La corona de Adviento

 Es curioso ver cómo se ha extendido la costumbre de colocar en nuestras iglesias la “corona del Adviento” o “corona de las luces de Adviento”; pese a nos ser preceptivo, es decir, obligatorio. En la introducción general del misal Romano no encontramos ninguna rubrica a este respecto, sin embargo, en el Bendicional (nn.1235-1240) encontramos una explicación sobre su significado y dos modelos para su bendición: en el hogar de la familia o en la iglesia.

La corona de Adviento es un signo que expresa la alegría del tiempo de preparación a la Navidad. Por medio de la bendición de la corona se subraya su significado religioso.

La luz indica el camino, aleja el miedo y favorece la comunión. La luz es un símbolo de Jesucristo, luz del mundo. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona muestra la ascensión gradual hacia la plenitud de la luz de Navidad. El color verde de la corona significa la vida y la esperanza.

La corona de Adviento es, pues, un símbolo de la esperanza de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte. Porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre por nosotros, y con su muerte nos ha dado la verdadera vida.

Tener una corona en el hogar es una buena ocasión para orar en familia y prepararse conjuntamente para la Navidad. En este caso, un laico –por ejemplo el padre o la madre– puede decir la oración de bendición.

En el caso de hacerlo en la iglesia, es recomendable que sea en la misa del domingo I de Adviento; justo después del saludo inicial, en lugar del acto penitencial. Esto último no quiere decir que se omita el señor ten piedad (ver en este mismo blog la entrada del Señor, ten piedad).

En el momento de encender las velas que correspondan se puede entonar un canto apropiado. Utilizar música instrumental no sería lo más correcto en este tiempo litúrgico en el que se nos pide sobriedad en cuanto a la música y la ornamentación.

Con respecto al color de las velas de la corona no hay nada dispuesto, pero el sentido común nos lleva a poner las cuatro de color blanco (color habitual de las velas que utilizamos) o, incluso, tres moradas y una rosa, correspondiendo con el color litúrgico de cada domingo, respetando el rosa para el domingo Gaudete o domingo III de adviento.
Oscar Valado

Delegación de Liturgia