistes de escolar

ORACIÓN

YO QUIERO SER DE LOS TUYOS, MI REY

Donde quieras tu señorío,

deseo que cuentes con mis manos

Donde necesites tus caminos,

sabes que mis pies se aventurarán en ellos

Donde, tus Palabras, deban de ser escuchadas,

te ofreceré mis labios

 YO QUIERO SER DE LOS TUYOS, MI REY

De los que trabajan sin descanso,

aun a riesgo de perderlo todo

De darlo todo, sin esperar nada a cambio

De gritar en medio de un mundo sordo,

que tu paz –por ser distinta- es posible

De brindar, a una tierra resquebrajada,

el bálsamo de tu presencia

 YO QUIERO SER DE LOS TUYOS, MI REY

De aquellos que amen, sin contraprestación alguna

De aquellos que perdonen, sin llevar cuentas del pasado

De aquellos que ayuden, sin pregonarlo a los cuatro vientos

De aquellos que siembren justicia, sin miedo a ser derrocados

 YO QUIERO SER DE LOS TUYOS, MI REY

Sé, Señor, que estás necesitado de vasallos:

¡Aquí tienes uno!

Sé, Señor, que –sin mí- vencerías igualmente al mundo:

¡Déjame hacerlo contigo!

Sé, Señor, que –contigo- el mundo será un pedazo de cielo:

¡Cuando, Señor!

 YO QUIERO SER DE LOS TUYOS, MI REY

Porque, el mundo, es un paraíso de cuatro

Porque, en el mundo, no hay sitio ni voz para todos

Porque, en el mundo,

son necesarias palabras de aliento y de esperanza

Porque, en el mundo, tu REINO

es más necesario cuanto mayor es nuestro desánimo

 YO QUIERO SER DE LOS TUYOS, MI REY

Y, cuando en tierra de misión, asome el trono de la cruz

que no olvide, Señor, que nunca me fallarás.

Amén.

Tomado de Javier Leoz

ORACIÓN AL BUEN LADRÓN

Santo Buen Ladrón, que eres el único santo penitente que ha sido canonizado por el mismo Jesucristo, tú que en el mismo día de tu muerte recibiste la certeza de tener un sitio en el cielo junto a Jesús, por esa confesión sincera llena de arrepentimiento que desde ese confesionario abierto que es la cruz hiciste en el tribunal del Calvario mientras permanecías junto a Él suspendido en la cruz; tú que antes de que el centurión lo atravesara con su lanza, con tu acto de arrepentimiento y de amor has abierto el Corazón de Jesús a la misericordia y al perdón; tú que para darle una palabra de aliento en su suprema agonía has tenido tu cabeza más cerca de Él que la de su querida madre; tú que supiste orar tan bien, enséñame las palabras con que debo dirigirme a Él para obtener su perdón y la gracia de la perseverancia final; tú que ahora estas tan cerca de Él en el cielo como lo estuviste en sus últimos momentos sobre la tierra, intercede por mí ante Él para que no lo abandone nunca, y así, al terminar los días de mi vida en la tierra, pueda escuchar también yo las palabras que Él mismo te dirigió: “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.”

Tomado de Aciprensa

CANTO

Un Buen Ladrón – Betsaida

Athenas – Glorioso Rey en la Cruz – Música Católica

Athenas – Cristo Reina

Viva Cristo Rey (Lyric Video) – Jésed

“El Señor se sentará como Rey eterno” Solemnidad Nuestro señor Jesucristo, Rey del universo. Ciclo C

Delegación para el Clero de Santiago de Compostela