CITA
Proclo de Constantinopla «Un día se atrevió a presentarse no un marido, sino un Ángel incorrupto y escuché la Palabra, concebí la Palabra, devolví la Palabra. Di a luz a la Luz e ignoro de qué modo; tengo un hijo y no he conocido varón. Le ofrezco la fuente de mi leche y conservo intacto el tesoro de la virginidad. Llevo al Niño en mis brazos, pero no puedo decir cómo llegué a ser Madre. Por eso reconozco a mi Hijo, mi Hacedor y Creador, Niño que es anterior a los siglos».
San Juan Damasceno «Tú naciste de Ella, tú el solo Cristo, el solo Señor, el solo Hijo, al mismo tiempo Dios y hombre. Mediador entre Dios y los hombres, (…) renovaste lo que estaba destrozado, (…) hiciste a los hombres hijos de Dios. ¿Cuál fue el instrumento de estos infinitos beneficios que sobrepasan todo pensamiento y toda comprensión? ¿No es acaso la que te dio a luz, la siempre Virgen? ¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios, qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus caminos! ¡Oh inmensidad de la bondad de Dios! ¡Oh amor que supera toda explicación!».
San Cirilo «¡Salve, María, que contuviste en tu seno al que ninguna medida puede contener! Por ti, la Santísima Trinidad es glorificada, la Cruz de la redención, adorada en todo el orbe; por ti el Cielo se alegra, los ángeles se regocijan, los demonios son conjurados, el mismo Tentador se precipita en los abismos, y la humanidad —curada de sus heridas— sube a la gloria! (…) por ti alborea el unigénito del Padre, luz esplendorosa que alumbra a cuantos se sientan en tinieblas y en sombra de muerte (…) ¿Qué mortal alabará cual se merece a la que excede a todas las alabanzas?».
San Agustín «Si la Madre fuera ficticia, sería ficticia también la carne (…) y serían ficticias también las cicatrices de la resurrección».
«Ningún valor hubiera tenido para ella la misma maternidad divina, si no hubiera llevado a Cristo en su corazón, con una suerte mayor que cuando lo concibió en la carne» (De sancta Virginitate 3, 3).
«Más bienaventurada es María al recibir a Cristo por la fe que al concebir en su seno la carne de Cristo» (San Agustín, virg.,3).
«Celebramos hoy el octavo día del nacimiento del Salvador. Y veneramos tus maravillas, Señor, pues la que ha dado a luz es Madre y Virgen, y el que ha nacido es Niño y Dios. Con razón ha hablado el cielo, y los ángeles han anunciado su gozo; los pastores se alegraron, los magos fueron conducidos al pesebre; los reyes temblaron y coronaron con glorioso martirio a los inocentes» (San Agustín, 21 Sermón de Navidad).
san Bernardo El cristianismo —afirma— es la «religión de la Palabra de Dios»; no, sin embargo, de «una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y viviente» (Hom. super missus est, IV, 11: pl 183, 86 b).
San Anselmo Nadie hay semejante a María — exclamaba él con entusiasmo; fuera de Dios, nadie hay más grande que María.»
San Francisco de Sales, Así como la Santísima Virgen fue a visitar a su prima Santa Isabel, así nosotros, durante esta octava, tenemos que ir a menudo a visitar al divino Angelito, acostado en el pesebre; y allí aprenderemos, de este soberano Pastor de pastores, a conducir, gobernar y cuidar nuestros rebaños para que sean agradables a su bondad. Sermón de la víspera de Navidad de 1613. IX, 11.
Conc. Vaticano II, afirma, entre otras cosas, que la humanidad no logrará construir «un mundo más humano para todos los hombres, en todos los lugares de la tierra, a no ser que todos, con espíritu renovado, se conviertan a la verdad de la paz» (Gaudium et spes. n. 77).
san Josemaría Escrivá: ¿No te conmueve oír una palabra de cariño para tu madre? ‑Pues al Señor le ocurre igual. No podemos separar a Jesús de su Madre.
Cuando la Virgen respondió que sí, libremente, a aquellos designios que el Creador le revelaba, el Verbo divino asumió la naturaleza humana: el alma racional y el cuerpo formado en el seno purísimo de María. La naturaleza divina y la humana se unían en una única Persona: Jesucristo, verdadero Dios y, desde entonces verdadero Hombre, hijo verdadero de María: por eso Nuestra Señora es Madre del Verbo encarnado, de la segunda Persona de la Santísima Trinidad que ha unido a sí para siempre -sin confusión- la naturaleza humana. Podemos decir bien alto a la Virgen Santa, como la mejor alabanza, esas palabras que expresan su más alta dignidad: Madre de Dios (Amigos de Dios, n. 274).
Pierde el miedo a llamar al Señor por su nombre -Jesús- y a decirle que le quieres (Camino, n. 303).
San Juan Pablo II, En este primer día del año nuevo toda la Iglesia reza por la paz…roguemos: líbranos de la guerra, del odio, de la destrucción de vidas humanas: No permitas que matemos. No permitas que se utilicen los medios que están al servicio de la muerte, la destrucción, y cuya potencia, cuyo radio de acción y de precisión traspasan los límites conocidos hasta ahora. No permitas que sean empleados jamás. «Líbranos del mal». Defiéndenos de la guerra. De todas las guerras Lunes 1 de enero de 1979.
Vencer el mal con las armas del amor es el modo como cada uno puede contribuir a la paz de todos. 1 de enero de 2005
«La Iglesia… camina en el tiempo… Pero en este camino —deseo destacarlo enseguida— procede recorriendo de nuevo el itinerario realizado por la Virgen María» (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 2).
“¡Salve, María! Pronuncio con inmenso amor y reverencia estas palabras, tan sencillas y a la vez tan maravillosas. Nadie podrá saludarte nunca de un modo mejor que como lo hizo un día el Arcángel en el momento de la Anunciación…son las palabras con las que Dios mismo, a través de un mensajero, te ha saludado a Ti, la Mujer prometida en el Edén, y desde la eternidad elegida como Madre del Verbo”.
Benedicto XVI, «Respetando a la persona se promueve la paz, y de que construyendo la paz se ponen las bases para un auténtico humanismo integral» (Mensaje, n. 1: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 15 de diciembre de 2006, p. 5).
Podemos estar seguros de que, si buscamos sin descanso su rostro, si no cedemos a la tentación del desaliento y de la duda, si incluso en medio de las numerosas dificultades que encontramos permanecemos siempre anclados en él, experimentaremos la fuerza de su amor y de su misericordia. 1 de enero de 2008
Meditar en el misterio del Rostro de Dios y del hombre es un camino privilegiado que lleva a la paz. En efecto, la paz comienza por una mirada respetuosa, que reconoce en el rostro del otro a una persona, cualquiera que sea el color de su piel, su nacionalidad, su lengua y su religión. 1 de enero de 2010
Al inicio de un nuevo año se nos invita a entrar en su escuela, en la escuela de la fiel discípula del Señor, para aprender de Ella a acoger en la fe y en la oración la salvación que Dios quiere derramar sobre los que confían en su amor misericordioso
S.S. Francisco, La Madre del Redentor nos precede y continuamente nos confirma en la fe, en la vocación y en la misión. 1 de enero de 2014
La promesa antigua se cumple en su persona. Ella ha creído en las palabras del ángel, ha concebido al Hijo, se ha convertido en la Madre del Señor. A través de ella, a través de su “sí”, ha llegado la plenitud de los tiempos. El evangelio dice: “Conservaba todas estas cosa, meditándolas en su corazón” (Lc 2, 19). Ella se nos presenta como un vaso siempre rebosante de la memoria de Jesús, Sede de la Sabiduría, al que podemos acudir para saber interpretar coherentemente su enseñanza. Madre, derrama sobre nosotros tu bendición y muéstranos el rostro de tu Hijo Jesús, que trae a todo el mundo misericordia y paz
Mons. Fulton Sheen, Si la única acusación que Nuestro Señor me hiciera el día del juicio fuese que había amado demasiado a su Madre, me sentiría entonces plenamente feliz.
Vicente Martínez, Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios. Tres actitudes muy recomendables para el próximo año.
Juan Jáuregui ¿No habría que decir, más bien, “año nuevo, vida vieja?
J. M. Cabodevilla, se preguntaba: «¿Por qué el amor no hace a los hombres dichosos, pero su privación los hace desdichados? ¿Por qué la ausencia de la persona amada les hace sufrir más de lo que su presencia les hacía gozar?
Disraeli: La vida es demasiado breve para ser mezquina o para perderla de forma tonta…
Caritas Santa María, Theotokos, enséñanos a «concebir» a Dios. La mano amiga de Dios-. Adviento y navidad 1989/89-2.págs. 142 s.
CONTO
Se cuenta en la vida de los padres del desierto, que a un monje le preguntaron: “¿Pero que haces tanto tiempo en el silencio?”. Y él les contestó: “Estoy dejando que la luz salga”. Y también le preguntaban: “¿Pero cómo has huido del mundo?”. Y el decía: “No, no, yo no he huido del mundo; es el mundo el que ha ido huyendo de mi. Se ha ido todo lo que yo no necesito”.
Estamos acostumbrados a pensar que nuestra felicidad depende de lo que nos pasa, de lo que nos llega “de fuera”. En realidad, tanto la felicidad como el sufrimiento, dependen del modo como vemos eso que nos pasa.
PAPELITOS DEL TÍO ANTONIO
¿Conocen la historia del tío Antonio? El tío Antonio, arriero ordinario entre Pozo Blanco y Córdoba, se ganaba la vida haciendo efectivos los encargos que le mandaban hacer. Era muy fiel en los encargos, pero un poco desconfiado. La víspera de cada viaje, sentado junto a su mesa, iba apuntando cada encargo en un papelito aparte y colocaba encima de cada uno el dinero que le daban al respecto. Cuando terminaba de ordenarlo todo, soplaba fuertemente y revoloteaban por el cuarto los papelitos que no tenían dinero encima. Los que quedaban sobre la mesa los echaba en su alforja. Ya de vuelta de su viaje, le decía, por ejemplo, una mujer: “Tío Antonio, ¿y la escoba que le encargué para que la trajera fuerte y barata?” “¡Caramba!, respondía él, el viento debe haberse llevado el papelito en que tomé el apunte”. Y la casualidad era que el viento se llevaba todos los papelitos a los que les faltaba el peso de las monedas.
Nuestros propósitos del año nuevo son como los apuntes en los papelitos. Tenemos que ponerles encima también el peso del cariño, del corazón y de la memoria para que no se los lleve el viento del olvido.
Tomado de MSC
ANÉCDOTA
MUJER PACIFICADORA
San Agustín, en las Confesiones, presenta a su madre como modelo de mujer pacificadora. Cuenta que “cuando venía con chismes y divisaba hogueras de odio, ella las apagaba hablando a unos de otros, disculpando, interpretando benévolamente los hechos, las palabras, los gestos”.
Era como un bloque de arena donde se estrellaba la metralla enemiga de las críticas y de las murmuraciones. ¡Qué tarea tan grandiosa la del reconciliador! ¡Qué falta nos haría aquí este tipo de mujeres! ¡Qué tarea tan diabólica la del disgregador que destruye la obra de Cristo, que vino a “congregar a los hijos de Dios dispersos” (Jn 11 ,52).
Tomado de P. Juan Jáuregui Castelo
UN VIAJE EN AUTOBÚS
El renombrado filósofo americano EMERSON consigna un episodio interesante de un viaje que hizo en autobús. Un día bochornoso de verano subió cansado y sin humor a un auto de línea. Con tedio iba realizando su viaje… de media hora. Con el mismo sopor, y sin pensar en nada, estaban sentados también los demás viajeros del coche… cuando, en una de las paradas, subió una mujer joven con su hijito, de cabellos rubios y ojos azules. Apenas se hubieron sentado en un rincón del coche, cambió del todo el humor de los pasajeros. Como si todas las preguntas, sonrisas, carcajadas del inocente niño trajesen el aire del paraíso perdido a los hombres cansados por el camino fatigosode la vida. Y la madre sostenía con tanto encanto y amor a su hijito, y le hablaba con tal cariño, que la mirada de todos se clavaba en ellos y un calor extraño derretía los corazones, sumidos antes en la indiferencia.
El autobús que los astrónomos llaman «Tierra» iba corriendo hacía ya millares de años, con millones y millones de viajeros: hombres agotados, maltrechos, sumidos en la indolencia, que ni sabían adónde iba el coche…, cuando un día, hace dos mil años, subió a él una madre joven, teniendo en los brazos a su hijito, rubio y sonriente; y apenas ocupó un asiento en un rincón del coche, allá en la cueva de Belén, el alma de los viajeros se sintió caldeada por un fuego jamás sentido, y el corazón, antes indiferente, recibió nuevas fuerzas, como por ensalmo, de una belleza y ternura desconocidas. Y desde aquel día, la Madre y el Hijo viajan siempre con nosotros e irradian un encanto indecible y una fuerza de aliento que refrigera las almas cansadas en las luchas de la vida.
Mons. Tihamér Toth – La Virgen Madre de Dios
PROHÁSZKA.
«Nació de María Virgen» —así rezamos en el Credo. El Credo no contiene sino estas cuatro cortas palabras, a ella referentes: «Nació de María Virgen.» Breve frase; pero su contenido es tan profundo, que los nueve capítulos que vamos a escribir de la Virgen María casi no bastarán para descubrir cuanto encierra la frase.
Mons. Tihamér Toth – La Virgen Madre de Dios
«BASTA DECIR DE TI, QUE FUISTE LA MADRE DE JESÚS.»
Es interesante la manera como salió de un atolladero cierto orador de la antigüedad. Tuvo que hacer un discurso referente a Felipe de Macedonia; mas no alabó las cualidades de gobierno, ni las dotes guerreras de Felipe, sino que, con voz emocionada, dijo estas palabras: «Basta decir de ti, Felipe, que has sido el padre de Alejandro Magno.» También nosotros podríamos tratar largamente de la Virgen María, de la hermosura de su alma, de sus virtudes, de su amor a Dios, de su prontitud al sacrificio…; pero la ensalzamos del modo más digno diciendo: «Basta decir de Ti, Virgen Santa, que fuiste la Madre de Jesús.»
Mons. Tihamér Toth – La Virgen Madre de Dios
El título de Madre de Dios es, juntamente con el de Virgen santa, el más antiguo y constituye el fundamento de todos los demás títulos con los que María ha sido venerada y sigue siendo invocada de generación en generación, tanto en Oriente como en Occidente. Al misterio de su maternidad divina hacen referencia muchos himnos y numerosas oraciones de la tradición cristiana, como por ejemplo una antífona mariana del tiempo navideño, el Alma Redemptoris Mater, con la que oramos así: «Tu quae genuisti, natura mirante, tuum sanctum Genitorem, Virgo prius ac posterius«, «Tú, ante el asombro de toda la creación, engendraste a tu Creador, Madre siempre virgen».
Benedicto XVI
En la tradición patrística y medieval se usa una fórmula especial para expresar esta realidad: se dice que Jesús es el Verbum abbreviatum (cf. Rm 9, 28, referido a Is 10, 23), el Verbo abreviado, la Palabra breve, abreviada y sustancial del Padre, que nos ha dicho todo de Él. En Jesús está presente toda la Palabra.
Benedicto XVI 16-01-2013
A lo largo de la historia del cristianismo numerosos cristianos, entre ellos santa Juana de Arco, han muerto teniendo en sus labios una única palabra: Jesús. Antes había una fiesta en el Calendario General Romano que era la de la Invención de la Santa Cruz. Se celebraba el 3 de mayo. En ese día se acostumbra a decir: Satanás, Satanás, en mí no entrarás, porque en el día de la Cruz dije mil veces Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús…
En el año 1862 el papa beato Pío IX aprobó las Letanías del Santo Nombre de Jesús. Sus invocaciones pueden servir de jaculatorias: Jesús, esplendor del Padre. Ten piedad de nosotros; Jesús, rey de la gloria. Ten piedad de nosotros; Jesús, amante de la castidad. Ten piedad de nosotros; Jesús, nuestro refugio. Ten piedad de nosotros; Jesús, camino y vida nuestra. Ten piedad de nosotros; Jesús, corona de todos los santos. Ten piedad de nosotros…
Tomado de Anécdotas y catequesis
(“BERAKA”)
La “bendición” (“beraka”) es concebida, en el universo de los pueblos semitas, como una comunicación de vida, real y eficaz, que alcanza al “bendecido” y que le transmite vigor, fuerza, éxito, felicidad. Es un don que, una vez pronunciado, no puede ser retirado ni anulado. Aquí, esa comunión de vida, es fruto de la generosidad y del amor de Dios, se derrama sobre los miembros de la comunidad por mediación de los sacerdotes (en el Antiguo Testamento, los intermediarios entre el mundo de Yahvé y la comunidad israelita).
Tomado de Dehonianos
“IANUARIUS”
Llamamos el primer mes del año “enero” por “Ianuarius”, el dios pagano de puertas. Las imágenes de Ianuarius siempre tiene dos caras como una puerta tiene dos lados – una dando para atrás y la otra para adelante. Ciertamente durante enero vemos en estas dos direcciones. En el principio del mes siempre nos referimos al año pasado como el presente, a veces poniendo su número en los cheques. Pero mientras el mes avanza, pensamos más en las posibilidades del año ya comenzado
Tomado de Padre Carmelo Mele, O.P.
LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS
Es la primera Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración se comenzó a dar en Roma hacia el siglo VI, probablemente junto con la dedicación –el 1º de enero– del templo “Santa María Antigua” en el Foro Romano, una de las primeras iglesias marianas de Roma.
La antigüedad de la celebración mariana se constata en las pinturas con el nombre de “María, Madre de Dios” (Theotókos) que han sido encontradas en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa en tiempos de las persecuciones.
Más adelante, el rito romano celebraba el 1º de enero la octava de Navidad, conmemorando la circuncisión del Niño Jesús. Tras desaparecer la antigua fiesta mariana, en 1931, el Papa Pío XI, con ocasión del XV centenario del concilio de Éfeso (431), instituyó la Fiesta Mariana para el 11 de octubre, en recuerdo de este Concilio, en el que se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo, que es verdadero Hijo de Dios; pero en la última reforma del calendario –luego del Concilio Vaticano II– se trasladó la fiesta al 1 de enero, con la máxima categoría litúrgica, de solemnidad, y con título de Santa María, Madre de Dios.
De esta manera, esta Fiesta Mariana encuentra un marco litúrgico más adecuado en el tiempo de la Navidad del Señor; y al mismo tiempo, todos los católicos empezamos el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María.
El Concilio de Éfeso
En el año de 431, el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, afirmando: “¿Entonces Dios tiene una madre? Pues entonces no condenemos la mitología griega, que les atribuye una madre a los dioses”. Ante ello, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso –la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años– e iluminados por el Espíritu Santo declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios”. Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.
Asimismo, San Cirilo de Alejandría resaltó: “Se dirá: ¿la Virgen es madre de la divinidad? A eso respondemos: el Verbo viviente, subsistente, fue engendrado por la misma substancia de Dios Padre, existe desde toda la eternidad… Pero en el tiempo él se hizo carne, por eso se puede decir que nació de mujer”.
Madre del Niño Dios
“He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra”
Es desde ese fiat, hágase que Santa María respondió firme y amorosamente al Plan de Dios; gracias a su entrega generosa Dios mismo se pudo encarnar para traernos la Reconciliación, que nos libra de las heridas del pecado.
La doncella de Nazareth, la llena de gracia, al asumir en su vientre al Niño Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad, se convierte en la Madre de Dios, dando todo de sí para su Hijo; vemos pues que todo en ella apunta a su Hijo Jesús.
Es por ello, que María es modelo para todo cristiano que busca día a día alcanzar su santificación. En nuestra Madre Santa María encontramos la guía segura que nos introduce en la vida del Señor Jesús, ayudándonos a conformarnos con Él y poder decir como el Apóstol “vivo yo más no yo, es Cristo quien vive en mí”.
Tomado de aciprensa
JESÚS, ALEGRÍA DE LOS HOMBRES
Una de las piezas más sublimes de la música de todos los tiempos es la famosa coral final de la cantata 147 de J. S. Bach. Conocida por su título en inglés: «Jesús joy of man’s desiring» («Jesús alegría de los hombres»). En su texto original en alemán dice así: «Jesús sigue siendo mi alegría, el consuelo y la dulzura de mi corazón. Jesús me protege de todo sufrimiento. Él es la fuerza de mi vida, el placer y el sol de mis ojos, el tesoro y el deleite de mi alma. Por eso Jesús no se aparta de mi corazón y de mi rostro».
Javier Gafo Dios a la vista Homilías ciclo C. Madris 1994.Pág. 55 ss.
CATECISMO IGLESIA CATÓLICA
Nº 465: Las primeras herejías negaron menos la divinidad de Jesucristo que su humanidad verdadera (docetismo gnóstico). Desde la época apostólica la fe cristiana insistió en la verdadera encarnación del Hijo de Dios, «venido en la carne». Pero desde el siglo III, la Iglesia tuvo que afirmar frente a Pablo de Samosata, en un Concilio reunido en Antioquía, que Jesucristo es hijo de Dios por naturaleza y no por adopción. El primer Concilio Ecuménico de Nicea, en el año 325, confesó en su Credo que el Hijo de Dios es «engendrado, no creado, de la misma substancia [“homousios”] que el Padre» y condenó a Arrio que afirmaba que «el Hijo de Dios salió de la nada» y que sería «de una substancia distinta de la del Padre».
Nº 466: La herejía nestoriana veía en Cristo una persona humana junto a la persona divina del Hijo de Dios. Frente a ella S. Cirilo de Alejandría y el tercer Concilio Ecuménico reunido en Efeso, en el año 431, confesaron que «el Verbo, al unirse en su persona a una carne animada por un alma racional, se hizo hombre». La humanidad de Cristo no tiene más sujeto que la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido y hecho suya desde su concepción. Por eso el Concilio de Efeso proclamó en el año 431 que María llegó a ser con toda verdad Madre de Dios mediante la concepción humana del Hijo de Dios en su seno: «Madre de Dios, no porque el Verbo de Dios haya tomado de ella su naturaleza divina, sino porque es de ella, de quien tiene el cuerpo sagrado dotado de un alma racional, unido a la persona del Verbo, de quien se dice que el Verbo nació según la carne».
CHISTE
FELIZ NOCHEVIEJA
– ¿Aún sigues enfadada?
– ¡Me prometiste que felicitarías a mi madre en fin de año!
– ¿Y no lo hice?
– ¡¡Le dijiste feliz noche, vieja!!
BUENOS PROPÓSITOS
Peso 80 Kg, pero midiendo 1,75 debería pesar 70 Kg. Definitivamente este año me pondré como meta… crecer diez centímetros más.
Tomados de yavendras.com
POEMA
No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras, la risa y la poesía sí pueden cambiar el mundo. Somos seres, humanos, llenos de pasión.
No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte que es casi un deber.
La vida, es desierto y también es oasis. Nos derriba, nos lastima, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Pero no dejes nunca de soñar, porque sólo a través de sus sueños puede ser libre el hombre.
No caigas en el peor error, el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes. No traiciones tus creencias. Todos necesitamos aceptación, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta el pánico que provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente, sin mediocridades. Piensa que en ti está el futuro y en enfrentar tu tarea con orgullo, impulso y sin miedo. Aprende de quienes pueden enseñarte.
No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido un poco más feliz, sin haber alimentado tus sueños. No permitas que la vida te pase por encima sin que la vivas… ()
Walt Whitman
La vida es una oportunidad, aprovéchala; la vida es belleza, admírala; la vida es beatitud, saboréala; la vida es un sueño, hazlo realidad.
La vida es un reto, afróntalo; la vida es un juego, juégalo; la vida es preciosa, cuídala; la vida es riqueza, consérvala; la vida es un misterio, descúbrelo.
La vida es una promesa, cúmplela; la vida es amor, gózalo; la vida es tristeza, supérala; la vida es un himno, cántalo; la vida es una tragedia, domínala.
La vida es aventura, vívela; la vida es felicidad, merécela; la vida es vida, defiéndela.
Teresa de Calcuta
ORACIÓN
«Madre, que sabes lo que significa estrechar
entre los brazos el cuerpo muerto del Hijo,
de Aquel a quien has dado la vida,
ahorra a todas las madres de esta tierra
la muerte de sus hijos,
los tormentos, la esclavitud,
la destrucción de la guerra,
las persecuciones,
los campos de concentración, las cárceles.
Mantén en ellas el gozo del nacimiento,
del sustento, del desarrollo del hombre y de su vida.
En nombre de esta vida,
en nombre del nacimiento del Señor,
implora con nosotros la paz y la justicia en el mundo.
Madre de la Paz,
en toda la belleza y majestad de tu Maternidad
que la Iglesia exalta y el mundo admira,
te pedimos:
Permanece con nosotros en todo momento.
Haz que este nuevo año sea año de paz
en virtud del nacimiento y la muerte de tu Hijo.
Amén».
San Juan Pablo II, SANTA MISA EN LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARIA, MADRE DE DIOS Y XII JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ Lunes 1 de enero de 1979
EXAMEN PERSONAL DEL AÑO QUE TERMINA
No me he podido resistir. Mi muro de Facebook estaba lleno de los resúmenes del año de mis amigos y he decidido echar un vistazo a mi propio video-resumen. En un minuto escaso recorro algunos momentos bonitos de los últimos meses: el nacimiento de mi último sobrino, la visita de los amigos del Líbano y muchas fotos del verano. Recuerdos preciosos de este último año, pero… ¿ese ha sido mi año? Ni una foto de mi abuela, a la que despedimos en marzo; tampoco salen reflejadas las largas tardes de estudio en mi cuarto, ni hay fotos de las tertulias de después de comer. Mi vida no es un álbum de fotos bonitas ni tampoco un libro de historias de terror. Mi vida es una historia con sentido, que ni empezó el 1 de enero ni va a terminar el 31 de diciembre.
Por eso, al revisar mi año, quiero comenzar dándote gracias Señor por mi vida, por toda ella. Este año está repleto de momentos, algunos muy buenos, otros no tanto, pero todos entrelazados son importantes para tejer el lienzo de mi historia. Sin hacer nada por merecérmelo se me ha regalado una nueva oportunidad para amar y ser amado; por muy oscura que fuese la noche cada día volvía a salir el sol. Gracias, porque a pesar de mi pequeñez sigues confiando en mí para anunciar la buena noticia del Reino; a pesar de mi pecado me permites seguir echando una mano a la gente que lo necesita.
Y en este repaso a mi año, ayúdame a tener una mirada profunda y lúcida a la vez. Profunda para descubrir tus huellas discretas en lo cotidiano de mis días, entre los libros y el estudio, en los domingos en familia y en el gesto sencillo del compañero de casa; lúcida para examinar con realismo mi respuesta a tu llamada: en ocasiones he sido generoso y cercano ante aquellos que me necesitaban pero tampoco han faltado los momentos en los que me he encerrado en mí mismo o en los que no he querido mirar allí donde sabía que Tú estabas. Al descubrir esta mezcla de luces y sombras siento la tentación de juzgarme con dureza, de pensar que tras tantos años sigo en la casilla de salida del seguimiento. Recuérdame una vez más, Señor, tu mirada misericordiosa sobre mí; es en mi vida real, con sus luces y sus sombras, donde me llamas a seguirte.
Te pido perdón por los errores cometidos en estos meses. Ahora que me detengo a contemplar tu presencia en este año descubro con más claridad todas las veces que no he estado a la altura. Te pido perdón a Ti y a ellos, todos esos hombres y mujeres que confiaban en mí y yo no he sabido estar a la altura. En este nuevo año que vamos a comenzar puede que vuelva a tropezar en las mismas piedras, por eso no quiero hacer grandes propósitos de año nuevo. Esto de la conversión del corazón es algo que lleva toda la vida. Por eso, aunque no haga propósitos, quiero seguir caminando con esperanza: un nuevo año para descubrirte actuando en el mundo, un nuevo año para dejarme hacer por Ti, un nuevo año para intentar servirte en aquellas personas que irás poniendo en mi vida. Un nuevo año para amar y ser amado.
Ángel Benítez Donoso, sj
ORACIÓN PARA FIN DE AÑO
Señor, antes de entrar en el bullicio y aturdimiento del fin de año, quiero esta tarde encontrarme contigo despacio y con calma.
Son pocas las veces que lo hago.
Tú sabes que ya no acierto a rezar.
He olvidado aquellas oraciones que me enseñaron de niño y no he aprendido a hablar contigo de otra manera más viva y concreta.
Señor, en realidad, ya no sé muy bien si creo en ti.
¡Han pasado tantas cosas estos años!
Ha cambiado tanto la vida y he envejecido tanto por dentro…
Yo quisiera sentirte más vivo y más cercano.
Me ayudaría a creer. Pero me resulta todo tan difícil…
Y, sin embargo, Señor, yo te necesito.
A veces me siento muy mal dentro de mí.
Van pasando los años y siento el desgaste de la vida.
Por fuera todo parece funcionar bien:
el trabajo, la familia, los hijos.
Cualquiera me envidiaría.
Pero yo no me siento bien.
Ya ha pasado un año más.
Esta noche comenzaremos un año nuevo,
pero yo sé que todo seguirá igual.
Los mismos problemas, las mismas preocupaciones,
los mismos trabajos. Y así, ¿hasta cuándo?
¡Cuánto desearía poder renovar mi vida desde dentro!
Encontrar en mí una alegría nueva,
una fuerza diferente para vivir cada día.
Cambiar, ser mejor conmigo mismo y con todos.
Pero la experiencia me dice que no puedo esperar grandes cambios.
Estoy demasiado acostumbrado a un estilo de vida.
Ni yo mismo creo demasiado en mi transformación.
Por otra parte,
tú sabes cómo me dejo arrastrar por la agitación de cada día.
Tal vez por eso no me encuentro casi nunca contigo.
Tú estás dentro de mí y yo ando casi siempre fuera de mí mismo.
Tú estás conmigo y yo ando perdido en mil cosas.
Si al menos te sintiera como mi mejor amigo…
A veces pienso que eso lo cambiaría todo.
Qué alegría si yo no te tuviera esa especie de temor
que no sé dónde brota, pero que me distancia tanto de ti…
Señor, graba bien en mi corazón
que tú hacia mí sólo puedes sentir amor y ternura.
Recuérdame desde dentro que tú me aceptas tal como soy,
con mi mediocridad y mi pecado,
y que me quieres incluso aunque no cambie.
Señor, se me va pasando la vida,
y a veces, pienso que mi gran pecado
es no terminar de creer en ti y en tu amor.
Por eso, esta noche yo no te pido cosas.
Sólo que despiertes mi fe,
lo suficiente para creer
que tú estás siempre cerca y me acompañas.
Que a lo largo de este año nuevo no me aleje mucho de ti.
Que sepa encontrarte en mis sufrimientos y mis alegrías.
Entonces tal vez cambiaré. Será un año nuevo.
Franciscanos
CANTO
AVE MARÍA (VERBUM PANIS)
El Señor nos bendiga (feat. Varios Artistas) | Cristóbal Fones, SJ
Delegación para el Clero de Santiago de Compostela