Sin la oración, el vino se vuelve vinagre

Plenaria de la Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada-Roma 2014El Papa Francisco recibió hoy jueves 27 de noviembre en el Vaticano a los participantes de la Plenaria de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica convocados a Roma alrededor del tema: Vino nuevo en odres nuevos del 25 al 29 de noviembre 2014.

El Santo Padre consideró significativo el titulo escogido para la Plenaria relacionado con el Evangelio (Marcos 2:22) y destacó además el aporte de hace medio siglo de la Constitución Lumen gentium y del Decreto Perfectae caritatis que disciplina la vida de los hombres y mujeres que profesan castidad, pobreza y obediencia a la Iglesia.

Entretanto, recomendó especialmente a los religiosos no abandonar la oración.

“Digan a los nuevos miembros, por favor, que no se pierde el tiempo orando; adorar a Dios no es perder el tiempo, alabar a Dios no es perder el tiempo”. El Sucesor de Pedro se refirió a sí mismo como consagrado (es el primer papa religioso en 182 años) para indicar que sin la oración cotidiana “el vino se volverá vinagre”.

El Pontífice se dirigió a los seguidores de Jesús que dejan todo para dedicar su vida al Anuncio del Evangelio y recordó el viento del Espíritu que siguió soplando después  del Concilio Vaticano II para empujar a los Institutos a renovar su compromiso “espiritual, carismático e institucional”.

En su discurso, aseguró que los seguidores de la vida de Cristo tienen un espacio en la viña del Señor. El Pontífice evocó el objetivo de la Plenaria: “discernir la calidad y la maduración del ‘vino nuevo’ que se produce en la larga temporada de renovación, y al mismo tiempo evaluar si las botellas que lo contienen, representadas por las formas institucionales presentes hoy en día en la vida consagrada, son adecuadas para contener este “vino nuevo” y fomentar su plena madurez”.

Luego aseguró que no se debe “tener miedo de dejar los “odres viejos” e invitó a “renovar esos hábitos y estructuras que, en la vida de la Iglesia y, por tanto, también en la vida consagrada” ya no responden a “lo que Dios nos pide hoy”. 

En este sentido se refirió a las “estructuras que nos dan falsa protección y afectan el dinamismo de la caridad; hábitos que nos alejan del rebaño” y “nos impiden escuchar el grito de los que esperan la Buena Nueva de Jesucristo”.

El Papa Francisco no ocultó las debilidades que tiene hoy la vida consagrada y citó como ejemplo: “la resistencia de algunos sectores al cambio, la fuerza debilitada de la atracción, el importante número de abandonos” y un punto que preocupa particularmente al Sucesor de Pedro: “la selección y formación de los candidatos”.

Asimismo, señaló otras dificultadas para la vida consagrada como “los afanes por las tareas institucionales” a expensas de la “vida espiritual, la difícil integración de la diversidad cultural y generacional, y un equilibrio problemático en el ejercicio de la autoridad y el uso de bienes”.

En el discurso mencionó su preocupación por la pobreza en la vida religiosa y citó a san Ignacio, fundador de los jesuitas,  que decía: “la pobreza es la madre y también el muro de la vida consagrada”.  La pobreza – aseguró- es “madre porque da vida y muro que protege de lo mundano”.

De igual manera, exhortó a los religiosos a seguir “escuchando las señales del Espíritu” que abre a nuevos horizontes “a partir de la norma suprema del Evangelio” e “inspirados por la audacia creativa de sus fundadores y fundadoras”.

“En el arduo trabajo que les ve reunidos a fin de evaluar el vino nuevo y probar la calidad de los odres que lo deben contener, les doy algunos criterios rectores.

 Las originales decisiones evangélicas, la lealtad carismática, la primacía del servicio, el cuidado de los más pequeños y frágiles, y el respeto por la dignidad de cada persona”.

En la alocución animó a los religiosos a trabajar con “generosidad e ingenio en la viña del Señor” para dar “buen vino” para “revitalizar la vida de la Iglesia” y alegrar “los corazones de tantos hermanos y hermanas necesitados” de atenciones y cuidados maternales.

“La sustitución de botellas viejas por otras nuevas no es automática”, prosiguió, “sino que requiere compromiso y capacidad” para dar espacio a los frutos del Espíritu que “embellecen la Iglesia”.

“No se olviden de dar gracias al Dueño de la viña que les ha llamado a esta tarea apasionante”. El Papa les invitó a seguir el camino de renovación iniciado hace cincuenta años, examinando todo “lo nuevo a la luz de la Palabra de Dios y escuchando las necesidades de la Iglesia y del mundo contemporáneo”.

Sucesivamente, les invitó a utilizar todos los medios de la Iglesia para  “avanzar en el camino  personal y comunitario”.

Por último, el Pontífice les agradeció el esfuerzo traducido en la Plenaria en el contexto de la vigilia del Año de la Vida Consagrada e impartió su bendición apostólica a los presentes. 

Barca de Santiago / Noviembre 2014