D. Julián escribe a los diocesanos en referencia al Sínodo

Santiago de Compostela,

25 de enero de 2013

Queridos
diocesanos:

El pasado
12 de octubre tuve el gozo de convocar el sínodo diocesano. Ha pasado más de un
siglo desde que nuestra diócesis compostelana celebró un sínodo de estas
características, bajo el episcopado del cardenal Martín de Herrera. Mucho ha
cambiado el panorama religioso y social desde aquellos tiempos, y, si bien la
pastoral diocesana ha intentado adecuarse a la nueva situación, tanto en la
aplicación de los principios y normas legislativas de la Iglesia universal como
en la búsqueda de respuestas a las sensibilidades de nuestra sociedad, ha
parecido oportuno emprender una tarea de mayor envergadura para vivir y
transmitir nuestra fe desde el evangelio de Jesucristo, en un periodo en el que
podría parecer que nuestra voz y nuestro testimonio han perdido relevancia para
un mundo que se nos antoja indiferente y en ocasiones hostil a la presencia de
la Iglesia.

 El lema
elegido para el sínodo, “Renovarnos en
comunión desde Cristo
”, subraya la importancia que la renovación de los
creyentes tiene en cualquier proceso de evangelización. Mal puede la Iglesia
transmitir al mundo una Buena Noticia si ella misma, en cada uno de sus
miembros y en su acción coordinada, no la experimenta como tal. Por ello, esa
idea de base se desarrollará en tres grandes áreas, íntimamente relacionadas
entre sí: identidad, comunión y misión. Identidad, porque hemos de revivir, y
en su caso redescubrir, qué significa para nosotros mismos ser discípulos y
seguidores de Cristo. Comunión, porque el seguimiento de Cristo nunca ha sido
un asunto de individuos aislados, sino que nos congrega en la familia de
aquellos que invocan a Dios como Padre y parten juntos el pan de la mesa
familiar, que es Cristo mismo. Misión, porque el tesoro de la fe y el gozo de
la comunión no pueden ser vividos con espíritu sectario, sino con una
aspiración a la unidad de toda la familia humana.

 Encarezco
de modo particular a los sacerdotes, religiosos, catequistas, profesores
cristianos y demás agentes de pastoral que asuman con valentía y humildad la
celebración del sínodo, venciendo inercias y desconfianzas. No se me oculta que
en algunos la reacción inicial al tener noticia de la convocatoria del sínodo
fue de un cierto escepticismo, quizá no del todo injustificado. La experiencia
enseña que a veces grandes iniciativas acaban quedando en nada o casi nada. Es
verdad que somos débiles y nadie nos podrá culpar por mostrar signos de
cansancio, cuando incluso la labor del día a día se nos va haciendo cada vez
más desbordante, pues pocas veces como hoy se cumple aquello de que “la mies es
mucha y los obreros pocos” (Lc 10, 2). Pero sé muy bien que el éxito de este
tiempo de gracia que se presenta ante nuestra iglesia diocesana depende en gran
medida de vosotros. Entusiasmaos para saber entusiasmar, implicaos para saber
implicar, esperad para saber transmitir esperanza.

Que el
Señor nos conceda sus bendiciones para que podamos llevar adelante, con su
gracia, la significativa a la vez que ilusionante tarea que tenemos por
delante. Os saluda con afecto y bendice en el Señor.

+ Julián Barrio Barrio,

Arzobispo
de Santiago de Compostela

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SÍNODO DIOCESANO