El papa Francisco ha tenido
especialmente presentes a todos aquellos, cristianos y no creyentes, que
se encuentran en medio de dificultades y conflictos en estas fechas. En
su mensaje Urbi et Orbi, que ha pronunciado este mediodía en San Pedro,
el Santo Padre ha invitado a todos a no pasar “de largo ante el Niño de
Belén. Dejemos que nuestro corazón se conmueva, se enardezca con la
ternura de Dios; necesitamos sus caricias”.
El Papa ha recordado
especialmente los conflictos bélicos que azotan las regiones de Siria,
República Centroafricana y República del Congo y ha invitado, asimismo, a
los no creyentes a ser constructores de la Paz en el mundo entero.
Texto completo del Mensaje Urbi et Orbi del Papa Francisco
«Gloria a Dios en el cielo,y en la tierra paz a los hombres que Dios ama » (Lc 2,14).
Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero, ¡feliz
Navidad!Hago mías las palabras del cántico de los ángeles, que se
aparecieron a los pastores de Belén la noche de la Navidad. Un cántico
que une cielo y tierra, elevando al cielo la alabanza y la gloria y
saludando a la tierra de los hombres con el deseo de la paz.
Les invito a todos a hacer suyo este cántico, que es el de cada hombre y
mujer que vigila en la noche, que espera un mundo mejor, que se
preocupa de los otros, intentado hacer humildemente su proprio
deber.Gloria a Dios.
A esto nos invita la Navidad en primer lugar: a dar gloria a Dios,
porque es bueno, fiel, misericordioso. En este día mi deseo es que todos
puedan conocer el verdadero rostro de Dios, el Padre que nos ha dado a
Jesús. Me gustaría que todos pudieran sentir a Dios cerca, sentirse en
su presencia, que lo amen, que lo adoren. Y que todos nosotros demos
gloria a Dios, sobre todo, con la vida, con una vida entregada por amor a
Él y a los hermanos.
Paz a los hombres.La verdadera paz no es un equilibrio de fuerzas
opuestas. No es pura “fachada”, que esconde luchas y divisiones. La paz
es un compromiso cotidiano, que se logra contando con el don de Dios,
con la gracia que nos ha dado en Jesucristo.
Viendo al Niño en el Belén, pensemos en los niños que son las víctimas
más vulnerables de las guerras, pero pensemos también en los ancianos,
en las mujeres maltratadas, en los enfermos… ¡Las guerras destrozan
tantas vidas y causan tanto sufrimiento!Demasiadas ha destrozado en los
últimos tiempos el conflicto de Siria, generando odios y venganzas.
Sigamos rezando al Señor para que el amado pueblo sirio se vea libre de
más sufrimientos y las partes en conflicto pongan fin a la violencia y
garanticen el acceso a la ayuda humanitaria. Hemos podido comprobar la
fuerza de la oración. Y me alegra que hoy se unan a nuestra oración por
la paz en Siria creyentes de diversas confesiones religiosas. No
perdamos nunca la fuerza de la oración. La fuerza para decir a Dios:
Señor, concede tu paz a Siria y al mundo entero.
Concede la paz a la República Centroafricana, a menudo olvidada por los
hombres. Pero tú, Señor, no te olvidas de nadie. Y quieres que reine la
paz también en aquella tierra, atormentada por una espiral de violencia y
de miseria, donde muchas personas carecen de techo, agua y alimento,
sin lo mínimo indispensable para vivir. Que se afiance la concordia en
Sudán del Sur, donde las tensiones actuales ya han provocado víctimas y
amenazan la pacífica convivencia de este joven Estado.Tú, Príncipe de la
paz, convierte el corazón de los violentos, allá donde se encuentren,
para que depongan las armas y emprendan el camino del diálogo. Vela por
Nigeria, lacerada por continuas violencias que no respetan ni a los
inocentes e indefensos. Bendice la tierra que elegiste para venir al
mundo y haz que lleguen a feliz término las negociaciones de paz entre
israelitas y palestinos. Sana las llagas de la querida tierra de Iraq,
azotada todavía por frecuentes atentados.
Tú, Señor de la vida, protege a cuantos sufren persecución a causa de tu
nombre. Alienta y conforta a los desplazados y refugiados,
especialmente en el Cuerno de África y en el este de la República
Democrática del Congo. Haz que los emigrantes, que buscan una vida
digna, encuentren acogida y ayuda. Que no asistamos de nuevo a tragedias
como las que hemos visto este año, con los numerosos muertos en
Lampedusa.Niño de Belén, toca el corazón de cuantos están involucrados
en la trata de seres humanos, para que se den cuenta de la gravedad de
este delito contra la humanidad. Dirige tu mirada sobre los niños
secuestrados, heridos y asesinados en los conflictos armados, y sobre
los que se ven obligados a convertirse en soldados, robándoles su
infancia.
Señor, del cielo y de la tierra, mira a nuestro planeta, que a menudo la
codicia y el egoísmo de los hombres explota indiscriminadamente. Asiste
y protege a cuantos son víctimas de los desastres naturales, sobre todo
al querido pueblo filipino, gravemente afectado por el reciente
tifón.Queridos hermanos y hermanas, en este mundo, en esta humanidad hoy
ha nacido el Salvador, Cristo el Señor. No pasemos de largo ante el
Niño de Belén. Dejemos que nuestro corazón se conmueva, se enardezca con
la ternura de Dios; necesitamos sus caricias. El amor de Dios es
grande; a Él la gloria por los siglos. Dios es nuestra paz: pidámosle
que nos ayude a construirla cada día, en nuestra vida, en nuestras
familias, en nuestras ciudades y naciones, en el mundo entero. Dejémonos
conmover por la bondad de Dios.
Saludo navideño del Papa Francisco
A todos ustedes, queridos hermanos y
hermanas, venidos de todas partes del mundo a esta Plaza, y a cuantos
desde distintos países se unen a nosotros a través de los medios de
comunicación social, les deseo Feliz Navidad. En este día, iluminado por
la esperanza evangélica que proviene de la humilde gruta de Belén, pido
para todos ustedes el don navideño de la alegría y de la paz: para los
niños y los ancianos, para los jóvenes y las familias, para los pobres y
marginados. Que Jesús, que vino a este mundo por nosotros, consuele a
los que pasan por la prueba de la enfermedad y el sufrimiento y sostenga
a los que se dedican al servicio de los hermanos más necesitados.
¡Feliz Navidad!
(RV/ Foto: L’Osservatore Romano)