Monseñor Barrio: “la Navidad es una ocasión providencial para descubrir la ternura de Dios con nosotros”

  • El arzobispo asegura en su carta pastoral de Adviento que,
    “más allá de gestos sensibleros”, es un tiempo para “comprometernos a
    manifestarla con los demás”


El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, indica en su carta
pastoral para el Adviento, que comienza este domingo día 1 de diciembre,
que “más allá de gestos sensibleros, considero que la Navidad es una
ocasión providencial para descubrir la ternura de Dios con nosotros y
comprometernos a manifestarla con los demás”. El arzobispo recuerda que
esa ternura la descubrimos “en el Niño Dios acostado en un pesebre,
necesitado como nosotros de los cuidados propios al nacer” y que el papa
Francisco la describe como “el amor que se hace cercano y concreto”.
Por eso, monseñor Barrio recuerda que “la ternura es usar los ojos para
ver al otro, usar los oídos para escuchar al otro, para oír el grito de
los pequeños, de los pobres, de los que temen el futuro; escuchar
también el grito silencioso de nuestra casa común, la tierra contaminada
y enferma. La ternura consiste en utilizar las manos y el corazón para
acariciar al otro, para cuidarlo”.


Con la celebración del primer domingo de Adviento da comienzo el Año
Litúrgico. El Adviento es el periodo que la Iglesia dedica a la
preparación de la Navidad. En su carta pastoral, el arzobispo explica
que los cristianos no sólo han de admirar los gestos de ternura de Jesús
narrados en los Evangelios, sino que están llamados “a imitarlos
siempre, fijándonos en la cueva de Belén que se convierte en tienda de
la ternura. Es una llamada a repartir la ternura a los niños, a los
jóvenes, a los adultos y a los ancianos. La ternura transforma y
revoluciona nuestra vida. Se trata de servir a la vocación de la
persona, sabiendo que mientras más vacío está su corazón, más necesita
objetos para comprar, poseer y consumir”.


Para hacer ello posible, afirma el arzobispo, “es necesario vivir el
espíritu de pobreza y austeridad, y dejarnos sorprender por Dios.
Entonces ya hay ternura en nuestro corazón y no podemos dejar de ser
testigos de esta ternura que nace del encuentro, de la relación con los
demás, de sentirse aceptado, comprendido y amado. La ternura no es la
virtud de los débiles”.


Y monseñor Barrio termina indicando:   “Hagámonos prójimos de los
demás. ¡Ayudemos a las personas necesitadas material y espiritualmente!
Con ellas hemos de vivir el espíritu de la Navidad, llevándoles la Luz
que brilló en Belén y ofreciéndoles nuestra colaboración. Pienso y rezo
por los hogares en los que el recuerdo en estas fechas se convierte en
tristeza. ¡Feliz Navidad a todos!”.