XV Domingo del Tiempo Ordinario

CITA

San Agustín, «Tú, alma mía, ¿dónde te encuentras, dónde yaces, dónde estás mientras eres curada de tus dolencias por aquel que se hizo propiciación por tus iniquidades? Reconoce que te encuentras en aquel mesón adonde el piadoso samaritano condujo al que encontró semivivo, llagado por las muchas heridas que le causaron los bandoleros» (De Trinitate 15,27,50).

S. Ireneo «El Señor prescribió el amor a Dios y enseñó la justicia para con el prójimo a fin de que el hombre no fuese injusto ni indigno de Dios. Así, por el Decálogo, Dio preparaba al hombre para ser su amigo y tener un solo corazón con su prójimo».

Orígenes, «Ve y haz tú lo mismo». En efecto, por naturaleza todos somos prójimos los unos de los otros, pero por las obras de caridad, el que puede hacer el bien se hace el prójimo del que no puede. Por eso nuestro Salvador se hace nuestro prójimo y no pasa de largo delante de nosotros cuando yacemos «medio muertos» como consecuencia de las «heridas infligidas por los bandidos». Comentario al Cantar de los Cantares, prólogo 2, 26-31.

«aquel hombre de que nos habla el Evangelio, que bajaba de Jerusalén a Jericó y que cayó en manos de unos ladrones, sin duda era un símbolo de Adán, que fue arrojado del paraíso al destierro de este mundo. Y aquellos ciegos de Jericó, a los que vino Cristo para hacer que vieran, simbolizaban a todos aquellos que en este mundo estaban angustiados por la ceguera de la ignorancia, a los cuales vino el Hijo de Dios» Homilías 6,4, tomado de la segunda lectura del Oficio de lectura del jueves X del tiempo ordinario.

San Ambrosio, Puesto que nadie es tan verdaderamente nuestro prójimo como el que ha curado nuestras heridas, amémosle, viendo en él a nuestro Señor, y querámosle como a nuestro prójimo; pues nada hay tan próximo a los miembros como la cabeza. Comentario al evangelio de Lucas, 7, 74s.L.7, 71-84, BAC Madrid 1966, p. 379-84

San Juan de la Cruz: «En el atardecer de la vida, nos examinarán en el amor».

Concilio de Trento enseña que «Dios no manda cosas imposibles, sino que al mandar avisa que hagas lo que puedas y pidas lo que no puedas, y ayuda para que puedas» (De iustificatione 11).

Conc. Vaticano II, «Que cada uno, sin ninguna excepción, debe considerar al prójimo como “otro yo”, cuidando, en primer lugar, de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente» (GS 27).

“con razón puede decirse que es el propio Cristo quien en los pobres levanta su voz para despertar la caridad de sus discípulos” Const. Gaudium et spes, 88.

Card. M. Gonzalez Martín, “Habrá ocasiones en que, antes de predicar la fe, haya que acercarse al herido que está al borde del camino, para curar sus heridas. Ciertamente. Pero sin excluir nunca de nuestra preocupación de cristianos la comunicación de la fe, la educación de la misma y la propagación del sentido cristiano de la vida” Libres en la caridad, Balmes, Barcelona 1970, p. 58.

San Juan Pablo II, La solidaridad «no es, pues, un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos» Carta encíclica Sollicitudo rei socialis, 1987, n.38.

«La parábola del buen Samaritano pertenece al Evangelio del sufrimiento. Indica, en efecto, cuál debe ser la relación de cada uno de nosotros con el prójimo que sufre. No nos está permitido «pasar de largo», con indiferencia, sino que debemos «pararnos» junto a él. Buen Samaritano es todo hombre que se para junto al sufrimiento de otro hombre, de cualquier género que ése sea. Esta parada no significa curiosidad, sino más bien disponibilidad» Carta apostólica Salvifici doloris, 1984, n.28.

«Prójimo» quiere decir también aquél que cumplió el mandamiento del amor al prójimo…

No nos está permitido «pasar de largo», con indiferencia, sino que debemos «pararnos» junto a él. Buen Samaritano es todo hombre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de cualquier género que ése sea.es en definitiva buen Samaritano el que ofrece ayuda en el sufrimiento, de cualquier clase que sea…

El hombre no puede «encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás. Carta apostólica Salvifici Doloris nn. 28-30

(Sobre el POSADERO) «¡Qué habría podido hacer sin él? De hecho, el posadero, permaneciendo en el anonimato, realizó la mayor parte de la tarea. Todos podemos actuar como él cumpliendo las propias tareas con espíritu de servicio. Toda ocupación ofrece la oportunidad, más o menos directa, de ayudar a quien lo necesita (…). El cumplimiento fiel de los propios deberes profesionales ya es practicar el amor por las personas y la sociedad».

“Aprovecho gustoso esta ocasión para reafirmar que el compromiso hacia los pobres constituye un motivo dominante de mi labor pastoral, la constante solicitud que acompaña mi servicio diario al pueblo de Dios. He hecho y hago mía la ‘opción’; me identifico con ella. Y estimo que no podría ser de otra forma, ya que éste es el eterno mensaje del evangelio. Así ha hecho Cristo, así han hecho los apóstoles de Cristo, así ha hecho la Iglesia a lo largo de su historia” Discurso a los Cardenales y a la Curia Romana, 2 dic. 1984; en: rev. Ecclesia 2204, 1985, 14.

Benedicto XVI, Mi prójimo es cualquiera que tenga necesidad de mí y que yo pueda ayudar. Encíclica “Deus caritas est”, n. 15.

“La parábola del buen Samaritano nos lleva sobre todo a dos aclaraciones importantes. Mientras el concepto de ‘prójimo’ hasta entonces se refería esencialmente a los conciudadanos y a los extranjeros que se establecían en la tierra de Israel… ahora este límite desaparece. Mi prójimo es cualquiera que tenga necesidad de mí y que yo pueda ayudar. Se universaliza el concepto de prójimo, pero permaneciendo concreto… La Iglesia –añade el Papa– tiene siempre el deber de interpretar cada vez esta relación entre lejanía y proximidad, con vistas a la vida práctica de sus miembros” Deus caritas est, 15.

SS. FRANCISCO, Dios es muy misericordioso con nosotros. Aprendamos también nosotros a tener misericordia con los demás, especialmente con los que sufren.

“El amor tiene siempre un sentido de profunda compasión que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo, también cuando actúa de un modo diferente a lo que yo desearía” Amoris Laetitia, 92.

“El amor no es solo un sentimiento, sino que se debe entender en el sentido que tiene el verbo ‘amar’ en hebreo: es ‘hacer el bien’… Así puede mostrar toda su fecundidad, y nos permite experimentar la felicidad de dar, la nobleza y la grandeza de donarse, sin medir, sin reclamar pagos, por el solo gusto de dar y de servir” Amoris Laetitia, 94

Romano Guardini, «Podríamos incluso hablar de un sacramento, de un sacramento del amor: cuando alguien pone a disposición del prójimo su mismo ser vivo, su corazón, su fuerza, sus energías, entonces Dios hace entrar en juego su fuerza creadora, y surge el milagro de la relación con el hermano» Volontá e Verità, Morcelliana, 1978, p. 149.

«El amor se asemeja algo al clarividente, tiene esa capacidad de ver a través de lo oculto, de comprender lo que todavía no ha sido presentado, de discernir lo que aún tiene que acontecer» op. cit., p. 150.

Eduardo Cardenal Pironio, «Es un necesitado cualquiera que se cruza en mi camino, no importa cuál sea su nombre, raza o religión. No perdamos tiempo intentando saber los detalles; lo importante es no pasar dando un rodeo. Sólo una cosa debe importarnos: que este pobre hombre me necesita, ¡y su nombre es Jesús!» «Homo quidam», Dolentium hominum,1986, n.1, p. 8.

Cardenal Paul Poupard, «La vocación del cristiano es la de derramar generosamente la alegría por los nuevos caminos de los hombres de nuestro tiempo, a menudo inéditos, a menudo peligrosos, pero siempre abiertos al hombre de la calle, homo viator, desde el tiempo a la eternidad, en busca de la felicidad, feliz de encontrar a Jesús, compañero de Emaús» Felicidad y fe cristiana, Barcelona, Horder, 1992, p. 163- 164.

Paul Claudel, «Dios no vino a eliminar el sufrimiento, sino a llenarlo con su presencia».

Rainiero Cantalamessa, La cuestión que hay que plantearse no es: «¿Quién es mi prójimo?», sino: «¿De quién me puedo

José Antonio Pagola: “Amar al prójimo es hacer por él en aquella situación concreta todo lo que uno pueda. En la parábola del buen samaritano se describe, con un detalle cómo se acerca al herido de la cuneta y hace por él cuanto puede: desinfecta sus heridas con vino, las cura con aceite, las venda, lo monta sobre su propia cabalgadura, lo lleva a una posada, cuida de él y está dispuesto a pagar cuanto haga falta”

“El samaritano se acerca al herido que está al borde del camino no por un frío cumplimiento de una obligación religiosa, sino porque se le ‘revuelven las entrañas’, porque su amor por ese hombre se hace carne en él” Jesús. Aproximación histórica, Ed. PPC, Madrid 2007, 1ª ed., 258, id. 141.

“La sorpresa de los oyentes no puede ser mayor. ¿Cómo puede Jesús ver el reino de Dios en la compasión de un odiado samaritano? ¿Será verdad que la misericordia de Dios nos puede llegar no del templo ni de los canales religiosos oficiales, sino de un enemigo proverbial? Jesús los desconcierta. Él mira la vida desde la cuneta, con los ojos de las víctimas necesitadas de ayuda. No hay duda. Para Jesús, la mejor metáfora de Dios es la compasión hacia un herido” Jesús.

José María Cabodevilla, “Ciertamente no están mencionados sin intención el sacerdote y el levita. A buen seguro que tampoco es casual atribuir al hombre misericordioso condición de samaritano.

Todo ello está muy deliberadamente escogido para subrayar la nueva noción de prójimo que Jesús quiere promulgar. Porque esta es la escueta y acerada enseñanza de su parábola: el amor al prójimo es hacer esto, y el prójimo es éste, un samaritano, un extraño”.

Gustavo Gutiérrez, “La parábola del buen samaritano termina con la famosa inversión que hace Cristo al interrogante inicial. Le preguntaron ‘¿quién es mi prójimo?’, y cuando todo hacía pensar que prójimo es el herido que se halla al borde del camino, Cristo preguntó ‘¿quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?’ (Lc 10,29 y 36). Prójimo, como se ha dicho, no es aquel que yo encuentro en mi camino, sino aquel en cuyo camino yo me pongo” Teología de la liberación, Perspectivas, Ed. Sígueme, Salamanca 1972, 257.

FRASES Tomado de www.pensamientos.org

Llucià Pou Sabaté Ayudar a los demás es ayudar a Jesús, hacer daño a los demás es hacer daño a Jesús.

San Gregorio Magno Ayudar al débil es caridad; pretender ayudar al poderoso es orgullo.

Padre Luis Carlos Aparicio Mesones S.M Debemos ayudar al más próximo que padece necesidad. Pasar y dejar que otro lo haga, porque me urge otro compromiso, no es una actitud cristiana.

¿Cuántos volvemos la mirada y nos paramos a preguntar al que extiende una mano pidiendo ayuda o al que está mano sobre mano en la plaza para ver qué necesita?

Rudyard Kipling La Providencia ayuda a los que ayudan al prójimo.

Sta. Madre Teresa, No basta con que digamos: Yo amo a Dios pero no amo a mi prójimo. San Juan dice que somos mentirosos si afirmamos que amamos a Dios y no amamos a nuestro prójimo. Es muy importante para nosotros darse cuenta de que el amor para que sea auténtico tiene que doler.

Amar al prójimo debe ser tan natural como vivir y respirar.

Cada vez que menospreciamos a uno de nuestros hermanos porque es pobre o enfermo, es a Cristo a quien humillamos.

Cuando nos dirijamos a alguien, recordemos que Cristo vive en esa persona.

Ana Frank Desde que la vida empezó, la regla se estableció: ¡Nuestras faltas ignoramos, las del prójimo aumentamos! “Diario de Ana Frank” (1947),

Kung FuTse, Confucio Aquel que procura asegurar el bienestar ajeno, ya tiene asegurado el propio.

Pitágoras Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no a llevarla.

Platón Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro.

San Camilo Cada uno pida al Señor que le dé un afecto materno hacia su prójimo.

Albert Einstein Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros.

San Agustín de Hipona Con el amor al prójimo el pobre es rico…, sin él el rico es pobre…

Cuando amamos al hermano con amor verdadero…, le amamos con un amor que viene de Dios… Y el que no ama al hermano, no está en el amor…, y el que no está en el amor no está en Dios porque Dios es amor…

Si no…, ¿cómo puedes llamarte cristiano?

+Carlos Osoro, “cuando falta Dios, el ser humano no solo se empobrece él mismo, sino que no tiene capacidad para dar todo lo que Dios nos entrega, entre otras cosas, la vida”. “Y uno da vida a los demás cuando la tiene”

Jacinto Benavente Cuando hemos renunciado a nuestra dicha y nos contentamos en ver dichosos a los que nos rodean, es quizá cuando empezamos a serlo.

P. Bernhard Häring C.Ss.R.El alma humilde se olvida de sí misma, y en Dios y por Dios se alegra de todo bien.

P. Félix Castro Morales El amor al prójimo como a sí mismo es inseparable del amor a Dios, porque el prójimo es mi hermano al ser hijo del mismo Padre, que lo ama como a mí. No podemos no amar a quien Dios ama.

Santa Edith Stein El amor al prójimo es nuestra medida de nuestro amor de Dios.

Benjamín Disraeli El don más grande que podemos hacer a otros no es compartir con ellos nuestra riqueza, sino hacerles descubrir la propia.

Autor desconocido El cristiano entra en la iglesia para amar a Dios y sale para amar al prójimo.

«El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo» (C. I. C.-1807).

P. Jesús Álvarez, ssp El máximo acto de amor al prójimo consiste en ayudarle a conseguir la vida eterna, que es el máximo don de Dios, como Jesús nos da a entender: “¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo, si al final se pierde a sí mismo?” (Mt 16, 26).

Arturo Graf El medio más seguro de hacernos agradables la vida es hacérsela feliz a los demás.

Dr. Richard Moss.El mejor regalo que podemos darle a otra persona es nuestra atención íntegra.

Lao Tse.El que conoce a su prójimo es erudito; el que se conoce a sí mismo es sabio.

León Tolstoi El que hace sufrir al prójimo se causa daño a sí mismo. El que ayuda a los demás se ayuda a sí mismo.

Henry Boye El viaje más importante que podemos hacer en la vida es el de conocer a otro en el camino.

San Francisco de Sales En nosotros, todo lo excusamos; en los prójimos, nada; queremos vender caro y comprar barato.

Miguel De Unamuno Entregarnos a los demás es desvivirnos.

Autor desconocido Es cuando nos olvidamos de nosotros, cuando hacemos cosas que merecen ser recordadas.

S. León Magno, Hagamos ayunar nuestros deseos de poseer –a veces inmoderados– con el fin de ofrecer a nuestro prójimo aquello de que carece radicalmente. El ayuno de los ricos ha de convertirse en alimento para los pobres (cf. Homilía 20, sobre el ayuno).

Martin Luther King Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos, como hermanos.

Baden Powell La bandera de conseguir la felicidad, es haciendo felices a los demás.

Madre Maravillas de Jesús La Caridad para con Dios se mide por la caridad que se tiene con el prójimo, y ésta roba el Corazón del Señor y…el de las criaturas también.

Antonio Elduayen, C.M.La parábola del Buen Samaritano nos invita a un examen sincero de nuestro compromiso con la caridad: qué estamos haciendo por los demás y en especial por los necesitados.

Mark Twain El modo mejor de alegrarte a tí mismo es tratar de alegrar a otro.

Evangeli.net Los santos han adquirido su capacidad de amar al prójimo de manera siempre renovada gracias a su encuentro con el Señor y, viceversa: ¡el amor crece a través del Amor!

Autor desconocido Me busqué a mí mismo, y no me encontré. Busqué a Dios, y se me escondió. Busqué a mi prójimo y encontré a los tres.

Charles Dickens Nadie es inútil en el mundo, mientras pueda aliviar un poco el peso de sus semejantes.

Erasmo de Rótterdam No hay goce alguno de las cosas si no se comparten con otros.

P. Miguel Rivilla San Martín Nos sobra tiempo para nosotros y nos falta tiempo para darnos a los demás.

S. Juan XXIII Nunca vaciles en tender la mano; nunca titubees en aceptar la mano que otro te tiende.

P. Javier Leoz Prójimos son, en definitiva, las personas que salen a nuestro paso en mil circunstancias y con mil nombres y apellidos.

San Clemente de Alejandría Si viste a tu hermano, entonces viste a Dios.

M. Maintenon Todas las mañanas, nos debemos preguntar; ¿qué podría hacer hoy por los demás?

Autor desconocido Tu felicidad llega cuando a otros llena.

ORACIÓN

Oh, Señor Jesús, ten la bondad de acercarte a mí, movido por la compasión. Bajando de Jerusalén a Jericó , caes desde lo alto hasta nuestros bajos fondos, desde un lugar donde los seres están llenos de vida, a un país de enfermos. Mira: he caído en manos de los ángeles de las tinieblas y no sólo me han quitado el vestido de la gracia, sino que después de haberme molido a palos, me han dejado medio muerto. Cura las llagas de mis pecados, después de haberme dado la esperanza de volver a encontrar la salud; por miedo a que empeoraran llegué a perder la esperanza de curar. ¡Si pudieras ungirme con el óleo de tu perdón y derramar sobre mi el vino de la compunción! ¡Si me cargaras sobre tu misma cabalgadura, entonces «levantarías de la tierra al desvalido», «sacarías al pobre de la basura»!

San Gregorio Magno,

Exposición sobre los 7 salmos penitenciales, PL 79, 581.

EXAMEN DE CONCIENCIA PARA EL SACERDOTE

«Anda y haz tú lo mismo»

Eso dice Jesús.

Te lo dice a ti, sacerdote. Y se refiere a los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, amando a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas, con todo su ser, y que aman al prójimo como a ellos mismos, porque en el prójimo lo reconocen a Él.

Se refiere no a los sabios y letrados, no a los ricos y poderosos, sino a los pequeños, a los ignorantes, a los sencillos y humildes, porque es a ellos a quien Dios se les ha revelado.

Tu Señor sale a tu encuentro en el camino. Y tú, sacerdote, ¿estás atento?, ¿lo ves?, ¿te detienes?, ¿lo atiendes? ¿Volteas a ver al más necesitado, y lo ves a Él?, ¿o cierras tus ojos ante las miserias de los demás y sigues de frente sin detenerte? ¿Actúas con caridad ante el sufrimiento de los demás, o eres indiferente? ¿Amas a tu prójimo? ¿Quién es tu prójimo?

Tu Señor te ha dado ejemplo, sacerdote, amando hasta el extremo, entregando su vida para el perdón de los pecados de los hombres, porque nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos, y Él no ha venido a curar a los sanos, sino a los enfermos, y ha venido a perdonar no a los justos, sino a los pecadores, y te manda para que vayas tú y hagas lo mismo.

Tu Señor te ha llamado y te ha elegido, sacerdote, porque ha encontrado en ti a un hombre según su corazón, y te ha pedido que dejes todo para seguirlo y tengas sus mismos sentimientos, para que seas como Él, compasivo y misericordioso, y tú también des ejemplo.

Tu Señor te ha enviado como un buen samaritano para que veas en el prójimo a tu hermano, para que lo ayudes, para que lo asistas, para que lo alimentes, para que lo vistas, para que lo sanes, para que lo acompañes, para que lo cuides y lo ames, porque es a Él a quien lo haces.

Pero si un día el prójimo necesitado fueras tú, sacerdote, déjate ayudar con humildad y déjate sanar, permitiendo que un buen samaritano te tienda la mano, porque en él Yo soy, es quien lo hará.

Tu Señor es el prójimo y es el buen samaritano, es Yo soy, es tu amigo y es tu hermano, es tu Maestro y es tu amo, y es quien te pregunta ¿qué es lo que está escrito en la ley?, ¿qué lees en ella? Y tú, sacerdote, ¿qué le contestas?, ¿cumples la ley?

Medita bien tu respuesta, sacerdote, abre tu corazón a la realidad y no mientas. Confiesa a tu Señor la verdad. ¿Amas a Dios por sobre todas las cosas? ¿Amas a tu prójimo como a ti mismo? Y tú, sacerdote, ¿te amas? ¿Cómo te amas?

Considera tu respuesta, sacerdote, porque si alguno dice yo amo a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve.

Detén tu camino, sacerdote, y mira a tu prójimo, que está necesitado de ti. Deja tu ofrenda y ve a reconciliarte con tu hermano, dispuesto a servir, porque Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti. Cumple, pues, el mandamiento de tu Señor: el que ame a Dios, que ame también a su hermano. Y entonces, vuelve con el corazón contrito y humillado a presentar tu ofrenda ante tu prójimo, que tanto te ha amado, que siendo Dios se hizo hombre, para ser crucificado, para que tú, hombre indigno y pecador, fueras salvado.

Tomado de La Compañía de María, Madre de los Sacerdotes

CONTO

En cierta ocasión un rabino estaba instruyendo a sus discípulos. En el curso de su lección, les preguntó: ¿Cuándo comienza el día?».

Uno le contestó: «Cuando se alza el Sol y sus blandos rayos besan la Tierra que reverbera como el oro, entonces comienza el día». Pero su respuesta no complació al rabino.

Entonces otro discípulo apuntó: «Cuando los pajarillos empiezan a cantar a coro, y la naturaleza misma despierta a la vida después del sueño nocturno, entonces comienza el día». Pero tampoco esta respuesta gustó al rabino.

Y así, uno tras otro, todos los discípulos fueron dando sus respuestas. Pero ninguna de ellas agradada al rabino.

Por último, se rindieron todos, y le preguntaron excitados: «Ahora, ¡díganos usted mismo la respuesta correcta! Cuando comienza el día?» Y el rabino contestó sin alterarse: «Cuando ves a un extraño en la oscuridad, y reconoces en él a tu Hermano, entonces despunta el día! Si no reconoces en el extraño a tu hermano o hermana, ya puede alzarse el Sol, ya pueden cantar los pájaros, ya puede despertar a la vida la misma naturaleza, que en tu corazón sigue siendo noche y oscuridad».

Tomado del Cardenal Paul Poupard

MR. RIQUEZA MR. ÉXITO MR. AMOR

Una mujer salió de casa y vio a tres hombres con largas barbas blancas sentados a la puerta. No los reconoció.

Ella les dijo: “Creo que no les conozco, pero deben tener hambre. Pueden entrar y comer algo”. ¿Está el señor de la casa dentro?, preguntaron.

“No”, respondió la señora. “Está fuera”. “Entonces no podemos entrar”, contestaron.

Al anochecer cuando llegó el marido, ella le contó lo que le había pasado.

“Ve e invítalos”. La mujer salió y los invitó. Pero ellos le dijeron: “Nosotros no entramos en una casa los tres a la vez”.

“¿Por qué?” les preguntó curiosa.

Uno de los tres le explicó: “Ese es Mr. Riqueza y aquel es Mr. Éxito y yo soy Mr. Amor. Ahora entra en casa y dile a tu esposo quién de nosotros quiere que entre en su casa.”

“Qué interesante”. Invitemos a Mr. Riqueza y que nos llene la casa con sus riquezas”, dijo el marido.

Su mujer no estaba de acuerdo. “¿Por qué no invitamos a Mr. Éxito? Su nuera que estaba escuchando saltó diciendo: “¿No sería mucho mejor invitar a Mr. Amor y así nuestra casa se llenaría de amor”?

Los tres se pusieron de acuerdo e invitaron a Mr. Amor.

El Amor se levantó y se dirigió hacia la casa. Los otros dos también se levantaron y le siguieron. Sorprendida la señora preguntó a Mr. Riqueza y Éxito:

“Sólo invité a Mr. Amor, ¿por qué quieren entrar también ustedes?”

Y los dos respondieron al unísono: “Si usted hubiera invitado a Mr. Riqueza o Mr. Éxito los otros dos se habrían quedado afuera, pero como invitó a Mr. Amor, adonde él va también vamos nosotros.

Donde hay amor hay también riqueza y éxito.

Tomado de P. Félix Jiménez

Se cuenta la historia de un fotógrafo que trabaja para una revista cristiana. El editor le encargó fotografiar a alguien que caracterizó la condición de miseria de la humanidad. Después de mucho buscar, el fotógrafo capturó la imagen perfecta. Desde un callejón en sombras vio a un mendigo que suplicaba comida. El mendigo yacía estirado de lado hacia una tienda de comestibles que exhibía pan recién horneado. El fotógrafo se puso en posición y con entusiasmo tomó la foto. Momentos después, envió rápidamente la imagen a su editor. El editor estuvo de acuerdo en que representaba perfectamente la miseria de la humanidad. Luego de felicitar al fotógrafo, el editor lo miró profundamente a los ojos y preguntó: “¿Y qué ayuda le diste al mendigo después de la fotografía?”. Con una punzada de incomodidad, el fotógrafo confesó en voz baja que no había hecho nada. El editor respondió: “Recibiste la imagen pero no entendiste el mensaje”.

Jesús, nuestro narrador, no pronuncia un discurso ni escribe un ensayo profundo sobre la dignidad humana. Le dijo y nos cuenta una historia hermosa. Una historia con muchos personajes: la víctima, los ladrones, el sacerdote, el levita, el posadero, el samaritano, tú y yo.

Tomado de P. Félix Jiménez

ANÉCDOTA

Luther King predicó un sermón en el cual ofreció una perspectiva alternativa a la opinión mayoritaria para explicar las acciones de los dos personajes.

Señaló el miedo como la característica que motivó su decisión: Es posible que el sacerdote y el levita tuvieran miedo de que los golpearan si se detenían, porque los ladrones aún podían estar allí. O quizás el hombre tendido en el suelo no era más que un impostor, que fingía estar herido para atraer a los viajeros que pasaban y convertirlos en presas fáciles de atrapar. Puedo imaginar entonces que la primera pregunta que se hicieron el sacerdote y el levita fuera: “Si me detengo para ayudar a este hombre, ¿qué me ocurrirá?” Luego llegó el buen samaritano y por la naturaleza misma de su preocupación, invirtió la pregunta: “Si no me detengo para ayudar a este hombre, ¿qué le ocurrirá?”

Martin Luther King, On Being a Good Neighbor (Stanford: The Martin Luther King, Jr. Research and Education Institute, Stanford University, 1962).

Un hombre que vivió plenamente este Evangelio del buen samaritano es el santo que recordamos hoy: san Camilo de Lellis, fundador de los Ministros de los enfermos, patrono de los

enfermos y de los agentes sanitarios. San Camilo murió el 14 de julio de 1614

Tomado de Homilía 2013, SS.Francisco

A propósito de los famosos rabinos Shammay y Hillel, que vivie­ron pocos años antes de Jesús, se cuenta la siguiente anécdota. Una vez llegó un pagano a Shammay, famoso por su intolerancia, y le dijo: “Me haré prosélito con la condición de que me enseñes toda la Torá mien­tras aguanto a pata coja”. Él lo echó, amenazándolo con una vara de medir que tenía en la mano. Entonces fue a Hillel, famoso por su tolerancia, que le dijo: “Lo que no te guste, no se lo hagas a tu prójimo. En esto consiste toda la Ley, lo demás es interpreta­ción”. También del Rabí Aquiba (+ hacia 135 d.C.) se recuerda un esfuer­zo parecido de sintetizar toda la Ley en una sola frase: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo; este es un gran princi­pio general en la Torá”.

Los escribas, equivalentes a los doctores de teología actuales, pero con mucho más poder, autoridad y prestigio, no quedan bien en los evangelios.

Un samaritano. El personaje más odioso y despreciable para un judío, miembro de un pueblo que, según el libro de los Reyes, “no veneran al Señor ni proceden según sus mandatos y preceptos”. Irónicamente, un representante de este pueblo que no venera al Señor ni procede según sus mandatos y preceptos es quien actúa con misericordia y se comporta como prójimo.

Tomado de José Luis Sicre

AMIGOS

Hace tiempo al estar en mi casa, siendo como las 11:00 de la noche, recibí la llamada telefónica de un muy buen amigo mío. Me dio mucho gusto su llamada y lo primero que me preguntó fue: ¿cómo estas? Y sin saber por qué le contesté: “solísimo”.

¿Quieres que platiquemos? Le respondí que sí y me dijo: ¿quieres que vaya a tu casa? Y respondí que sí. Colgó el teléfono y en menos de quince minutos él ya estaba tocando a mi puerta.

Yo empecé y hablé por horas y horas, de todo, de mi trabajo, de mi familia, de mi novia, de mis deudas, y él atento siempre, me escuchó. Se nos hizo de día, yo estaba totalmente cansado mentalmente, me había hecho mucho bien su compañía y sobre todo que me escuchara y que me apoyara y me hiciera ver mis errores, me sentía muy a gusto y cuando él notó que yo ya me encontraba mejor, me dijo: bueno, pues me retiro tengo que ir a trabajar.

Yo me sorprendí y le dije: pero porque no me habías dicho que tenías que ir a trabajar, mira la hora que es, no dormiste nada, te quité tu tiempo toda la noche. Él sonrió y me dijo: no hay problema para eso estamos los amigos. Yo me sentía cada vez más feliz y orgulloso de tener un amigo así.

Lo acompañé a la puerta de mi casa… y cuando él caminaba hacia su automóvil le grité desde lejos: oye amigo, y a todo esto, ¿por qué llamaste anoche tan tarde? El regresó y me dijo en voz baja es que te quería dar una noticia…y le pregunté: ¿qué pasó? Y me dijo…fui al doctor y me dice que mis días están contados, tengo un tumor cerebral, no se puede operar, y solo me queda esperar… yo me quedé mudo…él me sonrió y me dijo: que tengas un buen día amigo… se dio la vuelta y se fue…

Pasó un buen rato para cuando asimile la situación y me pregunté una y otra vez, porque cuando él me preguntó ¿cómo estás? me olvidé de él y sólo hablé de mí.

¿Como tuvo la fuerza de sonreírme, de darme ánimos, de decirme todo lo que me dijo, estando él en esa situación?…esto es increíble… desde entonces mi vida ha cambiado, suelo ser más crítico con mis problemas y suelo disfrutar más de las cosas buenas de la vida, ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero.. por ejemplo él… todavía vive y procuro disfrutar más el tiempo que convivimos y platicamos, sigo disfrutando de sus chistes, de su locura, de su seriedad, de su sabiduría, de su temple, de mi amigo…

Tomado de iveargentina.org

Traduciendo el valor adquisitivo de un denario a nuestra economía, el samaritano debió aportar entre 60/80 euros (2 denarios) al posadero para los cuidados del herido.

Pepe Gómez, Tiempo Interior

CANTO

Parábola de El Buen Samaritano – Valivan

ellos son tu rostro ixcis

El Buen Samaritano – Bom Samaritano – Cristóbal Fones SJ

Es el Buen Samaritano JUAN MORALES

VIDEO

CATEQUIZIS 45 | BUEN SAMARITANO | Juan Manuel Cotelo

Delegación para el Clero de Santiago de Compostela