Cáritas se prepara para un aumento de damnificados por la crisis del covid

A la crisis sanitaria actual, inmediatamente le seguirá una crisis económica y social cuya punta comienza ya a vislumbrarse. Así están convencidos en el seno de Cáritas,
si bien matizan que «todavía es pronto» para valorar el impacto del
covid-19 en la economía de las familias, «pero nosotros esperamos un
pico a nivel social (…). Esto va a ir a más. Los ERTE
no se están cobrando y esperamos que gente que no está acostumbrada,
que no está en el circuito, como es el estudiante que estaba en
prácticas o el operario que estaba contratado un mes y no ha cobrado… Y
todos ellos tienen que comer. Están empezando a aparecer».

Así de contundente se muestra Íñigo Arranz Roa, responsable del
Programa de Personas Sin Hogar de la diócesis de Santiago, a la que
pertenece Pontevedra, quien estima que en esta ciudad y su entorno
Cáritas puede estar brindando atención a cerca de un centenar de
familias en situación de necesidad. Se trata, según resalta, de una
labor que se ha mantenido, pese a que «el perfil del voluntariado es el de gente mayor y no podemos exponerla».


En cuanto a los medios y alimentos de que dispone esta oenegé, Arranz
Roa aclara que, «de momento, vamos tirando. Tuvimos un problema al
principio con la ropa y tuvimos que tirar de los roperos, pero la verdad
es que la gente… han aparecido iniciativas muy bonitas. Incluso, la
gente se acerca con tartas los días de fiesta y en Pontevedra, una
médica se ofreció para venir una vez a la semana».

Al margen de esta labor, en los primeros compases del estado de
alarma se habilitó el pabellón multiusos de A Xunqueira para acoger a
gente sin hogar, otro de los ámbitos de actuación de Cáritas. Con una
capacidad para una treintena de personas, llegó a rozar en alguna
ocasión el completo al acoger a unas veintisiete personas, mientras que
este domingo eran dieciséis o diecisiete los usuarios contabilizados.


«En este tiempo no hubo ni un solo problema -destacó Íñigo Arranz-,
salvo una persona que tuvieron que ingresar porque dio positivo y luego
hubo que desinfectar hasta reabrir todo el dispositivo. No ha habido
ningún tipo de conflicto e, incluso, personas que nunca mostraron algún
tipo de adherencia han convivido sin ningún tipo de problemas».



Fuente: La Voz de Galicia