Misa papal de San Pedro y San Pablo con 10 cardenales y 54 palios: construir unidad y ser profetas

Este lunes la Iglesia celebra la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo Apóstoles, Patronos de la ciudad de Roma, donde descansan los restos de estos grandes impulsores de la Iglesia en el siglo I.

El Papa Francisco concelebró con diez Cardenales la Misa en la Basílica vaticana y bendijo los Palios destinados al Decano del Colegio cardenalicio y a los 54 arzobispos metropolitanos nombrados en el curso del año, incluyendo los españoles Francisco Cerro (Toledo) y Miguel Ángel Olaverri, arzobispo misionero en República del Congo.

El público era limitado: unas 90 personas distanciadas según las normas sanitarias de prevención del coronavirus.

Junto a Monseñor Lanzani, delegado de la Basílica vaticana, el Papa Francisco concelebró esta mañana de lunes a partir de las 9.30. Antes de dar comienzo a la solemne celebración eucarística, el Santo Padre descendió al Altar de la Confesión para bendecir los sagrados Palios que habían permanecido durante toda la noche allí.

“Dios no ordena llevarnos bien, sino amarnos”

En su homilía, el Pontífice comenzó diciendo que deseaba ofrecer dos palabras clave: “unidad y profecía”. Y explicó, en cuanto a la unidad, que hoy se celebran a dos figuras muy diferentes: Pedro, que era un pescador que pasaba sus días entre remos y redes, y Pablo un fariseo culto que enseñaba en las sinagogas.

Pedro se dirigió a los judíos y Pablo a los paganos. Cuando sus caminos se cruzaron, discutieron animadamente y -señala el Papa- Pablo no se avergonzó de relatarlo en una carta.

“Eran, en fin, dos personas muy diferentes entre sí, pero se sentían hermanos, como en una familia unida, donde a menudo se discute, aunque realmente se aman. Pero la familiaridad que los unía no provenía de inclinaciones naturales, sino del Señor. Él no nos ordenó que nos lleváramos bien, sino que nos amáramos. Es Él quien nos une, sin uniformarnos”.

La oración lleva a la unidad, también en persecución

Tras destacar que la primera lectura de este día conduce a la fuente de esta unidad, el Santo Padre explicó que la Iglesia, recién nacida, estaba pasando entonces por una fase crítica, donde Herodes arreciaba su cólera, la persecución era violenta y el apóstol Santiago había sido asesinado, a la vez que Pedro estaba arrestado. De manera que “la comunidad parecía decapitada” y “todos temían por su propia vida”. Pero la comunidad obtuvo de la oración la valentía, y “de la oración vino una unidad más fuerte que cualquier amenaza”.

La unidad es un principio que se activa con la oración, porque la oración permite que el Espíritu Santo intervenga, que abra a la esperanza, que acorte distancias y nos mantenga unidos en las dificultades”

Después de preguntarse si cuidamos nuestra unidad con la oración, y so rezamos unos por otros, el Papa invitó a pedir la gracia de saber cómo rezar unos por otros. “San Pablo exhortó a los cristianos a orar por todos y, en primer lugar, por los que gobiernan (…). Sólo la oración rompe las cadenas, sólo la oración allana el camino hacia la unidad”.

La fraternidad con Constantinopla

Francisco recordó que en este día se bendicen los Palios, que se entregan al Decano del Colegio cardenalicio y a los Arzobispos metropolitanos nombrados en el último año. Y explicó que el palio recuerda la unidad entre las ovejas y el Pastor que, como Jesús, carga la ovejita sobre sus hombros para no separarse jamás.

“Hoy, además, siguiendo una hermosa tradición, nos unimos de manera especial al Patriarcado ecuménico de Constantinopla. Pedro y Andrés eran hermanos y nosotros, cuando es posible, intercambiamos visitas fraternas en los respectivos días festivos: no tanto por amabilidad, sino para caminar juntos hacia la meta que el Señor nos indica: la unidad plena”.

Este año el coronavirus ha impedido recibir delegados de Constantinopla pero el Papa dijo: “cuando bajé a venerar los restos de Pedro, sentí en mi corazón, a mi lado, a mi amado hermano Bartolomé. Ellos están aquí con nosotros”.

Ser profetas como Pablo y Pedro

De la segunda palabra, profecía, el Pontífice destacó que ambos apóstoles fueron provocados por Jesús, cuando preguntaba: “¿Quién dices que soy yo?”. Momento en que Pedro entendió que al Señor no le interesan las opiniones generales, sino la elección personal de seguirlo. También la vida de Pablo cambió después de una provocación de Jesús: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». De este modo el Señor lo sacudió en su interior; más que hacerlo caer al suelo en el camino hacia Damasco, hizo caer su presunción de hombre religioso y recto. Entonces el orgulloso Saulo se convirtió en Pablo, que significa “pequeño”.

“Después de estas provocaciones, de estos reveses de la vida, vienen las profecías: ‘Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia’; y a Pablo: ‘Es un instrumento elegido por mí, para llevar mi nombre a pueblos’. Por lo tanto, la profecía nace cuando nos dejamos provocar por Dios; no cuando manejamos nuestra propia tranquilidad y mantenemos todo bajo control”

De Pedro el Santo Padre recordó que es el primero que proclama que Jesús es “el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Mientras Pablo anticipa el final de su vida: “Me está reservada la corona de la justicia, que el Señor […] me dará”.

Mostrar el milagro del amor de Dios

Así, el Pontífice añadió: “Hoy necesitamos la profecía, una profecía verdadera: no de discursos vacíos que prometen lo imposible, sino de testimonios de que el Evangelio es posible. No se necesitan manifestaciones milagrosas, sino vidas que manifiesten el milagro del amor de Dios; no el poder, sino la coherencia; no las palabras, sino la oración; no las declamaciones, sino el servicio; no la teoría, sino el testimonio.

No necesitamos ser ricos, sino amar a los pobres; no ganar para nuestro beneficio, sino gastarnos por los demás; no necesitamos la aprobación del mundo, sino la alegría del mundo venidero; ni proyectos pastorales eficientes, sino pastores que entregan su vida como enamorados de Dios”

Después de recordar que Pedro y Pablo anunciaron a Jesús como enamorados, el Obispo de Roma dijo que Jesús profetizó a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Y añadió que hay también una profecía parecida para nosotros. Se encuentra en el último libro de la Biblia, donde Jesús prometió a sus testigos fieles: “una piedrecita blanca, y he escrito en ella un nuevo nombre”. De manera que:

“Como el Señor transformó a Simón en Pedro, así nos llama a cada uno de nosotros, para hacernos piedras vivas con las que pueda construir una Iglesia y una humanidad renovadas”.

El símbolo del palio y el discurso del cardenal Re

El palio del arzobispo es la insignia exclusiva de los arzobispos residenciales o metropolitanos y recuerda la unidad con el Sucesor de Pedro. Es una banda de lana blanca en forma de collarín, adornada con seis cruces de seda negra. Es de tela blanca salpicada de cruces, que les envía el Papa como distintivo de su especial dignidad.

La lana significa la aspereza de la reprensión a los rebeldes; el color blanco, la benevolencia hacia los humildes y penitentes. Tiene cuatro cruces situadas delante y detrás, a la derecha y a la izquierda, que significa que el obispo debe poseer vida, ciencia, doctrina y poder. Se relaciona también con las cuatro virtudes cardinales, teñidas de púrpura por la fe en la Pasión del Cristo.

Antes de que el Papa bendijera los palios y entregara uno de ellos en representación de los arzobispos metropolitanos, el decano del Colegio Cardenalicio, cardenal Giovanni Battista Re, dirigió un breve mensaje a los presentes en el que destacó la labor pastoral del Pontífice durante este periodo de la pandemia. Resaltó el recién creado “fondo de solidaridad de la diócesis de Roma” y agradeció al Papa por “el llamado a la solidaridad en todos los niveles, solidaridad también en el plano internacional recordando que somos parte de una única familia y que no podemos ir hacia adelante solos”.

La pandemia ha puesto a dura prueba, ha hecho también crecer el espíritu de fraternidad y de solidaridad, la fe y la confianza en Dios y también, no en pocos casos, a recolocar la vida hacia a Dios”, afirmó el cardenal Giovanni Battista Re en representación de todo el Colegio Cardenalicio.

Los palios bendecidos este 29 de junio por el Papa serán entregados a través de los Nuncios Apostólicos quienes impondrán, en representación del Santo Padre, el palio en la sede de cada arzobispo metropolitano.

De los 54 arzobispos metropolitanos nombrados en este año que recibirán los palios arzobispales, 23 son del continente americano. 17 son de Latinoamérica: 5 de Colombia, 2 de México, 1 de Ecuador, 1 de Argentina, 2 Chile, 4 de Brasil y 2 Bolivia. Además 5 son de Estados Unidos y 1 Canadá.

También se bendijo el palio del nuevo arzobispo metropolitano de Toledo (España), Francisco Cerro, y del misionero navarro salesiano Miguel Ángel Olaverri, arzobispo en República del Congo.

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