Lunes de Pascua: el Papa Francisco explica la simbología del ángel en la Tumba vacía

El lunes después de la Pascua es conocido en Italia y otros países como el “Lunes del Ángel”, ya que se recuerda el encuentro del ángel con las mujeres que habían acudido al sepulcro de Jesús (cf. Mt 28,1-15). El Papa Francisco rezó la oración mariana del Regina Coeli desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano. Desde el s.XVIII es tradición, durante el tiempo de Pascua, rezar el Regina Coeli en vez del Ángelus.

En este contexto, el Santo Padre profundizó sobre el sentido de las palabras del enviado de Dios a las mujeres: “Yo sé que buscáis a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado”.

El Papa Francisco comentó: “Incluso las mujeres que fueron al sepulcro y lo encontraron abierto y vacío, no podían afirmar: “Ha resucitado”, sino sólo que el sepulcro estaba vacío. Que Jesús había resucitado sólo podía decirlo un ángel, así como un ángel pudo decir a María: “Darás a luz un hijo […] y será llamado Hijo del Altísimo”.

La simbología del ángel sobre la piedra

Por otra parte, el Papa hizo hincapié en la imagen del ángel sentado sobre la piedra del sepulcro: una manifestación “concreta y visual de la victoria de Dios sobre el mal, de la victoria de Cristo sobre el príncipe de este mundo, de la luz sobre las tinieblas”.

“La tumba de Jesús no fue descubierta por un fenómeno físico, sino por la intervención del Señor. El aspecto del ángel, añade Mateo, era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Estos detalles son símbolos que afirman la intervención de Dios mismo, portador de una nueva era, de los últimos tiempos de la historia”

Los guardias que huyen y se dejan sobornar

Ante esta intervención de Dios, el Pontífice subrayó que se produce una doble reacción. Por un lado, la de los guardias, que no pueden hacer frente al poder abrumador de Dios y son sacudidos por un terremoto interior: “Quedaron como muertos. La potencia de la Resurrección derriba a los que habían sido utilizados para garantizar la aparente victoria de la muerte”.

Unos guardias que posteriormente, corrompidos por la tentación de aceptar dinero a cambio de dar un falso testimonio, dirían que los discípulos habían robado el cuerpo de Jesús: “De nuevo el señor dinero dispuesto a vender la verdad de la resurrección”, puntualizó el Papa.

Y por otro, la reacción de las mujeres que es muy distinta, “porque el ángel del Señor las invita expresamente a no temer: «¡No tengan miedo!» y a no buscar a Jesús en la tumba”.

No nos cansemos de buscar a Cristo resucitado

Asimismo, Francisco recuerda que de las palabras del ángel se desprende una preciosa enseñanza:

“No nos cansemos nunca de buscar a Cristo resucitado, que dona la vida en abundancia a quienes lo encuentran. Encontrar a Cristo significa descubrir la paz del corazón. Las mujeres del Evangelio, tras su consternación inicial, experimentan una gran alegría al encontrar al Maestro vivo. En este tiempo de Pascua, deseo a todos la misma experiencia espiritual, acogiendo en su corazón, en las casas y en las familias el alegre anuncio de la Pascua: “Cristo resucitado ya no muere, la muerte ya no tiene poder sobre él” (Antífona a la Comunión)”

Esta certeza -concluyó el Santo Padre- nos lleva a rezar, hoy y durante todo el tiempo de Pascua: “Regina Caeli, laetare – Reina del Cielo, alégrate”. El ángel Gabriel la saludó así la primera vez: “¡Alégrate, llena de gracia!”. (Lc 1,28). Ahora la alegría de María es plena: Jesús vive, el Amor ha vencido. ¡Que sea también nuestra alegría!

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Al igual que el Ángelus, el Regina Coeli se reza tradicionalmente tres veces al día: al amanecer, al mediodía y al atardecer.

El texto en español dice:

-Alégrate, Reina del cielo. Aleluya.
-Porque el que mereciste llevar en tu seno. Aleluya.

-Ha resucitado, según predijo. Aleluya.
-Ruega por nosotros a Dios. Aleluya.

-Gózate y alégrate, Virgen María. Aleluya.
-Porque ha resucitado Dios verdaderamente. Aleluya.

Y se finaliza proclamando: Oh Dios, que por la Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos por su Madre, la Virgen María, alcanzar el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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