Francisco, en el Ángelus, llama a ser «refrigerio para los demás» y paliar la sed del Evangelio

La mañana de este 12 de marzo, tercer domingo de cuaresma y festividad de San Inocencio I, el Papa Francisco ha comentado el que considera “uno de los encuentros más fascinantes y hermosos de Jesús“, el de la samaritana.

Lo es, dijo, porque cuando Jesús dice “dame de beber”, se “se muestra una imagen del abajamiento de Dios, sediento y cansado. En Jesús, Dios se hizo uno de nosotros, sediento como nosotros”.

El Papa subrayó cómo esta escena muestra la humanidad de Dios al mostrar que “el Señor tiene sed como yo, está cerca de mí realmente, está vinculado a mi pobreza, donde nadie más puede alcanzarme”.  

Una sed, dijo, que “no solo es física”, sino que “expresa las sequedades más profundas de nuestra vida. Es la sed de nuestro amor, que  emergerá en el momento más culminante de la pasión en la cruz. Allí, antes de morir, Jesús dirá `Tengo sed´ en la cruz del amor”.

“Pero el Señor que pide de beber es aquel que también da de beber. Al encontrarse con la samaritana, le habla del agua viva del Espíritu Santo. Sediento de amor, sacia nuestra sed con amor y hace con nosotros como con la samaritana, se acerca en lo cotidiano, comparte nuestra sed y promete el agua viva que hace brotar la vida eterna”, mencionó.

Llamado a paliar la sed en la familia y en las calles 

En torno a este pasaje evangélico, Francisco ha llamado la atención en torno al “llamamiento, a veces silencioso” que suponen las palabras de Jesús a la samaritana y que se dirige a los fieles.

A todos, dijo, nos pide hacernos cargo “de la sed de los demás, de la familia, en el lugar de trabajo o el resto de los lugares donde tienen sed de cercanía, atención y escucha, de quien tiene sed de la Palabra y necesita hallar en la Iglesia un oasis donde beber”.

“Es el llamamiento de nuestra sociedad, donde la carrera por el consumo o la indiferencia generan un vacío interior. `Dame de beber´ es el grito interior de tantos hermanos y hermanas a los que les falta el agua para vivir”, exclamó. 

Frente a esos desafíos, agregó, el Evangelio ofrece ese “agua viva” que debe convertir a los fieles en “refrigerio para los demás”: “Como la samaritana que fue a llamar a la gente del pueblo, nosotros no pensamos solo en saciar nuestra sed, sino que con alegría de haber encontrado al Señor podemos saciar la sed de los demás, entender su sed y compartir el amor que Él nos dio a nosotros”.

“¿Soy capaz de dar de beber ante la sed de mi familia o las personas de mi barrio? ¿Tengo sed de Dios? ¿Me doy cuenta de que necesito su amor como el agua para vivir? ¿Me preocupo por la sed de los demás, la sed material y espiritual?”, planteó ante los fieles presentes en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

“El Señor escucha siempre”

Concluido el Ángelus, Francisco anunció que los próximos 17 y 18 de marzo se renovará en toda la Iglesia la iniciativa “24 horas para el Señor“, un tiempo dedicado a la oración de adoración y al sacramento de la reconciliación.

“El viernes por la tarde iré a una parroquia romana para la celebración penitencial. El Señor escucha siempre las súplicas que le dirige su pueblo por intercesión de la Virgen Madre. Permanezcamos unidos en la fe y la solidaridad con nuestros hermanos que sufren a causa de la guerra; sobre todo, ¡no olvidemos al pueblo ucraniano martirizado!”, concluyó.

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