José de Nazaret un modelo de padre sacrificado, humilde y trabajador

El 19 de marzo, la Iglesia celebra a San José, padre adoptivo de Jesús, esposo de la Virgen María, y a partir del 1870, por mandato del Papa Pío IX Patrono Universal de la Iglesia.

La tradición de la Iglesia lo hizo muy rápido patrono de la Buena Muerte porque murió, según la tradición, rodeado de la Virgen María y Jesús, los que más lo quisieron durante la vida. Ojalá todas las personas que atraviesan dolor y sufrimiento, puedan morir acompañados de Jesús, y consolados y confortados también con la Virgen María.

A pesar de que san José aparece muy poco en los Evangelios y no dice ni una sola palabra en toda la Escritura (por ello, San José es conocido como el Santo del Silencio), de él podemos decir que ha sido ejemplo de humildad, paciencia, prudencia, obediencia, castidad, fidelidad, valentía y esfuerzo. Fue un hombre de fe, quien asumió con amor y entrega total el tesoro que se le depositó en sus manos.

San José fue protector y pilar de la Sagrada Familia, ya que se esforzaba por conseguir el sustento diario. Pero lo más bello, era que San José no se reducía a su papel de proveedor, sino que, junto a María, educó a Jesús, le acompañó en todas sus misiones, le apoyó, le crió, le amó.

Como dijo San Juan Pablo II, “En el mes de marzo, que tanto se aprovecha para hablar de los padres, de festejarles y darles el reconocimiento que se merecen, será necesario tomar el ejemplo de San José, el carpintero, el esposo de María, el Padre putativo, el esposo casto, el justo, el Santo Protector de la Iglesia Universal”.

«Un padre amado, un padre en la ternura, en la obediencia y en la acogida; un padre de valentía creativa, un trabajador, siempre en la sombra», con estas palabras el Papa Francisco describió a san José de una manera tierna y conmovedora.

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