Cielos

San Juan, apóstol y evangelista

Elegido por Jesucristo siendo muy joven, se entregó y estuvo al pie de la Cruz. Jesús le entregó a María como madre.

Cielos

San Juan era hijo de Zebedeo y había nacido en Galilea. Era pescador junto con su padre y su hermano Santiago.

Era muy joven cuando respondió a la llamada de Jesús, que le eligió para ser uno de los Doce Apóstoles. Sería “el discípulo a quien Jesús amaba”, según la descripción que hace seis veces de sí mismo en su evangelio.

Junto con su hermano Santiago y con san Pedro, fue testigo de la Transfiguración y de la Pasión del Señor.

A Juan y a Santiago se les describe como “los hijos del trueno” por su ímpetu y valentía.

Valiente y lleno de amor

En el momento de la Crucifixión, el evangelio narra que estuvo al pie de la Cruz y no huyó como el resto de discípulos. Ejemplo de fidelidad y de amor, recibió en aquel momento, de parte de Jesús, a María como madre.

Es autor de uno de los cuatro evangelios y tanto en él como en otros escritos se muestra como teólogo, habiendo contemplado la gloria del Verbo encarnado y anunciando lo que vio.

San Juan murió anciano. De él se recuerda el consejo que daba siempre a los discípulos: “Hijitos, amaos los unos a los otros.”

Santo patrón

San Juan evangelista es patrón de los teólogos y los escritores.

Himno de Laudes «Tú que revelaste a Juan»

Tú que revelaste a Juan
tus misterios más secretos
y los altos vericuetos
que mis ojos no verán,
haz que yo logre entender
cuanto Juan nos ha contado.
Déjame, Señor, poner
mi cabeza en tu costado.

Tú que en la Cena le abriste
la puerta del corazón
y en la Transfiguración
junto a ti le condujiste,
permíteme entrar
en tu misterio sagrado.
Déjame, Señor, poner
mi cabeza en tu costado.

Tú que en el monte Calvario
entre sus manos dejaste
el más santo relicario,
la carne donde habitaste,
Tú que le dejaste ser
el hijo bien adoptado,
déjame, Señor, poner
mi cabeza en tu costado.

Y tú, Juan, que a tanto amor
con amor correspondiste
y la vida entera diste
por tu Dios y tu Señor,
enséñame a caminar
por donde tú has caminado.
Enséñame a colocar
mi cabeza en su costado.

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