Monseñor Barrio dice que la Peregrinación y el Camino de Santiago vertebran “sanos valores antropológicos”

El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, aseguró hoy que la Iglesia, en su permanente diálogo con el mundo, sigue ofreciendo una visión del hombre que respeta su dignidad personal  y su papel en la sociedad. Poniendo como imagen la actitud de los peregrinos que recorren el Camino de Santiago, el arzobispo indicó que “junto a los peregrinos jacobeos, se percibe que es necesario preservar la expresión pública del hecho religioso y valorar la religión como una aportación positiva para la cohesión social”. En una conferencia sobre “Los valores antropológicos del Camino de Santiago”, pronunciada en la Cámara de Comercio de Santiago, monseñor Barrio indicó que “la Iglesia sigue ofreciendo respuesta al peregrino que busca el sentido de su existencia”. El arzobispo señaló que “este no es un tiempo para estar distraídos, sino para despertar en nosotros la capacidad de ver lo esencial en una sana antropología” y dijo que “la peregrinación y el Camino de Santiago son hilos vertebradores para configurar el tapiz de sanos valores antropológicos”.

En su intervención en la Cámara de Comercio de Santiago, monseñor Julián Barrio abogó hoy por preservar los valores puramente espirituales del Camino de Santiago como forma de mantener la identidad de esta ruta de peregrinación. El prelado santiagués fue presentado por el vicepresidente de la Cámara de Comercio, Evaristo Rodríguez, en un acto celebrado en los locales de la Cámara y al que asistió numeroso público.

El arzobispo se refirió a valores como el esfuerzo, tan evidente en los peregrinos que acometen la andadura hacia Compostela, o la reflexión sobre uno mismo para salir al encuentro de los demás; así como a la superación del individualismo y la confrontación por una actitud de colaboración, como elementos de una sana antropología capaz de “configurar la sociedad respetando la ley de Dios reflejada en la ley natural y en la recta razón”, como “garantía para salvaguardar la dignidad de la persona humana y poner la base de sus derechos y de sus deberes fundamentales”.

“Olvidar la dimensión trascendente de la existencia”, apuntó monseñor Barrio, “genera las frustraciones del hombre e impide construir un mundo que sea habitable humanamente y en el que lo esencial de lo humano no quede cercenado, pudiendo la persona actuar en rectitud moral. Cuando la moral es considerada superflua, la corrupción es algo obvio, afectando no sólo a las personas sino también a las instituciones. Cuando la persona humana se libera de la moral, o la desplaza a lo meramente subjetivo o la manipula como puro utilitarismo, se encamina hacia la esclavitud de la tiranía, subordinando lo espiritual a lo material y la libertad al libertinaje”.

Monseñor Barrio recordó, igualmente, que “la enseñanza que nos llega del magisterio eclesial no es evasiva frente a la modernidad ni tampoco le vuelve la espalda. Al contrario, afirma el valor de la razón, de la ciencia, de la tecnología, el bienestar que puede producir el mercado libre y la importancia de la democracia en el ámbito político”. Y explicó que el hombre, en este momento histórico, “ha de estar en el centro de la sociedad con las responsabilidades que forman parte de su dignidad y que son uno de los medios principales a través de los cuales se expresa su amor. El mensaje del magisterio contemporáneo de la Iglesia, es pues un mensaje de modernidad humana”.

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