Mattheus Rodrígues Fonseca
tiene tan sólo 24 años y una aspiración en la vida: llevar el Evangelio
a todos los rincones del mundo. Para ello, es laico consagrado de la
comunidad de origen brasileño “Palavra viva”, cuyo carisma es la
evangelización.
Gracias a una beca de CARF (Centro Académico Romano Fundación)
este joven se sigue formando para esta misión en la Universidad de la
Santa Cruz de Roma. Él mismo relata cómo se alejó y luego se enamoró de
Cristo al punto de querer entregarle toda su vida:
Proclamar y enseñar a todos los pueblos
Soy brasileño y nací en la ciudad de Teófilo Otoni / Minas Gerais, región sureste de Brasil. Soy el menor de tres hermanos. Nuestra familia es católica y mi madre fue, en gran parte, la responsable de nuestra educación en la fe.
Ella, maestra de profesión, nos educó de una manera muy justa,
llevándonos a reconocer la grandeza de Dios en cada evento de nuestra
historia y a mantener una relación íntima con Él a través de las misas
dominicales, de la participación regular en la catequesis y la vida
comunitaria de nuestra Iglesia parroquial.
En mi adolescencia llegué a una especie de oposición a Dios por el
hecho de que mis padres se habían divorciado cuando tan solo tenía un
mes de vida. Este hecho, lamentablemente presente en muchas familias de hoy, hizo de mi adolescencia una fase bastante complicada.
A los 14 años, sin embargo, ante la insistencia de mi madre y mis dos hermanos mayores, todos activos en la Iglesia, participé en una reunión para jóvenes que me llevó a un encuentro muy personal e íntimo con Dios. Esta reunión cambiaría mi vida por completo.
Inesperadamente, pude darme cuenta del amor de Dios por mí y mi familia a pesar de las pruebas que habíamos pasado y luego pude experimentar el profundo cuidado que el Señor tiene por cada uno de sus hijos.
“Mi vida realmente cambió”
A partir de ese momento comenzó una verdadera historia de amor con
Dios, un amor que me consumía tanto que no podía explicar a mis amigos
incrédulos, ¡pero ni siquiera a mi mismo! Mi vida realmente cambió, y cada día buscaba más y más servir a Dios:
era catequista, coordinador del grupo juvenil de la parroquia y testigo
en reuniones de parejas compartiendo mi difícil experiencia de tener a
mis padres divorciados.
Sin embargo, todo lo que hacía en la Iglesia no calmó mi sed de
servir a Dios, de proclamarlo a todas las personas que iba encontrando. Fue entonces cuando conocí a la comunidad a la que pertenezco hoy y a través de la cual me consagré a Dios: la comunidad católica “Palavra Viva”,
una asociación privada de fieles, de origen brasileño, cuyo carisma es
la proclamación de Jesús al mundo, un anuncio especialmente dirigido a
los jóvenes y a las familias.
“Descubrir mi vocación”
Al conocer nuestra comunidad en una de las reuniones juveniles, que organizamos cada año, vi que este podría ser mi lugar. Reconocí
en esa forma de proclamar a Jesús, entre tantas otras que ya había
conocido en la Iglesia, la respuesta a mi sed de evangelizar.
Realmente la alegría de los miembros de la Palabra viva, su forma de
hablar de Dios, de proclamar a Cristo a los que no lo conocen en
profundidad y su testimonio de simplicidad y fidelidad a la Iglesia, me
atrajeron como nunca antes.
Así es como, después de algún tiempo de discernimiento, en febrero de 2013, decidí vivir una Escuela de evangelización,
el proyecto de nuestra comunidad para los jóvenes, que durante un año
se dedica a la formación personal, a la espiritualidad y a una
experiencia misionera de anuncio en varios lugares de Brasil bajo
nuestra tutela. La escuela tiene como objetivo promover jóvenes
cristianos, a través de una formación integral que pretende capacitar
una experiencia madura y activa de la fe en la realidad y en la vocación
específica a la que cada uno está llamado.
Durante mi año en la Escuela de evangelización, me identifiqué aún más con el carisma de “Palabra Viva” y pedí unirme al cuerpo de miembros de la comunidad.
En los primeros años como miembro, pude conocer y amar más a Dios y a
su Iglesia, y dedicarme, incluso con mis límites, a la evangelización de
los jóvenes y de las familias. Toda esta experiencia ha confirmado mi
vocación y entonces decidí consagrar mi vida a Dios.
Experiencia misionera en España
En 2017, después de dos años de experiencia misionera en España, la
comunidad me propuso venir a Roma a estudiar filosofía y teología en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz.
No dudé en responder que sí, porque ya sabía un poco sobre el Opus Dei y
percibí en este carisma un celo profundo por la Verdad a través de la
fidelidad a la doctrina católica y al magisterio de la Iglesia.
Los estudios en esta universidad me han abierto la mente a un
verdadero y sano un diálogo entre fe y razón, entre la Iglesia y la
sociedad contemporánea, más allá de todas las ideas preconcebidas, sin
renunciar a la verdad y la larga tradición católica. De esta manera pude profundizar aún más la riqueza de nuestra fe, junto con la racionalidad inherente en cada hombre naturalmente propenso a la búsqueda de lo Divino.
Hoy estoy estudiando el tercer año de filosofía y cada vez me
identifico más con esta materia. Creo que esto se debe en gran parte a
la enseñanza y al testimonio de los profesores de la Facultad de
Filosofía que, además de ser profesionales dedicados a transmitir el
contenido de sus disciplinas con celo y eficiencia, son auténticos
cristianos, sobre todo muy sabios y humanos en su relación con los
estudiantes.
Por esta rica realidad de profundización intelectual y humana vivida
en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, agradezco mucho a Dios y a
todos todos los que se esfuerzan por el mantenimiento de esta
universidad: del personal administrativo y docente de la universidad a
quienes, con su colaboración financiera, nos permiten crecer en nuestra
formación personal y así poder colaborar con la Iglesia universal en su misión de proclamar y enseñar a todos los pueblos.
Sueño con poder utilizar mis estudios para evangelizar a los jóvenes
y las familias del mundo a través del carisma al que Dios me llamó un
día, hace ya unos años, y creo que esto va a ser una sencilla, pero
eficaz contribución para nuestra comunidad.
De hecho, admiro mucho el profundo deseo de nuestro fundador de
nuestra comunidad, Alysson Norberto da Costa, del cual somos miembros –
en gran mayoría jóvenes –, para llevar el Nombre de Jesús a todos los
rincones del mundo en un testimonio de simplicidad y ardor misionero.
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