CITA
« ¿Harto de llenarme de cosas que no sacian?
Nos Morimos de hambre teniendo la barriga llena»
S.Son
“¿Trabajo para vivir o vivo para trabajar?”.
San Ignacio de Antioquía “No tengo deleite en el alimento de la corrupción o en los deleites de esta vida. Deseo el pan de Dios, que es la carne de Cristo, que era del linaje de David; y por bebida deseo su sangre, que es amor incorruptible”. (Carta a los Romanos 7)
San Justino «Porque este pan y este vino han sido, según la expresión antigua “eucaristizados”, “llamamos a este alimento Eucaristía y nadie puede tomar parte en él si no cree en la verdad de lo que se enseña entre nosotros, si no ha recibido el baño para el perdón de los pecados y el nuevo nacimiento, y si no vive según los preceptos de Cristo”». (Apol. 1,66,1-2)
San Agustín: Comer a Cristo es comer la vida. (Obras de San Agustín, B.A.C. Tomo X, Madrid 2da edición, 1965, pg. 594-596).
«Necesitamos el consejo sobre cómo conseguir esa saciedad de Pan tan distinta de la saciedad de quien sufre el hambre de aquí abajo» (Sermón 389,2).
(La concupiscencia es) el apetito del alma por el que preferimos bienes temporales a los bienes eternos (Sobre la mentira,71).
Tú, al que llenas de ti, lo elevas; mas, como yo aún no me he llenado de ti, soy todavía para mi mismo una carga (Confesiones,10).
Cada uno es lo que es su amor. . . ¿Amas la tierra? Te harás tierra. ¿Amas a Dios? Serás Dios (Trat. Evang. S. Juan,2).
«La Eucaristía es nuestro pan cotidiano. La virtud propia de este divino alimento es una fuerza de unión: nos une al Cuerpo del Salvador y hace de nosotros sus miembros para que vengamos a ser lo que recibimos ».
San Juan Crisóstomo, Para el goloso, su dios es el vientre; para el lascivo, su tesoro es la impureza [. . . ]: cada uno es esclavo del que le ha vencido. Tiene su corazón donde tiene su tesoro (en Catena Aurea, vol. 1P 386).
San Ambrosio «¿cómo puede morir quien se alimenta de la vida?» ()
San Basilio, Piensas tan poco en los bienes de tu alma, que ofreces a ésta los alimentos del cuerpo (en Catena Aurea, vol. Vl, p. 83).
San Hilario de Poitiers Nosotros estamos unidos a Cristo, que es inseparable del Padre. Pero aunque permanezca en el Padre, queda unido a nosotros. De esa manera llegamos a la unidad con el Padre”.(De Trinitate 8, 13-16; PL 10, 246-249).
Santo Tomás, [. . . ] las cosas espirituales, precisamente cuando se poseen, es cuando con más fuerza se desean (Sobre el Padrenuestro,1. c. 152).
Mientras que los bienes sensibles nos cansan cuando los poseemos, los bienes espirituales, al contrario, los amamos más cuanto más los poseemos; porque éstos no se gastan ni se agotan, y son capaces de producir en nosotros una alegría siempre nueva [. . . ]. Es como si Dios penetrase cada vez más profundamente en nuestra voluntad (Suma Teológica,1-2, q. 2, a. I ad 3).
San Pedro Crisólogo «Cristo mismo es el pan que, sembrado en la Virgen, florecido en la Carne, amasado en la Pasión, cocido en el Horno del sepulcro, reservado en la iglesia, llevado a los altares, suministra cada día a los fieles un alimento celestial».
Balduino de Ford, abad: Para todos los que le reciben es dulzura deliciosa. Únicamente él puede colmar todos los anhelos del hombre… y se adapta de manera diferente a unos y a otros, según sus tendencias, sus deseos y apetitos… El Sacramento del Altar III, 3 : PL 204, 768-769
«Te damos gracias, Padre santo… Nos hiciste gracia de comida y bebida espiritual y de vida eterna por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos» (Didaché, X. 2-3).
San Juan De La Cruz, Cuanto más conoce el alma a Dios, tanto más le crece el deseo de verlo y la pena de no verlo (Cántico espiritual,6,2).
Santa Teresa, Todo es nada, y menos que nada, lo que se acaba y no contenta a Dios (Vida,20,26).
Santa Teresa de Calcuta: Cuando miramos la Eucaristía, sabemos cuánto nos ama ahora. Por eso, él mismo se hizo “pan de vida” con el fin de satisfacer nuestra hambre con su amor, y luego, como si esto no fuera suficiente para él, se convirtió él mismo en hambriento, en indigente, en desalojado, con el fin de que vosotros y yo, pudiéramos satisfacer su hambre con nuestro amor humano. Porque para esto hemos sido creados, para amar y ser amados. (trad. Jesús, aquel al que invocamos, p. 85)
“Para mí, Jesús es mi Dios. Jesús es mi Esposo. Jesús es mi Vida. Jesús es mi único amor… Para mí, Jesús es:… El Pan de Vida, para que sea mi sustento. El Hambriento, para ser alimentado…”
San Josemaría Escrivá, ¿Y cómo llegar a tener vida eterna, una felicidad que colme sobreabundante las expectativas humanas? Tratando a Dios en el Pan y en la Palabra: en la Santa Misa y en la escucha atenta de su Palabra “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios’, dijo el Señor. -¡Pan y palabra!: Hostia y oración. Si no, no vivirás vida sobrenatural” ().
“Se oye a veces decir que actualmente son menos frecuentes los milagros. ¿No será que son menos las almas que viven vida de fe? (…) Hemos de creer con fe firme en quien nos salva, en este Médico divino que ha sido enviado precisamente para sanarnos. Creer con tanta más fuerza cuanta mayor o más desesperada sea la enfermedad que padezcamos. Hemos de adquirir la medida divina de las cosas, no perdiendo nunca el punto de mira sobrenatural, y contando con que Jesús se vale también de nuestras miserias, para que resplandezca su gloria” Amigos de Dios, nn. 190-194.
Catecismo, nº 1.296 «Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (cf. Jn 6,27). El cristiano también está marcado con un sello (…). Este sello del Espíritu Santo marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre (…)»
El discurso del Pan de Vida anuncia la Eucaristía
1338: Los tres evangelios sinópticos y S. Pablo nos han transmitido el relato de la institución de la Eucaristía; por su parte, S. Juan relata las palabras de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, palabras que preparan la institución de la Eucaristía: Cristo se designa a sí mismo como el Pan de Vida, bajado del cielo.
1339: Jesús escogió el tiempo de la Pascua para realizar lo que había anunciado en Cafarnaúm: dar a sus discípulos su Cuerpo y su Sangre.
1355: En la Comunión, precedida por la oración del Señor y de la fracción del pan, los fieles reciben «el pan del cielo» y «el cáliz de la salvación», el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se entregó «para la vida del mundo» (Jn 6, 51).
1392: Lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la Comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la Carne de Cristo resucitado, «vivificada por el Espíritu Santo y vivificante», conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el Bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser alimentado por la Comunión Eucarística, Pan de nuestra peregrinación, hasta el momento de la muerte, cuando nos sea dada como viático.
«Danos nuestro pan de cada día»
2835: Esta petición y la responsabilidad que implica sirven además para otra clase de hambre de la que desfallecen los hombres: «No sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca de Dios» (Dt 8, 3), es decir, de su Palabra y de su Espíritu. Los cristianos deben movilizar todos sus esfuerzos para «anunciar el Evangelio a los pobres». Hay hambre sobre la tierra, «mas no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la Palabra de Dios» (Am 8, 11). Por eso, el sentido específicamente cristiano de esta cuarta petición se refiere al Pan de Vida: la Palabra de Dios que se tiene que acoger en la fe, el Cuerpo de Cristo recibido en la Eucaristía (ver Jn 6, 26-58).
2837: «De cada día». La palabra griega, «epiousios», sólo se emplea en el Nuevo Testamento. Tomada en un sentido temporal, es una repetición pedagógica de «hoy» (ver Ex 16, 19-21) para confirmarnos en una confianza «sin reserva». Tomada en un sentido cualitativo, significa lo necesario a la vida, y más ampliamente cualquier bien suficiente para la subsistencia (ver 1 Tim 6, 8). Tomada al pie de la letra [epiousios: «lo más esencial»], designa directamente el Pan de Vida, el Cuerpo de Cristo, «remedio de inmortalidad» (S. Ignacio de Antioquía, Eph. 20, 2) sin el cual no tenemos la Vida en nosotros (ver Jn 6,53-56). Finalmente, ligado a lo que precede, el sentido celestial es claro: este «día» es el del Señor, el del Festín del Reino, anticipado en la Eucaristía, en que pregustamos el Reino venidero. Por eso conviene que la liturgia eucarística se celebre «cada día».
San Juan Pablo II, Además del hambre física, el hombre lleva en sí también otra hambre, un hambre más fundamental, que no puede saciarse con un alimento ordinario. Se trata aquí de un hambre de vida, un hambre de eternidad. Viaje apostólico a Polonia. Encuentro de oración con los sacerdotes y religiosos. Sábado 31 de mayo de 1997.
«¡Qué gran dignidad se nos ha dado! El Hijo de Dios se nos entrega en el Santísimo Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre. ¡Cuán infinitamente grande es la liberalidad de Dios!»
Recibir la Eucaristía es entrar en profunda comunión con Jesús. “Permaneced en mí, y yo en vosotros” (Jn 15, 4). Esta relación de íntima y recíproca “permanencia” nos permite anticipar en cierto modo el cielo en la tierra. ¿No es quizás éste el mayor anhelo del hombre? ¿No es esto lo que Dios se ha propuesto realizando en la historia su designio de salvación? (Carta Apostólica Mane nobiscum, Domine).
Benedicto XVI: Jesús, verdadero pan de vida que sacia nuestra hambre de sentido, de verdad, no se puede «ganar» con el trabajo humano; sólo viene a nosotros como don del amor de Dios, como obra de Dios que es preciso pedir y acoger. Ángelus (05-08-2012)
“Jesús nos alimenta para que lleguemos a ser realmente personas maduras y nuestra vida llegue a ser buena” (Benedicto XVI – 15 octubre 2005).
Papa Francisco “hoy se nos plantea el desafío de responder adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en propuestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro”. (EG 89)
Jesús no elimina la preocupación y la búsqueda del alimento cotidiano, no, no elimina la preocupación de todo esto que puede volver la vida más avanzada. Pero Jesús nos recuerda que el verdadero significado de nuestra existencia terrena está al final en la eternidad, está en el encuentro con Él. Y este encuentro nos ilumina durante todos los días de nuestra vida, también los sufrimientos y las preocupaciones, serán iluminados por la esperanza de este encuentro.
(Jesús) nos quiere hacer entender que más allá del hambre física el hombre lleva consigo un hambre más importante que no puede ser saciada con el alimento normal. Se trata de hambre de vida, hambre de eternidad que solamente Él puede satisfacer en cuanto es “el Pan de Vida”. Jesús no elimina la preocupación y la búsqueda del alimento cotidiano, no, no elimina la preocupación de todo esto que puede volver la vida más avanzada. Pero Jesús nos recuerda que el verdadero significado de nuestra existencia terrena está al final en la eternidad, está en el encuentro con Él. Y este encuentro nos ilumina durante todos los días de nuestra vida, también los sufrimientos y las preocupaciones, serán iluminados por la esperanza de este encuentro (Homilía).
J. Guhrt “Vida eterna es una vida distinta a la existencia de antes” ().
Saint-Exupery-A “Odio a mi época con todas mis fuerzas. En ella el hombre muere de sed. Y no hay más que un problema para el mundo: dar a los hombres un sentido espiritual, una inquietud espiritual. No se puede vivir de frigoríficos, de balances, de política. No se puede. No se puede vivir sin poesía, sin color, sin amor. Trabajando únicamente para el logro de bienes materiales, estamos construyendo nuestra propia prisión”.
ACG “esperar el maná” “Vivimos a diario en una sociedad en la que predomina la resignación y el conformismo. Esta vida apática nos hace cómodos, nos conformamos con ir tirando, con salir del atolladero de cada día, sin un horizonte por el que luchar”. “Llamados y enviados a evangelizar”
F. Heer habla de «ese gran vacío interior en el que los seres humanos no pueden a la larga vivir sin escoger nuevos dioses, jefes y caudillos carismáticos artificiales».
Aldazabal, Aunque se emplee la metáfora del «pan», se puede decir que el discurso de Jesús, en esta parte, todavía no habla de la Eucaristía, sino de la fe. Creer en Jesús es comer el pan que Dios nos envía para sacar nuestra hambre: «el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida del mundo… Yo soy el pan de vida». Más tarde escucharemos cómo dice Jesús que «el que come de este pan tendrá vida eterna». Pero de momento dice que esa vida eterna la tiene «el que cree en él».
Tomás Muro, El consumismo es volver a la “olla” de Egipto
CONTO
¿DÓNDE BUSCAMOS A JESÚS?
Un vecino encontró a Nasruddin cuando éste andaba buscando algo de rodillas.
– «¿Qué andas buscando, Mullab?».
– «Mi llave. La he perdido».
Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de un rato dijo el vecino:
– «¿Dónde la perdiste?».
– «En casa».
– «¡Santo Dios! Y entonces, ¿por qué la buscas aquí?».
– «Porque aquí hay más luz».
Tomado de P, Diego Millán
LAS PERLAS O EL REY
En una ocasión, un gran rey cruzaba el desierto. Lo seguían sus ministros. De pronto, uno de los camellos se desplomó a tierra y se rompió el baúl que cargaba en su joroba. Una lluvia de joyas, perlas preciosas y diamantes se desparramó sobre la ardiente arena. El rey dijo a sus ministros:
– “Señores, yo sigo adelante. Ustedes, si quieren, pueden quedarse aquí. Todo lo que recojan, será suyo”. Y continuó su viaje sin parpadear, pensando que ya nadie lo seguiría. Al cabo de un rato, se da cuenta de que alguien viene detrás de él. Vuelve la mirada hacia atrás y ve que es uno de sus ministros. El rey le pregunta:
– “¿Qué no te importan las perlas y diamantes de tu rey? Podrías ser rico toda tu vida…”
Y el ministro replica:
– “Me importa más mi rey que todas las perlas de mi rey”.
Firdusi poeta persa
Tomado de Catholic.net
MURIÓ A POCA DISTANCIA DE UN OASIS
Un hombre se había perdido en el desierto. Agotada la reserva de alimentos y de agua, se arrastraba fatigosamente sobre la arena caliente. De improviso vio delante de sí algunas palmas y sintió un gorgotear de agua. Más desanimado todavía, pensó: “Esto es un espejismo. Mi fantasía me proyecta delante los deseos más profundos de mi inconsciente. En realidad no hay absolutamente nada delante de mí”. Esto se decía entre sí aquel hombre perdido en el desierto y sin esperanza y delirando se abandonó sin fuerzas al suelo y murió.
Poco tiempo después, algunos beduinos lo encontraron muerto en la arena. “¿Entiendes tú algo?” le dijo el primero:; tan cerca estaba del oasis, con el agua a dos pasos y frutas en cantidad. ¿Cómo es posible? Sacudiéndose la cabeza el otro le contestó: “Era un hombre moderno” Es decir, un hombre que no sueña, no tiene esperanza, no tiene ideales y no cree en Dios..
Los adoradores de esta era tecnológica están dispuestos a considerar real sólo lo que se puede clasificar y explicar racionalmente, y se hunden, con toda facilidad, en el vacío de la desesperación y de la angustia. No saben creer ni esperar.
“No de solo pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”(Mt 4,4). Y hoy podríamos adaptar este texto diciendo: “No de sola técnica vive el hombre sino sobre todo de esperanza y amor” que sólo pueden venir de Dios.
Tomado de P. Chinaglia
ANÉCDOTA
FAMOSA PINTADA DE LOS JÓVENES DEL 68:
Nos habéis llenado la barriga, pero no nos habéis dado razones para vivir.
‘PRODUCTOS GOURMET’.
Son productos elaborados con ingredientes seleccionados, de alta calidad, difíciles de encontrar, que requieren una elaboración refinada… Estos productos gourmet se toman en cantidades pequeñas, no buscan tanto ‘llenar el estómago’ sino ‘paladearlos’, disfrutar de la experiencia, la presentación, el sabor, la textura… Los productos gourmet suelen servirse en ocasiones especiales ya que son caros, no están al alcance de cualquiera; por eso, a muchos nos puede parecer incomprensible que se pague tanto por ellos, puesto que, tras el momento de degustarlo, de ese ‘producto gourmet’ sólo queda el recuerdo.
Tomado de ACG
El Apocalipsis apócrifo de Baruc dice: “En aquel tiempo descenderá nuevamente de arriba el tesoro del maná, y comerán de él aquellos años.” Y el rabino Berakhah decía, en síntesis, sobre 340: “El primer redentor (Moisés) hizo descender el maná. e igualmente el último redentor (el Mesías) hará descender el maná.”
Tomado de M. de Tuya, Biblia comentada: Evangelio de San Juan, Tomo Vb, BAC, Madrid (1977)
PATER PATRIAE
Sabemos que en el siglo primero la divinización del emperador y “la elección divina” de los romanos para ser “los amos y señores del mundo entero… y establecer un reino sin fin” estaba acompañado por la idea de que el emperador como verdadero Pater Patriae (Padre de la Patria) debía proveer de pan a sus fieles súbditos. En su obra Res Gestae , el emperador Augusto hace alarde de la generosidad con que a sus súbditos les ha dado trigo y todo lo que necesitan para vivir bien. Como siempre sucede, el pan de unos cuantos—o la vida vivible y superflua de los ricos y conquistadores—contrasta tremendamente con las carencias de los pueblos colonizados que se debaten entre la vida y la muerte. Sobre las paupérrimas condiciones de vida de muchas personas en la antigüedad, nos informa el médico Galeno: “Las carestías, que han afligido durante varios años a muchos pueblos sometidos a los romanos, han demostrado con claridad a todo el que no haya perdido por completo la luz de la razón el gran papel que desempeña en la aparición de las enfermedades el uso de alimentos insanos.”
En este contexto, Jesús, al manifestarse con su “Yo soy el pan de vida”, está desenmascarando la deshumanización y explotación que sufren los pobres a causa de la colonización romana y de la ingesta de “alimentos insanos”. Al contrario de esto, el pan que Jesús ofrece es símbolo de vida, de alegría, de paz, de armonía, de bienestar, y sobre todo de la presencia solidaria de Dios en medio de una comunidad hambrienta. Jesús como “pan de vida” desenmascara la ideología del imperio y sus liturgias de muerte.
Tomado de Dies Domini
MAMÁ, MÍRAME SOY EMILY
José Luis Martín Descalzo cita una escena de “Nuestra Ciudad” de Thornton Wilder, en la que describe cómo un día autorizaban a los muertos a regresar a la vida y vivir un solo día con los vivos. Nadie quiso volver, salvo la niña Emily que, a pesar de que todos la desaconsejaban, ella quiso hacer la experiencia de revivir el día en que cumplió nueve años. “Y ahí la vemos, con sus nueve años recién cumplidos, bajando las escaleras de la casa, con su vestido nuevo y sus rizos recién peinados, esperando el grito de alegría que dará su madre cuando la vea tan guapa. Pero su madre está ocupadísima en preparar la tarta del aniversario y la merienda, a la que vendrán todas las amigas de su hija. Y ni siquiera mira a la pequeña. “Mamá, mírame” grita Emily, “soy la niña que hoy cumple nueve años”. Pero la madre, sin mirarla, respondió: “Muy bien, guapa, siéntate y toma tu desayuno”. Emily repite: “Pero mamá, mírame, mírame”. Pero su madre tiene tanto que hacer que ni la mira. Luego vendrá su padre, preocupado por tantísimos problemas económicos. Y tampoco él mirará a su hija. Y no la mirará tampoco su hermano mayor, volcado en sus asuntos. Y Emily suplicará en el centro de la escena: “Por favor, que alguien se fije en mí. No necesito ni de pasteles ni de dinero. Solo que alguien me mire”. Pero es inútil. Los hombres, ahora lo descubre, no se miran, no reparan los unos en los otros. Porque no les interesa a ninguno lo del otro. Y, llorando, regresa Emily al mundo de los muertos, ahora que ya sabe que estar vivo es estar ciego y pasar junto a lo más hermoso sin mirarlo”.
José Luis Martín Descalzo (Razones para la alegría pág. 126)
El caso de Emily, sabemos que es una ficción literaria, pero que tiene una historia real. Son muchos los que a nuestro lado están necesitados de que los veamos, les miremos y nos fijemos en ellos. Y esto es lo maravilloso del Evangelio de estos domingos en su discurso del Pan de Vida. Es importante que Jesús dé de comer a tanta gente con hambre. Pero, tal vez lo más importante es que Jesús “levant los ojos, y vio a la gente…” No habrá milagro, si primero no tenemos ojos para ver a los demás.
Tomado de P. Juan Jáuregui Castelo
APOSTOLADO DE S. FCO. JAVIER
Dicen que, en un solo mes, San Francisco Javier bautizó diez mil (pensaba que hacía bien en bautizar a 442 en un año aquí en Sagrada Familia). Parte por limitaciones lingüísticas y parte por estrategia pastoral, concentró en enseñar a los niños a rezar, y enviarlos a rezar por y con sus papás. En una carta dice, “Los niños mayores no me dejan recitar el Oficio o comer o dormir hasta enseñarles una oración u otra.” Cuando murió en 1552, su brazo derecho fue enviado a la iglesia jesuita (Gesu) en Roma, donde se puede ver hasta hoy. Su cuerpo, mayormente incorrupto, yace en la Iglesia de Bom Jesus en Goa.
Tomado de P. Felipe Bloom
“EL SELLO DE DIOS”.
¿Por qué esta imagen del “sello”? En la antigüedad no era la firma sino el “sello” lo que autenticaba los documentos. En el caso de documentos comerciales y políticos éstos se imprimían con un anillo, así las decisiones eran válidas y permanecían garantizadas. Los sellos se hacían de arcilla, de metal o de joyas, en los dos primeros casos parte del material se quedaba pegado en el documento y así se expresaba que el asunto allí contenido era en firme. En Jesús está el “sello” de Dios: (1) Dios lo ha autenticado con la unción del Espíritu Santo: “El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz; porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida” (Juan 3,33-34; ver igualmente 1,33-34). (2) Él es la “verdad” encarnada de Dios (término que en Juan traduce el hebreo “emet”, que describe la fidelidad de Dios con su pueblo). Por todo lo anterior, Él es único que puede satisfacer el hambre de eternidad que está impresa en el corazón de todo hombre. Hay que buscar a Jesús porque ofrece “firmeza”
Tomado de P. Fidel Oñoro
“YO SOY”
Este es el primer “Yo soy” de toda una serie: “Yo soy la luz del mundo” (8,12), “…el buen pastor” (10,11), “…el camino, la verdad y la vida” (14,6), “…la vid y vosotros los sarmientos” (15,1).
Con la expresión “Yo Soy”, Jesús nos remite a la revelación divina participada a Moisés en el momento de su llamado. En aquella ocasión, en el monte Horeb, Dios reveló su nombre: “Yo soy el que soy” (Ex 3,14). El verbo “ser”, en hebreo (como en otras lenguas también), significa también “estar”. Cuando Dios se revela como “el que es”, realidad se está presentando como el que “está” (no es cuestión de metafísica ni de abstracciones similares). Por tanto, en la revelación de su nombre a Moisés, Dios se definió esencialmente por el hecho de estar presente en medio de su pueblo. Con la definición que da de sí mismo, Jesús dice que Dios está presente en Él en función de nosotros los hombres y que está interesado por nosotros, por nuestra vida. Jesús en persona es la nueva y definitiva forma de la presencia poderosa y activa de Dios, dirigida no solamente a ser protección y guía, sino a ser comunión personal de vida. Jesús no quiere darnos solamente pan, sino también la eterna comunión personal de vida con Dios. Pero como a veces buscamos a Dios en una vida de oración caracterizada más por la “solucionática”, llegamos a colocar la comunión con Dios tan fuera de nuestros intereses y de nuestras expectativas naturales, que por eso no podemos captar el sentido de la propuesta de Jesús y vivimos “espiritualmente” pero ajenos al Señor.
Tomado de P. Fidel Oñoro
CHISTE
“EL PAN QUE HABLA”
Llegó un circo a una ciudad, y en cartelera coloca “el pan que habla”. Toda la gente decidió ir a ver al pan que habla, así que en la noche el circo estaba repleto. Cuando salió el presentador, este dice: “Esta noche no pudo llegar el pan que habla por problemas de panadería, pero mañana se lo tendremos”.
Al otro día lo mismo, y así varios días. A casi un mes, sale el presentador y la comenzó a gritar:
¡Queremos al pan que habla! ¡Queremos al pan que habla!
Entonces el presentador dice:
Hoy lo tenemos, pero necesitamos a un miembro del público.
Y sale un caballero, y traen una piscina, y la colocan en medio de la carpa.
Entonces, le pasan un pan al caballero y le dicen:
Sumérjalo unos segundos, ahora sáquelo, ¿cómo está el pan?
¡Está blando…!
POEMA
“Sin arrimo y con arrimo,
sin luz y a oscuras viviendo,
todo me voy consumiendo.
Mi alma está desasida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada,
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada.
Por eso ya se dirá
la cosa que más estimo,
que mi alma se ve ya
sin arrimo y con arrimo.
Y, aunque tinieblas padezco,
en esta vida mortal,
no es tan crecido mi mal,
porque, si de luz carezco,
tengo vida celestial,
porque el amor da tal vida
cuando más ciego va siendo,
que tiene al alma rendida,
sin luz y a oscuras viviendo.
Hace tal obra el amor
después que le conocí,
que, si hay bien o mal en mí,
todo lo hace de un sabor
y al alma transforma en sí,
y así, en su llama sabrosa,
la cual en mí estoy sintiendo,
apriesa, sin quedar sola,
todo me voy consumiendo”
(San Juan de la Cruz)
“Aquesta eterna fonte está escondida
en este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche”
(San Juan de la Cruz)
Se dice que “cuando el sabio
está señalando el cielo,
el hombre ignorante y tonto
se queda mirando al dedo.
Esto nos pasa a nosotros,
Señor, cuando no sabemos
interpretar el sentido,
la esencia de tu Evangelio.
Los judíos te buscaban
porque les diste alimento.
Sólo querían el pan
que sacia el hambre del cuerpo
“Yo soy el Pan de la vida.
Todo el que sale a mi encuentro,
no volverá a tener hambre,
dijiste, Señor, al Pueblo.
Pero el Pueblo no creyó,
porque la fe corre riesgos.
Exige venderlo todo,
marchar en tu seguimiento.
Cuando, Señor, nos quedamos
en devociones y rezos,
cuando falla el compromiso,
regamos fuera del tiesto
Hoy, Señor, comulgaremos
el Pan de tu Sacramento.
Como Tú, queremos ser
pan para todos hambrientos.
José Javier Pérez Benedí
Tomado de Alforjas de pastorla
ORACIÓN
¿SE PUEDE CREER DESDE EL BIENESTAR?
Señor,
¡cuántas veces,
consciente o inconscientemente,
idealizamos y anhelamos
el bienestar, el bien vivir!
Lo importante,
en nuestra escala de valores,
en nuestro proyecto de vida,
en nuestro programa,
en nuestro compromiso,
en nuestro horizonte…
es vivir cada vez mejor:
tener salud, dinero y amor,
trabajo y vivienda,
descanso y vacaciones,
protección y seguridad,
derechos adquiridos,
y una economía saneada
libre de preocupaciones…
pues solo así logramos
el reconocimiento de los demás,
la autoafirmación personal
y, en definitiva, la felicidad.
Pero el bienestar
nos lleva, temprano o tarde,
a un modo de vivir superficial,
insensible, y ciego
para las dimensiones más profundas
del ser humano;
y, entonces, nuestra fe se desvirtúa.
Desde él solo queda sitio
para un dios milagrero
y una religión centrada
en lo individual y privado,
donde la fe y la espiritualidad
se convierten, con frecuencia,
en mero alivio de frustraciones
y de problemas personales.
Y pronto, Señor,
te convertimos en un elemento más
de seguridad personal
al servicio
de nuestro ideal de bienestar.
Señor,
hoy necesitamos
escuchar nuevamente
tus palabras
junto al lago de Tiberíades,
creérnoslas
y hacerlas alimento saludable
para no desfallecer en el camino
y tener la vida que nos prometiste.
Vosotros me buscáis
porque comisteis hasta saciaros.
Trabajad, no por el alimento que perece,
ni por los manás de moda,
sino por el pan que perdura
y da vida verdadera.
Florentino Ullibarri
MEDITACIÓN
“„Yo soy el pan de la vida: quien viene a mí nunca más tendrá hambre y quien cree en mí nunca más tendrá sed‟ (Juan 6,35). „Quien viene a mí‟ significa lo mismo que „quien cree en mí‟. „Nunca más tendrá hambre‟ quiere decir lo mismo que „nunca más tendrá sed‟. En ambos casos se quiere significar la saciedad eterna, cuando no falta nada. Entretanto la Sabiduría precisa: „Aquellos que me comen volverán a tener hambre; aquellos que me beben volverán a tener sed‟ (Eclesiástico 24,29). […] Esta frase se puede entender con relación al mundo futuro: en efecto, en esta saciedad eterna hay una especie de hambre que no deriva de la carencia sino de la felicidad. Los comensales desean comer sin parar: nunca sufren el hambre y, entre tanto, nunca dejan de estar saciados. Saciedad sin hastío, deseo sin gemido. Cristo, siempre admirable en su belleza, es igualmente siempre deseable. „Él, a quien los ángeles desean admirar‟ (1 Pedro 1,12). […]. Y hambre, no de la indigencia, sino de la felicidad consumada. Del hambre del indigente está escrito: „Quien viene a mí nunca más tendrá hambre, quien cree en mí nunca más tendrá sed‟. Pero del hambre del feliz se dice: „Aquellos que me coman volverán a tener hambre, aquellos que me beban volverán a tener sed‟”.
(Balduino de Ford, De Sacram. Altar., 2, 3)
Tomado de P. Fidel Oñoro
CANTO
Pan de vida nueva Marco Frisina
Kairy Marquez & Iván Díaz – Pan del Cielo
Delegación para el Clero de Santiago de Compostela