Gran misa latina en Erbil, entre kurdos y asirios: agradeciendo el esfuerzo de acogida y caridad

El último acto con amplio público del Papa Francisco en Irak ha sido la misa en el estadio Franso Hariri de Erbil el domingo por la tarde, al que han acudido numerosos cristianos del Kurdistán y el norte de Irak y las autoridades de la autonomía kurda, satisfechas de poder figurar en un acto de proyección internacional.

Los cristianos, agradecidos por la protección que los kurdos le han ofrecido frente al Estado Islámico y otros grupos yihadistas, les han “premiado” con esa carta especial que significa a nivel mediático y de prestigio la presencia del Papa, y han aprovechado la seguridad del lugar para realizar un acto más grande.

La peculiar historia religiosa de Erbil

Erbil es un lugar especial en la historia de las religiones. En el siglo I se llamaba Arbela y era la capital de Adiabene, un estado-tapón entre el Imperio Romano y el Persa. La familia real de Arbela en el siglo I dejó la religión persa y se convirtió al judaísmo y muchos judíos se establecieron allí y, con los judíos, los primeros cristianos. Los cristianos asirios aseguran que hacia el año 100 Arbela ya tenía obispo propio.

En 2013, antes de la guerra con Estado Islámico, la ciudad tenía millón y medio de habitantes, en su inmensa mayoría musulmanes suníes de lengua y cultura kurda. Pero desde 2014 llegaron allí 500.000 iraquíes de etnia y lengua árabe, huyendo de la violencia yihadista, incluyendo decenas de miles de cristianos. Más adelante llegaron refugiados que huían de la guerra de Siria. Protegidos por los kurdos, los refugiados de Erbil intentaron rehacer su vida, con la ayuda de ONGs, que abrieron escuelas, talleres y servicios para niños y familias.

El Papa saluda a la Virgen al inicio de la misa en Erbil, Kurdistán iraquí

En diciembre de 2015, por ejemplo, se inauguró allí la Universidad Católica de Erbil, con mucho dinero de los obispos italianos, asesoría de la Universidad del Espíritu Santo de Líbano (de católicos maronitas) y el impulso del arzobispo católico de rito caldeo Bashar Warda, que ha sido el anfitrión del Papa en esta misa en Erbil. Jóvenes cristianos -y no cristianos- de todo Irak acuden a estudiar a ella. Enseñan ingeniería, informática, derecho, economía, inglés y estudios orientales.

Misa latina entre kurdos y asirios

El Papa Francisco celebró la misa por rito latino y en lengua italiana, aunque con muchas partes recitadas en árabe por el pueblo, muchos de ellos refugiados originarios de la llanura de Nínive. Acudieron también occidentales que trabajan en agencias humanitarios o internacionales y muchos kurdos, musulmanes suníes. Entre los cristianos, muchos cristianos no católicos, sobre todo asirios, con su Patriarca a la cabeza.

El Papa comentó la lectura de Cuaresma de 1 Corintios 1,24: “Cristo es fuerza de Dios y sabiduría de Dios”. Esa fuerza no es la de las armas sino “la misericordia y el perdón”.

“No quiso hacerlo con demostraciones de fuerza o imponiendo su voz desde lo alto, ni con largos discursos o exhibiciones de una ciencia incomparable. Lo hizo dando su vida en la cruz. Reveló la sabiduría y la fuerza divina mostrándonos, hasta el final, la fidelidad del amor del Padre; la fidelidad del Dios de la Alianza, que hizo salir a su pueblo de la esclavitud y lo guio por el camino de la libertad”.

“Todos necesitamos la fuerza y la sabiduría de Dios revelada por Jesús en la cruz. Aquí en Irak, cuántos de vuestros hermanos y hermanas, amigos y conciudadanos llevan las heridas de la guerra y de la violencia, heridas visibles e invisibles. La tentación es responder a estos y a otros hechos dolorosos con una fuerza humana, con una sabiduría humana. En cambio, Jesús nos muestra el camino de Dios, el que Él recorrió y en el que nos llama a seguirlo”, añadió.

Comentando el pasaje de la expulsión de los mercaderes del templo, el Papa animó a expulsar de nuestro corazón “las falsedades que lo ensucian, la doblez de la hipocresía. Son enfermedades que lastiman el corazón, que enturbian la vida, la hacen doble”.

Sólo Jesucristo puede purificarnos, insistió. “Incluso cuando le damos la espalda, no nos abandona a nuestra propia suerte. Nos busca, nos sigue, para llamarnos al arrepentimiento y para purificarnos”.

Jesús, añadió, “nos da fuerzas para que sepamos resistir a la tentación de buscar venganza, que nos hunde en una espiral de represalias sin fin. Con la fuerza del Espíritu Santo nos envía, no a hacer proselitismo, sino como sus discípulos misioneros, hombres y mujeres llamados a testimoniar que el Evangelio tiene el poder de cambiar la vida. El Resucitado nos hace instrumentos de la paz de Dios y de su misericordia, artesanos pacientes y valientes de un nuevo orden social”.

El Papa agradeció el esfuerzo de la Iglesia en Irak que “anuncia la maravillosa sabiduría de la cruz propagando la misericordia y el perdón de Cristo, especialmente a los más necesitados. Este es uno de los motivos que me han impulsado a venir como peregrino entre ustedes, darles las gracias y confirmarlos en la fe y en el testimonio”.

Al finalizar la misa, anunció entre aplausos y gritos de júbilo que llevaría a Irak en el corazón.

Con el Patriarca de los cristianos asirios no católicos

A la misa en Erbil acudió el Patriarca Gewargis [Jorge] III Sliwa, que desde 2015 es el Catolicós de Seleucia-Ctesifonte de la Iglesia asiria, es decir, es el máximo jerarca de los 400.000 cristianos asirios, antiguamente llamados nestorianos, de los que 100.000 viven aún en Irak. El Patriarca asirio, desde hace pocos años, tiene su sede precisamente en Erbil.

Hace pocas décadas la Iglesia Católica y esta iglesia oriental reconocieron mutuamente la validez y realidad de sus sacramentos y de su sucesión apostólica, aunque aún quedan obstáculos para su plena comunión.

“¡Gracias, querido hermano!”, le dijo el Papa Francisco. “¡Muchos de sus miembros derraman sangre aquí en la misma tierra! ¡Pero nuestros mártires brillan juntos, estrellas en el mismo cielo! Desde allí se nos pide que caminemos juntos, decididamente, hacia la plenitud de la unidad”, anunció Francisco.

Esta iglesia asiria se extendió por el Imperio Persa, después por el mongol, hasta China e India, y por el otomano. Sufrió especialmente las persecuciones de la Turquía moderna entre 1914 y 1924, en el llamado genocidio armenio, pero que afectó a cristianos orientales de muchas ramas distintas, exterminados por los militares de la nueva Turquía laicista. Hoy casi la mitad de sus fieles viven en países occidentales de Europa y América.

En 1994, San Juan Pablo II y el Patriarca Asirio Dinkha IV firmaron una declaración cristológica conjunta para superar los problemas del lenguaje nestoriano del s.V. “Confesamos a un Señor Jesucristo, el unigénito hijo de Dios, nacido del Padre antes de todos los tiempos, quien, habiendo alcanzado la plenitud de los tiempos, descendió del Cielo y se hizo hombre para nuestra salvación”.

En 2018 Francisco y Jorge III firmaron una declaración señalando que “en las últimas décadas, nuestras Iglesias se han acercado más que nunca a lo largo de los siglos” y que “el diálogo es también el mejor antídoto contra el extremismo, que es una amenaza para los seguidores de todas las religiones”.

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