Dispensadores de gel, control de temperaturas, asientos señalados… pero por fin se puede comulgar.
Varias provincias españolas han reabierto el culto público este lunes 18 de mayo. Es el caso de Málaga, que lo ejemplifica con una crónica en la web diocesana acerca de lo vivido en su primera misa de “reapertura” tras el confinamiento. Su experiencia se parece a la de muchas otras iglesias grandes de capitales de provincia.
“Desde primera hora de la mañana, algunos fieles se acercaban a la puerta de las cadenas a preguntar por el horario de Misas
y de apertura del primer templo malagueño, que exhibe toda la
información necesaria en un panel a la entrada”, explica la crónica del
periodista Antonio Moreno Ruiz.
Juan José, un feligrés habitual de la Catedral, declaró: “Estar sin Eucaristía durante dos meses ha sido duro. Estoy muy contento de recuperar el pulso”.
Dispensador de gel que se activa con el pie, a la entrada
“Nos faltaba comulgar”
El primer feligrés que ha accedido al primer templo malagueño después
del confinamiento ha sido otro fijo, Juan Fernando Pons, que tiene la
costumbre de acudir todos los días andando desde su casa, en la
Rosaleda.
«Tenía muchísimas ganas de volver. He estado viendo la Misa por
televisión, no he dejado de seguirla, pero ya nos faltaba tomar a
Jesucristo, comulgar. En cuanto se ha abierto, aquí estoy. Para mí
la Eucaristía es todo. Esta ya es mi carrera para llegar a la tierra
prometida. Para mí es lo máximo».
Ángel Palazuelos, por su parte, afirma nada más higienizarse las
manos con el gel hidroalcohólico que se distribuye a la entrada, que es
una alegría volver. «Soy vecino de Calle San Agustín. Me gusta saludar
al Señor en el Sagrario cuando puedo. Algunas iglesias, como Santiago, San Agustín o Stella Maris estaban en ocasiones abiertas. Ahora es una alegría poder regresar a nuestro templo mayor, verlo abierto y volver a entrar. En mi oración le voy a pedir salud y mucha fuerza para todos para salir adelante. Que ayude a tantas personas que están pasándolo mal en esta situación».
Se marcan los espacios donde está permitido sentarse, para mantener las distancias
Responsables de orden toman las temperaturas
A la entrada de la Catedral, uno de los asistentes de orden toma la temperatura de los fieles impidiendo la entrada a quienes tengan síntomas de enfermedad.
Una vez dentro, dos grandes monitores ofrecen información actualizada del aforo, medidas de higiene y horarios.
Asimismo, dos dispensadores de gel que se accionan con el pie invitan a los asistentes a la desinfección de manos.
Junto a ellos, dos cepillos electrónicos en los que se puede hacer donativos en metálico o a través de tarjeta y dispositivos contactless.
Repartidos por todo el templo, diversos carteles recuerdan a los fieles
mantener la distancia de seguridad mientras que los bancos tienen
señalados los sitios que sí pueden ser ocupados.
La comunión sin filas, manteniendo las distancias
La primera Misa tras el confinamiento ha sido presidida por el
canónigo Alejandro Pérez Verdugo, delegado diocesano de Liturgia, y
concelebrada por el vicario general, José A. Sánchez. Los fieles se han
acercado a comulgar en fila, con la separación recomendada, y la han tomado todos en la mano.
Volver juntos, aunque “de manera un poco extraña”
El padre Pérez Verdugo manifestó ante todos «su alegría al volver a
retomar el culto público, la alegría de vivir la fe juntos, aunque sea
de esta manera un poco especial y extraña».
Hizo una llamada a la prudencia. «Mientras esta pandemia continúe hay que ser prudentes y atender a las normativas
que nos vienen dando desde el Obispado. Todos colaboramos así a
cuidarnos y a cuidar a los demás. Continuamos por tanto celebrando
nuestra fe, que nunca hemos dejado de celebrar». Y ha finalizado
«agradeciendo al Señor el don sacramental real, presencial no virtual de
la Eucaristía».
Alegres de volver, aunque algunos han descubierto las misas online
A la salida de Misa, uno de los feligreses, José Antonio, afirmaba
emocionado haber sentido «la emoción y el cariño de siempre al volver a
comulgar. Los católicos echamos de menos echar un ratito ante el
Santísimo».
Amparo, por su parte, compartía la alegría de volver a comulgar. «Fíjate si tendría ganas que he venido a la primera Misa. En cuanto me enteré de que había a las 10, aquí estoy. La echaba mucho de menos. La escucho en la radio pero no es lo mismo».
Lola, a su vez, afirma estar encantada «de que hayamos vuelto a
retomar esta vivencia», aunque saca algo positivo de no haber podido
venir. «He seguido la Misa online del papa todos los días y me han gustado mucho sus homilías. Tenemos que aprender mucho los cristianos de él. Para mí ha sido un descubrimiento magnífico».
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