El coronavirus
ha traído mucho sufrimiento pero ante el sufrimiento que ha provocado
muchas personas al ver la muerte tan presente se han replanteado sus
vidas. Hay estudios que muestran que en este tiempo de pandemia se ha rezado mucho más, pero también ha sido un tiempo propicio para las conversiones.
Así lo cree el padre Doug Grandon, sacerdote católico,
converso del anglicanismo, casado y padre de seis hijos. En Estados
Unidos donde ejerce y en el que la pandemia también está produciendo una
gran incidencia ha experimentado en primera persona cómo se han ido
produciendo conversiones.
“El mejor momento para evangelizar”
“Creo que es el mejor momento para evangelizar que hemos visto en generaciones”,
afirma convencido este sacerdote. Y lo hace respaldado por la historia
de la vuelta a la fe católica que se produjo, en pleno confinamiento,
con una mujer con la que se encontró el pasado domingo de Pascua.
Este religioso creció sin fe y se convirtió en protestante evangélico
a los 14 años después de que un amigo le animase a leer la Biblia y
respondió a sus preguntas todas las semanas. Años más tarde se acabaría
convirtiendo en anglicano y fue ordenado sacerdote episcopal antes de que él, su esposa y sus cuatro hijos más pequeños se convirtieran al catolicismo en 2003.
Cinco años más tarde, Doug fue ordenado sacerdote católico, por lo
que agradece a San Juan Pablo II por abrir el sacerdocio católico a los
conversos casados, y al Papa Benedicto XVI por dar permiso a su obispo
para ordenarlo. “Ha sido una gran vida. Nunca hemos mirado hacia atrás, nunca hemos tenido dudas”, explica al Catholic Herald.
En estos momentos ejerce en Denver en un “hermoso vecindario”. Para
intentar seguir atendiendo a sus feligreses se ofreció a encontrarse con
ellos a una distancia de seguridad en el porche de sus casa para poder rezar con ellos e incluso escuchar confesiones.
El encuentro con Caroline
Fue en uno de estos momentos cuando entabló una conversación con
Caroline, una mujer que iba por la calle paseando a su perro. Tras un
saludo protocolario se inició una conversación más profunda. Ella le
preguntó si era sacerdote católico. Una vez que confirmó que así era le
dijo al padre Grandon que había sido católica, que llevaba más de 15 años alejada completamente de la fe, pero que la pandemia la había hecho replantearse su vida y le preguntó cómo podría recibir nuevamente la comunión.
El sacerdote contestó que si estaba bautizada y había recibido los
sacramentos de iniciación lo que debía hacer era una buena confesión. Ella dijo que se lo pensaría, cogió una tarjeta del sacerdote y se alejó con su perro.
El regreso a la Iglesia Católica
Diez días después el padre Grandon recibió una llamada telefónica. Al otro lado estaba Caroline. Ella quería definitivamente volver a ser católica.
Se citaron el domingo de Pascua en el porche de la casa del sacerdote.
Fue una “hermosa confesión”, reconoce este sacerdote, que explica que
ella recibió la comunión por primera vez en todos estos años.
El padre Doug está seguro de que el coronavirus tuvo un efecto
decisivo en el regreso de Caroline a la fe, como lo ha hecho, según él,
en muchas personas. Con optimismo, sugirió que el coronavirus estaba
ayudando a las personas a repensar sus prioridades y a estar mucho más
abiertos a la esperanza en Jesucristo y a una vida en el más allá al
contemplar su posible muerte o de personas cercanas.
En su opinión, hay muchas cosas que se pueden hacer siendo “creativos” y “muy orantes”.
Por ejemplo, recomienda que las personas se comuniquen con los vecinos
con algo tan simple como las recomendaciones de películas, series u
otros temas de conversación y ver si se puede abrir una puerta a una
conversación más profunda. Una puerta metafórica, es decir, al menos
hasta que termine el confinamiento.
Preguntado por qué tantos católicos han ido abandonando la fe en la
que fueron criados, este sacerdote insistió en la necesidad urgente de
una evangelización y de una catequesis fuerte. Para ello, citó a Nicky
Gumbel, líder evangélico y pionero de Alpha, quien dijo que el cristianismo sería “aburrido, falso e irrelevante” sin un encuentro personal con el Cristo vivo.
Para este sacerdote, la evangelización “realmente no es un misterio.
Comienza con solo unas pocas personas que lo entienden, que entienden
el Evangelio, se llenan del Espíritu Santo, aman a su iglesia, aman la
liturgia, aman la Misa y luego se van construyendo poco a poco”.
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