Otro año de persecuciones para los cristianos en el mundo

De Oriente a África, la Iglesia clama por el respeto y el perdón

J. LORENZO | Publicado en: Vida Nueva

El año comenzó como terminó 2011: con las heridas muy abiertas por la violencia contra los cristianos en el mundo, el colectivo humano que más persecuciones sufre en todo el planeta. Nigeria volvió a ser el objetivo de los fundamentalistas islámicos, lo mismo que India, Pakistán, Vietnam o, más esporádicamente, pero con el mismo objetivo intimidatorio, distintos países africanos.

Frente a ello, la actitud de las Iglesias, como el caso de la nigeriana, fue seguir clamando por “el respeto, la reconciliación y el amor”, o el del perdón a los perseguidores, como señaló en Vida Nueva el arzobispo indio, John Barwa.

Un año más, también volvieron a comprobar las dificultades para vivir su fe los cristianos que, cada vez en número más exiguo, siguen viviendo en países de Oriente Medio, donde las guerras y la presión de los fundamentalistas islámicos les empujan al exilio, como ha hecho la mitad de los que vivían en Irak.

En Tierra Santa, por ejemplo, la presión de los islamistas se ha unido ahora la de los ataques de los fundamentalistas hebreos, quienes ven justificadas sus acciones en la política de asentamientos promovida por el Gobierno de Israel, donde los ultraortodoxos han ido ganando posiciones. Una política que fue contestada por los obispos locales, que mostraron su rechazo contra el levantamiento de un muro en Belén y denunciaron la confiscación de tierras.

Tampoco se ha traducido en significativas mejoras para la vida de la minorías cristianas la celebración del primer aniversario de la primavera árabe. Caso especialmente dramático ha sido el vivido este año por los habitantes de Siria (también los cristianos), donde lo que comenzó como una revuelta ciudadana más en la estela de la primavera árabe ha derivado en una guerra civil no declarada.

Denuncia profética

En África, como ya se ha dicho, menudeó también la violencia. Pero, probablemente influenciadas por el coraje insuflado por la exhortación postsinodal Africae Munus, las Iglesias retomaron con ahínco su denuncia profética. Los obispos africanos han alzado la voz contra las nuevas matanzas étnicas en Kivu Norte (R. D. Congo), sin encontrar eco en la comunidad internacional; contra la hambruna silenciada del Sahel; o la violencia desatada con el golpe militar en Malí.

Crisis humanitarias que, una vez más, apenas conmovieron las entrañas de humanidad del resto del mundo, más preocupado por los todavía palpables efectos de la recesión económica.