Boletín Nº 124 – ESPECIAL: EMERGENCIA POR PANDEMIA DE CORONAVIRUS

Sacerdores: que la Eucaristía y un ambicioso plan de vida espiritual anclen nuestra vida al Señor

https://www.dropbox.com/s/jh5y6egxcllwg8l/Presbiterio_124.pdf?dl=0«Estos días de la “crisis del coronavirus”, que hemos de vivir en Providencia de Dios, quisiera hacerme a su camino y llegar a todos y cada uno de Vds. […] Necesitamos acompañar y sentirnos acompañados. Hemos de ayudarnos los unos a los otros orando intensamente, pero también tratando de cuidar la salud física y avivando la esperanza cristiana. ¡Velemos los unos por los otros!

Por otra parte, quisiera que tuviesen muy presente su identidad. El aislamiento en nuestras casas que nos han pedido las autoridades sanitarias no puede hacernos olvidar nuestra misión. Hemos recibido la ordenación sacerdotal que nos ha configurado con Cristo Cabeza y Pastor, identificándonos plenamente con Él. Estos no son días de vacaciones. La Iglesia en otras muchas épocas ha pasado por situaciones difíciles, incluso de mayor envergadura. Y los sacerdotes han sabido asumir el sacrificio imperante en el pueblo, porque para servir a ese mismo pueblo han sido llamados. Todavía es pronto para saber el horizonte en el que transcurrirán los acontecimientos. Pero es necesario que la celebración de la Eucaristía y un ambicioso plan espiritual ancle nuestra vida en el Señor, para mantenernos fieles y que el corazón siga latiendo ardorosamente para retomar el ministerio de acercar las personas a Dios. Cuidar nuestra vida interior significa agradecer al Señor el don de haber sido elegidos, sin mérito alguno de nuestra parte, para trabajar en su mies, asociados a su tarea redentora. Él sentirá el consuelo de nuestra respuesta generosa y, a buen seguro, no dejará de derramar sobre nosotros el “ciento por uno” prometido.

La espiritualidad es un ejercicio de superación de los propios límites, ejercitando el espíritu sin miedo a enfrentar la realidad. El otro es siempre una interpelación, un desafío, un reto. “El rostro del otro es como un espejo que me permite conocerme a mí mismo”. Es necesario darle importancia al silencio, la meditación, la contemplación, la lectura espiritual, donde descubrimos que la verdadera vida es la vida entregada, sacrificada, gastada por alguna causa digna y elevada. Ejemplos los tenemos. No olvidemos que ser sacerdote no es una función sino un don, una participación en la vida de Cristo crucificado. […]

Por último, invito a todos a aprovechar las oportunidades que ofrece este tiempo de cuarentena. No debiera interrumpirse la comunicación con los fieles. Dios no se ha retirado y sigue actuando. De este modo, con las exigencias que impone la prudencia más delicada, hemos de evangelizar en el contexto actual: si es posible mantener abierta la Iglesia evitando riesgos innecesarios; comunicarse a través de los medios electrónicos; hacer llamadas telefónicas que pueden resultar muy alentadoras para los fieles… […]

Encomendamos nuestro ministerio a San José, para reavivar la gracia que hemos recibido. Él nos conduce hacia la presencia alentadora de la Santísima Virgen, madre de los sacerdotes y allí nos sentimos seguros y nos muestra el camino de la fidelidad a Jesús, centro de nuestra vida. Rezo con vosotros y por vosotros. También en nombre del Sr. Obispo Auxiliar os saludo con fraternal afecto y bendigo en el Señor.»(MONS. JULIÁN BARRIO BARRIO, de la Carta a los sacerdotes en la Solemnidad de S. José, 19-3- 2020)

Boletín de la Delegación para el clero
del Arzobispado de Santiago de Compostela
Marzo 2020-

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