XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario

CITA

La nube es el polvo de sus pies.

Nahún 1, 3

Inclinó el cielo y bajó con nubarrones debajo de sus pies

2 Samuel 22, 10

Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre…

Daniel 7,13

Seremos llevados con ellos entre nubes…

1 Tesalonicenses 4,16-17

Mirad: viene entre las nubes.

Apocalipsis 1, 7

« ¡Yo estoy en las “nubes”!»

S.Son

Platón, Hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad.

Cicerón, La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.

Orígenes, “si queremos que Dios reine en nosotros, procuremos que de ningún modo el pecado siga dominando nuestro cuerpo mortal, antes bien, mortifiquemos todo lo terreno que hay en nosotros y fructifiquemos por el Espíritu;”. El Reino está cerca. Opúsculo sobre la Oración, 25.

San Cipriano, Incluso puede ser que el Reino de Dios signifique Cristo en persona, al cual llamamos con nuestras voces todos los días y de quien queremos apresurar su advenimiento por nuestra espera. Como es nuestra Resurrección porque resucitamos en él, puede ser también el Reino de Dios porque en él reinaremos (Dom. orat. 13).

San Cirilo de Jerusalén, “No solo proclamamos la primera venida de Cristo, sino también una segunda mucho más hermosa que la primera. La primera, de hecho, fue una demostración de sacrificio, la segunda porta la diadema de la realeza divina; …en la primera fue subordinado a la humillación de la cruz, en la segunda es rodeado y glorificado por una multitud de ángeles” (Catequesis XV, 1 Illuminandorum, De Secundo Christi adventu: PG 33, 869 A).

El que se conserva puro en sus acciones, sus pensamientos y sus palabras, puede decir a Dios: ‘¡Venga tu Reino!’ (catech. myst. 5, 13).

San Ambrosio El que somete su propio cuerpo y domina su alma, sin dejarse llevar por las pasiones es dueño de sí mismo: Se puede llamar rey porque es capaz de gobernar su propia persona; Es libre e independiente y no se deja cautivar por una esclavitud culpable (Psal. 118, 14, 30: PL 15, 1403A).

“Dondequiera que esté Jesucristo, allí estará nuestra vida y nuestro reino».

San Juan Crisóstomo, Admirable cosa es la paciencia, pues al alma, liberada de las tempestades que suscitan los espíritus malignos, la establece en un puerto tranquilo. (Homilía 84 (83) sobre el Evangelio de San Juan.).

S. Agustín, “Victor quia victima”, (Conf. X, 43)

El templo del Rey tiene unidad; el templo del Rey no está arruinado, ni agrietado, ni dividido. El cemento de las piedras vivas es la caridad (Coment. sobre el Salmo 44).

San Cirilo de Alejandría: Posee Cristo soberanía sobre todas las criaturas, no arrancada por fuerza ni quitada a nadie, sino en virtud de su misma esencia y naturaleza(In Luc. 10).

San León Magno,¿Qué hay, en efecto, más regio para un alma que gobernar su cuerpo en la sumisión a Dios? (serm. 4, 1).

San Bernardo: «La verdad ha de ser buscada antes en nosotros que en los prójimos…

Santo Tomás de Aquino, Dios es «ipsa summa et prima veritas, la primera y suma verdad» (S. Theol. I, q. 16, a. 5 c).

Es evidente que existe la verdad. Porque el que niega que existe la verdad, conoce que la verdad existe. Si, pues, no existe la verdad, es verdad que la verdad no existe.

Si uno tuviera un hermano rey y se hallara lejos de él, desearía marchar, encontrarse y vivir con él. Siendo Cristo hermano nuestro, debemos desear estar con El, reunirnos con El [:. . ](Sobre el Credo,3,1. c. , p. 60).

Ignacio de Loyola, Los que de verdad siguen a Jesús aman y desean con toda diligencia vestirse de su vestido, sufrir (por amor, hasta ser uno con él) desprecios, burlas, ser estimados por locos sin dar ocasión de ello…

Santa Teresa de Jesús: “Rey sois, Dios mío, sin fin, que no es reino prestado el que tenéis”. Camino de Perfección, cap. 22.

Siendo yo sierva de este Señor y Rey, ¿qué mal me pueden ellos hacer a mi?, ¿por qué no he yo de tener fortaleza para combatir con todo el infierno? (Vida,25,20)

Que, a mi parecer, si como ahora entiendo que en este palacio pequeñito de mi alma cabe tan gran Rey, no le dejara tantas veces solo, alguna me estuviera con El, y más procurara que no estuviera tan sucia. (Camino deperfección,28,11).

Bueno es el oficio, y honra grande y merced hace el Rey a quien le da; mas no se obliga a poco quien le recibe (Camino de perfección,18,6).

San Francisco de Sales, El amor solamente se paga con amor. (Sermón. X, 360).

Después que lo hayas recibido, invita a tu corazón a rendirle homenaje a este Rey de salud; trata con El de tus asuntos intimos; contémplale en tu interior, donde El ha venido a morar para dicha tuya; finalmente, hazle la mejor acogida posible y compórtate de manera que en todas tus actuaciones se eche de ver que Dios está contigo (Introd. a la vida de vota,2,21)

Alfonso María de Ligorio El rey de la tierra da audiencia pocas veces en el año, mas Vos, en ese Sacramento, a todos nos dais audiencia, de día y de noche, siempre que queremos (Visitas al Stmo. Sacramento,10).

San Josemaría Escriva de Balaguer, Verdad y justicia; paz y gozo en el Espíritu Santo. Ese es el reino de Cristo: la acción divina que salva a los hombres y que culminará cuando la historia acabe, y el Señor, que se sienta en lo más alto del paraíso, venga a juzgar definitivamente a los hombres (Es Cristo que pasa, n. 180).

“Ante los que reducen la religión a un cúmulo de negaciones, o se conforman con un catolicismo de media tinta; ante los que quieren poner al Señor de cara a la pared, o colocarle en un rincón del alma…: hemos de afirmar, con nuestras palabras y con nuestras obras, que aspiramos a hacer de Cristo un auténtico rey de todos los corazones…, también de los suyos” Surco, 608.

Vamos a ser nosotros soldados fieles de ese Rey de paz, vamos a serle siempre leales y, para eso, procuremos primero que Cristo reine en nuestras vidas, en nuestras inteligencias, en nuestros corazones ().

«Si pretendemos que reine Cristo, hemos de ser coherentes: comenzar por entregarle nuestro corazón. Si no lo hiciésemos, hablar del reinado de Cristo seria vocerío sin sustancia cristiana» ()

Santa Teresa de Calcuta El otro día, vino un australiano a hacer una donación muy consistente. Pero al cumplir su gesto manifestó: Esto es algo exterior. Ahora quiero dar algo de mí mismo. Ha empezado a venir regularmente a la Casa del Moribundo para afeitar a los enfermos y ofrecerles conversación. No sólo hace entrega de su dinero sino también de su tiempo. Hubiera podido gastarlo para sí mismo, pero lo que ha querido es darse él mismo… La alegría de darse a los demás, 95.

Concilio Vaticano II: »El Reino está ya presente misteriosamente en esta tierra; y cuando el Señor venga alcanzará su perfección» Const. Gaudium et spes, 39.

“servir es reinar” (Lumen Gentium, 36)

“una vez que, en el Espíritu del Señor y según su mandato, los hayamos propagado por la tierra, los volveremos a encontrar limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo devuelva a su Padre un reino eterno y universal: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz. En la tierra este reino está ya presente de una manera misteriosa, pero se completará con la llegada del Señor” (L. G., 39).

Pero como el Reino de Cristo no es de este mundo (Jn 18,36), la Iglesia, o Pueblo de Dios, introduciendo este Reino no arrebata a ningún pueblo ningún bien temporal, sino al contrario, todas las facultades, riquezas y costumbres que revelan la idiosincrasia de cada pueblo, en lo que tienen de bueno, las favorece y asume; pero al recibirlas las purifica, las fortalece y las eleva. Pues sabe muy bien que debe asociarse a aquel Rey, a quien fueron dadas en heredad todas las naciones (Ps 2,8) y a cuya ciudad llevan dones y obsequios (Ps 71,10 Is 60,4-7 Ap 21,24). (Lumen gentium:13).

Todos los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación (AGD 11).

Catecismo, 217 Dios es también verdadero cuando se revela: La enseñanza que viene de Dios es “una doctrina de verdad” (Ml 2,6). Cuando envíe su Hijo al mundo, será para “dar testimonio de la Verdad” (Jn 18,37): “Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero” (1Jn 5,20 cf. Jn 17,3).

Jesús, el rey esperado por Israel

446 En la traducción griega de los libros del Antiguo Testamento, el nombre inefable con el cual Dios se reveló a Moisés (cf. Ex 3, 14), YHWH, es traducido por “Kyrios” [“Señor”]. Señor se convierte desde entonces en el nombre más habitual para designar la divinidad misma del Dios de Israel. El Nuevo Testamento utiliza en este sentido fuerte el título “Señor” para el Padre, pero lo emplea también, y aquí está la novedad, para Jesús reconociéndolo como Dios (cf. 1 Co 2,8).

449: Desde el comienzo de la historia cristiana, la afirmación del señorío de Jesús sobre el mundo y sobre la historia significa también reconocer que el hombre no debe someter su libertad personal, de modo absoluto, a ningún poder terrenal sino sólo a Dios Padre y al Señor Jesucristo…

671 El Reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, sin embargo, no está todavía acabado “con gran poder y gloria” (Lc 21, 27; cf. Mt 25, 31) con el advenimiento del Rey a la tierra. Este Reino aún es objeto de los ataques de los poderes del mal (cf. 2 Te 2, 7) a pesar de que estos poderes hayan sido vencidos en su raíz por la Pascua de Cristo. Hasta que todo le haya sido sometido (cf. 1 Co 15, 28), y “mientras no haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa. Ella misma vive entre las criaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan la manifestación de los hijos de Dios” (LG 48). Por esta razón los cristianos piden, sobre todo en la Eucaristía (cf. 1 Co 11, 26), que se apresure el retorno de Cristo (cf. 2 P 3, 11-12) cuando suplican: “Ven, Señor Jesús” (cf.1 Co 16, 22; Ap 22, 17-20).

El reinado de Cristo ya se ha inaugurado, y no tendrá fin

664: Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino del Mesías, cumpliéndose la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: «A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás» (Dan 7, 14). A partir de este momento, los Apóstoles se convirtieron en los testigos del «Reino que no tendrá fin».

672 Cristo afirmó antes de su Ascensión que aún no era la hora del establecimiento glorioso del Reino mesiánico esperado por Israel (cf. Hch 1, 6-7) que, según los profetas (cf. Is 11, 1-9), debía traer a todos los hombres el orden definitivo de la justicia, del amor y de la paz. El tiempo presente, según el Señor, es el tiempo del Espíritu y del testimonio (cf Hch 1, 8), pero es también un tiempo marcado todavía por la “tristeza” (1 Co 7, 26) y la prueba del mal (cf. Ef 5, 16) que afecta también a la Iglesia(cf. 1 P 4, 17) e inaugura los combates de los últimos días (1 Jn 2, 18; 4, 3; 1 Tm 4, 1). Es un tiempo de espera y de vigilia (cf. Mt 25, 1-13; Mc 13, 33-37).

Un pueblo sacerdotal, profético y real

783 Jesucristo es aquél a quien el Padre ha ungido con el Espíritu Santo y lo ha constituido “Sacerdote, Profeta y Rey”. Todo el Pueblo de Dios participa de estas tres funciones de Cristo y tiene las responsabilidades de misión y de servicio que se derivan de ellas (cf.RH 18-21).

786 El Pueblo de Dios participa, por último, en la función regia de Cristo”. Cristo ejerce su realeza atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección (cf. Jn 12, 32). Cristo, Rey y Señor del universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo “venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20, 28). Para el cristiano, “servir es reinar” (LG 36), particularmente “en los pobres y en los que sufren” donde descubre “la imagen de su Fundador pobre y sufriente” (LG 8). El pueblo de Dios realiza su “dignidad regia” viviendo conforme a esta vocación de servir con Cristo.

De todos los que han nacido de nuevo en Cristo, el signo de la cruz hace reyes, la unción del Espíritu Santo los consagra como sacerdotes, a fin de que, puesto aparte el servicio particular de nuestro ministerio, todos los cristianos espirituales y que usan de su razón se reconozcan miembros de esta raza de reyes y participantes de la función sacerdotal. ¿Qué hay, en efecto, más regio para un alma que gobernar su cuerpo en la sumisión a Dios? Y ¿qué hay más sacerdotal que consagrar a Dios una conciencia pura y ofrecer en el altar de su corazón las víctimas sin mancha de la piedad? (San León Magno, serm. 4, 1).

Su participación en la misión real de Cristo

908 Por su obediencia hasta la muerte (cf. Flp 2, 8-9), Cristo ha comunicado a sus discípulos el don de la libertad regia, “para que vencieran en sí mismos, con la apropia renuncia y una vida santa, al reino del pecado” (LG 36).

El que somete su propio cuerpo y domina su alma, sin dejarse llevar por las pasiones es dueño de sí mismo: Se puede llamar rey porque es capaz de gobernar su propia persona; Es libre e independiente y no se deja cautivar por una esclavitud culpable (San Ambrosio, Psal. 118, 14, 30: PL 15, 1403A).

Dar testimonio de la verdad’

2471 Ante Pilato, Cristo proclama que había ‘venido al mundo: para dar testimonio de la verdad’ (Jn 18,37). El cristiano no debe ‘avergonzarse de dar testimonio del Señor’ (2Tm 1,8). En las situaciones que exigen dar testimonio de la fe, el cristiano debe profesarla sin ambigüedad, a ejemplo de san Pablo ante sus jueces. Debe guardar una ‘conciencia limpia ante Dios y ante los hombres’ (Ac 24,16).

VENGA A NOSOTROS TU REINO

2816 En el Nuevo Testamento, la palabra “basileia” se puede traducir por realeza (nombre abstracto), reino (nombre concreto) o reinado (de reinar, nombre de acción). El Reino de Dios está ante nosotros. Se aproxima en el Verbo encarnado, se anuncia a través de todo el Evangelio, llega en la muerte y la Resurrección de Cristo. El Reino de Dios adviene en la Ultima Cena y por la Eucaristía está entre nosotros. El Reino de Dios llegará en la gloria cuando Jesucristo lo devuelva a su Padre:

Incluso puede ser que el Reino de Dios signifique Cristo en persona, al cual llamamos con nuestras voces todos los días y de quien queremos apresurar su advenimiento por nuestra espera. Como es nuestra Resurrección porque resucitamos en él, puede ser también el Reino de Dios porque en él reinaremos (San Cipriano, Dom. orat. 13).

2817 Esta petición es el “Marana Tha”, el grito del Espíritu y de la Esposa: “Ven, Señor Jesús”:

Incluso aunque esta oración no nos hubiera mandado pedir el advenimiento del Reino, habríamos tenido que expresar esta petición , dirigiéndonos con premura a la meta de nuestras esperanzas. Las almas de los mártires, bajo el altar, invocan al Señor con grandes gritos: ‘¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia por nuestra sangre a los habitantes de la tierra?’ (Ap 6, 10). En efecto, los mártires deben alcanzar la justicia al fin de los tiempos. Señor, ¡apresura, pues, la venida de tu Reino! (Tertuliano, or. 5).

2818 En la oración del Señor, se trata principalmente de la venida final del Reino de Dios por medio del retorno de Cristo (cf Tt 2, 13). Pero este deseo no distrae a la Iglesia de su misión en este mundo, más bien la compromete. Porque desde Pentecostés, la venida del Reino es obra del Espíritu del Señor “a fin de santificar todas las cosas llevando a plenitud su obra en el mundo” (MR, plegaria eucarística IV).

2819 “El Reino de Dios es justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rm 14, 17). Los últimos tiempos en los que estamos son los de la efusión del Espíritu Santo. Desde entonces está entablado un combate decisivo entre “la carne” y el Espíritu (cf Ga 5, 16-25):

Solo un corazón puro puede decir con seguridad: ‘¡Venga a nosotros tu Reino!’. Es necesario haber estado en la escuela de Pablo para decir: ‘Que el pecado no reine ya en nuestro cuerpo mortal’ (Rm 6, 12). El que se conserva puro en sus acciones, sus pensamientos y sus palabras, puede decir a Dios: ‘¡Venga tu Reino!’ (San Cirilo de Jerusalén, catech. myst. 5, 13).

2820 Discerniendo según el Espíritu, los cristianos deben distinguir entre el crecimiento del Reino de Dios y el progreso de la cultura y la promoción de la sociedad en las que están implicados. Esta distinción no es una separación. La vocación del hombre a la vida eterna no suprime sino que refuerza su deber de poner en práctica las energías y los medios recibidos del Creador para servir en este mundo a la justicia y a la paz (cf GS 22; 32; 39; 45; EN 31).

León XIII: El imperio de Cristo se extiende no sólo sobre los pueblos católicos y sobre aquellos que habiendo recibido el bautismo pertenecen de derecho a la Iglesia, aunque el error los tenga extraviados o el cisma los separe de la caridad, sino que comprende también a cuantos no participan de la fe cristiana, de suerte que bajo la potestad de Jesús se halla todo el género humano(Enc. Annum sacrum, 25 mayo 1899).

Papa Pío XI “(…) Reina, Señor, no solo en aquellos que nunca se han separado de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te han abandonado: haz que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no mueran de miseria y de hambre. Reina sobre aquellos que están extraviados por el error o separados por la discordia y haz que vuelvan al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que pronto no haya más que un solo rebaño y un solo pastor (…)” (De la consagración del género humano a Jesucristo Rey. Pio XI)

¡Oh, qué felicidad podríamos gozar si los individuos, las familias y las sociedades se dejaran gobernar por Cristo! Entonces verdaderamente —diremos con las mismas palabras de nuestro predecesor León XIII dirigió hace veinticinco años a todos los obispos del orbe católico—, entonces se podrán curar tantas heridas, todo derecho recobrará su vigor antiguo, volverán los bienes de la paz, caerán de las manos las espadas y las armas, cuando todos acepten de buena voluntad el imperio de Cristo, cuando le obedezcan, cuando toda lengua proclame que Nuestro Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre. Carta Encíclica Quas Primas, sobre la fiesta de Cristo Rey, 11 de diciembre de 1925

San Juan Pablo II Para entrar en él (Reino), es necesario convertirse, creer en el Evangelio y liberarse de las potencias del espíritu de las tinieblas, sometiéndose al poder del Espíritu de Dios que Cristo trae a los hombres. (04-09-1991)

El reino de Cristo se manifiesta, como enseña el Concilio, en la “realeza” del hombre. (25-XI-1979)

Benedicto XVI «Dar testimonio de la verdad» significa dar valor a Dios y su voluntad frente a los intereses del mundo y sus poderes. Dios es la medida del ser. En este sentido, la verdad es el verdadero «Rey» que da a todas las cosas su luz y su grandeza. Jesús de Nazaret, Tomo II, Capítulo VII, Parte III

«Venga tu reino». Es el reino del Padre, reino que ha entrado en el mundo con Cristo; es el reino mesiánico que, por obra del Espíritu Santo, se desarrolla en el hombre y en el mundo para volver al seno del Padre, en la gloria de los Cielos. Audiencia general, Miércoles 4 de septiembre de 1991.

Pero, ¿en qué consiste el “poder” de Jesucristo Rey? No es el poder de los reyes y de los grandes de este mundo; es el poder divino de dar la vida eterna, de librar del mal, de vencer el dominio de la muerte. Es el poder del Amor. Ángelus 2009 El poder de Cristo Rey es el amor

Quien pertenece a la verdad, jamás será esclavo de algún poder, sino que siempre sabrá servir libremente a los hermanos (Ángelus, 1 de julio 2007). 

Imponer una verdad, aunque sea la verdad del Evangelio, imponer un camino, aunque sea el de la salvación, no puede ser sino una violación de la libertad religiosa (Discurso, 4 de octubre 2010). 

Reino de Dios quiere decir, en realidad, “Dios reina”. Él mismo está presente y es decisivo para los hombres en el mundo (Discurso, 22 de diciembre 2006)

Su reino no es un más allá imaginario, situado en un futuro que nunca llega; su reino está presente allí donde él es amado y donde su amor nos alcanza (Encíclica-31, 30 de noviembre 2007).

No podemos construir el Reino de Dios con nuestras fuerzas. El reino de Dios es un don y precisamente por eso, es grande y hermoso, y constituye la respuesta a la esperanza (Encíclica-31, 30 de noviembre 2007).

Papa Francisco, Jesús se ha hecho el Señor de la historia con la sola omnipotencia del amor (20 nov 2016).

Pagola, El seguidor de Jesús no es «guardián» de la verdad, sino «testigo».

Una iglesia, preocupada por «no ser del mundo» deberá estar atenta a tomar distancia de los poderes influyentes y a no caer en la falsa ilusión de fortalecer el reino de Cristo defendiendo posiciones con diplomacia, poder, dinero o armas. Al mismo tiempo, si quiere «estar en el mundo» como Jesús, deberá escuchar las acertadas palabras de Juan Pablo II a los obispos españoles: «Donde esté el hombre padeciendo dolor, injusticia, pobreza o violencia, allí debe estar la voz de la Iglesia con su vigilante caridad y con la acción de los cristianos». Buenas Noticias Navarra 1985.Pág. 247 s.

Miguel de Unamuno “Verdad no es lo que hace pensar, sino lo que hace vivir”.

J. M. Cabodevilla nos advierte: “Cuando la Iglesia ha querido hacerse pasar por el Reino, no lo ha logrado. Tiene mucho oro y mucho hierro”.

REFRÁN

Refrán español “A los galgos del rey no se les escapa liebre alguna”

Cada uno en su casa es rey

Cual el rey, tal la grey

Ruego de rey mandato es

Proverbio chino: Siempre queda algo de fragancia en la mano que da rosas.

CONTO

ELIGIÓ AL REY

Érase una vez, un rey, que quería compartir sus bienes con todos sus súbditos, emitió un edicto invitándolos a visitar su castillo el 21 de noviembre de 2021.

“Todas mis riquezas: joyas, alfombras, muebles, relojes, coches … Todo lo que poseo se exhibirá en el gran patio del castillo. Puedes llevar todo lo que necesites.

Finalmente llegó el 21 de noviembre. Las puertas se abrieron a las 10 de la mañana y la gente, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, comenzaron a llenar el patio.

El Rey, sentado en su magnífico trono colocado en el medio, podía observar el comportamiento de la gente. Era un mercado de pulgas grande, rico y gratuito. Hombres y mujeres codiciosos se llenaban los bolsillos y las cestas.

Una anciana, viuda, pobre y asustada se acercó al trono del rey y le preguntó: ¿Es cierto, Majestad, que puedo llevarme todo lo que veo aquí?

Sí, puedes elegir lo que necesites o quieras, respondió el rey.

Mirándolo con ojos brillantes, la anciana dijo: “Yo elijo al Rey”.

Por haber elegido al Rey, todo lo que poseo es también tuyo.

Tomado de P. Félix Jiménez

LA VERDAD

Érase una vez un hombre que buscaba la verdad.

Un buen día llegó a un lugar en donde ardía una innumerable cantidad de velas de aceite.

Éstas se encontraban cuidadas por un anciano que, ante la curiosidad de este individuo, respondió que ese era el lugar de la verdad absoluta.

Aquél le preguntó qué significaban sus palabras, a lo cual respondió que cada vela reflejaba la vida de cada individuo sobre la tierra: a medida que se consume el aceite, menos tiempo de vida le queda.

El hombre le preguntó si le podía indicar cuál era la de él.

Al descubrir que la llama estaba flaqueando, a punto de extinguirse, aprovechó un instante de distracción del anciano y tomó la vela de al lado para verter un poco de aceite de ésta en la suya.

Cuando estuvo a punto de alzar la vela, su mano fue detenida por la del anciano diciendo:

– “Creí que buscabas la verdad”

Tomado de Los cuentos que yo cuento

YO SIGO A MI REY

La lealtad es una de las cualidades más nobles del alma humana. Es algo de lo que no puede prescindir quien se considera un digno caballero. San Ignacio afirmaba que «los que más se quieran afectar y señalar en todo servicio de su rey… harán oblaciones de mayor estima y mayor momento… Y si alguno no aceptase la petición de tal rey, cuánto sería digno de ser vituperado por todo el mundo y tenido por perverso caballero».

La caravana del sultán transportaba por el desierto una gran carga de oro y piedras preciosas. Un camello se cayó y se desparramaron joyas y brillantes. El sultán no podía con todo e invitó a sus criados a que se quedaran con lo que pudieran. Mientras, el príncipe siguió su camino y oyó que alguien caminaba a sus espaldas. Se volvió y dijo: «Y tú, ¿no te quedas a recoger nada?». El joven respondió: «Yo sigo a mi rey. Lo demás, en comparación, no vale nada para mí».

(Padre Justo López Melús)

Tomado de Motivaciones

LOS ÁRBOLES QUE QUERÍAN REY.

Decididos un día los árboles a elegir un rey que los gobernara, dijeron al olivo:

-Reina en nosotros. Y el olivo contestó:

-¿Renunciar yo al líquido aceite que tanto aprecian en mí los dioses y los hombres, para ir a reinar entre los árboles?

Y los árboles buscaron a la higuera pidiéndole:

-Ven a reinar entre nosotros.

Y la higuera respondió igualmente:

-¿Renunciar yo a la dulzura de mis frutos para ir a reinar entre vosotros?

Entonces los árboles dijeron al espino:

-Ven a reinar en nosotros.

Y el espino respondió a los árboles:

-Si en verdad queréis ungirme para reinar entre vosotros, venid a poneros bajo mi amparo, o si no que surja el fuego de la espina y devore los cedros del Líbano!

(Esopo)

Tomado de Mi cuento de cada día

“SOMOS LAS ESPOSAS DE JESUCRISTO”.

Cuentan que un famoso científico alemán, al verse obligado a ampliar su gabinete de investigaciones, fue a alquilar una casa que colindaba con un convento de carmelitas. Cuando vio el edificio, pensó ¡Qué maravilla, aquí tendré efectivamente silencio! Y con el paso de los días comprobó que, efectivamente, el silencio rodeaba a su casa…………… salvo en las horas de recreo de la religiosas. Entonces en el patio vecino estallaban surtidores de risas, limpias carcajadas, un brotar inextinguible de alegría. Y era un gozo que se colaba por puertas y ventanas, era un júbilo que perseguía al investigador por mucho que cerrase sus ventanas.

¿Por qué se reían aquellas monjas? ¿De qué se reían? – se preguntaba aquel científico sin fe – ¿ De qué se reían si eran pobres,? ¿Por qué eran felices si nada tenían de lo que alegra a todos.

Aquel científico alemán no tenía fe y no podía entender que era lo que les daba tanta alegría.

Y en su alma nació una envidia que no se decidía a confesarse a sí mismo. Tenía que haber algo que él no entendía, un misterio que le desbordaba. Aquellas mujeres, pensaba, no conocían el amor, ni el lujo, ni el placer, ni la diversión. ¿Qué tenían, si no podía ser otra cosa que una acumulación de soledades?

Un día se decidió a hablar con la priora y ésta le dio una sola razón. “Es que somos las esposas de Cristo. “Pero – le contestó el científico – Cristo murió casi hace dos mil años” Y la superiora se puso a sonreír “Se equivoca – le dijo – Lo que pasó hace casi dos mil años fue que Cristo venció la muerte y resucitó; Cristo está vivo” ” Y ¿por eso son felices? – “Sí, porque aunque no lo vemos Cristo está presente aquí, nos ama y nosotros lo amamos como sus esposas,. esperando que un día venga a llevarnos con él para siempre en la felicidad del cielo; es esto lo que nos llena de alegría.”..

¿Cómo puede un cristiano del siglo veinte ser testigo de la resurrección de Jesucristo es decir, ser testimonio de que Jesús está vivo? Para ser testigo que Jesucristo resucitó y está vivo no hay otro camino que mostrar, hacer ver que él vive en nosotros y nos da la capacidad de amar como él no amó.

La capacidad de amar superando todo egoísmo e intereses personales, es signo que el amor no brota de nosotros sino de arriba, viene de Dios que es Amor. La otra prueba o signo es aquella alegría profunda, no superficial, que nos da una seguridad capaz de superar cualquier miedo y angustia. Dios nos ama en Cristo y por eso no tenemos miedo de nada. Cristo ha vencido la muerte y también nosotros vamos a resucitar. El que se siente alegre en medio de tantas dificultades, renuncias y sacrificios demuestra que en él vive Jesucristo, el resucitado.

Sólo Jesús puede ser la fuente de la verdadera alegría.

Tomado de P. Chinaglia

JESÚS: CAMINO, VERDAD Y VIDA. (CAVEVI)

Es una leyenda. El hijo de Dios, antes de descender a la tierra, dijo a sus ángeles: tengo deseo de ir a ver a los hombres, haciéndome uno de ellos. Quiero llevarles regalos que les sean útiles a su felicidad. “Angeles, desciendan a la tierra y fíjense bien qué necesidades tienen los hombres.”

Partieron los ángeles. Recorrieron todo el universo, y luego volvieron al cielo para referir lo visto Dijeron al Hijo de Dios:” entre tantas necesidades de los hombres, he aquí las principales:

– Tienen necesidad de pan

Respondió el Hijo de Dios: “seré el Pan para ellos”.

– Los hombres tienen necesidad de perdón, porque son pecadores.

” Seré el perdón para ellos.”

– Los hombres tienen necesidad de verdad, para descubrir el misterio de la vida.”

” Yo seré la verdad”.

– Los hombres tienen necesidad de amor…

” Yo seré el amor.”

Concluyeron los ángeles:

– Los hombres tienen necesidad de vida. Y el Hijo de Dios respondió: Yo seré la vida de los hombres para siempre.

Esto es lo que Jesús quiso ser para nosotros: Camino, verdad y vida” (CAVEVI). En estas tres palabras está contenido lo que constituye la felicidad del hombre.

Tomado de P. Chinaglia

ANÉCDOTA

“POSVERDAD”

Cuando sucede algún accidente, o se comete un delito, o surge la noticia de un escándalo, un fraude, un caso de corrupción, se abre una investigación para averiguar la verdad de lo ocurrido. El ser humano necesita encontrar la verdad de los hechos, de la realidad, de sí mismo. Pero desde hace un tiempo se ha acuñado el término ‘posverdad’, que significa: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública en actitudes sociales”. El ejercicio de la posverdad genera tal nivel de confusión, nos encontramos con tantas ideas y opiniones, que acabamos pensando que es imposible encontrar la verdad.

Tomado de ACG

DESCUBRIMIENTO DE UN PAPIRO

En un oasis a 180 kilómetros de El Cairo, se descubrió hace algunos años un fajo de papiros bíblicos. Entre ellos llama la atención el que contiene aquel pasaje de san Juan, donde Poncio Pilato le pregunta a Jesús: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. Se trata de una copia, realizada quizás a comienzos del siglo II.

Gustavo Vélez, mxy.

Tomado de Alforjas de Pastoral

EL LIBRO DE DANIEL

Aparece en la primera mitad del siglo II antes de Cristo, en una época en la que el rey seléucida, Antíoco IV Epífanes, intentaba imponer, por la fuerza, la cultura griega al Pueblo de Dios.

Las imposiciones de Antíoco IV Epífanes fueron, con todo, mal acogidas y depararán una tenaz resistencia, sobre todo por parte de los sectores más tradicionales del judaísmo. Unos judíos optaron abiertamente por la insurrección armada (como fue el caso de Judas Macabeo y de sus heroicos seguidores); por otro lado, otros optaron por hacer frente a la prepotencia de los reyes helénicos con su palabra y sus escritos.

El Libro de Daniel surge en este contexto. Su autor es un judío fiel a la cultura y a los valores religiosos de sus antepasados, interesado en defender su religión, empeñado en mostrar a sus conciudadanos que la fidelidad a los valores tradicionales será recompensada por Yahvé con la victoria sobre los enemigos.

Contando la historia de un tal Daniel, un judío exiliado en Babilonia, que sabe mantener su fe en un ambiente adverso de persecución, el autor del Libro de Daniel pide a sus conciudadanos que no se dejen vencer por la persecución y que se mantengan fieles a la religión y a los valores de sus padres.

Tomado de Dehonianos

PONCIO PILATO

Las regiones de Samaría y Judea fueron gobernadas por procuradores romanos ya en tiempos de Jesús. La zona norte (Galilea) fue regentada por Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande.

Poncio Pilato gobernó desde el año 26 al 36. Dictó la sentencia de muerte de Jesús. Aunque el evangelio deja bien a este personaje, fue un gobernador cruel con los judíos, según documentos extrabíblicos. Vivía en la ciudad de Cesarea Marítima. Acudía a la capital de Jerusalén con motivo de la fi esta de Pascua para sofocar posibles rebeliones. Nada más ocupar su cargo hizo ostentación de águilas imperiales y estatuas del emperador, lo que provocó la ira de los judíos. Ahogó en sangre varias revueltas. Construyó un acueducto tomando dinero del tesoro del Templo; acción muy protestada por los judíos. Hizo ejecutar a los participantes en una revuelta, vertiendo su sangre sobre las losas del Templo… Las Actas de Pilato, -un relato de los evangelios apócrifos-, menciona el nombre de su esposa:

Claudia Prócula. Se dice de ella que era cristiana e intercedió por Jesús ante su esposo.

Varias veces fue requerido por el emperador romano para dar cuenta de sus crueldades. Finalmente el emperador le destituyó de su cargo. Parece ser que fue desterrado a Vienne, ciudad romana de las Galias cercana al río Ródano (actual Francia). Murió lleno de remordimientos en esta urbe hacia el año 38 d.C.

Tomado de Tiempo Interior

LEYENDA DE PILATOS

Como lo cuenta el historiador Flavio Josefo (Antigüedades 18, 31; 4, 2), desde el año treinta y seis. Tiberio lo llamó a Roma para que rindiera cuenta. Pero a su llegada, Tiberio acababa de morir. El historiador Eusebio (Historia Eclesiástica, 2, 7) cuenta que puso fin a sus días bajo el reinado de Calígula. No poseemos más que estos escasos datos históricos sobre la suerte de Pilatos.

Pero la leyenda sabe más y lo que cuenta es conmovedor e instructivo. Cuando se atraviesa el lago de Cuatro-Cantones, se divisa una montaña de forma muy característica. Cuando se pregunta el nombre de esta montaña, se recibe esta curiosa contestación: “Pilatos”. ¿Pilatos? ¿Cómo recibió ese nombre? Cuentan que Pilatos, después de la muerte de Nuestro Señor, fue atormentado por horribles visiones. Fue inútil, que se refugiara en su palacio de mármol, fue inútil que escondiera la cara entre las manos, siempre tenía ante sí el rostro ensangrentado de Cristo, que parecía decirle: “¿Por qué me condenaste a muerte, a pesar de mi inocencia?” Pilatos no pudo más; se fugó al extranjero, pero el rostro ensangrentado de Cristo lo perseguía por todas partes. Medio loco, erraba a la ventura y llegó un día a las orillas del lago Cuatro-Cantones, se arrojó al agua y se ahogó, pero el agua lo arrojó sobre la playa y espíritus invisibles rodaron sobre él una gran piedra, como una enseñanza eterna: es hoy día el monte .Pilatos.

Tomado de Tihamer Toth, Cristo Redentor, Sermón 23, Biblioteca de doctrina Católica, 233-242

LA PENA CAPITAL.

El poder de Roma, bajo el que vivían sometidos, les imponía ciertas limitaciones, entre las cuales estaba la de no tener el «ius gladii», o poder para aplicar la pena de muerte. Por eso acuden a Pilato para que crucifique a Jesús. A fin de conseguir su propósito recurrieron a todos los medios a su alcance, incluida la mentira y la calumnia.

Antonio García Moreno

Tomado de Alforjas de Pastoral

SAN IGNACIO DE LOYOLA,

En sus Ejercicios Espirituales, en el «episodio» del «Rey Temporal y el Rey Eternal» lo define muy bien. Viene a decir que si nosotros somos capaces de apoyo total a un rey de este mundo que quiere instituir lo que todos queremos y guardamos una relación de identidad con sus postulados, sus vestidos, sus trabajos, sus sufrimientos, etc.; mucho más tendríamos que apoyar a un Rey Eterno que busca nuestra salvación y nuestra felicidad, que constituyen –sin duda– uno de los mayores anhelos.

Ángel Gómez Escorial

Tomado de Alforjas de Pastoral

MOTIVO Y SENTIDO DE LA FIESTA

No se trata de una fiesta muy antigua, la instituyó Pío XI en 1925. Por eso, cuando se buscan imágenes de Cristo Rey en Internet, aparece una serie de estampitas horribles, de pésimo gusto, en las que siempre lleva una corona en la cabeza. En cambio, el arte románico y el gótico, cuando representan a Jesús en majestad lo hacen como Maestro, con la mano derecha levantada en señal de enseñar, no como Rey.

¿Por qué quiso Pío XI subrayar este aspecto? Para comprenderlo hay que recordar la fecha de la institución de la fiesta: 1925. La Primera Guerra Mundial ha terminado hace siete años. Alemania, Francia, Italia, Rusia, Inglaterra, Austria, incluso los Estados Unidos, han tenido millones de muertos. La crisis económica y social posterior fue tan dura que provocó la caída del zar y la instauración del régimen comunista en Rusia en 1917; la aparición del fascismo en Italia, con la marcha sobre Roma de Mussolini en 1922, y la del nazismo, con el Putsch de Hitler en 1923. Mientras en los Estados Unidos se vive una época de euforia económica, que llevará a la catástrofe de 1929, en Europa la situación de paro, hambre y tensiones sociales es terrible.

Ante esta situación, Pío XI no hace un simple análisis socio-político-económico. Se remonta a un nivel más alto, y piensa que la causa de todos los males, de la guerra y de todo lo que siguió, fue el “haber alejado a Cristo y su ley de la propia vida, de la familia y de la sociedad”; y que “no podría haber esperanza de paz duradera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones negasen y rechazasen el imperio de Cristo Salvador”. Por eso, piensa que lo mejor que él puede hacer como Pontífice para renovar y reforzar la paz es “restaurar el Reino de Nuestro Señor”. Las palabras entre comillas las he tomado del comienzo de la encíclica Quas primas, con la que instituye la fiesta.

La posible objeción es evidente: ¿se pueden resolver tantos problemas con la simple instauración de una fiesta en honor de Cristo Rey?, ¿conseguirá una fiesta cambiar los corazones de la gente? Los noventa años que han pasado desde entonces demuestran que no.

Por eso, en 1970 se cambió el sentido de la fiesta. Pío XI la había colocado en el mes de octubre, el domingo anterior a Todos los Santos. En 1970 fue trasladada al último domingo del año litúrgico, como culminación de lo que se ha venido recordando a propósito de la persona y el mensaje de Jesús.

Ahora, la celebración no pretende primariamente restaurar ni reforzar la paz entre las naciones sino felicitar a Cristo por su triunfo. Como si después de su vida de esfuerzo y dedicación a los demás hasta la muerte le concedieran el mayor premio.

Tomado de J.L.Sicre

NUBE

La nube, como la *noche o la *sombra, puede significar una doble experiencia religiosa: la proximidad benéfica de Dios o el castigo de aquel que oculta su rostro. Más aún: es un símbolo privilegiado para significar el misterio de la presencia divina: manifiesta a Dios al mismo tiempo que lo vela. E! simbolismo natural de las nubes, tan apto para favorecer la contemplación de la Sabiduría omnipotente (Job 36,22-37,24) debió favorecer la expresión de esta experiencia. En efecto, las nubes del cielo ofrecen dos aspectos principales. Ligeras y rápidas (Is 60,8), son mensajeros —a veces ilusorios (Job 7,9; Os 6,4; 13,3: Jds 12) —, pero con más frecuencia prometedores de lluvia benéfica (1Re 18,44s; Is 5,6; Sal 78, 23). Partiendo de aquí se comprende que puedan convertirse en «el carro de Yahveh» (Sal 104,3). Por otra parte, sombrías, espesas, pesadas como la bruma, forman un velo opaco alrededor del cielo (Job 22,13s) y de la mansión divina (Sal 18,12;, cubren la tierra con una sombra terrorífica (Ez 34,12; 38.9.16), huracán amenazador (Nah 1,3; Jer 4,13).

4. Cristo y la nube. El Hijo del hombre, antes de venir sobre las nubes del cielo es concebido de la Virgen María, recubierta por la *sombra del Espíritu Santo y por el poder del Altísimo (Lc 1,35). Como en el AT, la nube manifiesta la *presencia de Dios y la gloria de su Hijo *transfigurado (Mt 17,1-8 p). Lo sustrae luego a las miradas de los discípulos, probando que mora en el cielo, más allá de las cosas visibles (Act 1,9), pero presente a sus testigos (7, 5s). Todavía como en el AT, la nube será su carro celestial cuando el *Hijo del hombre venga el último *día, «con» o «sobre» las nubes (Mt 24. 30 p; 26,24 p). Entre tanto, el vidente del Apocalipsis contempla a un Hijo de hombre «sentado sobre una nube blanca» (Ap 14,14) y viniendo escoltado por las nubes (1,7): tal es el aparato del Señor de la historia.

5. Los cristianos en la nube. Mientras que los hebreos habían sido «bautizados en Moisés, en la nube y en el *mar» (lCor 10,1s), el cristiano es bautizado en Cristo, en el Espíritu Santo y en el agua. La *figura cede el puesto a la realidad, como lo anunciaba la profecía (ls 63, 13). La verdadera nube es el *Espíritu que revela (Jn 14,26), que dirige (16,13). El «velo» que cubría el rostro de Moisés ha caído para los que se han vuelto hacia el Señor, que es el Espíritu (2Cor 3,12-18). Sin embargo, la imagen de las nubes escatológicas sigue conservando su valor para significar que el último día también los creyentes serán arrebatados de la tierra para salir al encuentro del Señor que viene (ITes 4,17; cf. Ap 11,12)

Tomado de León Dufour

LA SHEKINÁ

La Presencia, la Inhabitación (del verbo Shakán, habitar, morar) no es una palabra que aparezca en la Biblia Hebrea. Es una palabra de la tradición espiritual rabínica, una palabra mística que nos habla de la Presencia especialísima de Dios en medio de su Pueblo. Dios ha prometido su presencia al pueblo del desierto: “Hazme un santuario y moraré en medio de ellos” (Ex 25,8); “Moraré en medio de los hijos de Israel, y seré su Dios” (Ex 29,45). En todas las marchas, Dios, por la Nube y el Fuego, marcaba la ruta y el lugar del campamento (Ex 40,34-38); la Gloria del Señor les acompañaba.

“Los Sabios han dicho que Dios está más dispuesto a escuchar los rezos de una congregación que los de un individuo aislado, más aún, los Sabios sostienen que cuando diez o más judíos están rezando conjuntamente – Minián -, la “Presencia Divina” – Shekiná – está con ellos” (Plegaria y liturgia en el judaísmo, Internet). Ese “quórum” de diez varones adultos (superior a 13 años), el minián, acaso sea una tradición que Jesús ha conocido. En tal hipótesis la frase de Jesús “Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20) remodela el sentido de comunidad. Pero lo importante es que la comunidad está constituida por el “nombre de Jesús”, y de allí toma su eficacia.

Tomado de P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

¿A CUAL REINO?

Cuéntase que el rey de Prusia, al visitar una escuela rural, cuando los niños habían dicho que toda cosa pertenece a uno de los tres reinos: mineral, vegetal o animal, les preguntó:

—Y yo, ¿a cuál reino pertenezco?

Los niños no hallaban cómo contestar a esta pregunta; pero una graciosa niña resolvió la dificultad contestando:

—Vos pertenecéis al reino de Dios.

El rey quedó muy contento con la viveza de la niña y profundamente emocionado por la verdad que ella había expresado.

Tomado de 500 ilustraciones

EL CRISTIANO ES UN HIJO DEL REY

Se dice que en cierta ocasión el Emperador Napoleón I se encontraba delante de un grupo de soldados, cuando de repente su caballo se desbocó; entonces un soldado raso se lanzó hacia el caballo, y, cogiendo el freno del caballo, pudo pronto detenerlo. Se dice que Napoleón saludó al soldado raso y le dijo:

“Gracias, mi capitán”. El soldado se sorprendió al oír a Napoleón decirle “capitán”, pues él era un simple soldado raso, pero inmediatamente pensó que se encontraba delante de Napoleón, y que si él quería, podía hacerlo capitán.

Así que, saludó a su Emperador y le preguntó: “¿De qué regimiento, mi Emperador?” El emperador le contestó: “De mi guardia personal.” Aquel soldado raso se presentó como capitán ante el jefe de la guardia personal de Napoleón; el oficial, viéndolo con uniforme de soldado raso, le preguntó:

“¿Capitán, por órdenes de quién?” — “Por órdenes de mi Emperador, Napoleón I.”

En ese momento dejó de ser soldado raso y llegó a ser capitán. Si este soldado raso no hubiese tenido fe, hubiera dicho: “Mi Emperador me dice capitán, pero yo no soy más que un soldado raso. Por el susto que le dio el caballo, se equivocó y me dijo capitán”, y se hubiera ido a tomar su lugar y habría permanecido soldado raso toda su vida.

Todos nosotros por naturaleza somos “hijos de ira” hijos de desobediencia; pero Dios en su infinito amor e infinita misericordia quiere hacernos sus hijos.

En el evangelio de nuestro Señor Jesucristo según Juan 1:12, encontramos estas preciosas palabras: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”

Hoy, este día, por la fe puedes ser hecho hijo de Dios, pidiendo a Dios perdónde tus pecados, aceptando a Cristo Jesús como tu Salvador personal, y dejando que el Espíritu Santo haga su obra regeneradora en tu ser.

Tomado de 500 ilustraciones

¿PARTICIPAR O GANAR? UNA FRASE FAMOSA

En la luminosa mañana del 6 de abril de 1896, el resplandeciente estadio olímpico de Atenas aparece abarrotado por alrededor de 60.000 enfervorizados espectadores. En la tribuna de honor, el rey Jorge I de Grecia, su esposa la reina Olga y los príncipes Constantino y Jorge. También está el barón de Coubertin acompañado del padre Didón y demás miembros del Comité Olímpico Internacional. En medio de un silencio casi religioso, el rey Jorge dice emocionado: Yo proclamo la apertura de los primeros Juegos Olímpicos internacionales de la Era Moderna en esta ciudad de Atenas. El sueño de un aristócrata francés se había hecho realidad.

A mediados del siglo XIX surgió la idea de restaurar los antiguos Juegos Olímpicos. Hubo varios intentos fallidos hasta que, por fin, lo consiguió Pierre de Fredy, barón de Coubertin.

Este hombre, pedagogo y aristócrata, dedicó toda su fortuna a la restauración de los Juegos. Su principal idea, pedagógica, era poder reunir a toda la juventud del mundo. Impresionado desde su niñez por la guerra franco prusiana de 1870, se propuso cambiar la mentalidad de la juventud de se época e intentó dirigirla hacia la práctica deportiva, ideal que le ocupó toda su vida. Para ampliar su formación de pedagogo, viajó por Inglaterra, Estados Unidos, países escandinavos, Europa Central y… Grecia. Y fue precisamente en Grecia, cuando visitaba las ruinas de Olimpia, cuando surgió la feliz idea: restaurar los Juegos.

En 1892, en el anfiteatro de La Sorbona, en París, explica su proyecto y lanza al mundo su idea de los nuevos Juegos. El proyecto es acogido con tal escepticismo que en sus Memorias dejó escrito: Me aplaudieron, me aprobaron, me desearon mucha suerte, pero nadie me había comprendido. Era la incomprensión más absoluta. Pero el pedagogo francés no se desanima y visita a reyes, príncipes…, a todas las personalidades de la época. Poco a poco, su idea va abriéndose camino, siendo aceptada en algunos círculos, aunque con reservas.

Organiza el primer Congreso Internacional del Deporte, que se celebra el 16 de junio de 1894 en la capital de Francia, y poco después crea el Comité Olímpico Internacional, del que es primer presidente el griego Demetrius Bikelas. En su primera reunión el Comité acuerda, como justo homenaje histórico, que sea Atenas la ciudad sede de los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna.

Al ambicioso proyecto se le enfrentan numerosos problemas, no siendo el menor de ellos el económico, ya que el gobierno griego no está dispuesto a endeudarse para correr una aventura deportiva de muy dudoso éxito. La idea siguió adelante gracias a la aportación económica de Georges Averoff, un multimillonario griego que prácticamente financió los Juegos pues con su dinero se pudo construir un magnífico estadio todo él de mármol blanco, el mismo que fuera levantado siglos antes por Licurgo de Atenas.

Antes de la inauguración de las Primeras Olimpíadas Modernas, el Comité Olímpico Internacional va sentando las bases de lo que serán los Juegos Olímpicos. Se acuerda su celebración cada cuatro años y que los participantes sean aficionados, es decir, que actuasen sin ánimo de lucro. Se adopta el lema citius, altius, fortius (más rápido, más alto, más fuerte), ideado por el padre Didón.

El 6 de abril de 1896 fue el gran día para el barón de Coubertin. El tenaz aristócrata se había salido con la suya. Y fue él personalmente quien ideó algunos de los símbolos que se emplean actualmente en las ceremonias: la ignición de la antorcha olímpica, la suelta de palomas en mensaje de paz a todas las naciones, el izar las banderas nacionales de los triunfadores, la bandera olímpica, el podio de los vencedores… A él se le atribuye erróneamente la famosa frase Lo importante no es vencer, sino participar, que encarna magistralmente el espíritu olímpico. Sin embargo, la paternidad de la frase es del arzobispo de Pennsylvania, que la pronunció en el servicio religioso que precedió a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres, celebrados en 1908. Estas fueron sus palabras: Lo importante no es vencer, sino participar. Como en la vida, lo esencial no es el triunfo, sino la forma en que se lucha. Lo esencial no es haber vencido, sino haber vencido bien. Lo que sucede es que Pierre de Coubertin la pronunció en numerosas ocasiones, y de ahí que se le atribuya su paternidad.

Tomado de Anécdotas de la historia

REY Y SÚBDITO

Federico el Grande, rey de Prusia, caminaba un día por las afueras de Berlín, cuando tropezó con un hombre muy anciano.

–– “¿Quién eres?” –preguntó Federico, por simple curiosidad, cuando los dos se detuvieron.

–– “Soy un rey” –contestó el anciano.

–– “¿Un rey? ¿Sobre qué principado reinas?”.

–– “Sobre mí mismo –fue la orgullosa respuesta–. Yo me gobierno a mí mismo porque me domino a mí mismo. Soy mi propio súbdito”.

Tomado de Motivaciones

En los tiempos de la persecución del presidente Calles de Méjico, en 1926-29, los cristianos morían gritando: Viva Cristo Rey y la virgen de Guadalupe.

Tomado de P. Félix Jiménez

LA LÁPIDA CON EL NOMBRE DE PILATO

Hallan el anillo de Pilato, a 57 años del descubrimiento de la lápida en 1961. En ella se lee:

[DIS AUGUSTI]S TIBERIÉUM «A los dioses a Augusto Tiberio

[….PO]NTIUS PILATUS Poncio Pilato

[…PRAEF]ECTUS IUDA[EA]E Prefecto de Judea

[..FECIT D]E[DICAVIT] ha dedicado [esto]»

En 1968, se encontró un anillo de bronce con una inscripción que fue descifrada medio siglo más tarde y pudieron identificar en el anillo la imagen de una copa rodeada por el nombre de Pilato escrito en caracteres griegos.

LUÍS XIV

Un cuento acerca del monarca francés Luís XIV muestra una característica de los reyes terrenos. Un día dos campesinos encontraron al rey cazando en el campo cerca sus tierras. El uno comentó al otro que el rey no se llevaba guantes. El segundo le replicó que a los reyes no les hacen falta guantes. Añadió que siempre tienen las manos en los bolsillos de la gente.

CHISTE

LA VERDAD

La maestra de la escuela dominical le pregunta a Pepito: — Pepito, dime la verdad, ¿dices tus oraciones antes de comer?

Pepito sonríe con orgullo:

—No, señorita, no hay necesidad, mi mamá cocina muy bien.

POEMA

¿Tu verdad? No, la Verdad,

y ven conmigo a buscarla.

La tuya, guárdatela

A. Machado Proverbios y Cantares LXXXV

ORACIÓN

“A ti, Príncipe de los siglos, a ti, Señor Jesús, te proclamamos Rey del mundo, de las mentes y de los corazones”

Himno “Te saeculorum”

MI REY, MI SEÑOR, MI TODO

¿Quién va a seguir a un rey

que porta en su cabeza una corona de espinas?

¿Quién obedecería a un soberano

al que dan palizas soldados del último ejército?

¿Quién se humillaría ante un trono

que es la cruz donde mueren los delincuentes?

Pero si levanto la vista no puedo

dejar de mirar tu entrega majestuosa

Sé que tus heridas son la prueba

del inmenso poder del servicio.

Tu vida arrebatada

es la fuente de la mía, de mi vida eterna.

¿Qué sería de mí sin ti,

mi rey, mi Señor, mi todo?

Ayúdame a construir tu reino,

a ser tu reino, a ser de tu reino.

(Javi Montes, SJ)

CRISTO, NUESTRO REY

Rey nuestro y rey del mundo,

del día y de la noche,

de lo que conocemos,

y de lo que no alcanzamos a intuir.

Rey eterno en el tiempo,

y en el espacio,

sosteniendo cada segundo,

para hacer posible el verbo existir.

Rey de la vida,

y de la muerte,

teniendo siempre una palabra de esperanza,

cuando otros no saben qué decir.

Rey de los pobres y de los creyentes

y de los que te rechazan,

de los que aún no te conocen,

y de los que están por venir.

Rey de un Reino distinto,

con el Evangelio como arma y la fe como estandarte,

con la paz y la justicia como leyes,

y la fraternidad y la misericordia como fiel reflejo de ti.

Rey sin espadas ni armaduras,

con los brazos siempre abiertos,

y la pobreza como lujo,

para en todo amar y servir.

Cristo, Rey del universo,

Pastor y Padre de todos,

guíanos a través de la Historia,

para que juntos, como Iglesia, te podamos seguir.

Álvaro Lobo, sj

¡OH CRISTO, TÚ ERES MI REY!

Dame un corazón caballeroso y magnánimo para contigo.

Magnánimo en mi vida: escogiendo todo cuanto sube hacia arriba, no lo que se arrastra hacia abajo.

Magnánimo en mi trabajo: viendo en él no una carga que se me impone, sino la misión que Tú me confías.

Magnánimo en el sufrimiento: verdadero soldado tuyo ante mi cruz, verdadero Cireneo para las cruces de los demás.

Magnánimo con el mundo: perdonando sus pequeñeces, pero no cediendo en nada a sus máximas.

Magnánimo con los hombres: leal con todos, más sacrificado por los humildes y por los pequeños, celoso por arrastrar hacia Ti a todos los que me aman.

Magnánimo con mis superiores: viendo en su autoridad la belleza de tu Rostro, que me fascina.

Magnánimo conmigo mismo: jamás replegado sobre mí, siempre apoyado en Ti.

Magnánimo contigo: Oh Cristo Rey: orgulloso de vivir para servirte, dichoso de morir, para perderme en Ti.

Tomado de Motivaciones

MEDITACIÓN

CRISTO REY

Que Cristo Rey desde HOY gobierne de verás en el corazón de todos los hombres.

Jesús es el verdadero REY, pero al mismo tiempo es mucho más que un Rey.

El NO ES un competidor de las leyes de la tierra, como malentendió Herodes cuando hizo matar a los inocentes de Belén.

JESÚS es Rey, porque es el Mesías esperado; porque es aquel en quien se cumplen las promesas de Dios a Israel.- Es Rey porque es el Hijo de Dios hecho hombre, el primogénito de Toda la Creación (co. 1,15)

JESÚS es Rey, porque con su fidelidad al Amor del Padre -fiel hasta la muere en la cruz, quebró el dominio del pecado … arrebató a toda la humanidad de la opresión a que la tenía sometida su culpa original.

El Reino de Jesús no es de este mundo, no porque no tenga nada que ver con lo que pasa aquí, sino porque no se basa sobre las mismas realidades en las que se apoyan los reinados de nuestro mundo.

Cristo, nuestro Rey, nos invita a desterrar la fuerza la violencia y la compulsión

Cristo Rey, nos invita a confiar en la fuerza de la verdad y de la oración …. a confiar en la fuerza del amor y del perdón.

Cristo Rey, nos invita a establecer su reino con incansable paciencia

Reconocer a Cristo, como Nuestro Rey, es empeñarse en lograr un mundo más justo y más fraterno

El Reino de Cristo Rey, crecerá en nuestras vidas cuanto más nos amemos y cuanto más íntima sea nuestra unidad

Reconocer a Cristo, como Nuestro Rey, es procurar ser instrumentos de la Paz de Dios

La paz implica mansedumbre …. excluye la violencia

La paz es el lenguaje del susurro …. excluye el grito y el atropello

La paz es la belleza de la paciencia …. excluye la soberbia y la falta de respeto.

Al comenzar una nueva semana en nuestras vidas, vale preguntarnos ante la proximidad de la Navidad, si … saboreamos y acrecentamos la Paz de Cristo Rey en nuestros hogares ??

Tomado de Motivaciones

CANTO

Por la Eternidad Maxi Larghi

A Cristo, el Soberano Rey – ft. Verónica Sanfilippo

Mi Gran Rey / Lucio Cruz Feat. Itala Rodriguez – CATÓLICA

El Rey de la Gloria Hakuna

Rey de Poder – LETRAS – Kairy Marquez

Delegación para el Clero de Santiago de Compostela