IV Domingo del tiempo Ordinario

CITA

San Agustín de Hipona, «La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos» (In epistulam Ioannis tractatus, 10, 4).

A menudo pasa que los enfermos mentales acaban por agredir a sus médicos. En este caso, el médico misericordioso no sólo no se enfada contra el que le golpeó, sino que intenta cuidarle… Nuestro médico, Él, no temió perder su vida en manos de enfermos alcanzados por locura: hizo de su propia muerte un remedio para ellos. En efecto, murió y resucitó. Sermón Delbeau 61, 14-18.

Así como la harina de esta mujer no se acabó a lo largo de sus días, Dios no nos va a faltar nunca durante toda la eternidad… Siembra confiadamente y tu cosecha será cierta; vendrá más tarde, pero cuando vendrá, recogerás sin fin. 11, 2-3, sobre la viuda de Sarepta

S. Juan Crisóstomo: «Yo soy el que te he plasmado en el seno materno. No es obra de la naturaleza, ni de los sufrimientos. Yo soy la causa de todo, de modo que puedas obedecer con rectitud y ofrecerte a Mí». Y añade: «No dice primero te consagré, sino te conocí, y después te consagré. Con ello muestra la elección previa. Después de la elección previa, la especificación» (Fragmenta in Ieremiam 1).

¿Pero nosotros, que hemos sido instruidos por los profetas, que escuchamos las enseñanzas de Cristo, que tenemos la posibilidad de reflexionar sobre el futuro, que no estamos amenazados por el hambre, que poseemos mucho más que esta mujer, tendremos excusa, si no nos atrevemos a compartir nuestros bienes? ¿ Descuidaremos nuestra propia salvación?…

Manifestemos pues hacia los pobres una gran compasión, con el fin de ser dignos de poseer para la eternidad los bienes futuros, por gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo. 11, 2 Sobre Elías, la viuda y la limosna: PG 51, 348

¡Podemos comprar el cielo, y descuidamos hacerlo! Por un pan que das, obtienes a cambio el paraíso. Aunque ofrezcas objetos de poco valor, recibirás tesoros; da lo caduco, y obtendrás la inmortalidad; da bienes perecederos, y recibe a cambio los bienes imperecederos… Sobre la conversión, n. 3: La limosna

S. Gregorio Magno, «El amor es paciente, porque lleva con ecuanimidad los males que le infligen. Es benigno porque devuelve bienes por males. No es envidioso porque como no apetece nada en este mundo, no sabe lo que es envidiar las prosperidades terrenas. No obra con soberbia, porque anhela con ansiedad el premio de la retribución interior y no se exalta por los bienes exteriores. No se jacta, porque sólo se dilata por el amor de Dios y del prójimo e ignora cuanto se aparta de la rectitud. No es ambicioso, porque, mientras con todo ardor anda solícito de sus propios asuntos internos, no sale fuera de sí para desear los bienes ajenos. No busca lo suyo, porque desprecia, como ajenas, cuantas cosas posee transitoriamente aquí abajo, ya que no reconoce como propio más que lo permanente. No se irrita, y, aunque las injurias vengan a provocarle, no se deja conmover por la venganza, ya que por pesados que sean los trabajos de aquí espera, para después, premios mayores. No toma en cuenta el mal, porque ha afincado su pensamiento en el amor de la pureza, y mientras que ha arrancado de raíz todo odio, es incapaz de alimentar en su corazón ninguna aversión. No se alegra por la injusticia, ya que no alimenta hacia todos sino afecto y no disfruta con la ruina de sus adversarios. Se complace con la verdad, porque amando a los demás como a sí mismo, cuanto encuentra de bueno en ellos le agrada como si se tratara de un aumento de su propio provecho» (Moralia 10, 7-8.10)

Santo Tomás de Aquino: A los que Dios elige para una misión los dispone y prepara de suerte que resulten idóneos para desempeñar la misión para la que fueron elegidos.

San Francisco de Sales, Los que escuchan la Palabra de Dios están obligados a practicarla para poder sacar provecho. Hay dos causas por las que no se saca provecho. La primera es que si bien se la escucha y se siente uno interiormente tocado, se deja su ejecución para mañana. Sermones del 12-3-1606 y del 20-12-1620 (VIII, 17-18 y IX, 435).

San Juan Pablo II La “misión está aún por estrenar”.

San Óscar Romero. «El cristianismo está por estrenar».

Madre Teresa de Calcuta Podemos estar ya ahora con Dios en el cielo; podemos ser felices con él en este preciso instante, si amamos como Él ama, si ayudamos como Él ayuda, si damos como Él da, si servimos como Él sirve.

CATECISMO, 905. «Los laicos cumplen también su misión profética evangelizando, con el anuncio de Cristo comunicado con el testimonio de la vida y de la palabra. En los laicos, esta evangelización adquiere una nota específica y una eficacia particular por el hecho de que se realiza en las condiciones generales de nuestro mundo».

SAN JOSEMARÍA, “Nuestro amor no se confunde con una postura sentimental, tampoco con la simple camaradería, ni con el poco claro afán de ayudar a los otros para demostrarnos a nosotros mismos que somos superiores. Es convivir con el prójimo, venerar (…) la imagen de Dios que hay en cada hombre, procurando que también él la contemple, para que sepa dirigirse a Cristo”. Amigos de Dios, 230.

Benedicto XVI, El amor es la esencia de Dios mismo, es el sentido de la creación y de la historia, es la luz que da bondad y belleza a la existencia de cada hombre. Al mismo tiempo, el amor es, por decir así, el “estilo” de Dios y del creyente; es el comportamiento de quien, respondiendo al amor de Dios, plantea su propia vida como don de sí mismo a Dios y al prójimo. (Ángelus Plaza de San Pedro, Domingo 31 de enero de 2010)

Papa Francisco: “quien no sabe escuchar al hermano, pronto será incapaz de escuchar a Dios”.

“Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor “ya tienen su paga”, y puesto que no ponen en juego la propia piel ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón. De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes, sacerdotes tristes, y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con “olor a oveja” -esto os pido: sed pastores con “olor a oveja”, que eso se note-; en vez de ser pastores en medio al propio rebaño, y pescadores de hombres. homilía de la Misa Crismal del Jueves Santo de año 2013

F. DE OSUNA, “Tanto tienes de virtud cuanto tienes de amor, y no más” Abecedario espiritual, 16, 4.

Mons. Fulton Sheen, Dos veces en los evangelios se nos dice que «se maravilló» y «se quedó atónito»: una vez a causa de la fe de un gentil; otra a causa de la incredulidad de sus propios paisanos. Vida de Cristo, Ed. Herder, Barcelona, 1996, pp. 230-232.

Acción Católica General: “No debemos situarnos en posiciones de permanente condena, que genera una sensación en los demás de que siempre estamos enfadados. Pero tampoco en un cristianismo claudicante, rebajando el mensaje cristiano para que sea digerible por el mundo actual, al mismo tiempo que somos aceptados y así ‘aliviamos’ nuestra tensión”. “Llamados y enviados a evangelizar” (2013)

ANÉCDOTA

San Francisco de Asís decía a uno de sus discípulos: Predica el Evangelio en todo tiempo, y cuando sea necesario usa palabras”.

Monseñor Oscar Romero, arzobispo de San Salvador. Tuvo el valor de predicar el evangelio no en abstracto sino en lo concreto. Mandó a los soldados tirar las armas y no matar a sus hermanos y compatriotas. Su atrevimiento le costó la vida y mezcló su sangre con la sangre de Cristo en el cáliz de la Eucaristía que estaba celebrando. Tomado de P. Félix Jiménez

Cuando san Juan María Vianney iba a Ars para encargarse de la iglesia de aquella aldea, se extravió. Pero tuvo suerte: enseguida se encontró con unos niños pastores que cuidaban sus ovejas. Uno de ellos indicó al joven sacerdote el camino hacia Ars. Amiguito -díjole Vianney-, tú me has mostrado el camino de Ars; yo te mostraré el camino del Cielo.

El cardenal Benelli, recordó en la homilía del funeral por el papa Juan Pablo I, que éste, poco antes de morir le había dicho a un cardenal: Es sólo a Jesucristo a quien tenemos que presentar al mundo. Fuera de esto no tendremos ninguna razón, ningún argumento: no nos escucharán.

CONTO

Doroteo vivía en un pueblo llamado Cleistown. Él, que había crecido en una familia rica y tenía todas las necesidades básicas más que cubiertas, se levantó un día con el deseo de hacer algo distinto por la humanidad. “Crearé una empresa de regalos –dijo Doroteo-. Yo mismo iré casa por casa y entregaré los obsequios a la gente, sin pedirles nada a cambio. Así contagiaré de generosidad a muchas personas”. Y se puso manos a la obra.

Decidió comenzar por su pueblo. Con mucho ánimo, Doroteo fue llamando a cada casa: en una no había nadie; en otra no quisieron abrirle la puerta; en otro hogar un señor no aceptó el regalo porque temía que le cobrara dinero; otras personas salieron corriendo porque pensaban que era una bomba; y en la última casa creyeron que era una broma de esas que graban en tv, y no aceptaron el regalo.

Doroteo llamó a todos sus empleados y les dijo que duplicaran la producción de regalos, porque, viendo la poca acogida que había tenido en Cleistown, saldría a los pueblos de alrededor.

Pero el rechazo de su propio pueblo también se vio duplicado en los pueblos vecinos. Aquella empresa de regalos no tenía éxito. Y Doroteo, lejos de desanimarse, reunió de nuevo a sus empleados y les mandó que triplicaran la producción, porque exportaría su idea a otros países.

Ha pasado un año y todos los hogares de Cleistown están reunidos en torno al televisor, porque su paisano Doroteo va a recibir el premio mundial a Mejor Emprendedor del Año.

En Cleistown siguen pensando que la empresa de Doroteo es una locura, un disparate, una tontería…

P. Santiago Rodríguez- Palancas

“UNO POR UNO”

Se habla de un americano que estuvo andando por una de las bellas playas de México al anochecer. Mientras andaba, empezó ver desde lejos a un mexicano también andando. Solo que el mexicano andaba agachándose, recogiendo algo y luego tirándola nuevamente al mar. Una y otra vez siguió haciendo el mexicano lo mismo.

Mientras que se acercaba el americano, vio que lo que estaba haciendo el mexicano era recoger las “estrellas del mar” que se habían quedado sobre la playa cuando se había bajado la marea.

El americano se quedó bien desconcertado y confundido y le pregunta al mexicano ¿qué era lo que andaba haciendo?.

El mexicano responde, “Estoy echando de nuevo al mar a estas estrellas del mar. Entiende que, si no regresan pronto al agua, se ahogarán por falta de oxígeno.”

“No entiendo”, dice el americano. “Hay miles de estrellas del mar sobre la playa. Es imposible poder alcanzar a todos. Simplemente hay demasiados. ¿No entiendes que esta playa es solamente UNA de cientos de playas en México? ¿No ves que es imposible la tarea? ¿No entiendes que, al final del día, lo que estás haciendo no servirá para nada?”

El mexicano se agacha de nuevo, recoge otra estrella del mar, lo tira al agua y le dice al americano, “¡pues díselo a ésta!”

HERMANOS

Dos hermanos, uno soltero y otro casado, poseían una granja cuyo fértil suelo producía abundante grano, que los dos hermanos se repartían a partes iguales.

Al principio todo iba perfectamente. Pero llegó un momento en que el hermano casado empezó a despertarse sobresaltado todas las noches, pensando: “No es justo. Mi hermano no está casado y se lleva la mitad de la cosecha; pero yo tengo mujer y cinco hijos, de modo que, en mi ancianidad, tendré todo cuanto necesite. ¿Quién cuidará de mi pobre hermano cuando sea viejo? Necesita ahorrar para el futuro mucho más de lo que actualmente ahorra, porque su necesidad es, evidentemente, mayor que la mía”.

Entonces se levantaba de la cama, acudía sigilosamente adonde residía su hermano y vertía en el granero de éste un saco de grano.

También el hermano soltero comenzó a despertarse por las noches y a decirse a sí mismo: “Esto es una injusticia. Mi hermano tiene mujer y cinco hijos y se lleva la mitad de la cosecha; pero yo no tengo que mantener a nadie más que a mí mismo. ¿Es justo que mi pobre hermano, cuya necesidad es mayor que la mía, reciba lo mismo que yo?.”

Entonces se levantaba de la cama y llevaba un saco al granero de su hermano.

Un día se levantaron de la cama al mismo tiempo y tropezaron uno con otro, cada cual con un saco de grano a la espalda.

Muchos años más tarde, cuando ya había muerto los dos, el hecho se divulgó. Y cuando los ciudadanos decidieron erigir un templo, escogieron para ello el lugar en el que ambos hermanos se habían encontrado, porque no creían que hubiera en toda la ciudad un lugar más santo que aquél.

Anthony de Mello

CANTO

BROTES DE OLIVO SI NO TENGO AMOR

EL PROFETA

SI Yo No Tengo Amor – Verónica Sanfilippo

Jésed – Poeta del amor

Delegación para el Clero de Santiago de Compostela