Román Pardo Manrique reflexiona sobre Evangelium Vitae y los desafíos contemporáneos en defensa de la vida

En el marco de la Jornada por la Vida, las delegaciones para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y para la Familia y la Vida (Pastoral Familiar) de la Archidiócesis de Santiago de Compostela unieron esfuerzos en la organización de una conferencia impartida por Román Pardo Manrique, Decano de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca y director del Secretariado de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social de la Conferencia Episcopal Española.

El evento tuvo lugar este miércoles, 26 de marzo, a las 19:30 horas en el Aula Magna del Instituto Teológico Compostelano, ubicado en San Martín Pinario. La conferencia estuvo centrada en la conmemoración de los treinta años de la publicación de la encíclica Evangelium Vitae, escrita por el papa Juan Pablo II el 25 de marzo de 1995, un texto clave en el magisterio pontificio que sentó las bases de la llamada «cultura de la vida«.

En esta encíclica, San Juan Pablo II expone una defensa inequívoca de la vida humana, resaltando su valor y carácter inviolable. En coherencia con las enseñanzas del Concilio Vaticano II, el texto aboga por una reflexión ética fundamentada en la revelación contenida en las Escrituras. La trascendencia de esta obra se refleja en su subtítulo: «sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana«. Desde sus primeras líneas, el papa afirma que “el Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús”.

La Perspectiva Profética de San Juan Pablo II frente a la «Cultura de la Muerte»

Román Pardo Manrique abrió su intervención destacando la capacidad visionaria de San Juan Pablo II, quien hace tres décadas advirtió sobre la formación de una «cultura de la muerte» a nivel global. Según Pardo, el pontífice fue profético al identificar esta amenaza en su tiempo, aunque en su momento algunos lo tildaron de pesimista y alarmista.

Sin embargo, afirmó Pardo, «la realidad parece estar dándole la razón». Esta problemática, puntualizó, no se limita a los países occidentales, sino que se ha extendido como un «virus» que afecta al mundo entero. La conferencia marcó un momento propicio para reflexionar sobre esta cuestión, coincidiendo con el aniversario de la publicación de Evangelium Vitae.

Cuatro ejes fundamentales de Evangelium Vitae

Pardo desglosó la encíclica Evangelium Vitae destacando cuatro ideas principales que atraviesan el texto. En primer lugar, resaltó la afirmación de la dignidad intrínseca de la persona humana, concebida no solo desde un punto de vista físico, sino en toda su integridad.

En segundo lugar, subrayó la consideración de la vida como un don de Dios, amada por Él y destinada al encuentro definitivo con su Creador, aportando una dimensión teológica y escatológica fundamental.

Como tercer eje, el conferenciante mencionó la importancia de fundamentar la defensa de la vida en la razón humana y en la palabra de Dios, destacando el rol esencial de la ley natural.

Finalmente, enfatizó la solemnidad con que la encíclica condena los atentados modernos contra la vida, señalando cómo estas amenazas contribuyen a construir una «estructura de cultura de la muerte«, evidente en la aceptación del aborto y la eutanasia.

Una visión ampliada de la defensa de la vida

Aunque Evangelium Vitae contiene tres declaraciones solemnes contra el aborto directo, la eutanasia directa y la eliminación de un ser humano inocente, Pardo insistió en que reducir la encíclica solo a estos puntos sería un error.

Explicó que la problemática de la vida es mucho más amplia y compleja, abarcando cuestiones como la pobreza, las guerras, la esclavitud y la manipulación, temas también señalados por el teólogo Raimon Panikkar.

Al destacar la dimensión universal de los desafíos relacionados con la vida, Pardo invitó a reflexionar sobre la necesidad de una defensa integral y global de la dignidad humana.

El enfoque social del papa Francisco como clave hermenéutica

Pardo destacó el cambio de perspectiva que el Papa Francisco ha introducido al abordar los problemas relacionados con la vida. Según explicó, el pontífice ha priorizado una clave social como enfoque principal, dejando de lado la tendencia de centrarse exclusivamente en cuestiones como el aborto, la eutanasia o la procreación.

Pardo subrayó que esta perspectiva social incluye también otras problemáticas vitales, como la pobreza extrema o las necesidades básicas insatisfechas. Agregó que, para el Papa Francisco, tanto la vida del no nacido como la del indigente que muere de frío poseen igual valor y dignidad, pues ambas representan vidas inocentes y vulnerables.

Conexión histórica con la Escuela de Salamanca

Este enfoque social promovido por el Papa Francisco no es una idea completamente nueva, explicó Pardo, sino que encuentra sus raíces en la tradición teológica de la Escuela de Salamanca.

Durante el siglo XVI, los teólogos de Salamanca trataron temas sociales y económicos de su tiempo, respondiendo a preguntas sobre el comercio justo, la inflación y las obligaciones contractuales. Este legado conecta el enfoque contemporáneo del Papa Francisco con una tradición histórica y ética profundamente arraigada en la Iglesia.

La crisis ética y la ruptura entre verdad y libertad

Pardo también reflexionó sobre la ruptura moral descrita por Juan Pablo II en Evangelium Vitae, en la que conceptos como verdad y libertad, sujeto y objeto, o valor y hecho se han disociado.

Según el ponente, esta fractura ha socavado los fundamentos éticos de la sociedad moderna, fomentando un entorno de relativismo moral. Para ejemplificar esta disociación, recordó los esfuerzos de filósofas de Oxford tras la Segunda Guerra Mundial, quienes reivindicaron la capacidad humana de reconocer el bien y el mal frente a los horrores del Holocausto.

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Derechos fundamentales y el derecho a la vida

En cuanto al papel de la democracia en la protección de los derechos fundamentales, Pardo señaló que estos no derivan de decisiones mayoritarias, sino que son inherentes a la dignidad de la persona humana: «El derecho a la vida no puede depender de las mayorías.»

Para el conferenciante, este principio refuerza la idea de que los derechos humanos son inalienables y deben ser protegidos como la base de cualquier sociedad justa.

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