El Papa Francisco dedicó la alocución habitual del domingo, anterior al rezo del Ángelus, para reflexionar sobre el poder del perdón, tema del evangelio del día (Mateo 18,21-35).
Jesús cuenta la historia de un rey dispuesto a perdonar y exhorta a perdonar “hasta setenta veces siete”. El Papa aclara que “en el lenguaje simbólico de la Biblia, esto significa que estamos llamados a perdonar siempre”. Al final de su alocución, Francisco advirtió: “No podemos pretender para nosotros el perdón de Dios, si nosotros, a nuestra vez, no concedemos el perdón a nuestro prójimo. Es una condición”.
El perdón para las naciones y las familias
En su análisis, el Pontífice exclamó: “¡cuánto sufrimiento, cuántas divisiones, cuántas guerras podrían evitarse, si el perdón y la misericordia fueran el estilo de nuestra vida!”. Y en el ámbito de la familia, “¡cuántas familias desunidas que no saben perdonarse, cuántos hermanos y hermanas que tienen este rencor dentro!”.
“Es necesario aplicar el amor misericordioso en todas las relaciones humanas: entre los esposos, entre padres e hijos, dentro de nuestras comunidades, en la Iglesia y también en la sociedad y la política”, pidió el Papa.
También señaló algunos detalles de la parábola, como el hecho que el siervo que pide clemencia a su amo le debe “diez mil talentos, una suma enorme, hoy serían millones y millones de euros. La segunda vez la repite otro criado del mismo amo. Él también tiene deudas, no con su amo, sino con el siervo que tiene esa enorme deuda. Y su deuda es muy pequeña comparada con la de su compañero, quizá como el sueldo de una semana”.
“El centro de la parábola es la indulgencia que el amo muestra hacia el siervo más endeudado. El evangelista subraya que ‘movido a compasión el señor de aquel siervo le dejó marchar y le perdonó la deuda’”, dijo el Papa quien invitó a no olvidar que “Jesús siempre tiene compasión. ¡Una deuda enorme, por tanto, una condonación enorme!”.
Sin embargo, el Santo Padre recordó que “ese criado, inmediatamente después, se muestra despiadado con su compañero, que le debe una modesta suma. No lo escucha, le insulta y lo hace encarcelar, hasta que haya pagado la deuda. Aquella pequeña deuda. El amo se entera de esto y, enojado, llama al siervo malvado y lo condena”.
La generosidad de Dios, la mezquindad del hombre rencoroso
En este sentido, el Pontífice explicó que en esta parábola se observan dos actitudes diferentes: “la de Dios, representado por el rey, y la del hombre. En la actitud divina, la justicia está impregnada de misericordia, mientras que la actitud humana se limita a la justicia”.
“Jesús nos exhorta a abrirnos valientemente al poder del perdón, porque no todo en la vida se resuelve con la justicia. Lo sabemos. Es necesario ese amor misericordioso, que también es la base de la respuesta del Señor a la pregunta de Pedro que precede a la parábola: ‘Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?’. Y Jesús le respondió: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete’. En el lenguaje simbólico de la Biblia, esto significa que estamos llamados a perdonar siempre”, afirmó el Papa.
Además, el Santo Padre subrayó una frase de la Primera Lectura de la Misa que celebró esta mañana para exhortar a “pensar en el final y dejar de odiar, dejar el rencor” y después reconoció que “no es fácil perdonar” ya que “el rencor vuelve” porque “perdonar no es solamente algo de un momento, es algo continuo y el rencor vuelve”.
Por ello, el Papa señaló también que esta parábola “nos ayuda a comprender plenamente el significado de esa frase que recitamos en la oración del Padre Nuestro: ‘Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores’”.
“Estas palabras contienen una verdad decisiva. No podemos pretender para nosotros el perdón de Dios, si nosotros, a nuestra vez, no concedemos el perdón a nuestro prójimo. Es una condición. Piensa en el final, el perdón de Dios y deja de odiar. Deja el rencor, esa mosca que vuelve y vuelve. Si no nos esforzamos por perdonar y amar, tampoco seremos perdonados ni amados”, alertó el Papa.
Por último, el Santo Padre invitó a encomendarnos “a la maternal intercesión de la Madre de Dios: que Ella nos ayude a darnos cuenta de cuánto estamos en deuda con Dios, y a recordarlo siempre, para tener el corazón abierto a la misericordia y a la bondad”.
Los refugiados en el campo incendiado de Lesbos
El Papa también se refirió a los incendios que “devastaron el campo de refugiados de Moria, en la isla de Lesbos, dejando a miles de personas sin refugio, aunque precario”, advirtió el Papa.
Francisco recuerda que visitó aquel campo en abril de 2016 y que firmó con el Patriarca Ecuménico Bartolomé y al arzobispo Jerónimo de Atenas una declaración pidiendo “una acogida humana y digna a las mujeres y hombres migrantes, refugiados y solicitantes de asilo en Europa”. Los tres jerarcas visitaron entonces el campo, juntos, y almorzaron con algunos refugiados. También se reunió con el entonces Primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras.
El campo de Moria nació en 2015, planeado para acoger 3.000 personas durante un tiempo breve. Ha acogido a más de 20.000 a la vez y a principios de esta semana aún contaba con 13.600 habitantes hacinados y en pésimas condiciones. La visita del Papa y los Patriarcas ortodoxos no logró mejorar significativamente la situación del campo y las autoridades europeas han permitido allí la miseria, la violencia y el hacinamiento violento durante casi 5 años ya.
Que las protestas sociales sean pacíficas
También se refirió el Papa a “las numerosas manifestaciones populares de protesta que expresan el creciente malestar de la sociedad civil ante situaciones políticas y sociales particularmente críticas” (sin concretar, pero probablemente pensando en los casos de Colombia, Estados Unidos, Bielorrusia y algunas manifestaciones en Europa).
Instó a los manifestantes “a que presenten sus demandas de forma pacífica, sin ceder a la tentación de la agresión y la violencia”, a la vez que pidió “a todos aquellos que tienen responsabilidades públicas y gubernamentales para que escuchen la voz de sus conciudadanos y satisfagan sus justas aspiraciones garantizando el pleno respeto de los derechos humanos y las libertades civiles”.
Francisco también hizo un llamamiento a las comunidades eclesiales que viven en esos contextos para que los pastores trabajen “en favor del diálogo y la reconciliación”.
Colecta por Tierra Santa
Recordó además que este domingo se realiza la colecta por Tierra Santa en todas las parroquias del mundo. “En el contexto actual, esta colecta es todavía más un signo de esperanza y solidaridad con los cristianos que viven en la tierra donde Dios se hizo carne y murió y resucitó por nosotros. Hoy realicemos una peregrinación espiritual, en espíritu, con la imaginación, con el corazón, a Jerusalén, donde, como dice el Salmo, están nuestras fuentes. Y cumplamos un gesto de generosidad para con aquellas comunidades”, exhortó.
También tuvo un pensamiento para con “los ciclistas que padecen la enfermedad de Parkinson, y que han recorrido la Vía Francígena desde Pavía hasta Roma”, “las comunidades Laudato si’ que se han comprometido a custodiar la Creación” y “las familias italianas que en agosto se dedicaron a la hospitalidad de los peregrinos”.