El otro claustro: San Pelayo. Buscadoras de Dios

Cuando alguien llega por primera vez para abrazar la vida monástica,
no debe ser admitido fácilmente. Porque dice el apóstol: «Someted a
prueba los espíritus, para ver si vienen de Dios». Por eso, cuando el
que ha llegado persevera llamando y después de cuatro o cinco días
parece que soporta con paciencia las injurias que se le hacen y las
dificultades que se le ponen para entrar y sigue insistiendo en su
petición, debe concedérsele el ingreso, y pasará unos pocos días en la
hospedería. Luego se le llevará al lugar de los novicios, donde han de
estudiar, comer y dormir. Se les asignará un anciano apto para ganar las
almas, que velará por ellos con la máxima atención. Se observará
cuidadosamente si de veras busca a Dios, si pone todo su celo en la obra
de Dios, en la obediencia y en las humillaciones. […] El que va a ser
admitido, prometa delante de todos en el oratorio estabilidad,
conversión de costumbres y obediencia.


(REGLA de san BENITO capítulo LVIII:  La admisión de los hermanos, 1-7. 17)



Buscadoras de Dios.


Lo que define la vida de los monjes y monjas es esto: “Si de veras
busca a Dios” (RB 58). No otra cosa pide san Benito al “anciano/anciana
apta para ganar almas” sino que observe cuidadosamente si se halla esta
disposición en la persona que entra en el monasterio. Esa es nuestra
vida, ese el fundamento de nuestra contemplación, ese ejercicio de la
mirada que ve más allá porque busca… Y, lo más importante, que
perseveramos en esta actitud vital porque, en el fondo, estamos
convencidas que quien nos busca primero y cada día es nuestro Señor.


¿A quién buscáis? ¿cómo buscáis? Donde está vuestro tesoro ahí está vuestro corazón.

pastoralsantiago.es

Foto: Miguel Castaño