Como ya sucedió el domingo pasado y en la audiencia del miércoles, también hoy el Papa Francisco ha modificado su rutina de oración durante el rezo del Ángelus de cada domingo.
En lugar de asomarse como de costumbre al balcón del Palacio Apostólico de San Pedro, ha presidido la oración desde la Casa Santa Marta. Tan solo pronunció la oración y la bendición, así como el párrafo final de despedida.
“Estoy mejorando, pero la voz todavía no me da“, anticipó el pontífice en su saludo.
El comentario al Evangelio y sus comentarios tras el Ángelus fueron responsabilidad de mons. Paolo Braida, de la Secretaría de Estado, que leyó las palabras de Francisco.
Comenzó tratando la inauguración del Adviento, plasmada en el Evangelio con la exhortación a la vigilancia.
Esperar Su regreso como si fuera una fiesta
Una virtud que se contempla con frecuencia como “motivada por el miedo a un castigo inminente, como si un meteorito estuviera a punto de caer del cielo y nos amenazara con aplastarnos”.
Sin embargo, continuaba el texto de Francisco, la vigilancia cristiana “no se basa en el temor, sino en el anhelo, en la espera de ir al encuentro del amo que viene”.
Los siervos, dijo, “se preparan para su regreso porque lo quieren mucho, porque esperan que, cuando llegue, encuentre una casa acogedora y ordenada: están felices de volver a verlo, hasta el punto de que esperan su regreso como si fuera una fiesta para toda la gran familia a la que pertenecen”.
Francisco invitó a vivir una “espera llena de afecto” que ayude a los fieles a prepararse “para acoger a Jesús, ya sea en Navidad, ya sea al final de los tiempos” o “cada día, cuando venga a nuestro encuentro en la Eucaristía”.
Así, propuso a los fieles que durante las próximas semanas preparen con esmero “la casa del corazón para que esté ordenada y sea acogedora, acogerlo con la oración y hospedarlo con la caridad“.
Junto con esta “actitud del centinela” que implica la vigilancia y tener “un corazón preparado”, invitó por último a seguir un “programa para el Adviento” marcado por una consigna: “Encontrar a Jesús que viene en cada hermano y hermana que nos necesita, y compartir con ellos lo que podamos: escucha, tiempo, ayuda concreta“.
Oración y cercanía por la guerra y el atentado de Filipinas
Tras el rezo del Ángelus, Francisco expresó a través de mons. Braida su preocupación y dolor por la ruptura de la tregua en Israel y Palestina, llamando a los implicados a alcanzar un nuevo acuerdo de alto el fuego “tratando de tomar valientes caminos hacia la paz”.
También se acordó de las víctimas del atentado yihadista de este domingo en Filipinas, donde una bomba estalló durante la misa de esta mañana en la isla de Mindanao, pocas horas después de ser sacudida por un terremoto. Al menos 4 personas han muerto y otras 50 han resultado heridas por la explosión, la mayoría estudiantes.
Dirigió unas palabras de cercanía a las personas con discapacidad, renovando su llamado universal a “valorar a cada persona” y no excluir a nadie. Los trabajos de la COP 28 de Dubai, a la que no pudo acudir, también estuvieron presentes en este primer Ángelus de Adviento, que concluyó con su deseo de que los fieles un “buen camino”.