Fiesta de la conversión de san Pablo

Un judío que perseguía a los cristianos y se convirtió en el Apóstol de las Gentes

Nació en Tarso, con estatus de ciudadano romano, y su nombre judío era Saulo. Era fariseo y defendía firmemente su fe. De ahí que persiguiera a los cristianos, creyendo que hacía la voluntad de Dios.

Es posible que fuera testimonio del martirio de san Esteban, pues en la narración de los Hechos de los Apóstoles se habla de un Saulo que “aprobó la muerte de Esteban”.

Se formó en Jerusalén, en la escuela de Gamaliel. Era despierto e inteligente y eso le reafirmó en la idea de perseguir a los cristianos para servir a Dios. Dicen los Hechos:

“Saulo, por su parte, perseguía a la Iglesia; iba de casa en casa y arrastraba a hombres y mujeres, llevándolos a la cárcel”.

Un día emprendió el camino a Damasco para llevar cartas de recomendación de los judíos de Jerusalén. Su intención era encarcelar a los cristianos. La Sagrada Escritura narra así aquel momento de transformación crucial:

“Y mientras iba caminando, al acercarse a Damasco, una luz que venía del cielo lo envolvió de improviso con su resplandor. Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Él preguntó: «¿Quién eres tú Señor?». «Yo soy Jesús, a quien tú persigues, le respondió la voz. Ahora levántate, y entra en la ciudad: allí te dirán qué debes hacer».

Desde que Jesús aparece en su vida, Saulo pasa a ser Pablo y se convertirá en Apóstol de las Gentes, el que ha de llevar el Evangelio más allá del pueblo elegido.

Oración

Glorioso apóstol san Pablo, vaso escogido del Señor para llevar su santo nombre por toda la tierra;

por tu celo apostólico y por tu abrasada caridad con que sentías los trabajos de tus prójimos como si fueran tuyos propios;

por la inalterable paciencia con que sufriste persecuciones, cárceles, azotes, cadenas, tentaciones, naufragios y hasta la misma muerte;

por aquel celo que te estimulaba a trabajar día y noche en beneficio de las almas

y, sobre todo, por aquella prontitud con que a la primera voz de Cristo en el camino de Damasco te rendiste enteramente a la gracia, te ruego, por todos los apóstoles de hoy,

y que me consigas del Señor que imite tus ejemplos oyendo prontamente la voz de sus inspiraciones y peleando contra mis pasiones sin apego a las cosas temporales y con aprecio de las eternas,

para gloria de Dios Padre, que con el Hijo y el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de los siglos.

Amén.

Aleteia