Sacerdotes

¿Por qué tantos seminaristas estudian en Roma? ¿Qué reciben? Responde el rector de la Santa Cruz

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El sacerdote Luis Navarro, español nacido en San Sebastián, es desde 2016 rector de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma, una de las siete “pontificias” de la ciudad. Anteriormente, además de profesor en este centro fue decano de la Facultad de Derecho Canónico.   Durante estos años, en esta universidad han estudiado jóvenes seminaristas, sacerdotes y religiosas gracias a becas de estudio de CARF (Centro Académico Romano Fundación) y en esta entrevista con Gerardo Ferrara, el padre Navarro habla de la importancia de la formación y del papel de que esta universidad esté hasta físicamente cerca del Papa:  

– ¿Por qué para un sacerdote y un seminarista es bueno formarse en Roma?

– Pues, ¡porque Roma es la cuna de la cristiandad! En efecto, hace unos años el Papa Benedicto, dirigiéndose a los estudiantes de las universidades romanas, les decía que “la posibilidad de estudiar en Roma, sede del Sucesor de Pedro y por tanto del ministerio petrino, os ayuda a reforzar el sentido de pertenencia a la Iglesia y el compromiso de fidelidad al magisterio universal del Papa”.

– Formación y comunión al mismo tiempo…

– Es verdad. El sentido de unión con toda la Iglesia se fortalece en la Ciudad eterna. Caminar por las calles donde tantas mujeres y hombres santos han caminado es impresionante y un acicate para cada uno.

Además, a esto se añade otro factor: en Roma se toca la universalidad de la Iglesia. Ves, hablas, convives con católicos de todo el mundo: personas de culturas, tradiciones, razas muy diversas y a la vez muy cercanas porque creen, anuncian y aman a Jesucristo. Al descubrir esto se abre un gran horizonte en la vida interior: soy miembro de la gran familia de Dios.

– Y por eso en Roma hay varias universidades pontificias…

– Sí, y las más importantes, pues gozan de mayor tradición, tienen su sede en Roma: actualmente hay siete.

– Pero, ¿qué es precisamente una universidad pontificia?

– Las Universidades Pontificias son instituciones académicas reconocidas como tales por la Santa Sede, destinadas a la docencia e investigación de las ciencias sagradas. Todas ellas poseen los estudios tradicionales: Teología, Filosofía, y Derecho Canónico.

– ¿Y ese título de “pontificio” tiene un sentido particular? 

– ¡Por supuesto! De hecho, comporta una especial responsabilidad de unión y fidelidad al Santo Padre.

– Así que no quiere decir solamente que es una universidad para sacerdotes…

– Pues, no. Claro, en su origen están los colegios en los que se formaban sobre todos seminaristas, sacerdotes de países europeos y religiosos de diversas órdenes y congregaciones. Pero con el pasar de los siglos la población estudiantil se ha abierto a la presencia de fieles laicos. En nuestras universidades está representado todo el pueblo de Dios.

– Y en interior de esta realidad compleja de las Pontificias Universidades, ¿cuál es la característica peculiar de la Pontificia Università della Santa Croce, así como se le llama en italiano?

– La “Santa Croce” se caracteriza por una parte por estar abierta al mundo, en diálogo con la cultura secular. Tanto en la docencia, como en la investigación hay una mirada atenta a los problemas del mundo, siendo conscientes todos nosotros que desde las ciencias sagradas se puede contribuir a la búsqueda de la verdad. Temas como la antropología, la doctrina social, la defensa de la vida, son objeto de nuestro estudio. Además la gran mayoría de nuestros profesores han obtenido títulos académicos civiles en los distintos campos del saber, lo cual facilita ese diálogo.

– ¡Muy interesante! Sobre todo porque a veces mucha gente piensa que la Iglesia es una realidad lejana del mundo…

– No, en absoluto: en la formación de nuestros estudiantes se busca que estén en condiciones de poder ayudar a los hombres y mujeres de su país a encontrar a Dios precisamente en las realidades temporales. La mayoría de los fieles son ciudadanos que necesitan recibir una formación que les permita ser santos en su vida corriente.

– Algo, me parece, que está en el ADN de la Universidad de la cual usted es rector, ¿verdad?

– ¡Así es! La Pontificia Universidad de la Santa Croce nace en 1984 por un deseo del Beato Alvaro del Portillo y el apoyo de San Juan Pablo II. Se concretizaba así una idea de San Josemaría Escrivá, el deseo de que nuestros estudiantes sean personas que sepan servir a todos, viendo a Cristo en cada persona.

– Una universidad muy joven, pues…

– Sí. Recuerdo que yo llegué a enseñar en septiembre de 1986, o sea a dos años de la fundación. Era una realidad muy pequeña, tan sólo 300 estudiantes… Sin embargo, desde entonces alrededor de 12.000 estudiantes, provenientes de casi mil diócesis y 200 congregaciones religiosas, han pasado por nuestras aulas y nuestros pasillos. Ahora hay 1.500 estudiantes y cuatro Facultades: Teología, Filosofía, Derecho Canónico y Comunicación Social Institucional, la más reciente y la que tiene una conformación única entre todas las demás Universidades Pontificias.

– Siempre manteniendo esa fidelidad al deseo de San Josemaría de una contribución a la nueva evangelización a través de la formación.

– ¡Claro! Es por eso también que, aparte, además de las Facultades principales, están el Instituto Superior de Ciencias religiosas y varios Centros de Investigación. Es un reto, difícil en nuestros tiempos pero en el cual ponemos todos nuestros esfuerzos, ya que, con la formación que transmitimos, deseamos contribuir a la nueva evangelización, hacer que la sociedad reciba el mensaje de Cristo.

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