Monseñor Barrio inauguró el VII Curso de Actualización Teológico-Pastoral

En su conferencia “A las puertas de un Año Santo Compostelano: el camino y la catedral como catequesis en acto”, mons. Barrio analizó la importancia de los santuarios para la piedad popular, a la que definió como “expresión concreta de la fe del peregrino”, de la peregrinación como lugar de encuentro con Dios por parte del hombre que busca y de la oración como el “acto primordial del hombre religioso”.

Experiencia religiosa del peregrino: misterio y oración

Monseñor Barrio diferenció entre la auténtica piedad popular y “el cristianismo de devociones”, caracterizado por una “vivencia individual y sentimental de la fe”. Frente a esto, “la experiencia religiosa del peregrino debe ser atentamente considerada como apertura a la trascendencia”. Porque, afirmó el Arzobispo compostelano, el hombre religioso no es aquel que simplemente acepta unas verdades o que realiza unas prácticas concretas, sino aquel que vive toda su existencia abierto al Misterio de Dios sin condiciones. De ahí que el Misterio no se pueda reducir a una idea, un deseo o un ideal. El Misterio es una realidad que se le impone al hombre de fe, “que se vive como plenitud y a la luz de la cual la propia existencia humana logra un sentido”.

Lugares sagrados: santuarios

En su disertación monseñor Barrio destacó el importante papel que representan los lugares sagrados en la religiosidad popular y las distintas mediaciones: “bendiciones, reliquias, medallas, rosarios, imágenes, agua bendita, velas, palmas y cenizas bendecidas”. Pero alertó del peligro que supone un uso inadecuado de estas mediaciones, sobre todo cuando son “manejadas con vistas a regular e incluso forzar la presencia de Dios y su poder salvífico”. Don Julián insistió en que los símbolos deben “manifestar la presencia de Dios y su poder salvífico” y no perder nunca su significado ya que el hombre no puede pretender influir sobre Dios a través de ellos.

El Arzobispo compostelano también recordó que los santuarios son espacios sagrados a los que conviene ir con ánimo peregrino para encontrar en ellos “un momento de descanso, de silencio y de contemplación en medio de la vida”, pues son “un lugar genuino de evangelización donde, desde el primer anuncio hasta la celebración de los sagrados misterios, se manifiesta la acción poderosa con que actúa la misericordia de Dios en la vida de las personas”.

 La religiosidad popular en la peregrinación jacobea

Monseñor Barrio incidió en la importancia que tiene la peregrinación, a la que ve como un “acontecimiento espiritual que puede llevar a acoger el don de la fe en Jesucristo a quien no lo tiene, o a revitalizarlo a quien ya lo tiene”. En este sentido afirmó que “el Camino de Santiago es un ámbito propicio para dialogar con Dios, es un signo que ayuda a sentirse creado por Dios y liberado por Cristo y es una experiencia en la que el peregrino aprende a dar y a recibir posponiendo el tener por el ser”.

En su opinión este “carácter espiritual” nunca se perdió. Peregrinar a la tumba del Apóstol fue visto desde sus inicios como “un viaje de conversión y de transformación, un viaje sagrado a través de la cristiandad entera”.

La buena noticia del Año Santo

A las puertas de un nuevo Año Jubilar, monseñor Barrio recordó que este es “un acontecimiento de gracia” y que “el Camino de Santiago y la Peregrinación Jacobea se hacen recorriendo los caminos de la confesión de los pecados, del perdón de las ofensas de nuestro prójimo, de la oración, de la limosna y de la humildad”. Por tanto, convidó a vivir el próximo Año Santo “con espíritu de conversión” de modo que sirva “revitalizar nuestra vida cristiana como vocación a la eternidad y a la santidad”. Y a hacerlo desde la comunidad, porque la fe “no es nunca un asunto meramente individual. Nadie puede creer solo… Nadie se ha dado la fe a sí mismo… El creyente ha recibido la fe de otro, debe trasmitirla a otro”.

Por último, monseñor Barrio recordó que el peregrino es el que “rehúsa centrarse en sí mismo para encontrar su centro en la comunión con Dios y con los hermanos”. De ahí que la peregrinación a Santiago sea “una llamada a la esperanza cristiana”.

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