El obispo Vadell, poco antes de empeorar, hablaba así de la vocación, el sacerdocio y el amor

El obispo auxiliar de Barcelona, de 49 años y enfermo, explica lo que ha aprendido

El domingo 19 de diciembre el cardenal Omella pedía oraciones por el obispo auxiliar de  Barcelona, Toni Vadell, de 49 años, hospitalizado con cáncer de páncreas. Se organizó rápidamente un encuentro de oración y muchos fieles oran por él desde entonces. Pasan los días y Vadell se mantiene grave pero estable en el Hospital Clínico de la Ciudad Condal.

Vadell llegó a Barcelona en 2017, pero en poco tiempo ganó muchas simpatías, especialmente trabajando con los jóvenes y las personas más volcadas en nueva evangelización, entre otros ámbitos.

La revista Fons Vitae, de la Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, lo entrevistó a principios de noviembre, antes de empeorar su estado de salud y publicó la entrevista en su número 18, de diciembre de 2021. Allí podemos conocer la vocación y espiritualidad de uno de los obispos más jóvenes de España.

[Revista Fons Vitae nº 18 aquí: Fons_Vitae_18]

Vocación y formación

Vadell explica en la entrevista que su vocación sacerdotal despertó cuando tenía unos 12 o 13 años, en su infancia en Mallorca, y creció con los años. “Dos aspectos influyeron particularmente: la familia y la parroquia. En familia vivíamos la fe, íbamos a Misa el Domingo, rezábamos en casa. Y en la parroquia fue muy importante la experiencia con los niños (esplai) y especialmente el grupo de oración y amistad en el que empecé a tener experiencia de la oración, oración que me llevó a ir intuyendo que el Señor me llamaba a ser sacerdote”, recuerda Vadell.

Entró en el seminario menor con 14 años. “Me marcaron en esos 4 años del Seminario Menor, la experiencia de amistad. También recuerdo especialmente los encuentros vocacionales en los que acogíamos a adolescentes y les mostrábamos con nuestra cercanía la belleza de la vocación. Particularmente, estoy convencido que muchas vocaciones se despiertan en la niñez“.

Como seminarista en Mallorca, aprendió mucho de los párrocos con los que se iba formando. “Con ellos fue creciendo el deseo grande que tenía de ser cura de parroquia“, dice. Los formadores del Seminario, añade, “nos ayudaron a entender al sacerdote como enamorado de Jesucristo, hombre que encuentra la fuente de su vida sacerdotal en la Eucaristía”.

Ya como sacerdote, recuerda, “disfruté especialmente en el campo de pastoral con jóvenes, en la pastoral familiar en las parroquias de San José Obrero y Corpus Christi. En esos años disfruté acompañando espiritualmente a la gente”.

Recuerda que las parroquias mallorquinas de Corpus y San José que tenían colegio parroquial. “Los sábados teníamos la Misa con las familias del colegio. Eran celebraciones bellísimas cuyo recuerdo me caldea el corazón. La experiencia en la Unidad de Pastoral de la Mare de Déu, en unos pueblos del centro de la isla fue maravillosa, sobre todo en el trabajo en equipo”.

Un cura de isla en la Roma universal

Después realizó en Roma sus estudios de Pastoral Juvenil y Catequética.

Roma me cambió. Llevaba ocho años de cura. Me enamoré de la Iglesia. Venía de una iglesia pequeña, de una iglesia de una isla y descubrí la Iglesia Universal, la iglesia de los carismas, de los movimientos, como el Espíritu Santo genera tanta vida. Después tuve que volver a la iglesia particular sabiendo que no podía dejar de respirar desde la Iglesia Universal. Estar cerca del Papa, ir a una Universidad Pontificia y en el Colegio Español y confrontar la experiencia pastoral con lo que se me proponía en la universidad fue una gran riqueza. También participé en una parroquia de Roma con un grupo de scouts. Allí en Roma tuve la oportunidad de hacer los ejercicios espirituales de mes con motivo de mis 10 años de sacerdote”, detalla.

[El Instituto del Corazón de Cristo organiza unos ejercicios espirituales de mes en el verano de 2022; más datos aquí; nota de ReL].

Evangelizar hoy, en un mundo pagano

De vuelta a la isla, el obispo de Mallorca le puso al frente de la Pastoral de Nueva Evangelización en 2013.

Estamos en un mundo pagano, hostil a la fe“, constata. “Estamos como en el “destierro de Babilonia”. Desde este situarnos en el mundo en el que estamos es clave cuidar nuestra identidad y no diluirnos como el resto de Israel que en Babilonia se mantuvo fiel a la promesa del Señor”, comenta el obispo.

“Evangelizar significa vivir en este mundo sin contemporizar, haciendo nuestra propuesta con toda su belleza y radicalidad: sin proselitismo, pero con mucha alegría. Se trata de ser testigos de una manera nueva de vivir la realidad, viviendo y anunciando el Kerigma que es que Cristo cambia la vida. Y todo esto realizarlo desde la vida de fraternidad. No podemos anunciar el Evangelio solos”, añade.

Obispo por sorpresa

A los 45 años le nombran obispo auxiliar para Barcelona. “No me lo esperaba para nada. En mi caso no había habido ni “quinielas”. Me sorprendió la llamada del nuncio. Y ¡obispo auxiliar de Barcelona!… siendo de un pueblo. A lo largo del verano antes de la ordenación me entró el miedo y me ayudó la palabra de un sacerdote amigo: “El Señor te ha llamado, fíate”. Me serenó mucho esta palabra del sacerdote. Me preocupaba perder la “cercanía con la gente”. Le pedí al Señor no perder esta cercanía para no ‘perderme'”, explica.

Tras cuatro años en Barcelona, declara: “Estoy orgulloso de los curas jóvenes de Barcelona, me llenan el corazón. Tienen un gran ardor apostólico, amor a la Iglesia. Es muy interesante poderlos acompañar en sus inicios de su ministerio”.

Habla de cómo ve al sacerdote que exigen nuestros días. “Tiene que ser un hombre enamorado de Jesucristo, hombres de oración y de la Iglesia. Que no vaya de “llanero solitario”, frente el peligro de individualismo. Que encontremos en la Eucaristía fuente de nuestro ministerio, contemplativos en la escucha de las personas, anunciando el evangelio siendo personas de comunión y de fraternidad”.

“Yo me he enamorado de Barcelona”, admite en esta entrevista. “Me llamó la atención la diversidad eclesial en Barcelona. He disfrutado en el trabajo de evangelización de los jóvenes y con las familias. Ha sido también hermoso el trabajo en la pastoral de la salud y de los tanatorios. Últimamente como fruto de la beatificación de Joan Roig acompaño, juntamente con el Director del Secretariado de Pastoral con jóvenes, a un grupo de jóvenes profesionales”.

La enfermedad, también por sorpresa

En 2021 llegó el anuncio de su enfermedad. Le sorprendió y después le hizo reflexionar.

Me ha sorprendido la enfermedad y me ha sorprendido el Señor con su cercanía, con la consolación que siento escuchando la palabra de Dios, con la Eucaristía. En la capilla una paz me invade. Siento como el Señor me cuida y también la cercanía de María. Me conmueve y me sorprende la compañía de la Iglesia y su cuidado”.

“Pensaba en una escena de D. Bosco que estuvo muy enfermo. Al lado de su ventana los jóvenes hacían turnos para que se curara. En un momento dado se puso bien y les dice: “Cada momento de mi vida será para vosotros”. La compañía de la Iglesia me provoca esto: deseo cada momento de mi vida hasta que me llame al paraíso que sea para la Iglesia. Veo que este tiempo es para reenamorarme de la Iglesia que ama a su pastor. Me siento tan cuidado y amado que deseo ser para la Iglesia”.

Anima a los que sufren a confiarse “en Cristo Resucitado que pasa por la Cruz”.

“Ayer, hablando con un señor que tenía un cáncer me comentaba que tenía la fe muy aparcada. Yo le decía que, si pudiera, que rezara, que le contara al Señor lo que le pasaba. Hay gente que dice que “esto es un mal sueño que pasará”. Esto me rebela, porque esto no es un mal sueño, sino que es la experiencia de la realidad de la vida y es un paso del Señor. Se trata de mirarlo desde el Señor. No es fácil, es gracia, pero hay que pedirla”, detalla.

“En este momento me siento muy agradecido a la educación que he recibido a lo largo de toda mi vida. En los momentos más difíciles “tiro” de la experiencia de educación del cuidado de tanta gente a lo largo de toda mi vida: catequesis, retiros, ejercicios, colegios, peregrinaciones, profesores…”, enumera. “Sembremos… que luego se cosechará”.

Como San José: a veces hay que acoger sin entender

También San José le sirve de modelo. “Él acoge el plan de Dios sin entender muchas cosas, es un plan que pasa por él. Esto me ayudó a acoger el plan de Dios sin entender por qué en este momento de mi vida tengo un cáncer. Para el Señor nada pasa porque sí. San José me ayuda a acoger esta enfermedad como parte del plan de Dios. Y hacerlo como él, como “padre en la ternura”.

“Si miramos al hombre y miramos a Dios nunca seremos pesimistas”, añade. Trabajando con catecúmenos, con personas que anhelan en su interior algo grande, ha visto que “la persona humana no se conforma con una respuesta mediocre. El vacío del corazón expresa algo mucho más grande. Nosotros tenemos a Jesucristo vivo en nuestra vida”, comenta.

Su lema episcopal es “Alegraos siempre en el Señor”. “Una religiosa me preguntó si había estado triste en algún momento. Le dije que al principio me conmovió la noticia de la enfermedad, pero nunca he tenido momentos de tristeza. Entiendo que es una gracia del Señor vivir siempre, también ahora, ‘alegres en el Señor'”.

A los sacerdotes les exhorta: “Sed sacerdotes enamorados del sacerdocio, enamorados de vuestra vocación. Sed sacerdotes siempre y en todo de esta vocación maravillosa que el Señor nos ha regalado”.

MÁS: Lea aquí lo que Vadell predicaba a los catequistas de LifeTeen

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