La entretela: Les puedo decir por experiencia que Dios les sorprenderá

En esta quincena se ha producido en la Iglesia un evento muy relevante que es la celebración de un Simposio sobre el Concilio de Nicea.

Este Concilio promulgó la norma de la fe cristiana, y dice el Papa que es como una “brújula que debe seguir sirviéndonos de guía hacia la plena unidad visible de los cristianos”. Muestra el Papa su convencimiento de que católicos y ortodoxos, “aprovechando juntos esta fuente común, seremos capaces de ver bajo una óptica diferente los puntos que todavía nos separan. ..(y) obtendremos una mejor comprensión del misterio que nos une”. Téngase en cuenta, que uno de los aspectos trabajados en el simposio ha sido encontrar una misma fecha, para que todos los cristianos celebremos juntos la Pascua de Resurrección, porque dirá el Papa “la unidad que anhelan los cristianos no será fruto, ante todo, de nuestros propios esfuerzos, ni se realizará mediante un modelo o esquema preconcebido. Más bien, la unidad será un don recibido “como Cristo quiere y por los medios que Él quiere””

La unidad es presentada como un misterio que permite al mundo, a cada persona, vivir con esperanza, porque como dice el Papa en sus catequesis semanales, recogiendo la parábola de los obreros en la viña, que buscan trabajo en la plaza del mercado, tendemos a no apreciarnos pero “El Señor, nos recuerda que nuestra vida vale, y su deseo es ayudarnos a descubrirlo” así que, aunque es fácil no apreciarse porque “tenemos la impresión de que no encontramos sentido a nuestra vida: nos sentimos inútiles, inadecuados, como los obreros que esperan en la plaza del mercado a que alguien los contrate para trabajar… el tiempo pasa, la vida transcurre y no nos sentimos reconocidos ni apreciados.” Y ciertamente “La metáfora de la plaza del mercado es muy adecuada también para nuestros tiempos, porque el mercado es el lugar de los negocios, donde, lamentablemente, también se compran y se venden el afecto y la dignidad, tratando de ganar algo. Y cuando no nos sentimos apreciados, reconocidos, corremos el riesgo de vendernos al mejor postor.” Pero, tenemos que tener en cuenta que no es el mercado, sino Dios quien tiene la última palabra.

El Papa recuerda que Jesús presenta a su padre como un amo que “sale varias veces a buscar a quienes esperan dar sentido a sus vidas. El amo sale al amanecer, y, luego, cada tres horas, vuelve a buscar obreros para enviarlos a su viña. Siguiendo este ritmo, después de salir a las tres de la tarde, ya no habría razón para salir de nuevo, porque la jornada laboral terminaba a las seis”, pero cuando se ha perdido la esperanza alguien cree en nosotros, y en palabras del Papa “incluso cuando nos parece que podemos hacer poco en la vida, siempre vale la pena. Siempre existe la posibilidad de encontrar un sentido, porque Dios ama nuestra vida.”

Más que una conclusión, esta reflexión termina con la invitación hecha por el Papa en la segunda catequesis de esta quincena que habla de Bartimeo “Bartimeo nos enseña a apelar a los recursos que llevamos dentro y que forman parte de nosotros. Él es un mendigo, sabe pedir, es más, ¡puede gritar! Si realmente deseas algo, haz todo lo posible por conseguirlo, incluso cuando los demás te reprenden, te humillan y te dicen que lo dejes. Si realmente lo deseas, ¡sigue gritando!” Porque nuestros gritos son escuchados, y porque Dios siempre ama nuestra vida y nos sorprende.

María Puy

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