El monje que inventó la lengua de signos mientras San José de Calasanz abría escuelas populares

Recientemente ha finalizado en la Biblioteca Nacional de España (www.bne.es) la exhibición de la exposición “Manos con voz propia. Quinientos años de lengua de signos”,
que ha conmemorado el décimo aniversario de la promulgación de la Ley
27/2007, por la que se reconoce la lengua de signos española (LSE) y la
lengua de signos catalana (LSC).

La web oficial de la Biblioteca Nacional explica que en ella se conserva el primer manuscrito sobre el tema, “Tratado legal sobre los mudos”,
de 1550, que, escrito por el Licenciado Lasso, pretendió defender los
derechos sucesorios del segundo hijo del Marqués de Berlanga, de modo que pudiese heredar un mayorazgo a pesar de ser sordo.

La exposición ha contado con un número de elementos que, como suele ser
habitual, no han puesto suficientemente de manifiesto la verdad
histórica, es decir, científica, en virtud de la cual podría haberse
ofrecido al visitante la posibilidad de descubrir la importancia que la
Iglesia Católica ha tenido en relación a este lenguaje de los signos.

La Iglesia y el lenguaje de los mudos

Lo primero interesante de decir a este respecto tiene que ver con el libro “Tratado legal sobre los mudos, por el Licenciado Lasso”.

Se publicó a principios del siglo XX una edición crítica por con un estudio preliminar y notas de Alvaro López Núñez,  que se encuentra en acceso gratuito en internet (aquí)

Lo primero que interesa decir es que el autor dedica su libro a José Marvá Mayer,
científico católico  cofundador de la Junta para la Ampliación de
Estudios e Investigaciones Científicas. Álvaro López Núñez fue su más
importante biógrafo.

Álvaro López Núñez (1865-1936) fue académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y acérrimo
defensor de la asistencia social, algo en lo que coincidió con José
Marvá Mayer. Su postura política fue la democracia cristiana
. Murió asesinado junto a su hija Esther al comienzo de la Guerra Civil Española.

El pequeño de una familia numerosa de ocho hijos, estudió y se licenció
en Filosofía y Letras, tras lo cual se dedicó a la enseñanza privada en
Palencia, León y Medina de Rioseco y a la literatura. Fue publicando sus
obras literarias y fundando periódicos de inspiración católica tales
como La Lectura Dominical o El Universo, este último con  Rufino Blanco Sánchez, asesinado por progresistas del Frente Popular en 1936 .

Casado a los veinte años con la poetisa de Medina de Rioseco, Carolina
Valencia Castañeda (1860-1954), tuvo seis hijos: tres varones, Federico
(que fue primer jefe del Estado Mayor de África, luego gobernador
militar de Huesca y acabó jubilándose en Canarias con un cargo similar),
José María e Ignacio, y tres mujeres, Teresa, María y Esther, la última
de las cuales fue fusilada, junto a su padre, en las tapias del cementerio de La Almudena por progresistas del Frente Popular,
que nos quieren ahora hacer creer con la Memoria Histórica que
defendían la ciencia, los mismos que dicen que la Iglesia Católica es
enemiga de la misma.

Un monje crea una lengua de signos

Después de éste detalle, evidentemente con un contenido muy
significativo para cualquier católico o persona de buena voluntad, el
estudio crítico del libro de Lasso enfatiza algo de lo que Lasso no deja
lugar a dudas; la identidad del creador mundial del lenguaje de signos,
del cual él tomó y escribió todo lo que incluye a este respecto en su
libro.  El creador mundial del lenguaje de signos fue Pedro Ponce de León, monje benedictino.

Enterado Lasso –cuya identidad definitiva sigue siendo en parte un
enigma, habiendo quien indica que se trataba también de un monje- de que
fray Pedro había enseñado a hablar a un grupo de mudos mediante signos, acudió a donde ejercía tal actividad conviviendo con ellos, al Monasterio de San Salvador de Oña, es decir, un establecimiento eclesiástico que albergó la primera escuela de sordomudos del mundo.

El propio Licenciado Lasso llena su libro de alusiones a fray Pedro, de citas de san Agustín, los evangelios… es decir: el propio Lasso es un ferviente católico que, además nos presenta la obra de fray Pedro como eminentemente evangelizadora y
demostradora de que los sordomudos son personas que pueden participar
de la Eucaristía o recibir una herencia si llegara el caso.

Las primeras escuelas

Más o menos contemporáneo a fray Pedro vivió el gigante de la pedagogía española, san José de Calasanz.

Y es que en materia de pedagogía, por mucho que nos quieran hacer creer
que antes de la Institución Libre de Enseñanza no hubo nada de provecho,
eso sencillamente no cuela cuando se contrasta con la realidad.

En España fue la Iglesia Católica la que  fundó las escuelas y las
desarrolló, desde monásticas a episcopales, catedralicias, estudios
generales y universidades, y la que en pleno siglo XX ha seguido esa
intensa labor con personalidades docentes con enorme base científica
tales como Ezequiel Solana, Andrés Manjón –cura católico- , Juan Zaragüeta –cura católico- , Víctor García Hoz –miembro del Opus Dei– . Algunos, como los mencionados Alvaro López Núñez, Rufino Blanco o el propio san Pedro Poveda  fueron brutalmente asesinados por activistas del Frente Popular.

También fueron destrozadas instituciones educativas como las Escuelas Pías de San Fernando, que el progresismo de posguerra tuneó para que no fuera tan patente el desastre que sus ancestros habían organizado.

Este conjunto de datos bien podría haber constituido un folleto titulado
Guía Católica para la Exposición Manos que hablan, para padres,
educadores y gente de buena voluntad que además de aumentar su cultura
hubiera podido aumentar su conocimiento sobre una realidad
incontrovertible y científica de primera magnitud: la Iglesia Católica en España ha favorecido el desarrollo de la pedagogía mundial sin renunciar a la fe, precisamente porque su vocación máxima ha sido y es la de enseñar la verdad que es Cristo, que da sentido a todo lo demás.

(Alfonso Carrascosa es científico del CSIC)

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