Cardenal Cobo: «El aborto no puede ser nunca un derecho. ¡No existe el derecho a la desgracia!»

El 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, la Iglesia celebra la Jornada por la Vida. Pero ya durante este fin de semana las Iglesias locales han celebrado actos y misas. Un ejemplo ha sido el de Madrid, donde el arzobispo, el cardenal José Cobo recordó en su homilía que los niños “nos recuerdan que no hay esperanza sin futuro y que el futuro se ha tejido con cada nueva vida que ha llegado al mundo”.

Tal y como recoge la web de la Archidiócesis, el cardenal insistió en que “la Iglesia, desde su apuesta radical por la vida, no juzga las situaciones enormemente complejas y difíciles en que se encuentran algunas mujeres. Siempre quiere estar dando la mano a quien sufre. Pero sí alza la voz ante una cultura de la indiferencia que normaliza y naturaliza cualquier acto invasivo de naturaleza violenta, destinado a impedir el desarrollo de una vida singular, única e irrepetible”.

Ante ello, el cardenal ha denunciado “la industria del aborto y la facilidad con que se deriva hacia esta opción”, mucho menos comprometida que la de “acompañar la vida, solidarizarse con las mujeres gestantes y facilitarles medios de vida y condiciones amables y dignas para vivir su maternidad”. “Un embarazo no es un problema que se soluciona eliminándolo. Es una vida que llega y entre todos hemos de proteger y acoger”.

De este modo, pidió con vehemencia, “denunciar con todas las fuerzas que el aborto es siempre, con independencia de las circunstancias, una desgracia. Y una desgracia que supone la realización un acto cruento sobre una mujer y, ante todo, sobre una vida en camino. El aborto no es un derecho, no puede ser nunca un derecho. ¡No existe el derecho a la desgracia! Solo una conciencia personal y colectiva anestesiada ante el valor de la vida a la que todos tenemos derecho puede pensar de ese modo. Más en un contexto de invierno demográfico que compromete nuestro futuro”.

Tampoco la eutanasia es el camino, ni la deshumanización de los vulnerables. El Derecho surge para para satisfacer, colmar y garantizar necesidades de las personas, ha explicado el cardenal Cobo. “Pero jamás para extinguirlas o sofocarlas. Por eso la Iglesia apuesta por el derecho a la vida, a la vida en toda su extensión, desde el origen al término. No podemos restringir los derechos humanos que hemos conseguido custodiar hasta ahora. Por eso, las sucesivas generaciones de derechos humanos no pueden sufrir esta vuelta a la barbarie sin pasarnos una altísima factura moral y social. La sacralización de la autonomía y la libertad personales, el culto a la propiedad plena y sin cortapisas sobre el propio cuerpo, son formas de mercantilizar y de cosificar las relaciones humanas. Esa pendiente resbaladiza nos despeña hacia la soledad, la desvinculación y el descarte”.

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